Coronavirus
Alemania registra sus primeros casos de muertes en residencias y afronta una crisis de cuidados

Una treintena de ancianos fallecen en residencias alemanas. La buena capacidad de los hospitales contrasta con los problemas en el ámbito del cuidado de mayores y los sistemas de dependencia.

Jens Spahn
Jens Spahn, ministro alemán de Sanidad. Foto de INSM.
31 mar 2020 06:01

Ya hace dos semanas que las autoridades alemanas advirtieron que las residencias para ancianos podían volverse una trampa fatal para sus usuarios si el coronavirus se colaba en su interior. Es por eso que con previsión teutona se prohibieron todas las visitas y se recomendó al personal utilizar mascarillas, guantes y desinfectantes para evitar posibles transmisiones. Sin embargo, las medidas no han sido suficientes o no han sido aplicadas de forma adecuada. La situación actual es dramática. Cada día aumentan los casos en dichos centros por todo el país y ya se han conocido dos tragedias.

En Wolfsburgo, en el estado de Baja Sajonia, han fallecido con coronavirus 15 de los 165 habitantes de una residencia en unos pocos días. En total se han infectado 72 usuarios. El alto número de afectados puede deberse a que los residentes eran incapaces de mantener las distancias y recomendaciones por padecer demencia. La organización caritativa que regenta la residencia pidió ayuda de voluntarios para desinfectar el edificio y el domingo al parecer se había presentado una veintena de vecinos para ayudar.

En estas tareas, entre otras, es en las que el ejército alemán trabajará a partir del 3 de abril en una operación sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. 15.000 soldados desinfectarán y controlarán por las calles. La Sociedad Alemana por la Paz ha criticado la medida recordando que entre las filas de al menos dos de los batallones en cuestión hace poco hubo escándalos relacionados con la extrema derecha. Sea como fuere, el ejército ya está ayudando en tareas de traslado de pacientes y tratando a enfermos en los hospitales militares, así como en los por ahora pocos lugares que se encuentran en confinamiento estricto.

En Wolfsburgo uno de los hospitales ya no admite más pacientes porque entre el personal sanitario se ha extendido la enfermedad y no tienen más capacidades, por lo que los enfermos serán derivados a otros centros. Las visitas de todo tipo están prohibidas. Desde hace dos semanas los hospitales alemanes se han estado preparando a conciencia para la crisis del coronavirus que empieza ahora a repuntar. Todas las operaciones que no fuesen urgentes se han postergado.

Wolfsburgo no es por desgracia un caso aislado, sino el comienzo del fin de “la calma antes de la tormenta”, como lo ha denominado el ministro de Sanidad de Merkel, Jens Spahn, una de las figuras fundamentales en la gestión de esta crisis y que además es candidato a suceder a una canciller ausente desde el principio y que ahora está además en cuarentena. En abril se debería haber celebrado la elección del nuevo líder de la Unión Demócrata Cristiana pero debido a la crisis del coronavirus dicha elección se ha pospuesto.

La calma a la que hace referencia es el relativo bajo número de víctimas mortales que el virus se ha cobrado en Alemania, cuyo origen estaría en el mayor número de tests realizados a casos no graves y a personas más jóvenes que, si bien se ponen enfermas también e incluso en no pocos casos necesitan ser tratadas con cuidados intensivos, como han explicado en los últimos días, se recuperan de la enfermedad en mayor porcentaje.

Esta semana se conocían las primeras cifras de ingresados y a datos del viernes pasado eran unos 4.000 y unas 1.000 personas en la estaciones de cuidados intensivos. Alemania tiene el mayor número de camas de intensivos por persona del mundo, se ha dedicado a explicar el ministro Spahn, que ha advertido asimismo que dicha capacidad puede llegar a su límite en caso de una propagación descontrolada.

De ahí las medidas de contención de los contactos que se están aplicando desde hace dos semanas y que han llevado a cerrar escuelas, comercios y todo lo que no sean farmacias, supermercados y hospitales. Sin embargo, la mayoría de trabajos que no son de cara al público se siguen realizando y también se puede salir a pasear solo o con la familia que vive en la propia casa.

Si las medidas son suficientes se comenzará a ver a final de esta semana, ya que los hospitales estarán con toda probabilidad más sobrecargados y se verá cómo y cuánto se ha extendido el virus en el país, que en un primer momento no quiso poner restricciones y se ha visto atropellado por los acontecimientos, llegando las autoridades incluso a desdecirse en cuestión de horas al respecto de cerrar escuelas o negocios. Los alojamientos para personas de la tercera y cuarta edad son claves a la hora de dar cuenta del estado de infiltración del virus.

La segunda residencia de ancianos en el triste ránking de víctimas mortales está en la ciudad de Wurzburgo, en Baviera, en la que han fallecido 17 jubilados con coronavirus. La mitad de los 120 residentes ha dado positivo en la prueba y se encuentran en cuarentena. Del personal se habría infectado casi la mitad, 32 trabajadores. En la misma ciudad se conocía el domingo la muerte en otra residencia de un residente dependiente y se han testado como positivo a otros nueve residentes y a siete enfermeros. Y en Halle, en el estado de Sajonia-Anhalt, ha fallecido un habitante de una residencia y otros trece han dado positivo a la prueba a pesar de no presentar síntomas muchos de ellos al parecer. 55 de los 152 habitantes han sido puestos en cuarentena.

También en Baja Sajonia, en la ciudad de Oldemburgo, 23 residentes y 18 asistentes han dado positivo. Hay un muerto. En Paderborn hay 36 infectados en una residencia. En Herborn, en el estado de Hessen, donde este fin de semana se ha suicidado el ministro de Finanzas, hay siete residentes y tres trabajadores de un centro para mayores infectados con el coronavirus. En el pueblo bávaro de Pfeffenhausen dos tercios de los 40 ancianos y ancianas que viven en una residencia se han infectado. Y en la isla de Usedom una residencia ha sido evacuada después de que seis de sus 30 residentes dieran positivo en las pruebas.

Por todo el país hay unas 11.700 residencias con unos 800.000 dependientes según la Fundación Alemana de Protección al Paciente, que ha pedido que se hagan pruebas a todos los residentes en cuanto uno de ellos presente síntomas gripales. Hace tan solo unos días, cuando en España se dieron varios casos similares en residencias de ancianos, la televisión pública alemana denunciaba que la situación de los hospitales de la capital tenía relación con un problema de financiamiento crónico arrastrado desde la crisis financiera y debido a la privatización.

Sin embargo, a pesar de las palabras del ministro de Sanidad alemán en el país tratando de tranquilizar a la población, no es ningún secreto que las condiciones con que trabajan enfermeros y personal de cuidados en Alemania tampoco son decentes desde hace ya bastante tiempo. Antes de la crisis del coronavirus la precariedad de enfermeros y auxiliares, en especial en lo referente a la carga de trabajo, ya era uno de los temas recurrentes de la política, que no ha terminado de dar una solución al sector que ahora encima se ve abocado a esta crisis. Solamente en las residencias se hablaba en febrero de que faltarían unos 100.000 cuidadores. Los que trabajan se quejan de no tener tiempo para tratar a los mayores con el debido respeto. 

Además el cuidado a domicilio de dependientes está experimentando estos días un problema adicional: que las mujeres (la mayoría lo son) que cuidan a los dependientes alemanes vienen de Europa del Este y, o bien se van marchando a sus países por miedo al coronavirus, o bien puede que se vayan en semana santa de vacaciones y no puedan volver si las fronteras están cerradas y ellas no tienen contrato. La Asociación para el Cuidado y la Asistencia a Domicilio calcula que en mayo entre 100.000 y 200.000 personas no podrían ser atendidas más a domicilio y tendrían que mudarse a una residencia, agravando de ese modo el problema que se vive estos días.

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Y no se olviden que esos asilos están en su casi totalidad privatizados, como por otra parte sucede también en la sanidad alemana.

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