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Derecho a la ciudad
Denuncias, recuerdos y deseos para dibujar una ciudad en la que poder vivir
Son las 5 de la tarde de un jueves de enero y unas 30 personas trabajan en un taller organizado por Patio 108 (108, como los barrios que tiene Sevilla), elaborando propuestas sobre su barrio, priorizando las más relevantes y elaborando un guión para el testimonio que van a a grabar. Este taller estaba pensado para realizarlo en diferentes barrios y trabajar con las vecinas cara a cara, pero la tercera ola del covid ha obligado a resguardarlo detrás de las pantallas y limitar la interacción a una web con papelógrafos y pósits digitales.
Y de repente llegó la pandemia
De hecho, la pandemia se atravesó en su camino desde casi el principio. Patio 108 nace del proyecto Media Activism financiado por fondos europeos. A través de un hackamp organizado por Zemos98 en octubre de 2019 y en el que participó el colectivo Jartura, se sentaron las bases del trabajo que querían llevar a cabo.
Jartura nace como un colectivo que busca tratar problemas de la ciudad de Sevilla como la turistificación, la vivienda, la pérdida de la memoria y la identidad de los barrios o la desigualdad entre el centro y las periferias, desde una visión menos académica y atravesada por el diseño, el humor y las formas creativas. Su idea inicial para este proyecto incluía el uso de un mapa colaborativo pero pretendían centrarlo en la precariedad laboral asociada al turismo y a la hostelería. Apenas unas semanas después se desató una pandemia mundial y el turismo quedaba temporalmente cancelado y, según los pronósticos, habrían de pasar al menos dos años para que todo volviera al estado anterior. “En estas circunstancias hablar de la precariedad en un sector que estaba completamente paralizado nos parecía incongruente”, explican desde el colectivo.
Aprovecharon que el confinamiento supuso una especie de “reseteo” y apostaron por mantener la idea del mapa colaborativo para imaginar la ciudad postcovid. Actualizaron la propuesta: si no podían acudir a la gente para hacer encuestas y entrevistas, los testimonios llegarían a través del video. No querían que el proyecto se convirtiera en un mero “buzón de quejas”, así que al enviar las historias pueden seleccionarse tres tipos de contenido: denuncias de situaciones, propuestas y recuerdos. Con esto se busca una visión más constructiva, que ayude a tejer redes y que dibuje un “contra relato de la ciudad que queremos, más allá de las narrativas oficiales”. Añaden que la idea era “trasladar al mapa también los afectos, desvelar los imaginarios urbanos menos conocidos y recuperar la memoria más olvidada de barrios y colectivos”.
La idea es desvelar los imaginarios urbanos menos conocidos y recuperar la memoria más olvidada de barrios y colectivos
Esto se hace a través de la web, a la que podemos subir los videotestimonios dentro de diferentes categorías; vivienda, infancia, diversidad, turismo, feminismos, espacio público, cultura o movilidad son algunas de ellas. En cada una, encontramos el video de una madrina, experta en la temática, que nos sitúa las diferentes categorías y las aterriza en la ciudad.
Cómo conseguir que la gente participe
Además de reformular el proyecto para adecuarlo a esta nueva normalidad cambiante, otro de los retos añadidos fue conseguir la participación de la gente. “Vivimos en una época de interpelación continua a la participación”, afirman los miembros del equipo, que piensan que desde múltiples instancias se nos conmina a comentar con un hashtag, subir una foto del tiempo en nuestra ciudad o hacernos selfies, normalmente, con fines comerciales. “Luego la gente participa en lo que le da la gana. Eso es una bofetada de realidad”, concluyen. En general, el equipo de Patio 108 se siente “muy contenta” con la participación, aunque es cierto que pensaban que todo funcionaría de manera “más autónoma” y descubrieron que era necesario “facilitar mucho más el camino hacia la plataforma”. La plataforma cuenta actualmente con más de 50 testimonios grabados en diversos barrios de Sevilla, consiguiendo con ello otro de los propósitos de los organizadores: contrarrestar la sobrerrepresentación del centro histórico en la imagen oficial de la ciudad.
Precisamente, talleres como este al que asistimos online, estaban pensados como una herramienta para fomentar y facilitar la participación en los barrios y romper la brecha digital. Los organizadores cuentan que cuando se pegaron carteles en diferentes plazas y calles de los barrios, la participación aumentó, lo que les ratifica en su idea de que hace falta un acompañamiento para que la gente participe. De hecho, valoran que el hecho de tener que mudarse al territorio online ha hecho que que se pierda “una potencia propia del estar juntas en un mismo espacio que es muy difícil de recuperar”.
Código abierto para que haya muchos patios
Entre los grandes aciertos del proceso, destacan la posibilidad de entrevistar a las personas que amadrinaron las distintas categorías que han sido una “fuente importante de aprendizajes”. Ahora que el proyecto está próximo a llegar a su fin —la web seguirá siendo visible pero a partir de febrero ya no será posible incorporar más testimonios—, se quedan con la sensación de que Patio 108 “ha funcionado como una herramienta para redescubrirnos —a nosotras mismas y a quienes se han unido— implicadas en el proceso de pensar una ciudad que obedezca a las necesidades de las personas que viven en ellas”.
La limitación temporal la conocían desde el principio, ya que se trataba de un proyecto financiado por Erasmus+ que se despliega a lo largo de tres años y con diferentes fases. Tenían un año para desarrollar la idea, ponerla en marcha y cerrarla. Quizás con más tiempo se hubieran podido “articular de manera más clara una serie de propuestas a partir de demandas situadas”, reflexionan. De todos modos, han dado un paso más para buscar la continuidad del proyecto y el código de la plataforma está abierto para que “cualquier otra comunidad con ganas lo retome y lo lleve hacia otros sitios”. Así que ya sabéis, si queréis construir otros relatos para vuestra ciudad, la invitación está lanzada.