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Centros sociales
Colectivos en Barcelona piden la cesión de la Antiga Massana, surgida en la pandemia, para evitar su derribo
Este pasado miércoles varios colectivos vecinales del movimiento por la vivienda y otras entidades del tejido asociativo de Barcelona han ofrecido una rueda de prensa para solicitar la cesión de la Antiga Escola Massana, el edificio histórico y centro público de arte más antiguo de Barcelona, situado en el céntrico barrio del Raval. Ahora, su fachada se tiñe de color magenta y en el letrero de la entrada puede leerse “Antigua Massana: Espacio bajo control popular”.
Su actividad se vio interrumpida en 2017, por lo que la escuela quedó en desuso hasta que, en verano de 2020, diferentes entidades sociales se instalaron en ella con el fin de convertirla en un espacio para afrontar la emergencia social surgida de la pandemia. “Cuando se anunció el estado de alarma sabíamos que la Administración no tendría capacidad de garantizar la alimentación y supervivencia de la gente del barrio, que nos quedaríamos fuera los de siempre: inmigrantes sin papeles, chicas que trabajan en la calle, gente sin casa…”, han comunicado conjuntamente las entidades del Sindicat de Habitatge del Raval, el Sindicato de Manteros de Barcelona, la Xarxa de Suport Mutu del Raval y representantes de Can Batlló, otro espacio autogestionado en el distrito de Sants-Montjuïc, en la rueda de prensa.
Diferentes organizaciones sociales empezaron a repartir alimentos en marzo de 2020 a las vecinas del barrio en un local de veinte metros cuadrados de la calle Sant Bartomeu. Sin embargo, pronto vieron que no había suficiente espacio, ya que tenían que atender también a las familias derivadas por Servicios Sociales ante la saturación del sistema de ayudas. “Estuvimos esperando una respuesta por parte de la Administración durante meses, hasta que al final entramos en el espacio, que ahora mismo ha crecido exponencialmente y, además de una red de alimentos también es la sede del sindicato de vivienda del Raval y otros sindicatos laborales, un espacio para dar clases de idiomas y de música, un gimnasio y una escuela para niños dedicada al apoyo escolar…”, exponen desde el Sindicat de Habitatge del Raval.
“Estuvimos esperando una respuesta por parte de la Administración durante meses, hasta que al final entramos en el espacio, que ahora mismo ha crecido exponencialmente y, además de una red de alimentos, también es la sede del sindicato de vivienda del Raval y otros sindicatos laborales”
El pasado 3 de enero, la Comisión de Gobierno del Ajuntament de Barcelona aprobó un proyecto destinado a derribar parte del edificio para conectar las calles paralelas a este —los Jardines Rubió i Lluch con la plaza de la Gardunya— e instalar un bar en mitad del espacio, algo que, de acuerdo a las entidades, supondría el desalojo y fin del proyecto que ha llevado más de dos años a las vecinas del barrio construir.
Denuncian falta de transparencia y comunicación
Las organizaciones convocantes han querido denunciar expresamente la falta de transparencia percibida respecto a las actuaciones municipales. Afirman que se han enterado de la aprobación del proyecto por parte de la prensa y que el diálogo actual con el Ajuntament es “totalmente nulo”. “Hacemos responsable al señor Jordi Rabassa como regidor de Ciutat Vella de la falta de transparencia de este proyecto que trata de derribar este edificio histórico que sirve como espacio a decenas de colectivos de diferentes luchas y una red de alimentos. Un proyecto que ni siquiera sabemos si cuenta con el beneplácito de los vecinos porque ni los de la Boquería ni los comerciantes del Raval están de acuerdo”, han sentenciado. “En mitad del patio quieren poner un árbol y un bar que conectará ambas plazas y queremos preguntarle al señor Rabassa por qué da la espalda a las organizaciones cuando un 24% de la actividad del barrio ya corresponde al turismo y la hostelería, es un proyecto gentrificador que no está hecho para la gente del barrio”, denuncian desde el Sindicat de Habitatge.
Por su parte, el concejal del distrito de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, reconoce que el proyecto está aún en el aire y carece de presupuesto, calendarización y plazos de ejecución determinados. “Se trata de un edificio municipal y consideramos que en este espacio se hacen actividades positivas para el barrio, que hay colectivos con un interés real, nosotros queremos escuchar a las entidades y hemos tenido contacto y reuniones con ellas”, explica el concejal a El Salto. A la cuestión de si cree que este proyecto contribuirá de alguna forma a la gentrificación del barrio, Rabassa explica que “el proyecto económico no sería tan importante como el proyecto social” y que se pretende contribuir al desarrollo comunitario del barrio y “buscar una solución que satisfaga a todas las partes, aunque no sea inmediata”.
La memoria del proyecto ejecutivo, con un presupuesto de 503.018,81 euros, contempla el derribo de parte de la estructura del edificio histórico, así como la instalación de un bar en el actual banco de alimentos, unos aseos y un árbol en el patio central
Desde el Ajuntament también se afirma que el distrito “es partidario de que haya un espacio para usos comunitarios” y que actualmente lo que hay es una “previsión de plan director” que lo contempla. Aunque se ha negado la existencia de documentación relativa a este plan al estar “muy en el aire”, El Salto ha podido acceder a la memoria del proyecto ejecutivo, un dossier de 1.300 páginas con un presupuesto de 503.018,81 euros que contemplaría, efectivamente, el derribo de parte de la estructura del edificio histórico, así como la instalación de un bar en el actual banco de alimentos, unos aseos y un árbol en el patio central. “El patio es una parte fundamental del proyecto de la Antiga Massana, y con el nuevo proyecto se convertiría en un lugar de paso”, han destacado las organizaciones.
La alternativa: un nuevo proyecto vecinal desde el barrio ante la falta de espacios comunitarios
Las organizaciones también han anunciado que han presentado al Ajuntament un proyecto para dar continuidad al funcionamiento actual del espacio: “Exigimos que esos 500.000 euros se dediquen a la rehabilitación del edificio y por eso queremos lanzar también una campaña de apoyos necesarios para reivindicar la Antiga Massana para los colectivos que actualmente habitan el espacio, para defender a las vecinas y para defender el Raval”, han declarado.
Actualmente, la Massana engloba un grupo de más de 300 personas voluntarias, de diez nacionalidades distintas, que trabajan en el espacio de forma diaria. Por sus instalaciones pasan más de 600 personas a la semana para desarrollar diversas actividades, desde las organizaciones asamblearias, hasta profesores y alumnos que asisten a cursos gratuitos de diferentes materias. El espacio también cuenta con dos gimnasios equipados, una cocina, un banco de alimentos y tres plantas con diferentes aulas abiertas al público. Sin embargo, las entidades reclaman también que se trata de un espacio de difícil accesibilidad por su estructura, que precisa una renovación arquitectónica.
“Nosotros consideramos que es un espacio que no debe faltar en este barrio, desde el Sindicato de Manteros sabemos que estos espacios requieren mucho trabajo y apoyamos totalmente este proyecto para que continúe siendo autoorganizado por la gente del barrio”, han anunciado desde Sindicato de Manteros, quienes fueron también desalojados hace un año de su taller en el Raval. Existiendo un marco jurídico a nivel europeo que reconoce la protección del patrimonio cultural y ciudadano, algo que permite a las instituciones dar entidad y amparo administrativo y normativo a la gestión de los denominados “bienes comunes urbanos”, los movimientos vecinales reclaman a la Administración que, encajando el proyecto de la escuela en estos términos, brinde a las redes de la Antiga Massana “la tranquilidad y el reconocimiento legal que se merecen para seguir consolidándose y hacer barrio”.
Esta reivindicación ha recibido una acogida rápida y multitudinaria en el barrio, pues se enmarca en una situación de aumento sin precedentes de desalojos y la denuncia de la criminalización del movimiento por la vivienda en la ciudad condal. Un proyecto que, de efectuarse, pondrá fin la gestión actual del espacio, y que llega unos meses después de los desalojos de otros centros sociales afines como La Caracola, a solo unos metros de la Antiga Massana en el Raval y la Casa Buenos Aires en Vallvidrera, habiendo otros espacios a la espera de desahucio cautelar como Can Sanpere en Premià de Mar.
La situación de degradación y falta de espacios autogestionados se ha convertido en una fase característica de los procesos de gentrificación en las grandes ciudades, algo también visible en Madrid durante el gobierno del Partido Popular de José Luis Martínez-Almeida, con el desahucio de la Ingobernable en Atocha, la Traba en Delicias, la Dragona en el barrio de La Elipa y La Escuela en Alcorcón. “En un contexto de desmantelamiento de espacios colectivos, la cesión no es ninguna opción, sino que es la única solución para el barrio”, han reafirmado desde el Sindicat de Habitatge del Raval.