Crisis climática
Extrema derecha y crisis climática: el riesgo del nacionalismo verde

Movidas por la creciente preocupación social por los efectos del cambio climático, algunas formaciones de extrema derecha viran de su tradicional discurso negacionista hacia posiciones más estratégicas en defensa del medio ambiente. 
Orban
Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, en una reunión del Partido Popular Europeo en Finlandia en noviembre de 2018. Foto: EPP
31 ago 2019 06:27

Las elecciones parlamentarias de 2018 en Hungría confirmaban el apoyo al gobierno ultraderechista de Viktor Orbán, que lograba la mayoría absoluta por tercera vez. Su partido, la Unión Cívica Húngara (Fidesz), conseguía 133 de los 199 escaños en juego, mejorando los resultados de las elecciones anteriores. Sin embargo, la sorpresa electoral no la daba la formación de Orbán.

Al otro lado del arco parlamentario, el Partido Socialista Húngaro se hundía hasta los 20 escaños y perdía el segundo puesto. El liderazgo de la oposición quedaba en manos del Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), un partido aún más escorado a la derecha que la Unión Cívica y que lograba 26 escaños. La correlación de fuerzas parlamentarias no dejaba mucho lugar a dudas: a un lado tenías a la ultraderecha y al otro, bueno, más ultraderecha aún. Podemos calificarnos de fascistas sin miedo a equivocarnos: el Movimiento tiene incluso sus propios cuerpos paramilitares, los Magyar Garda.

Las contundentes victorias electorales y el dominio parlamentario colocaban a la extrema derecha húngara en una posición de liderazgo entre los partidos de esta corriente de otros países europeos, junto con el Ley y Justicia polaco. Todos quieren parecerse a ellos. Todos escuchan sus declaraciones, analizan sus discursos, aprenden de sus medidas.

En este contexto, las declaraciones de la Unión Cívica sobre la necesidad de aplicar políticas que frenen la crisis climática son especialmente relevantes. En el Parlamento Europeo, el partido de Orbán es uno de los que más han defendido la necesidad de estas medidas dentro de la extrema derecha, aunque en Hungría se ha mostrado bastante más moderado. El Movimiento por una Hungría Mejor no se queda atrás: el partido se autodefine como “ecologistas de extrema derecha” y en su página de Facebook promueve un “nacionalismo verde” y una “administración de la naturaleza bajo valores cristianos”.

La mayoría de los parlamentarios de extrema derecha votan regularmente en contra de las medidas de política climática y energética, según un estudio sobre 21 formaciones políticas europeas de ultraderecha

Otro de los partidos que parecen estar modificando su discurso sobre la crisis climática es el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. En su programa para las elecciones europeas de este año, escrito en forma de manifiesto, anunciaban la creación de una plataforma dedicada al cambio climático. El portavoz del partido, Jordan Bardella, decía en una entrevista en abril que “las fronteras son el mejor aliado del cambio climático” y que “con ellas salvaremos el planeta”. La propia Le Pen argumentaba que la preocupación por el clima es “inherentemente nacionalista” y que los que son “nómadas”, refiriéndose a los migrantes y los refugiados, “no se preocupan del medio ambiente, porque no tienen patria”.

Guillermo Fernández, experto en la extrema derecha francesa, apunta que la incorporación de la defensa del ecologismo como una parte del proyecto nacionalista está siendo una de las líneas que están siguiendo algunas corrientes de la derecha radical europea para renovar el proyecto de patriotismo identitario. “Este ha sido en buena medida el programa del Frente Nacional, ahora Reagrupamiento Nacional, francés entre 2011 y 2017. Su ideólogo, Florian Philippot, sigue defendiendo este tipo de ideas y se le puede ver fácilmente criticando el uso de pesticidas o hablando del maltrato animal y de la necesidad de incrementar las ayudas públicas al sector primario francés para que acometa este tipo de reformas. Y todo con una mantra general: de ese modo se favorecerá la salud de todos los franceses y la supervivencia del modo de vida francés”.

No obstante, esta posición no es compartida por toda la extrema derecha francesa: “la posición de Marion Maréchal Le Pen, nieta de Jean-Marie Le Pen y favorita para liderar el Reagrupamiento Nacional en el futuro, es que el ecologismo es un enemigo cultural al que combatir porque, en primer lugar, exagera en sus diagnósticos, y, en segundo lugar, es un caballo de Troya del liberalismo globalista”.

En los últimos meses hemos asistido a varios ejemplos de partidos de ultraderecha que han hecho campaña en contra de las políticas para frenar la crisis climática

Esta ambivalencia es compartida por una buena parte de la ultraderecha europea. En un estudio realizado por Stella Schaler y Alexander Carius que analiza la postura relativa a la crisis climática y las políticas medioambientales de 21 partidos de extrema derecha presentes en el Parlamente Europeo, los autores encontraron una gran variedad de posicionamientos, desde negacionistas del cambio climático a conservacionistas del medio ambiente. Aunque los negacionistas son cada vez menos —Schaler y Carius encontraron que siete de los 21 partidos sostenían esta postura—, la mayoría de los parlamentarios de extrema derecha votan regularmente en contra de las medidas de política climática y energética —dos de cada tres según el estudio— y la mitad de todos los votos en contra de las resoluciones sobre clima y energía provienen de la extrema derecha.

De hecho, en los últimos meses hemos asistido a varios ejemplos de partidos de ultraderecha que han hecho campaña en contra de las políticas para frenar la crisis climática, con un resultado desigual. En Finlandia, las elecciones generales de este año dieron, contra todo pronóstico, el liderazgo de la oposición al Partido de los Finlandeses, cuya campaña se había basado en un rechazo explícito de estas medidas bajo el argumento de que perjudican a la clase trabajadora. Mientras los otros ocho partidos que concurrían a las elecciones habían incluido en sus programas medidas contundentes contra el cambio climático, la agrupación de ultraderecha decidió apostar por convertir este tema en un polarizador del debate y asumir una postura contraria. Les salió bien: sus afirmaciones de que el país había caído en la “histeria climática” y que “ya había hecho suficiente en ese asunto” les dieron 39 escaños, solo uno por debajo del ganador, el Partido Socialdemócrata.

“La extrema derecha”, dice Héctor Tejero, “se va a enfrentar a un gran dilema los próximos años, ya que tradicionalmente se ha asociado a posturas negacionistas climáticas

En Alemania, en cambio, esta estrategia no parece haber dado tan buenos resultados. En las últimas elecciones europeas, en las que el cambio climático aparecía como una de las principales preocupaciones de lo votantes, Alternativa para Alemania optó por reafirmase en sus posturas negacionistas. Aunque el partido creció modestamente respecto a los comicios anteriores, sus resultados se vivieron como una derrota, ya que los Verdes les doblaron en apoyo electoral y se hicieron con el segundo puesto.

Algunas corrientes del propio partido culparon de estos resultados a las posturas sobre el cambio climático y exigieron una rectificación. En una carta abierta, el líder de las juventudes del partido, David Eckert, instaba a la organización a “abstenerse de declarar que la humanidad no influye en el clima”, advertía de que eso podía alejar al partido de los más jóvenes y señalaba que los problemas climáticos “mueven a más personas de las que creíamos”.

Riesgos

El aumento de la preocupación de los ciudadanos por los efectos de la crisis climática está obligando a los partidos a posicionarse respecto a ella, incluyendo a las agrupaciones de extrema derecha que no habían tenido una postura clara más allá del negacionismo que compartían de forma mayoritaria hace unos años. Este posicionamiento se está convirtiendo en un factor cada vez más decisivo para el voto, y es previsible que su peso aumente a medida que los efectos de la crisis climática se dejen notar con más virulencia en nuestra vida cotidiana. Por ello, aunque una parte de ellos sigue anclada en el negacionismo, muchos otros han empezado a virar su discurso hacia posiciones más estratégicas.

Emilio Santiago y Héctor Tejero, autores de ¿Qué hacer en caso de incendio? (Capitán Swing, 2019) ven dos posibles opciones: “la extrema derecha”, dice Tejero, “se va a enfrentar a un gran dilema los próximos años, ya que tradicionalmente se ha asociado a posturas negacionistas climáticas que cada vez son más insostenibles por la pura experiencia personal de la gente. Ante esto tienes dos posibles opciones: la tibieza, con posturas que reconocen el cambio climático pero disminuyen la importancia de sus consecuencias y proponen medidas claramente insuficientes, generalmente escudándose en las necesidades económicas, o tratar de utilizar la crisis ecológica en beneficio de sus posicionamientos y políticas anti migración, pero también anti élites”.

Para Santiago, es probable que esas dos posibles líneas de posicionamiento estén relacionados con las propias reservas de combustibles fósiles que tenga el país: “En países donde haya combustibles fósiles va a ser muy tentador aprovechar esa oportunidad de apurar las reservas de combustibles fósiles externalizando el daño en el exterior y escudándose en el negacionismo del cambio climático, aunque sea un negacionismo tibio. La otra posible línea es aprovechar la crisis climática para consolidar un discurso excluyente, de cierre nacionalista ante la percepción de escasez”.

Santiago: “La extrema derecha va a construir política de mayorías apelando a todos los temores y todas las angustias que genera esta situación, preparándonos colectivamente para dar una respuesta homicida a la crisis climática”

El riesgo de que la extrema derecha utilice la crisis climática para extender un discurso racista y xenófobo es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que la ONU cifró ya en 17,2 millones los desplazados como consecuencia del cambio climático el año pasado y que es previsible que esta cifra aumente a medida que se aceleren los efectos de la crisis ecológica. “Las migraciones climáticas van a adquirir tales dimensiones que hay que reconocer que su potencial para la desestabilización política es objetivo”, señala Santiago.“Una política de apertura de fronteras, que es la que éticamente deberíamos mantener, debe asumir que su tarea va a ser difícil por estas tensiones, por el peligro de la extrema derecha y por el riesgo de que también desde la izquierda surjan opciones, de las que ya estamos viendo conatos, que apuesten por políticas excluyentes”.

Para Tejero, “quizás el mayor miedo es que un contexto de crisis climática grave se utilicen argumentos que puedan apelar a más cantidad de gente, incluida gente que se sienta y tradicionalmente vota izquierda. Por ejemplo, los argumentos del ‘no cabemos todos’ o la ‘ética del bote salvavidas’, en la que al no haber espacio, se está legitimado éticamente dejar morir a la gente sin ayudarla o incluso evitar por la fuerza que se suban al bote”. 

Precisamente esta metáfora del bote salvavidas es utilizada de forma frecuente en las comunidades ecologistas de extrema derecha que se pueden encontrar en internet. Aunque su número y capacidad de influencia es pequeña, han adquirido notoriedad a partir de la matanza de Christianchurch, Nueva Zelanda, en marzo de este año, cuyo autor se definía a sí mismo como “ecofascista” en el manifiesto que hizo público antes del tiroteo. Las justificaciones de defensa de la naturaleza también estaban entre las motivaciones aducidas por el autor de la masacre de El Paso, en agosto, que acabó con la vida de 22 personas. Estos grupos comparten una ideología que combina racismo, nacionalismo, supremacismo blanco, tesis eugenésicas y una defensa de la naturaleza basada en el lebesraum, el espacio vital.

Santiago plantea que “a nivel institucional sería importante ser capaz de pensar en políticas a medio plazo que sitúen correctamente quién es el enemigo real y qué es lo que está en juego”

Peter Standemaier y Janet Biehl investigaron el origen de esta ideología en su libro Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana (Virus, 2019): “Ha habido un vínculo histórico significativo entre algunas versiones del ecologismo y algunas versiones de la política de la derecha durante más de un siglo, tanto en Europa como en América del Norte y en otros lugares”, dice Staudenmaier. “La mayor parte de mi investigación se centra en Alemania en la primera mitad del siglo XX, pero la historia completa es mucho más amplia. En los Estados Unidos, por ejemplo, varios conservacionistas tempranos apoyaron firmemente la eugenesia. Quizás el aspecto más importante de esta historia es la conexión que los ecologistas de extrema derecha postulan entre la pureza natural y la pureza racial. Los recientes asesinatos en masa en Christchurch y El Paso son un ejemplo claro. Ambos autores invocaron explícitamente preocupaciones ecológicas al justificar sus acciones”.

Posibilidades

Los riesgos de un aumento del peso de los partidos de extrema derecha y de las posiciones ideológicas ecofascistas en el contexto de la crisis climática pueden frenarse desde varios frentes. Para Tejero, “esto pasa por plantear una alternativa progresista sea capaz de articular mayorías populares, electorales pero también sindicales y a nivel de movimientos: una transición ecológica socialmente justa que convierta la lucha contra la crisis climática en una palanca para reducir la desigualdad y democratizar la sociedad”.

Santiago plantea que “a nivel institucional sería importante ser capaz de pensar en políticas a medio plazo que sitúen correctamente quién es el enemigo real y qué es lo que está en juego. Se va a necesitar una guerra de posiciones con concesiones a corto plazo que hagan posibles victorias a largo. En el plano de los movimientos sociales, solo si somos capaces de construir una idea de felicidad más seductora pero a la vez con una carga ecológica menor, vamos a poder combinar transición ecológica y democracia”.

Los riesgos son grandes, pero las posibilidades también. “Estamos en un momento en el que el gran debate ético y político nos pone ante dos opciones: compartir a una escala sin precedentes o matar a una escala que tampoco tiene precedentes”, continúa Santiago. “La extrema derecha va a construir política de mayorías apelando a todos los temores y todas las angustias que genera esta situación, preparándonos colectivamente para dar una respuesta homicida a la crisis climática”. Tenemos en nuestra mano evitar que eso suceda.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión La luz de lo público durante el gran apagón
El colapso del sistema energético ahonda en las grandes preocupaciones del siglo XXI. También en el diagnóstico fundamental de necesidad de refuerzo de los servicios públicos.
Opinión
Opinión IA: un proyecto tecnosupremacista
La pregunta que me hice hace algunos años fue: ¿Por qué existe un evidente interés en “crear la cuestión de la IA”, cuando las tecnologías y las lógicas que la componen están ya operativas desde hace años?
Medio ambiente
Crise climática Sarria, cun dos peores índices de calidade do aire de Galiza, á espera dunha nova planta contaminante
Sarria convive dende hai décadas coa contaminación provocada pola cementeira do Oural. Agora, Votorantim Cimientos proxecta a instalación dunha nova planta para a produción de combustible a partir da coincineración de residuos.
#39121
7/9/2019 13:16

Excelente artículo, añadiría que Janet Biehl autora de Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana (Virus, 2019), es la anarcoecologista sucesora de Murray Boockchin, el anarquista municipalista que inspiró la Revolución de Rojava del quasi independiente cantón kurdo-árabe iraki. Si se habla de ecofascismo, compas de El Salto, hay que hablar también de anarcoecologismo. Porque de lo que NO se habla termina por desaparecer, y eso es favorecer el fascismo.

1
0
#39008
2/9/2019 21:39

En relación a la 'ética del bote salvavidas', a partir de Torres, quizá convenga referirse a la experiencia de 'la balsa de la medusa' a resultas del naufragio de la fragata francesa Méduse en 1816 frente a la costa mauritana, donde del orden de 150 naúfragos se salvaron 15 después de 13 días a la deriva en una embarcación de fortuna. Episodio recogido por el lienzo de Géricault en el Museo del Louvre y que en nuestro país dio nombre a la revista homónima entre 1987 y 2011

2
1
Miquel Mas
1/9/2019 22:30

Buen artículo. Otro libro para entender las bases profundas del problema: https://www.amazon.es/Auschwitz-Comienza-Siglo-Xxi-prescurso/dp/9681666437

0
0
#38978
1/9/2019 12:35

Muy buen artículo. De todos modos, igual que existe un ecologismo fascista, también existe un ecologismo social nacionalista, del que en España tenemos sobrados ejemplos, como los Salvem valencianos.

2
0
#38960
31/8/2019 18:29

Para ahondar en este materia es recomiendo la lectura de este libro Ecofascismo
https://www.traficantes.net/libros/ecofascismo

3
0
#38958
31/8/2019 18:23

https://www.lahaine.org/mundo.php/el-incendio-del-amazonas-y

1
0
#38954
31/8/2019 14:12

Un artículo muy interesante, es importante apostar x el ecologismo social y que no nos arrebaten el discurso

9
0
Energía
Energía La ley marca permisos retributivos para situaciones como el apagón eléctrico
El Estatuto de los Trabajadores, en su artículo 37.3, protege a la plantilla cuando no es posible llegar a su puesto de trabajo o desarrollar con normalidad su tarea en situaciones como no tener electricidad durante horas.
Comunidad de Madrid
Energía El apagón en Madrid, en imágenes
En Madrid, la gran urbe ha permanecido incrédula al pasar de las horas, entre rescates en el Metro, en el Cercanías y en ascensores, donde han quedado atrapadas algunas personas.
Opinión
Opinión La luz de lo público durante el gran apagón
El colapso del sistema energético ahonda en las grandes preocupaciones del siglo XXI. También en el diagnóstico fundamental de necesidad de refuerzo de los servicios públicos.
Comunidad de Madrid
Paros 28 y 29 de abril Huelga total en la educación pública madrileña
Infantil, Primaria, Secundaria, FP, Educación Especial, Universidad. Las plantillas de todos los niveles de la educación madrileña pararán este lunes 28 de abril por la “infrafinanciación” que Ayuso mantiene en la enseñanza.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Facultades cerradas en Madrid para denunciar la precarización y la infrafinanciación
Los piquetes están informando de la huelga en universidades como la Complutense y la Autónoma, en la que ha habido algunos incidentes con personal de seguridad y con la extrema derecha.
Palestina
Genocidio Israel asesina a cien personas en Gaza durante las últimas 48 horas
Esta semana comienza una vista oral en la Corte Internacional de Justicia que examina la ilegalidad de la decisión israelí de cortar la cooperación con la agencia de derechos palestinos de la ONU, UNRWA.

Últimas

Eventos
Evento Un Salto al periodismo desde el barrio: acompáñanos en un directo sobre periodismo situado
El Salto organiza un evento centrado en el potencial de los formatos sonoros para transmitir información veraz y fiable de forma cercana. Para hacer periodismo desde el barrio y barrio desde el periodismo.
Laboral
Laboral Trabajar para vivir, morir por trabajar
El 28 de abril se conmemora el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo con la necesidad de la implementación de medidas ante la siniestralidad laboral, que dejó en el país en 2024 la muerte de 796 personas.
Genocidio
Genocidio Activistas crean la embajada de Palestina en Bruselas mientras Israel prosigue con su asedio en Gaza
Mientras los ataques de Israel sobre la Franja de Gaza ya han dejado más de 51.490 muertos, activistas han rociado de sangre un edificio que simula ser la embajada de Palestina, dejando un rastro de pintura roja hasta la embajada del Estado sionista.
Sevilla
Sanidad Pública Profesionales de Atención Temprana advierten del colapso del servicio en Andalucía
El servicio que atiende a más de 32.000 niñas y niños de entre 0 y seis años se encuentra en una situación crítica, con profesionales precarizados y listas de espera que incumplen la Ley de Atención Temprana aprobada en 2023
Análisis
Análisis La izquierda donde rompe la ola
El crecimiento electoral de un amplio abanico de fuerzas de extrema derecha desde hace unos años complica la consecución de decisiones a nivel de la UE.
Más noticias
Ayuntamiento de Madrid
Paros en Madrid Fin de la huelga de basuras en Madrid
La plantilla ha votado a favor de la última propuesta, en un paro que comenzaba el pasado 21 de abril y con el que se demandaba la actualización de un convenio que se ha quedado obsoleto.
LGTBIAQ+
Juicio el 9 de mayo Lidia Falcón pide cinco años de cárcel a una mujer trans por un tuit de 2021 que no la menciona
La activista antiderechos Lidia Falcón denunció a Diana Juan Cano en 2021 por un tuit que apenas tuvo repercusión. La acusación pide una pena de cinco años de prisión y 50.000 euros de indemnización.
Comunidad de Madrid
LGTBifobia Femen protesta contra las terapias de conversión en un acto de la familia de psiquiatras Rojas Estapé
El movimiento Femen ha querido denunciar públicamente la relación de esta familia con sectores ultraconservadores de la Iglesia y su postura abiertamente contraria a los derechos del colectivo LGTBIQ+

Recomendadas

Senegal
Migraciones El mito de la migración ordenada: la denegación de visados por el Consulado de España en Dakar
Maltrato institucional. Estas dos palabras son las más escuchadas cuando se pregunta a personas descontentas con el Consulado de España en Dakar. Cada vez más personas denuncian denegación de visados que no consideran justificados.
Guinea-Bissau
Internacional Guinea-Bissau arranca una ola de represión tras el sabotaje popular de una mina de arena en un parque natural
Una acción liderada por las mujeres del pueblo de Varela provocó un incendio en la bomba de extracción de la mina de arena pesada. El Gobierno ha llevado a cabo la detención de 16 personas, entre las que se encuentran líderes locales.
Galicia
Galicia Vigo, A Coruña y Ourense compraron material policial a Israel por medio millón de euros en solo cuatro años
El alcalde ourensano, Gonzalo P. Jácome, adjudicó un contrato por 70.000 euros días después del siete de octubre. Abel Caballero firmó otro de más de 200.000 euros y la alcaldesa de A Coruña siguió la estela con un contrato de 170.000 euros.