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La autoproclamada como “masa crítica interplanetaria”, la Criticona, se celebrará entre el jueves 25 y el domingo 28 de abril en Madrid con un programa repleto de actividades a pedales. Será una edición especial porque se celebra el décimo aniversario de este evento, motivo por el cual regresa a la ciudad que la vio nacer, allá por mayo de 2009.
El origen de todo hay que buscarlo en el movimiento Masa Crítica que nace en la ciudad californiana de San Francisco en septiembre de 1992. Tomó su nombre de una expresión que en sociología define una cantidad mínima de personas necesarias para que un fenómeno concreto tenga lugar. En la práctica, se materializa en una concentración de ciclistas que sirve como reivindicación de la bicicleta como medio de transporte y es, además, una gran oportunidad para perder el miedo a circular por la calzada.
Su filosofía se refleja muy bien en uno de sus lemas, “Somos tráfico” ya que pretende ser una feliz coincidencia de ciclistas circulando por la ciudad. Por ese mismo motivo la Masa Crítica es un movimiento que busca ser espontáneo, sin que nadie la organice, nadie tenga el control sobre ella y nadie tenga que responder por ella.
ciclonudista y Bicicrítica
La representación madrileña de este movimiento es la Bicicrítica, que se convocó por primer vez en octubre de 2004 impulsada por un grupo de gente que se había reunido en junio de ese año con el insólito propósito de pedalear desnudos por la ciudad. Una de esas personas era José Ginés, quien relata a El Salto cómo el “origen de todo fue el llamamiento que hicieron los organizadores de la ciclonudista de Zaragoza (primera ciudad en la que se celebró) a replicarla en otras ciudades”.
Ginés se juntó con tres amigos, quienes empezaron a difundirlo y consiguieron juntar a unas sesenta personas. De las cañas posteriores a aquella convocatoria, todavía desnudos en la Plaza Mayor y con alguna persona increpándolos, surgió una lista de correo electrónico que todavía sigue funcionando desde la que, después de algunos intentos, se convocó aquella primera Bicicrítica.
“Tomamos el nombre de la masa crítica de San Francisco pero le pusimos 'bici' delante para que se entendiera”, recuerda Ginés, que rememora también cómo en aquella primera convocatoria no llegaron ni a salir por la lluvia. Pero insistieron convocando los meses siguientes y difundiendo a través de flyers que ponían en las bicis. Así, poco a poco, el grupo fue creciendo y para la siguiente primavera llegaron a la centena y empezaron a organizar fiestas en los finales de recorrido, generalmente en centros sociales. Esta organización hizo que se tejieran lazos de amistad entre las personas organizadoras, muchas de las cuales no se conocían de antemano.
Algunas de ese grupo viajaron con sus bicicletas a Roma para participar de la Ciemmona (concentración de masas críticas italianas) en 2008 y volvieron con la idea de replicar la idea en Madrid. Josefina Chacón, otra veterana de la Bicicrítica madrileña que participó en la organización de aquella primera Criticona, la recuerda con “mucha incertidumbre previa, porque no estábamos acostumbradas a funcionar juntas”. Sin embargo, la convocatoria resultó ser “una gran sorpresa positiva, ya que vino mucha más gente de la esperada”, activistas que fueron alojados en diferentes centros sociales de la capital. Se calcula que en aquella ocasión llegó a circular un pelotón de unas 5.000 personas, algo histórico en la urbe.
Tampoco olvidará aquella primera edición Diego, que vino de Bilbao, donde llevaban un tiempo celebrando su propia masa crítica. Allí eran “cuatro gatos vinculados a Biziz Bizi” —una asociación ciclista de Bizkaia— que se animaron a alquilar una furgoneta para que trajera sus bicis. Lo recuerda como “una de sus vivencias más fuertes” y la califica de “auténtico empoderamiento colectivo”. Además, a nivel personal, allí conoció a muchas personas, algunas de las cuales son a día de hoy de sus mejores amigos y amigas.
Una de esas personas era Piero, que vino desde Roma. “Conocí la Criticona por amigos españoles muy simpáticos, decididos y locos que habían estado viniendo a la Ciemmona italiana durante algunos años. Me dijeron que también organizarían una gran masa crítica en España y nos dispusimos a ir”, cuenta. Llegaron en barco a Barcelona y desde allí fueron pedaleando hasta Madrid.
Recuerda con especial cariño su estancia en el desaparecido Patio Maravillas de la calle Acuerdo, donde recibieron ayuda para montar una bici de más de dos metros. Así se fue tejiendo lo que Piero califica como “una red de intercambio y solidaridad” entre activistas de la bici de toda Europa que, añade, ”después de un tiempo se ha convertido en una gran familia”.
De Bilbao a LEÓN, PASANDO POR BCN E IBIZA
Al éxito de aquella primera Criticona le siguió una segunda en Madrid, en la que algunos activistas de la bici de Bilbao que ya habían hecho migas con la gente que estaba tirando del carro de la Criticona en Madrid se sumaron a apoyar en la organización. Según cuenta Diego, “la gente de Madrid estaba un poco cansada de la organización de las dos primeras ediciones y tenían ganas de que se rotara y se descentralizara la convocatoria”. Así, “un par de personas de Bilbao se calentaron y decidieron tirar adelante”, y en la fiesta final, por aclamación popular, se decidió que la siguiente edición se celebrara en Bilbao. Esa forma de elección de la siguiente sede entre voces y aplausos en el momento álgido de la fiesta se ha convertido en una de las tradiciones de las Criticonas.
Después de Bilbao vino Gijón, que organizó la Crixixona inaugurando otra costumbre, la de tunear el nombre del evento con algo característico de la ciudad organizadora. Así vinieron la Citricona de Valencia, la Piratona de Getafe, la Pantumacona de Barcelona, la Pitiusona de Ibiza y, por último, en 2018, la Cazurrona en León.
Y como mandan los cánones bicicríticos, llegado el momento de la fiesta de la Cazurrona la masa enfervorecida eligió, frente a las candidaturas de Oviedo y Castelló, que la Criticona 2019 se volviera a celebrar diez años después en Madrid.
Hijas en los barrios
Además del aniversario, otro de los motivos para volver a traer la Criticona a Madrid fue “que a la masa madre de Madrid le han salido varias hijas en los barrios”, según explica Yoli, de la Moratacleta, masa crítica de Moratalaz que surgió a raíz de la descentralizacón del 15M a los barrios y que celebrará en junio su octavo aniversario. También han surgido masas críticas locales en barrios como Vallecas, Usera, Arganzuela o La Guindalera, y en municipios como Getafe, que ostenta el honor de haber acogido una edición de la Criticona. Todo este movimiento descentralizador está recogido en el lema 'No hay centro para tanta periferia', uno de los que han ido dando forma a esta Criticona y se plasma en un programa que se alejará del centro para dar protagonismo a los barrios.
Josefina Chacón coincide en la importancia de las 'Cletas', masas críticas barriales, en la celebración de esta edición, un evento que vive con “la misma incertidumbre que aquellas primeras de 2009 y 2010 que dejaron el listón muy alto”. También señala la que será otra de las novedades de esta edición: la declaración de este evento como feminista, lo cual supone toda una declaración de intenciones.
Cris, de Getafe en bici y una de las mujeres que están detrás de la comisión Criticona Feminista, apunta que sus objetivos son “visibilizar y combatir sexismo en ciudad y también en el mundo de la bici”. De hecho, según cuenta esta activista, “algunas mujeres han dejado de ir a Bicicrítica por no ser un espacio agradable y cómodo, dado a proliferación de actitudes machistas y violentas”.
Desde esta comisión plantean una columna feminista para la Bicicrítica del jueves y una ruta no mixta para el domingo por la mañana, además de charlas, talleres, carteles y octavillas propias para difundir este cambio de enfoque que se le quiere dar a la convocatoria. En la Bicicrítica de marzo ya ocuparon la cabecera, generalmente dominada por hombres, para visibilizar que la bici puede ser una herramienta de empoderamiento para muchas mujeres y que se puede predicar con el ejemplo.
Todos estos ingredientes son una invitación a olvidarnos por un rato de las monotemáticas urnas y sumarnos a la masa de bicis este fin de semana. Diego de Bilbao se lo recomienda a quien no haya estado —asegura que las habitules no fallarán— “por la sensación de empoderamiento, de comunidad y de vivir otro modelo cuidad en lugar de pensarlo o soñarlo”. José Ginés coincide en poner en práctica ese otro “modelo de ciudad posible que ponga a las personas en el centro” e invita a aprovechar esta “estupenda oportunidad de ver ciudad de manera diferente”. A este llamamiento se une Piero, que vendrá con su familia desde Roma, al tiempo que invita a participar en la decimosexta edición de la Ciemmona interplanetaria que tendrá lugar en capital italiana entre el 31 de mayo y 2 de junio.
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Bici critica es una rama no oficial de Podemos. Yo soy activista y entusiasta del uso de bicicleta. La asociación Pedalibre, por ejemplo, es una organización seria que trabaja duro, sin subvenciones, sólo con el dinero de sus socios y realiza muchas reivindicaciones prácticas y efectivas... sin joder la vida al prójimo y en beneficio de todos los colectivos, a favor del ciclista pero no en contra del automovilista. Asistí a algunas marchas de Bici crítica, en una de ellas, uno de los dirigentes en la sombra, un tal David nos llevó cierto jueves como borregos y engañados al núcleo de una manifestación feminista de extrema izquierda en el centro, acordonado por la policía. Otro jueves nos llevaron a un lugar del todo ilegal… un edificio okupado, como no, también por personajes de extrema izquierda y feministas radicales odia-hombres. En todos los jueves veía con asombro, indignación e impotencia como UN GRAN PORCENTAJE de perro flautas de Bici crítica provocaban a los conductores, ocupaban TODOS los carriles de forma innecesaria, y se liaban a ostias con desesperados, cansados y humildes trabajadores que usan el automóvil como herramienta de trabajo. Los dirigentes de Bicicrítica son unos cobardes delincuentes que no dan la cara, pero la culpa es de la laxa legislación que permite como legal esta manifestación que una vez al mes encarcela a los automovilistas y les prohíbe la libre circulación. En resumen: si queréis dar una mala imagen del colectivo ciclista y hacerlo quedar ante toda la población como algo propio de podemitas perro flautas de extrema izquierda, asistir los últimos jueves de mes a Cibeles. Nota: yo no soy facha, respeto a todo el mundo que a su vez respeta la libertad del prójimo, sea sobre una bici o un coche, sencillamente.