Ayuntamiento de Madrid
Sin frenos y a lo loco

El fichaje de Emilio del Río por el Ayuntamiento de Madrid es una imagen fiel del espíritu trifachito. Son necesarios nombramientos que afiancen el control efectivo del poder.

Daniela Ruiz
10 jul 2019 21:15

Para ser fieles a la esencia de Emilio Del Río seremos rápidos. El Partido Popular se tambalea entre los datos del CIS y su propia incapacidad. A sabiendas de que su credibilidad cada vez es menor, su actual estrategia política se basa en el efectismo, en tratar de llevar a cabo una serie de medidas que provocan, en las tres derechas, grandes dosis de endorfinas. Hace tiempo que en política ser propositivo no repercute positivamente en los resultados electorales, y en el PP han apostado por la destrucción. Podríamos decir que la vida es eso que pasa mientras unos aprueban determinadas medidas y otros, en el siguiente gobierno, las retiran. Y en estos términos podemos medir las acciones de Martínez-Almeida desde que tomó el bastón de mando.

Tras 24 años de gobierno popular en La Rioja que llegaban a su fin y después de su paso por las Cortes Generales todo indicaba que Del Río volvería a su puesto en la Universidad de la Rioja

Reabrir Madrid al tráfico y dejar clara la “mentira” de la contaminación, desarticular paulatinamente a los movimientos sociales con el desalojo de La Ingobernable en el horizonte o colgar un bandera de España donde antes podíamos encontrar una pancarta con el lema “Refugees Welcome” han sido, hasta ahora, las medidas estrellas de la nueva alcaldía. Sin embargo, la política también debe nutrirse de acciones menos visibles con las que intentar conquistar de nuevo la hegemonía.

Una de estas decisiones es la de nombrar a Emilio Del Río como nuevo director general de Bibliotecas, Archivos y Museos de Madrid. Del Río es el fiel reflejo del espíritu de las tres derechas: bravucón, conocedor de su superioridad respecto a los demás y con experiencia en los tejemanejes del poder. Puede ser definido como una de esas especies endémicas del Partido Popular que hacen de la política un modo de vida. Ha sido senador, diputado autonómico, consejero de presidencia, diputado nacional y una larga lista de puestos que hacen presuponer que de lo público se vive bien. Tras 24 años de gobierno popular en La Rioja que llegaban a su fin y después de su paso por las Cortes Generales todo indicaba que Del Río volvería a su puesto en la Universidad de la Rioja. Pero, por el contrario, una vez más las puertas giratorias han hecho su labor y no tendrá que pisar ese terreno tan mundano ni mancharse de barro para ganarse la vida.

Quizás su hijo llevaba razón cuando, tras una trifulca en la que intervino la policía, se refirió a los agentes en estos términos: “Sois una panda, no valéis una puta mierda. Cuando gobierne el PP os vais a ir a la puta calle todos. No sabéis quién es mi padre”. Efectivamente, su padre era el encargado de contratar la publicidad institucional, el investigado en esa misma comisión por presuntas partidas extrapresupuestarias a medios de comunicación afines, el que sabía que su impunidad le iba a repercutir beneficiosamente en un futuro no muy lejano.

Pero la polémica más sangrante de Del Río la protagonizó en el año 2009, cuando se dirigía hacia Zaragoza mientras ocupaba su cargo como Consejero de Presidencia de la Comunidad Autónoma. Fue denunciado por conducir a 200 kilómetros por hora, recorriendo 130 kilómetros en 40 minutos después de que el chofer se negara a superar los límites de velocidad para que éste no perdiera un AVE. Un gran silencio mediático lo invadió todo y, como de costumbre en el Partido Popular, se defendieron acusando de mentiroso al conductor oficial.

No sabemos cómo sería una reunión entre Martínez-Almeida y Del Río hablando del tráfico, pero parece claro que su nombramiento no es fruto de la casualidad y que la figura del nuevo director general de Bibliotecas, Archivos y Museos enlaza a la perfección con el carácter y la simbología del pacto entre el PP, VOX y Ciudadanos. Sin una oposición clara desde dentro, con la línea política de destrucción del progreso que llevan los tres partidos y con la derecha madrileña gobernando en su realidad paralela, estos 4 años van a ser, salvo respuesta social, cuesta abajo y sin frenos.

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