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Argentina
Habla el represor Scilingo: “Estar preso es muy llevadero”
En 1995, el represor argentino Adolfo Scilingo destapaba los Vuelos de la Muerte. Tras dos décadas de silencio, Scilingo habla en exclusiva con El Salto en una de sus salidas de la prisión de Alcalá-Meco II donde goza de segundo grado. Condenado por 30 homicidios y 255 secuestros, Scilingo no muestra indicios de arrepentimiento ni reconoce ahora haber participado en los vuelos que arrojaban presos políticos al Atlántico.
Adolfo Scilingo Manzorro, represor de la dictadura argentina (1976-1983), es el único militar juzgado por la Justicia Universal que purga condena en España. En 2007, el Tribunal Supremo le elevó la pena de 640 a 1.084 años por crímenes de lesa humanidad al culparlo de 30 homicidios, 255 secuestros y un caso de tormentos.
Lleva más de 20 años encarcelado, desde 1997, cuando sorpresivamente viajó por su propia voluntad de Buenos Aires a Madrid y se presentó en la Audiencia Nacional ante el juez Baltasar Garzón, que en aquel momento instruía la causa contra la dictadura de Argentina y ordenó su prisión preventiva.
Este excapitán de corbeta de la Armada había dejado helada a Argentina y al mundo, en 1995, al romper el pacto de silencio de los represores de la ‘guerra sucia’, que aún sigue vigente. Destapó los Vuelos de la Muerte, aviones castrenses que arrojaban a la noche del Atlántico su carga humana de presos políticos. Vivos, desnudos y anestesiados.
Y confesó que había participado en dos vuelos empujando al vacío a 13 y 17 personas, respectivamente. “Me siento un asesino”, sucumbía a la culpa. En las entrevistas echaba alguna lágrima y, a veces, se pasaba de alcohol y ansiolíticos. Sus camaradas, en cambio, gozaban de la impunidad y paseaban por calles, bares o salas de cine.
De 4.500 a 5.000 opositores a la dictadura pasaron por el campo de concentración que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde Scilingo cumplió funciones de electricista, de febrero de 1977 a marzo de 1978. La gran mayoría de prisioneros fue ejecutada y sigue desaparecida, sólo sobrevivieron unas 80 personas.
Aquella confesión del exmarino impactó fuerte en la sociedad y, por eso, se presumió que caería una catarata de más arrepentidos, pero ello nunca ocurrió. Así pues, Scilingo se convirtió en el primero y único. Ya ante la Justicia de España se las vio solo —con la actual ministra Dolores Delgado de fiscal— y en el intento de zafarse se desdijo de todo lo que había destapado.
Actualmente internado en la prisión Alcalá-Meco II y ya con 72 años, goza del segundo grado y tiene seis salidas transitorias al año, reguladas por el juez madrileño José Luis Castro de Antonio. En una de esas salidas, de visita al piso de su mujer, y tras dos décadas sin hablar a la prensa, Scilingo concedió la siguiente entrevista exclusiva a El Salto.
¿Cómo lo pasa en la cárcel?
Tengo un destino de alta responsabilidad para los internos, como ordenanza o encargado de la sección Ingresos y Libertades. En concreto en el almacén de objetos retenidos a los reclusos. Me levanto todos los días a las 6.30h y me acuesto a las 20h. Sábados y domingos me levanto a las 7.30h. Trabajo setenta y pico de horas por semana. Eso me permite estar permanentemente ocupado y se hace muy llevadero. Además con la actividad que tengo que desarrollar, realmente, lo llevo bien.
Enciendo el televisor, tengo mi propio aparato. Otras veces leo y también escribo. Voy a escribir un libro. Sí, descanso perfectamente¿Recibe una paga?
Sí, recibo 270 euros al mes. Justamente ahora tengo un conflicto porque la paga no es proporcional a las horas que trabajo. De acuerdo a la ley me tienen que pagar conforme a los convenios colectivos laborales. O sea, yo tendría que estar cobrando entre 800 y 900 euros.
¿Qué hace a la noche cuando apagan la luz? ¿Puede conciliar el sueño?
Enciendo el televisor, tengo mi propio aparato. Otras veces leo y también escribo. Voy a escribir un libro. Sí, descanso perfectamente.
¿Se arrepiente de haberse presentado voluntariamente en 1997 ante Garzón?
No, no me arrepiento. Porque el objetivo que buscaba lo logré, que era vengarme de [el triunviro de la junta militar Emilio Eduardo] Massera. A mí me interesaba hundirlo porque fue el mayor traidor de la historia de las fuerzas armadas de Argentina. Él mandaba a atacar a la guerrilla Montoneros y a la vez se reunía con el jefe montonero Mario Firmenich, una vez en Francia, otra en Italia y también en isla Margarita, Venezuela. Y negociaban una salida política. Ese es el tema por el cual yo me volví loco, porque yo tenía una hermana, María Adela, ya fallecida, que colaboraba con Montoneros.
Pero viniendo a España terminó condenado y en prisión.
Sí, pero ese es un tema menor.
Todos los miércoles salía un furgón de la policía federal de la ESMA al cementerio de la Chacarita y eran incinerados en el crematorio
De haberse quedado en Argentina y en silencio probablemente nunca lo habrían enjuiciado.
Sí, pero no hubiera pasado nada. Nadie hubiese investigado nada. Y Massera probablemente hubiese logrado su objetivo. Usted no se olvide que en 1990 el entonces presidente peronista Carlos Menem indultó a todo el mundo. Y Massera salió de la cárcel y volvió a tener los mismos aires que tenía antes.
En 1995 confesó haber arrojado a 30 prisioneros al mar en los Vuelos de la Muerte y admitió que se sentía un asesino. Sin embargo, luego aquí en España se desdijo y sigue haciéndolo. ¿Por qué?
Yo no desmiento. Digo la verdad. Dicen que los vuelos que me atribuyen fueron el miércoles 15 de junio y el primer o segundo sábado de agosto, en 1977. Pero para esas fechas yo había pedido licencia y me la habían otorgado. A ver: dígame el nombre de alguna de mis supuestas víctimas. Lea toda la sentencia y verá que no hay un solo nombre y nunca lo habrá. Y la doctrina jurídica dice que si en una causa como ésta no existen identidades de las víctimas debe ser archivada porque no hay elementos probatorios que permitan condenar.
Pero en 1995 usted ya reconocía que no conocía las identidades de las 30 personas que arrojó al mar.
Claro y podría haber dicho que eran 90 personas. Es más, usted dice que yo dije 30 y el auto de procesamiento de Garzón dice 32. En el camino se perdieron dos. Demuestren que existió el asesinato. Además, le digo, los Vuelos de la Muerte casi no existieron como tales, hubo uno o dos solamente.
Pero ¿qué dice? Si hasta están identificados los aviones que participaron en los Vuelos de la Muerte.
Hay uno solo: el avión Sky Van. Cuyo piloto está condenado en Argentina por haber tirado a una de las Madres de Plaza de Mayo y, creo, 14 personas más al Río de la Plata y en la costa atlántica. Pero la mayoría de los muertos fueron ejecutados con una inyección mortal, por cumplimiento de las órdenes, en 1975, de la presidenta María Estela Martínez de Perón, que impidió que se fusilara como decían los reglamentos militares. Y todos los miércoles salía un furgón de la policía federal de la ESMA al cementerio de la Chacarita y eran incinerados en el crematorio.
Cualquiera puede pensar que ahora dice esto para que prospere el recurso que puso en el Tribunal Supremo y le revoquen la condena…
¿Después de 20 años? Es muy infantil. Si yo me hubiese quedado callado hoy estaría en libertad viviendo una vida tranquila sin ningún problema. Y a nadie le hubiese importado. Pero yo me chupé 20 años [de cárcel] aquí. En el juicio oral hice una huelga de hambre pidiendo la documentación probatoria de cuál fue mi actividad y me la denegaron.
¿Por qué no pide la libertad condicional? El propio juez Castro me ha dicho que si lo hace la conseguiría porque cumplió más de dos tercios de la pena y tiene conducta ejemplar.
Sí… ya vamos a ver. Porque yo quiero que la Justicia española reconozca su error. Estoy esperando la revisión de condena por el Tribunal Supremo.
Y si se la rechazaran, ¿cuándo finalizaría su condena?
No sé, le digo la verdad, no sé. En total son 25 años…
O sea, en 2022.
Claro, pero no es un tema que me preocupe mucho, fíjese que ni siquiera lo tengo en la mente.
¿Tiene proyectos de futuro?
Bueno… estoy por escribir un libro. Y cuando salga en libertad yo por mí volvería a Argentina. Pero mi familia no está muy interesada en regresar. Ya está acostumbrada a vivir en España y sobre todo acá en la sierra de Madrid, donde se vive como en un semiparaíso.
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Adolfo Scilingo Manzorro, represor.
Ese “título” no lo abandonará en la vida.
Leía el artículo y pensaba en el periodista, cómo soportó estar ante un sujeto así?
El problema consiste en que las políticas carcelarias en este tipo de individuos deberían ser aplicadas conforme al tipo de delito cometido y la posibilidad de reinserción en la sociedad cuando verdaderamente es inviable por el comportamiento reiterado que atesora. Es desolador que una persona así continúe viviendo a cuerpo de rey y facilitándole las condiciones para así seguir haciéndole a él como a su familia a la que se la concede la residencia en España como si tal cosa, supongo debido al dinero recaudado por las actividades delictivas del padre.
Un engranaje más en una maquinaria que tritura para seguir viviendo (multiplicarse).
KAFKA lo describió.
Por mas criminal q haya sido este hombre, se le reconoce que confesó su participación y eso es lo que más teme toda tiranía, que la historia quede bien escrita
Pone los pelos de punta aquello que Arendt nombró como vanalidad del mal y que este ex-asesino corrobora en esta entrevista. Gracias por la valentía de publicar un horror así.
que paradoja España encarcelando un represor argentino y los represores patrios gozando de total impunidad
Una mente macabra, cínica y rencorosa.
No merece vivir en el "semiparaiso".