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El Gobierno de Yemen, con su presidente Abdrabbuh Mansour Hadi a la cabeza, se establecía en Aden en 2015 tras ser obligado a huir de la capital por parte del movimiento rebelde hutí. La amenaza del grupo chií se expandía rápidamente y las fuerzas del sur cerraron filas en torno a Hadi para defender Aden y el territorio sureño con el apoyo de la coalición liderada por Arabia Saudí.
No obstante, desde los inicios esta ha sido una alianza forzada por las circunstancias, pues ya antes del conflicto el sentimiento separatista prevalecía en el sur, que fue un Estado independiente hasta la unificación con el norte en 1990.
Después de tres años de guerra civil en Yemen y a pesar de haber expulsado a los hutíes de la mayor parte del territorio sureño, la desconfianza del movimiento separatista del sur hacia el presidente Hadi no ha hecho más que crecer. El desenlace de este acuerdo de conveniencia se producía en enero de este año, momento en el que el Consejo de Transición del Sur (CTS) rompía su alianza con el Gobierno yemení y, tras varios días de enfrentamientos, las Security Belt (milicias del CTS) tomaban el control de la ciudad. Desde entonces, las banderas de la ex República Democrática Popular de Yemen vuelven a ondear en Aden como muestra de las renovadas aspiraciones independentistas del sur.
El sur siente cada vez más lejano el conflicto con los rebeldes hutíes. No obstante, la región se ve afectada por la amenaza de Al Qaeda, que ha conseguido afianzarse en algunas zonas del sur del país, donde sus ataques son cada vez más frecuentes y mortíferos.
En este contexto, la población sobrevive a duras penas a las consecuencias de tres años de guerra. Se estima que más de 40.000 desplazados llegados a Aden desde otras zonas del país sobreviven en los suburbios y en improvisados asentamientos en el desierto abandonados a su suerte.
La dificultad del acceso al agua potable ha provocado brotes de cólera y disentería que están afectando duramente a la población, especialmente a los niños. Esta crisis sanitaria se ve agravada por la falta de personal médico en los hospitales públicos, ya que los funcionarios llevan varios meses sin cobrar sus salarios.
La debilidad y la corrupción del Gobierno y el largo conflicto han provocado también la escasez de petróleo en las estaciones públicas, lo que ha disparado el precio en las privadas y en el mercado negro. Esto tiene enormes repercusiones en una ciudad con frecuentes cortes de luz y donde la población ahora tampoco puede hacer funcionar los generadores por falta de combustible.
En definitiva, el sur se enfrenta a un escenario incierto con sus propias aspiraciones y luchas dentro del ya complicado conflicto en Yemen.
El coste humano de tres años de guerra es de más de 15.000 muertos, tres millones de personas desplazadas y 22 millones en situación de emergencia humanitaria, con siete millones al borde de la hambruna debido al bloqueo férreo impuesto por Arabia Saudí. / REDACCIÓN
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Sinceramente, todos los medios liberales hablan del conflicto como si sólo se tratase de una pugna entre dos bandos antgonicos, cosa del todo falsa.
Tanto los huties, la minoría chiita, como los sureños, niegan el reconocimiento del gobierno Yemení por tratarse de un gobierno basado en la mayoría suni y en los ideales norteños.
Los milicianos suristas no luchan por lograr la independencia, sino pro recuperarla. Una soberanía que les fue arrebatada en una falsa unificación. Puesto que su sistema político, ideales, partidos, económica y derechos fueron sometidos s los del Norte islamista, capitalista y reaccionario. Es normal que el pueblo suryemeni añore los tiempos de independencia y socialismo, vista la grandísima diferencia entre su modo de vida actual y el pasado.
Los culpables de todo esto son las dictadura del Golfo y los EEUU, con su ansia de obtener el control de cada país y cada gobierno
Que mas decir... Ya esta todo dicho y todo por hacer. El ser humano no tiene esperanza. Pronto acabará todo y será tarde.
Hay mucho por decir y mucho por hacer, por ejemplo informar y añadir información contrastada, contradecir con conocimiento hasta que se conozca la situación y su origen. Esto crea conciencia y de algún modo impide que los grandes medios "cuenten la historia" a su conveniencia mientras millones de personas sufren... No debemos resignarnos nunca.