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Derecho a la vivienda
Personal sanitario en fuga por el precio de la vivienda en Baleares
Elena Moreno es enfermera, lleva 16 años viviendo en Mallorca y en septiembre estuvo a un paso de dejarlo todo y volverse a Andalucía, su tierra. Le subían el alquiler de tal manera que las cuentas ya no le salían. “Los precios están por las nubes y yo, a mis 46 años, no quiero compartir piso”. Se ha quedado en la isla porque se abrió el proceso de estabilización de plazas por méritos y está a la espera de saber si se queda fija. “Si consigo la plaza, continuaré viviendo aquí, si no, me voy. En el hospital nos aprietan muchísimo y tenemos una carga de trabajo espectacular”. Además, este ha sido un año duro. Se ha mudado dos veces. “Hay mucha solidaridad entre compañeras y, cuando una se va, deja el piso a otra. Nos vamos ayudando. A veces nos encontramos con propietarios muy usureros que quieren ganar cada más, otras veces, gente maja”. Es solo uno de los centenares de casos de profesionales de la sanidad que en algún momento han decidido venir a trabajar a las Islas Baleares y, con el tiempo, han ido perdiendo calidad de vida.
El aumento progresivo del precio de los alquileres en Baleares, sobre todo en la ciudad de Palma y en la Pitiusa mayor, Ibiza, es una realidad indiscutible. Los alquileres turísticos han proliferado en los últimos años y el parque de vivienda para residentes se ha reducido. Los intentos del anterior ejecutivo para regularizar la situación no han dado fruto y el gobierno popular actual ya ha anunciado que no intervendrá en el mercado.
Una de las consecuencias del encarecimiento de la vivienda ha sido la fuga de personal sanitario, sobre todo en Mallorca e Ibiza. Estas son las islas que arrastran un mayor déficit de contratos al descubierto en el sector, es decir, plazas que no se cubren, ya sean sustituciones o bajas. Jorge Tera, secretario general del Sindicato de Enfermería SATSE, asegura que “en Mallorca hay ahora unos sesenta contratos de esta categoría sin dar y el año pasado se llegó al centenar”. Esto supone “doblar turnos y sobrecargar de trabajo a los enfermeros y enfermeras”. De hecho, “ni siquiera se cubren las plazas de especialidades con contratos indefinidos”. Queda claro que hay muchas personas que no quieren venir a trabajar a las islas.
“No esperaba que por una habitación que apenas tiene luz y sin derecho a cocina me pidieran más de 500 euros”
Esta es una conclusión a la que ha llegado Jenifer Artigao, técnica de radioterapia y dosimetría en el Hospital de Son Espases, el más importante de la Comunidad. “Me llamaron en mayo y tuve poco tiempo para decidir si venía a vivir a Mallorca por unos meses y dejaba Peñas de San Pedro (Albacete), mi pueblo. Me extrañó, porque tengo muy poca experiencia. Pensé que antes que yo tenía que haber muchos profesionales en la lista que hubieran rechazado el puesto”. Al tener familia en la isla, acabó aceptando.
Para Jenifer, estar con sus parientes en el pueblo de Andratx tenía que ser una situación temporal. En seguida se puso a buscar piso en Palma y se desesperó. “Alquilar uno yo sola ya sabía que era imposible, no me lo planteé, pero lo que no esperaba es que por una habitación que apenas tiene luz y sin derecho a cocina me pidieran más de 500 euros”. Buscó, preguntó y el inmueble que acabó visitando le gustó, “aunque estaba en una zona malísima de la ciudad, entre Son Gotleu y la Soledat”. Cuando ya se había decidido, la casera le espetó que solo le interesaba alquilarlo por unos meses. “Yo no sé si en septiembre me renovarán, aunque es probable, y me agobiaba mucho pensar que al terminar el verano tengo que mudarme otra vez, por eso me eché atrás”. Pasó unos días muy difíciles y tuvo suerte. Unos amigos de su familia le alquilaron una planta baja pequeña en Andratx. “Ahora soy feliz, pero he dejado de pensar en el mañana y vivo al día”.
Por la misma unidad en la que trabaja Jenifer pasó hace cinco años Alejandro de la Fuente. Se mudó a Mallorca con su pareja, otra profesional del sector, pero cuando a ella le salió una plaza mejor en la Península y se fue, se quedó sin poder hacer frente a los gastos más básicos. Entonces, Imma Yepes y su marido, que eran compañeros de trabajo de Alejandro, lo acogieron en casa. “Estuvo con nosotros unos meses durante el verano y cuando el contrató se le acabó, se fue. No ha querido volver”, recuerda Imma. Actualmente, la plantilla del Servicio de Oncología Radioterápica es estable, pero los trabajadores más antiguos han sido testigos del abandono de muchos profesionales en la última década.
Problema endémico
La situación de Mallorca es mala, pero la de Ibiza, mucho peor. “El precio medio de una habitación ronda los 800 euros al mes y el de un apartamento de un dormitorio, 1.200 o más”. Lo explica Verónica León, delegada del SATSE en la isla. “Llevamos más de diez años sufriendo la fuga constante de personal y la situación en atención primaria es mucho peor que en el Hospital de Can Misses, porque se cierran consultas y no es posible abrir nuevas”. Unas veces, las plazas se quedan sin cubrir y otras, asume el trabajo el resto de la plantilla. “Tenemos un problema endémico con el alquiler y vemos que se está trasladando a Mallorca”.
A pesar de todo, el sindicato ha conseguido que en Ibiza, Formentera y Menorca haya aumentado considerablemente el Complemento de Puesto de Difícil Cobertura. “Se trata de un plus de casi 400 euros al mes para las categorías sanitarias A1 y A2, que corresponden a Enfermería, Matronas y Fisioterapia. Desde que se ha incrementado, hemos visto que las personas empiezan a plantearse quedarse. No es suficiente, claro, pero es algo”.
“Puedo vivir solo en un piso de 40 metros cuadrados en Palma y pagar mil euros al mes, pero me parece injusto"
El sindicato considera que los incentivos y el hecho de contar con una reciente Facultad de Enfermería en Baleares son posibles soluciones. Sin embargo, no atacan el problema de raíz. “Son simples tiritas, parches, lo que hay que hacer es regular el mercado de los alquileres y la compra de inmuebles”. Así lo enfoca, al menos, Francesc Sansaloni. Este facultativo menorquín residente en Palma considera que su situación como médico no clínico es privilegiada. “Yo puedo vivir solo en un piso de 40 metros cuadrados en Palma y pagar mil euros al mes como estoy haciendo, pero me parece injusto. Por el mismo precio, en Badajoz tendría una casa con piscina. No es normal”.
Si nada cambia, Elena Moreno no será la única que perderá la cuenta del número de compañeros y compañeras que abandonan Baleares para volver a su Comunidad y lo que fue un paraíso se quedará vacío de servicios y trabajadores.
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Idem para Donostia: 450 € de alquiler por una habitación en un piso compartido por tres o cuatro personas. ¿Habrá que cambiarle de nombre al País Vasco? Quizá País Asco sería mas exacto, dada la especulación inmobiliaria y la mafia que tiene montado el "pene en V" o partido clientelar (Partido de los Negocios Vascos)...