Sidecar
Ecología reaccionaria: sobre la “clase ecológica” de Bruno Latour

Al menos formalmente, el ecologismo de Latour se asemeja al macronismo al sostener que las ideas y los principios, por su sola fuerza persuasiva, pueden superar las divisiones políticas.
Bruno Latour
Bruno Latour
4 mar 2024 10:46

Para muchos filósofos continentales las dos primeras décadas del nuevo milenio fueron una época de materia vibrante, de hiperobjetos y de una extraña fijación con los microbios intestinales. El desaparecido Bruno Latour vio en esta doctrina del «nuevo materialismo», que descentraba al sujeto humano en favor del mundo de las «cosas», que se creía que tenían agencia propia, un recurso útil en su polémica, mantenida a lo largo de toda su carrera, contra el marxismo. Sin embargo, como ha argumentado Alyssa Battistoni, Latour «se inclinó hacia la izquierda» durante la segunda mitad de la década de 2010, centrándose cada vez más en la crisis climática y su imbricación con la producción capitalista. A través de la teoría de Gaia se preocupó menos por la microagencia y comenzó a desarrollar un concepto de la totalidad de las fuerzas planetarias orgánicas e inorgánicas entrelazadas. En Où atterrir ? Comment s'orienter en politique (2017) [Dónde aterrizar. Cómo orientarse en política, 2021], incluso introdujo una forma de antagonismo social general al sugerir que la principal división del siglo XXI corría entre la mayoría de la población mundial, que reconocía los límites biofísicos de la Tierra, y las élites que los transgredían y los repudiaban.

Esta aparente radicalización culminó en la última obra publicada de Latour, Mémo sur la nouvelle classe écologique: Comment faire émerger une classe écologique consciente et fière d’elle-même (2022) [Manifiesto ecológico político, 2023], en coautoría con el joven sociólogo danés Nikolaj Schultz. Aquí, todas las reservas previas sobre términos como «clase», «sociedad» o «capitalismo» parecen haberse evaporado. Ya no hay que olfatear el suelo en busca de microorganismos perdidos. Latour, fiel a su nombre, se eleva sobre el paisaje político, escudriñándolo en busca de una «clase ecológica» capaz de salvar el planeta. Dividido en setenta y seis breves entradas, cada una de las cuales ocupa poco más de una página, Mémo sur la nouvelle classe écologique pretende desarrollar un nuevo ecologismo capaz de ganar «la batalla de las ideas», al igual que lo han hecho antes «el liberalismo, seguido de los distintos socialismos, luego el neoliberalismo y, por último, más recientemente, los partidos iliberales o neofascistas». ¿Cómo valorar este ambicioso proyecto final? ¿Hasta qué punto puede describirse al último Latour como una figura de la izquierda?

Latour y Schultz escriben que en la coyuntura actual el ecologismo debe atravesar y desestabilizar las categorías sociales para lograr la hegemonía. Debe romper el monopolio marxista sobre la lucha de clases y consolidar a los activistas ecologistas de todo tipo en un único sujeto universal. Si este movimiento aún no ha fructificado, se debe a una «crisis en nuestra capacidad de movilización» causada por «la ansiedad, la culpa y la impotencia»: «todas estas pasiones tristes tan características de la época». Un «desajuste de los afectos» a escala de nuestra existencia compartida nos ha dejado «impotentes para actuar colectivamente». Esto, a su vez, se describe como el resultado de la incesante expansión de la «producción» de la modernidad, que ha alienado y desarraigado la vida comunitaria premoderna. Para Latour y Schultz el problema fundamental no son los derechos de propiedad, las relaciones sociales capitalistas o las disparidades de riqueza; el mundo simplemente está desajustado. Para realinearlo de modo que la acción colectiva masiva sea más fácil de imaginar, el Mémo sur la nouvelle classe écologique nos insta a recalibrar varios conceptos político-ecológicos: «suelo, territorio, tierra, nación, pueblo, apego, tradición, límite, frontera».

La pertenencia a la clase ecológica no está reservada a los proletarizados, a quienes carecen de propiedad, a los subempleados, a los precarios o a las poblaciones racializadas «excedentes»

Los autores son conscientes de las connotaciones reaccionarias de estos términos. Sin embargo, insisten en que en lugar de invocarlos como valores abstractos, ellos los están repoblando «con toda una serie de cosas vivas»: movimientos feministas, levantamientos decoloniales, luchas indígenas por los derechos sobre la tierra. También la religión puede ser supuestamente reivindicada para la ecología progresista. Latour, descrito en un obituario como «el filósofo católico más importante del mundo», considera a los fieles como futuros aliados potenciales, que ya han estado trabajando, «a lo largo de los siglos, para transformar las almas». Añadamos, pues, a nuestra lista a todos aquellos que trabajan, rito tras rito, para que el «grito de la Tierra y de los pobres», por retomar la bella expresión (¡o, más bien, grito!) del Papa Francisco, sea por fin escuchado».

Basándose en la teología cristiana, la ambición última de los autores es reunir a las almas perdidas de todo el mundo y darles un sentido renovado de propósito y dirección bajo la bandera de la ecología. El Mémo sur la nouvelle classe écologique se dirige explícitamente a todos los que se sientan inclinados a luchar por la justicia climática, instándoles a superar los obstáculos internos a la actividad política. En su conclusión, los autores establecen un paralelismo entre la movilización militar para la guerra y la movilización afectiva para el ecologismo, afirmando que en última instancia la «ecología política» es «el nombre de una zona de guerra».

Lleno de florituras literarias, declaraciones programáticas y afirmaciones grandilocuentes, el Mémo sur la nouvelle classe écologique imita el estilo de los manifiestos vanguardistas. Desde el principio se advierte al lector de que «no encontrará matices ni notas». Sin embargo, el libro también comienza citando la definición de «memorándum» contenida en el diccionario: término utilizado originalmente para designar un documento oficial, que esbozaba las opiniones del gobierno sobre un tema determinado. Esta curiosa combinación de formas habla de una tensión subyacente entre la sensibilidad elitista de los autores y la causa popular que dicen defender. Latour y Shultz escriben que «Marx sigue siendo una guía indispensable» en su empeño y reciclan su imagen de espectro inquietante, sustituyendo el comunismo por el ecologismo. Pero cuando se enfrentan a las implicaciones radicales de un planteamiento marxiano de la crisis climática retroceden instintivamente y el tono burocrático del Mémo sur la nouvelle classe écologique suplanta la urgencia política del manifiesto.

Ello es más evidente en la discusión de los autores sobre su sujeto de clase epónimo. La pertenencia a la clase ecológica no está reservada a los proletarizados, a quienes carecen de propiedad, a los subempleados, a los precarios o a las poblaciones racializadas «excedentes» afectadas desproporcionadamente por el cambio climático (aunque, presumiblemente, son bienvenidos a unirse a sus filas). Esta pertenencia se define, por el contrario, por la siguiente pregunta: «Cuando las disputas tienen que ver con la ecología, ¿a quién sientes cercano y de quién te sientes terriblemente alejado?». Latour y Shultz niegan cualquier división estructural entre propietarios y productores, entre acreedores y deudores, mientras sustituyen el análisis de las líneas de fractura materiales por la falsa solidaridad basada en el instinto visceral.

Crisis climática
Mickaël Correia “La transición energética es un mito, lo que realmente necesitamos es una ruptura civilizatoria”
Los nombres de las tres mayores responsables de la crisis climática son desconocidos por el gran público. El periodista Mickaël Correia pone el foco en las estrategias de Saudi Aramco, Gazprom y China Energy para perpetuar el capitalismo fósil.


El efecto es aplanar el terreno social haciendo de los «afectos» el principal determinante de la posición sociopolítica de cada individuo. En lugar de enfrentar a las masas trabajadoras explotadas con sus enemigos naturales –colonos colonizadores, terratenientes, industriales y rentistas– Latour y Schultz yuxtaponen los «seres vivos» a la «modernización», lo cual les deja con una ecología casi heideggeriana, saturada de la jerga de las moradas y la existencia auténtica. La vida «primitiva» se idealiza como antídoto contra el «desarrollo» ecocida. Tratando de eludir la larga sombra proyectada por la tradición de la lucha de clases, los autores abrazan un oscurantismo reaccionario.

Al mismo tiempo, el Mémo sur la nouvelle classe écologique evoca la variedad más sosa del centrismo francés, afirmando que el ecologismo representa «el grano de verdad encerrado en el tópico “ni derecha ni izquierda”» y enmarcando la política como una «batalla de ideas» en lugar de considerarla como una lucha entre clases. Ni droite ni gauche fue en su día un mantra de la extrema derecha, como demostró Zeev Sternhell en su estudio L'idéologie fasciste en France (1983). Hoy en día este apotegma se ha asociado a la visión pospolítica de Macron, quien, poco después de la noticia de la muerte de Latour, lamentó la pérdida de este gran «pensador de la ecología». Al menos formalmente, el ecologismo de Latour se asemeja al macronismo al sostener que las ideas y los principios, por su sola fuerza persuasiva, pueden superar las divisiones políticas y obtener un apoyo proveniente de la totalidad del espectro social.

Latour y Schultz sostienen que antes de que las pasiones tristes paralizaran el mundo, «las energías de la gente solían fluir de sus ideales» y «bastaba con entender una situación para movilizarse» por el cambio social. Su principal tarea, por lo tanto, no es política, esto es, evaluar el equilibrio de las fuerzas sociales y las estrategias para derrocarlas, sino pedagógica, es decir, asegurarse de que quienes eligen entre la ideología de la «clase dominante» y la de la «clase ecológica» sepan que la verdad y la justicia están del lado de esta última. No es necesario emprender un análisis detallado de la política radical contemporánea ni de las condiciones de emergencia de un movimiento climático unificado. En su lugar, el papel propio de los intelectuales se acerca más al de los políticos neoliberales: «vender» la doctrina ecologista correcta a la gente.

La proximidad del libro al modelo de la charla promocional de ventas queda patente en su prosa exagerada (¡por no mencionar el uso frecuente de signos de exclamación!). Sin embargo, en última instancia lo que se vende al lector no es un conjunto de principios o políticas, sino en realidad una serie de preceptos de autoayuda. Como es típico del género, el Mémo sur la nouvelle classe écologique expone su propósito central en el subtítulo que aparece en la propia portada: «Cómo promover el surgimiento de una clase ecológica orgullosa y consciente de sí misma». Para Latour y Schultz, el orgullo es el principal remedio contra los «afectos desajustados», la emoción que animará a quienes se preocupan por la ecología a pasar a la acción. Su objetivo es inculcar este sentimiento no a específico sujeto de clase en particular, sino a cualquiera que, gracias a la embestida de la «modernidad» indiferenciada, se haya quedado paralizado por la soledad, la frustración, el miedo, la vergüenza o la culpa. El Mémo sur la nouvelle classe écologique debe leerse desde este punto de vista: como un libro de instrucciones para los aspirantes a activistas climáticos, que anhelan escapar de su inercia existencial, pero aún son demasiado tímidos como para volar un oleoducto.

Sidecar
Artículo original: Reactionary Ecology publicado por Sidecar, blog de la New Left Review y traducido con permiso expreso por El Salto. Véase Alyssa Battistoni, «Latour’s Metamorphosis», NLR–Sidecar.
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Sidecar
Sidecar El mismo filo de la navaja: Starmer contra la izquierda
Desde el principio de su liderazgo, Starmer y su equipo decidieron confundir el apoyo acrítico a Israel con una postura ecuánime contra el antisemitismo para poder utilizar esta confusión como un arma con la que matar a la izquierda.
Sidecar
Sidecar Control de daños en la República Islámica de Irán
El Estado iraní se enfrenta a una plétora de contradicciones estructurales. La elección de Masoud Pezeshkian, un reformista, representa el modo elegido para intentar superar esta crisis múltiple.
Sidecar
Sidecar Victoria aplazada de la izquierda francesa
Al disolver la Asamblea Nacional, Macron, el 'enfant roi' del Elíseo ha roto sus juguetes y ha pedido a otros que los arreglen.
derROTista
5/3/2024 14:25

Espera un momento, ¿pero no dijo Latour que la modernidad nunca existió (o al menos se quedó incompleta)?

0
0
Rap
Poetas Puestos “Tanto los medios como la política quieren que seas un tonto feliz”
Charly Efe y Teko, acompañados de una banda, publican el disco ‘Tontos felices’ donde mezlcan su carrera en el rap con ritmos rock para crear lo que han bautizado como rap‘n’roll.
Análisis
Análisis El PSOE intenta pescar en el río revuelto de la izquierda para acercarse al PP
Entre los votantes del PP solo hay dos cosas que produzcan ilusión: el rechazo a Sánchez y su Gobierno e Isabel Díaz Ayuso. Feijóo no es una de ellas.
Groenlandia
Análisis Por qué Groenlandia es clave en la carrera por las materias primas
El anuncio de Trump parece salido de una precuela de la película 'Don’t Look Up', en la que los intereses geopolíticos y económicos no nos dejan ver el colapso inminente.
Historia
Historia La segunda vida de Joaquín Maurín
Alberto Sabio reconstruye en ‘Excomunistas’ la vida y el pensamiento del fundador del POUM: desde su politización en el republicanismo hasta su giro socialdemócrata y anticomunista durante la Guerra Fría.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición El CIS vuelve a situar la vivienda como el principal problema de la población
Uno de cada dos votantes de las izquierdas sitúan la vivienda entre los tres grandes problemas que afronta el país. La encuesta del CIS muestra a los partidos de la izquierda en la misma situación de desinfle que el mes pasado.
Ocupación israelí
Expansionismo israelí El Golán sirio, radiografía de una joya natural diezmada por la ocupación israelí
Las actividades extractivistas del Estado israelí sobre los recursos hídricos o proyecto de parque eólico en las tierras colonizadas amenaza el sustento diario de las comunidades locales.

Últimas

China
Pulsos bajo el cielo Beijing rave: amor, unidad y respeto
Exploramos los entornos de la música electrónica underground en Beijing, donde los jóvenes siguen creando espacios y nuevas formas de relacionarse y entenderse
Galicia
Literatura Daniel Salgado reformula las claves de la poesía política en la contemporaneidad en 'Poemas realistas'
El discurso de este poemario convoca las dos ideas-fundamento que vertebran la poética de Salgado: la constatación de la ruina y la perseverancia en la posibilidad de un horizonte no clausurado.
Opinión
Derecho a la vivienda Cuando el cuñao eres tú: cinco bulos progresistas sobre la crisis de la vivienda
Ni la compraventa de vivienda la protagonizan los fondos ni las zonas tensionadas bajan los alquileres ni el PP es el único que no las aplica.
Entrevista La Poderío
Entrevista La Poderío Carmen Fernández Gálvez: “El origen de la creatividad está en la naturaleza”
Carmen Fernández Gálvez (1979) nace en Vélez Málaga. Como mujer inquieta y curiosa decide realizar estudios de psicología. Su pasión por la cosmética natural y los remedios vegetales comenzó años más tarde.

Recomendadas

Represión
Represión Cómo descubrir a un infiltrado, el manual
Un grupo de afectadas por el espionaje policial publica un texto colectivo como herramienta y reflexión sobre este fenómeno.
Violencia sexual
Violencia sexual El ocaso de Neil Gaiman, el maestro de la literatura fantástica acusado de violar a varias mujeres
Un reportaje revela los testimonios de ocho mujeres que sufrieron agresiones sexuales por parte del escritor Neil Gaiman, autor del cómic ‘Sandman’ y nombre clave en la ficción contemporánea. Dos de ellas han presentado denuncias por violación.
Sareb
Derecho a la vivienda Civio lleva a la Justicia a la Sareb para que revele cómo malvendió 10.000 viviendas protegidas
La Fundación Civio presenta un recurso contra el ‘banco malo’ por negar el derecho al acceso a la información sobre los compradores y el precio al que fueron vendidas 9.400 viviendas de protección pública.
Brasil
Ana Carolina Lourenço y Fabiana Pinto “Organizar la imaginación es la lucha de nuestro tiempo”
En la vanguardia de los movimientos que plantaron cara a la extrema derecha bolsonarista, las mujeres negras cuentan con una largo recorrido en la disputa política brasileña. Un libro recoge su genealogía y sus miradas para el futuro.