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Podemos
El municipalismo que defendemos
Aprovechar la existencia del espacio municipal para trasladar debates autonómicos o nacionales con fines partidistas como hacen los partidos tradicionales es un error que resta fuerza a la propia idea de municipalismo. No nos importa tanto la forma, sino el sentido estratégico y político que Podemos vaya adoptar en los municipios.
Es militante de Podemos Portugalete.
Resulta complicado para una persona que no reside en Euskadi —y a menudo, nos cuesta hasta a las personas que vivimos aquí— comprender y explicar la complejidad de una sociedad tan rica en matices y particularidades como la vasca. Tanto es así que muchas veces se tiende a poner etiquetas simples a lo que son fenómenos políticos complejos y pasamos por alto acontecimientos que a la larga acaban teniendo cierta transcendencia.
Algo así llegó a pasar en las elecciones municipales y forales de 2015, unos comicios en los que nadie se esperaba —incluso nosotros mismos dudábamos de nuestra entereza— que una fuerza política como la nuestra, sin apenas experiencia e historia política en los municipios de Euskadi, irrumpiera con el éxito que finalmente obtuvimos en algunos lugares.
Ponemos de ejemplo la mayoría de municipios asentados en la margen izquierda, comarca que viene de una de las peores crisis económicas de los años 80, que la situó entre las zonas más degradadas de Europa y aún hoy lidera las tasas de paro y pobreza a nivel autonómico, y en la que Podemos ha sido primera fuerza en las últimas generales (20D y 26J) y que, a través de estas plataformas ciudadanas —a excepción de Barakaldo que no se presentó— también ha logrado erguirse como tercera fuerza (Portugalete) o segunda fuerza política (Santurtzi) en los ayuntamientos en las elecciones municipales del 24 de mayo de 2015. La respuesta no tardó en llegar en la forma del pacto orquestado por las cúpulas del PNV y PSE-EE, ya que acordaron respaldarse en todas las instituciones que daban los números para seguir manteniéndose el poder.
A pesar de su pasado obrero, poca gente apostaba a que la formulación de un discurso televisivo con epicentro en Madrid fuese a explicar mejor el desencanto y la frustración de parte de la ciudadanía vasca que los partidos políticos tradicionales. Tampoco nadie se esperó que la nueva militancia de Portugalete, y de otros lugares vecinos como Sestao u Ortuella, diese una forma material a ese discurso, creando candidaturas ciudadanas, impulsadas desde el asamblearismo y autofinanciadas por el dinero de los y las vecinas, contraviniendo las directrices que Podemos formuló en el primer congreso de Vistalegre.
Incluso hubo quien quiso ver en esas primeras candidaturas surgidas en la margen izquierda toda una estrategia diseñada desde Madrid para arrebatar los grandes feudos del socialismo sin valorar la capacidad de autoorganización de las personas que quieren hacer política sin permiso de nadie (tampoco de Madrid).
¿La razón de este acontecimiento político? A la articulación de discurso estatal se le sumó la llamada a la participación en política de muchos vecinos y vecinas que se vieron más representadas por la dialéctica de los líderes que salían en las redes, la televisión y los titulares de la prensa más generalistas. Aunque no se esperaba, todo eso permitió que un vacío de representación existente en Euskadi permitiera al partido de Pablo Iglesias crecer en un espacio político que tiene sus principales raíces en el viraje ideológico que experimenta el PSE-EE, que se desdibuja incluso como socialdemocracia, unida a una profunda brecha generacional de parte de sus votantes, junto a las profundas dificultades de una izquierda abertzale que sigue todavía teniendo problemas a la hora de dirigirse a poblaciones con fuerte pasado obrero, donde lo identitario tiene un peso menor y las luchas aglutinadoras se han centrado históricamente en la mejora de las condiciones de vida de las personas, como el caso de la margen izquierda.
Una vez situado el contexto en el que las agrupaciones de electores surgen a raíz del vacío u origen de nuestro espacio, creemos que el municipalismo es una de las apuestas más potentes del ciclo político abierto por el 15M y Podemos. En la medida que ha sabido aglutinar diferentes sensibilidades, repertorios de acción y perspectivas diversas irrumpe como una de las experiencias políticas con mayor capacidad para transformar la sociedad vasca. La riqueza del municipalismo estriba en su heterogeneidad y diversidad, en el modo en que ha sabido adaptarse en cada uno de los territorios y en las dinámicas de proximidad y vecindad que ha sabido desplegar.
Municipalismo
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Las dificultades de EH Bildu para llegar a acuerdos con los municipalistas evidenciadas en la prórroga de los presupuestos en Bermeo plasman un mal ejemplo para disputar las mayorías del PNV en todos los lugares.
Esta realidad también ha permeado a municipios como Portugalete, donde convive el círculo de Podemos y la candidatura municipal, en constante relación, ya que hace tiempo conseguimos dejar atrás algunas de las dinámicas del partido, por aquel entonces sumido en enormes procesos burocráticos internos, para dotarnos de los debates necesarios para abordar el día a día de la actividad municipal, participar en movimientos sociales y dedicar una parte muy importante de la agenda política a cuestiones de nuestro pueblo. Resulta paradójico que lo que en un principio se podía considerar una amenaza (la existencia de dos realidades políticas paralelas que por momentos pueden responder a demandas distintas) se convirtió en una verdadera oportunidad para romper dinámicas tóxicas.
De aquí que consideremos que las experiencias municipales más exitosas en las que ha participado Podemos se han debido principalmente al desarrollo político municipal y a la incorporación de dinámicas propias de los movimientos sociales a la actividad orgánica del partido. En nuestro caso, además de la candidatura ciudadana municipal de Portugalujo Despierta, el círculo de Podemos decidió abrir un espacio específico feminista y se ayudó en la creación de una Oficina de Derechos Sociales conjuntamente con los compañeros y compañeras de Ezker Anitza, así como cualquier persona que decida participar dentro del colectivo. Es lo que hemos denominado a la interna como “espacio del cambio”, que suponen no solo una articulación de espacios diferentes, sino también una nueva forma de relación mucho más constructiva y enriquecedora.
Nuestra defensa de las experiencias municipalistas no solo atiende a la lógica de liderazgos políticos o institucionales, interpretando lo municipal desde la óptica de la política profesional y el electoralismo. El objetivo debe pasar por crear un movimiento que atraviesa la ciudad, la articulación de demandas vecinales, la defensa de los derechos sociales y la apuesta de la auto-organización de la ciudadanía.
Generar contra-hegemonías que disputen el discurso y el sentido común de la derecha pasa por convencer partes importantes de la sociedad, lo cual implica ampliar la base social, ponerse a discutir con los que no están convencidos, y cambiar la manera de entender la “militancia” para establecer una acción y voluntad unitaria para afrontar los problemas comunes. La importancia reside no tanto en el mantenimiento o no de agrupaciones de electores o en el nombre de la candidatura, sino en crear espacios atractivos y respetuosos que preserven las lógicas participativas que hicieron de su nacimiento algo novedoso, es decir, no nos importa tanto la forma, sino el sentido estratégico y político que Podemos vaya adoptar en los municipios.
Para nosotros es importante no perder la perspectiva y esencia de cómo y para qué nacieron las candidaturas ciudadanas, que no es otro que el de defender los intereses de los vecinos y las vecinas de cada municipio. Por lo tanto, aprovechar la existencia del espacio municipal para trasladar debates autonómicos o nacionales con fines partidistas como hacen los partidos tradicionales es un error que resta fuerza a la propia idea de municipalismo. La clave es bajar a los municipios las cosas de niveles superiores que verdaderamente les afecten y no convertir estos en meros trampolines para los niveles superiores.
Quizá la gran duda sin resolver todavía es, hasta qué punto, Podemos o Podemos Euskadi se ha impregnado ya de los niveles municipales. Es cierto que el municipalismo siempre ha estado presente en Podemos, al menos desde la retórica, pero la construcción de estructuras de base que permitan responder tanto a las necesidades locales como a las dinámicas del partido están por desarrollar en su potencial, siendo además espacios privilegiados para establecer relaciones de intercambio continuo (no cada cuatro años) con la sociedad civil organizada. Queda mucho camino por andar y no va a estar exento de fallos, pero contamos con herramientas que pueden ser válidas y las debemos de explorar al máximo para sacar todo su potencial. Nos jugamos mucho más que unas elecciones o unos votos, nos jugamos la confianza de nuestros vecinos y vecinas.
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Aunque Podemos no participara, Irabazi Barakaldo representa lo mismo que comentáis en vuestro artículo para Portugalete o Santurtzi. A estas alturas no tiene sentido seguir anclado en Podemos sin hablar de sus confluencias, que por cierto en Ezkerraldea dan un resultado más equilibrado que en otros lugares. Buen artículo en cualquier caso