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En pocas ocasiones, una convocatoria política compite con los grandes festivales. En Matadero había más periodistas que sillas en el set de medios congregados y cinco mil personas esperando escuchar un mensaje. La presentación de Sumar se ha convertido en un acontecimiento capaz de reunir a la izquierda más plural de este país. ¿Es Sumar un acontecimiento político? Por definición, es una ruptura, un discurso que congrega masas y contiene un cambio, una disrupción política y social a través del mensaje y la movilización.
Sumar no rompe nada, amplía el horizonte y trata de impregnar de ternura un sistema político que se ha vuelto hostil. Sumar pretende ser, genuinamente, no sólo una plataforma, sino también una alternativa, fuera y dentro de un gobierno que navega en el vértigo constante de otros acontecimientos, en una ola que ha perdido fuerza, la del sanchismo convertido en un estilo político europeo, ágil y resolutivo, pero insuficiente ante el cansancio de los indignados. ¿Significará Sumar una transformación del sistema de partidos a la izquierda del PSOE? Eso aún está por ver. Demasiados cambios dentro de un proceso de cambio que anuncia el fin de un ciclo político.
Sumar, como afirmó el viernes Yolanda Díaz, ha venido a ensanchar la democracia. Ante el riesgo de pecar del mismo adanismo que Pablo Iglesias, en la gramática política de la Ministra de Trabajo, la Transición cuenta, aunque sólo sea porque su padre fue un protagonista de ella a través de las CCOO en Galicia. Significa eso que tras cuarenta años de democracia, Sumar pretende ampliar los derechos y romper el discurso neoliberal que pretende sacrificar unos para conseguir otros.
Sumar es un proyecto orgánicamente etéreo que, desde la libertad, la igualdad y la justica social, busca volver a conectar con el electorado de izquierdas
La presentación del Movimiento Sumar no se salió del guion. Siete mujeres y dos hombres representativos de la clase obrera española sobre la tarima para dar cuenta de la pluralidad de una plataforma que tiene una agenda para el cambio: un contrato social que rescate la paz, refuerce la lucha contra el cambio climático, consolide y amplíe los derechos LGTBI+, democratice la reforma fiscal, proteja la sanidad y la educación públicas, afiance el sindicalismo y los derechos laborales ante las nuevas formas del trabajo, ponga en valor a los autónomos, intensifique la cohesión social y contemple una UE de raigambre social, con más derechos humanos y proteja los derechos de la inmigración.
Sumar es un proyecto orgánicamente etéreo que, desde la libertad, la igualdad y la justica social, busca volver a conectar con el electorado de izquierdas, sondeando la frecuencia hertziana que permita dialogar entre diferentes y contribuir a la definición de una complicidad que se haga soluble en un proyecto que está por hacer y sirva para captar el voto dentro de un año y medio. El proyecto de Yolanda Díaz busca ser amable y tierno, diverso e inclusivo y, al tiempo que trata de revitalizar el entusiasmo entre los votantes situados a la izquierda del PSOE, certifica la debilidad política de las siglas situadas en ese campo del radar. Se buscan líderes más allá de los partidos, sometidos al reproche constante porque sus estructuras no fueron capaces de responder a los retos económicos y sociales desde hace quince años. Hoy, más que nunca, parecen sistemas de organización mecánica debilitada, sometidas al principio de la obsolescencia programada.
La sociedad española ha pasado del bipartidismo y la partitocracia, al pluripartidismo y la subjetivación de la política. Paradójicamente, este debilitamiento de los partidos se produce con el primer gobierno de coalición y progreso entre el PSOE, IU y Podemos. Importan más los líderes que las organizaciones, los relatos que las propuestas políticas. La democracia representativa ha dado paso a la ligereza democrática. La militancia se ha vuelto translúcida y coyuntural, tan adaptada al sistema como el capitalismo de plataforma. Sumar renuncia a la militancia y se pone al servicio de la ciudadanía y la clase trabajadora. No es casual que la propia Díaz presentara su web sin contenido programático alguno, un día antes de su puesta de largo en Matadero. El marketing y la ternura han cobrado en su discurso más protagonismo que nunca. El tiempo y la participación ciudadana irán sedimentando sus propuestas y habrá que ver como son recibidas, gestionadas y aprobadas democráticamente.
Su mejor campaña publicitaria sigue depositada en el Ministerio de Trabajo. Seguirá pesando más su acción de gobierno y, sobre todo, la última gran reforma de esta legislatura, la reforma fiscal, si es que llega finalmente a ser pactada con Pedro Sánchez. “No es comprensible que un autónomo pague más impuestos que una gran corporación tecnológica, no es justo que la grandes energéticas se forren, creo que no es justo que el 80% del impuesto de la renta esté soportado por las rentas de los trabajadores de nuestro país y creo que un país en el que las grandes corporaciones facturan más de 1000 millones y tributan al 3% no es un país justo. La democracia tiene que llegar a las empresas, a los impuestos. Democracia es hablar de nuestras vidas, de esto va Sumar y este movimiento ciudadano”.
IU, en mayor medida que Podemos, será el soporte de Yolanda Díaz, con la particularidad de que la propia candidata pretende que sean otros los que elaboren los materiales de los que se nutrirá su programa político: los ciudadanos
¿Es creíble una nueva plataforma sin partidos? No. Y de hecho, por mucho que Yolanda Díaz hable de movimiento ciudadano y reste valor a los partidos y “a los que hablan siempre” IU, una de las organizaciones de izquierdas más resilientes de la historia de la democracia, tendrá una presencia y una participación decisivas para que Sumar logre acoplarse a la agenda política española e internacional. IU, en mayor medida que Podemos, será el soporte de Yolanda Díaz, con la particularidad de que la propia candidata pretende que sean otros los que elaboren los materiales de los que se nutrirá su programa político: los ciudadanos.
Cada cuatro años, las campañas electores se acercan más a la perfección mecánica del gran espectáculo catódico de unas elecciones. Hasta que el fórmula 1 de Díaz alcance la puesta a punto, su mayor valor es la gestión política de su ministerio y la tenacidad por mantener el gobierno de coalición con Pedro Sánchez sano y salvo hasta que termine la legislatura. Para ello, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y el resto de ministros del gobierno deberán brindar a su “público” constantes imágenes de corresponsabilidad.
Está por ver si Sumar es capaz de ofrecer esa misma estabilidad y fiabilidad a la campaña de Yolanda Díaz o si tendrá que estar apuntalada desde el Ministerio de Trabajo, sin el entorpecimiento de los actuales dirigentes de Podemos. El presente invade el pasado y el futuro. Desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, se hace política provisional, siempre al borde del abismo, esa zona neutra donde se toman decisiones para esquivar la catástrofe antes que para imponer un modelo político que ha encontrado en Europa un marco general desde el que poder funcionar. Mientras tanto, Yolanda Díaz gobierna con las luces largas en la política nacional. Su mayor enemigo es la inflación que puede convertir en inocuas todas sus reformas. Sin embargo, a pesar de las adversidades (una pandemia, una guerra, la inflación), se ha creado una dinámica entre estas dos personas en las que se cambian las políticas del vértigo con las políticas del cambio. Pedro Sánchez toma decisiones de corto plazo enchufado a la Comisión Europea y Yolanda Díaz negocia con la CEOE, respaldada por los sindicatos.
Los dos están condenados a entenderse hasta que lleguen las elecciones. El presidente del gobierno ha encontrado en su vicepresidenta segunda el mejor estabilizador de la coalición, su mejor garantía para las políticas del cambio, cuando toma decisiones imprevistas, en el marco de las políticas del vértigo. Mucho de ello ha contribuido la polarización política que enfrenta a ciudadanos, cabeceras, cadenas a través de redes sociales. Las ciudades, en ese sentido, se han vuelto hostiles. La pandemia primero, la guerra después, la inflación ahora, han cocinado un caldo espeso y caliente al que algunos denominan fatiga psicológica y que no tardará en volverse política, después. En este contexto político y económico, el gobierno sólo admite decisiones aceleradas, flexibles y fungibles por otras de signo contrario, tan adheridas siempre a la piel de un líder que no importa que cambien de color. La coherencia es una reliquia enterrada con la vieja política y sus partidos.
Sin embargo, con ternura o sin ella, Yolanda Díaz regresa a los orígenes de la política, al contrato social, al acuerdo entre diferentes, ante el supuesto hastío de una ciudadanía ante los partidos políticos: “Me da igual lo que digan los estudios demoscópicos, sé que pensáis que la política no sirve porque la política os ha dejado atrás”. Su propósito es “escuchar, escuchar y escuchar, y con mucha calma. Dialogar, dialogar y dialogar para llegar a acuerdos para cambiar la vida de la gente”. La clave es si la fórmula funcionará esta vez sin los partidos. Veremos.
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Vale, está muy bien eso de escuchar a la ciudadanía, pero de momento, parece que será como siempre: las decisiones las tomarán cuatro.
A la expectativa de ver que programa presentará SUMA.
Bufff !!! Agotados de esperar el fin!!
Yolanda mía llévame pronto !!
Todo este cuento para seguir en el candelero. Movimiento, ciudadanía,democracia de más calidad... segundas partes casi nunca han sido buenas. Todo para seguir estando ahí, todo para dar cancha y tal vez algún puesto a algún correveidile de Unai..todo para perpetuar a los agentes sociales afines y la paz social.