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Opinión
Jardineras de Barcelona en lucha: síntoma de un tiempo de reivindicación sindical y ecológica
CGT Catalunya ha convocado huelgas parciales el 14, 16 y 19 de febrero en Parques y Jardines de Barcelona para protestar contra los nuevos turnos de trabajo que quiere imponer el ayuntamiento para empezar a regar los parques y zonas verdes con agua freática como consecuencia de la sequía.
El Instituto municipal de parques y jardines quiere implantar un nuevo turno de tarde a las trabajadoras para regar el arbolado de Barcelona con una justificación más propagandística que técnica. Una operación de marketing que deja clara cuál va ser la forma de resolver los conflictos generados por el cambio climático al que nos ha avocado el capitalismo desmadrado que nos gobierna: a base de más explotación laboral.
Lo ocurrido en Barcelona es una muestra del precipicio al que nos encaminamos desde hace tiempo. Las políticas de mantenimiento y cuidado de los parques y jardines de nuestras ciudades se delegan en empresas privadas que no tienen ninguna ética en relación a lo conservación de los espacios y mucho menos a la calidad del empleo de las trabajadoras que los cuidan.
Desde CGT, junto con el movimiento vecinal y ecologista, llevamos años advirtiendo del problema sin que nadie hiciera caso. Sin planificación técnica sostenible empeora el ecosistema de parques y jardines de nuestras urbes por varias vías: con políticas contaminantes de movilidad, maltratando el arbolado, permitiendo campos de golf dentro y fuera de los centros urbanos, derrochando agua para eventos privados, con falta de personal en detrimento del mantenimiento, despreciando las iniciativas ciudadanas de espacios verdes autogestionados…
El Ayuntamiento de Barcelona señala que entramos en una “fase de emergencia” y plantea es dividir y doblar los turnos para compensar el regadío sin un análisis profundo
Ahora el Ayuntamiento de Barcelona señala que entramos en una “fase de emergencia”. Una situación de alarma producto de la acción de empresas y administraciones que quieren cargar sobre las espaldas de la clase trabajadora. La solución que se plantea es “ dividir y doblar los turnos” para así compensar en dos fases el regadío. Sin un análisis profundo que vaya más allá de cómo parchear una situación que queda fea en el corto plazo para el turismo, lo que se busca es cómo solucionar la crisis de pánico que supone no aparecer en las guías y portales turísticos como un lugar donde hacerse un buen selfie delante de un césped impoluto. Ni una línea sobre cómo cambiar el modelo de ciudades que necesitamos en esta fase de calentamiento global, ni una línea de cómo mejorar las condiciones de las plantillas que trabajan sobre el terreno, ni una sola palabra sobre la necesidad de contratar más personal que pueda mantener con mimo y cuidado esos espacios esenciales que son pulmones para la ciudadanía, absolutamente nada sobre políticas de ciudad que hagan apuestas valientes por el cuidado del entorno... La solución es partir las horas de trabajo, perjudicando la conciliación familiar, el tiempo de descaso y la calidad de vida.
Crisis climática
Emergencia Climática La declaración de emergencia por sequía afecta a ocho de cada diez catalanes
En el caso de las y los jardineras de Barcelona incluso se van a cargar el convenio que tenían, con un maquillaje verde que tritura conquistas laborales que favorecían ligeramente la calidad de vida. Como si la sostenibilidad no fuera un asunto de vasos comunicantes. La mala gestión no puede es culpa de la clase trabajadora: Hay alternativas y la sequía no puede suponer también un retroceso en nuestras condiciones laborales.
Lo ocurrido en este conflicto laboral es un buen ejemplo para visualizar cuál va a ser el modelo de supervivencia que se va a plantear como respuesta a la situación global que vivimos. Porque lo que está ocurriendo en Catalunya con la sequía no es un hecho aislado, es la evidencia de proceso de desarrollo insostenible de la cadena productiva y de los ecosistemas sociales. En lo que tiene que ver con el segundo aspecto, merece la pena recordar que en el Estado español hay 1,29 millones de piscinas, según la estadística de la Dirección General del Catastro de agosto de 2023. Es decir, aproximadamente una por cada 35 habitantes, una auténtica barbaridad que lleva años denunciándose ante la indiferencia de las administraciones. Si además miramos el número de campos de golf las cifras también son desorbitadas. Según los medios especializados en 2024 hay más de 400 campos en todo el Estado. 107 en Andalucía, la comunidad que más tiene por delante de Castilla y León (46) y en tercer lugar Catalunya (40).
Piscinas y campos de golf, donde además de despilfarro de agua se juntan la abundancia de uso privado y malas condiciones laborales. ¿Qué han hecho las administraciones públicas con estos dos ejemplos?
Por cierto dos sectores, piscinas y campos de golf, donde además de despilfarro de agua se juntan la abundancia de uso privado y malas condiciones laborales. ¿Qué han hecho las administraciones públicas con estos dos ejemplos? Favorecer un tejido que era claramente contrario a una planificación sostenible del hábitat y el equilibrio sostenible. Resulta chocante leer precisamente en relación a Catalunya lo que la empresa líder del sector de los complementos para la práctica del golf señala en su web: “Cataluña destaca por sus campos diseñados por arquitectos de renombre”. Un lazo perfecto para un negocio redondo, da igual que el contenido sea a costa de una naturaleza cada día más yerma y de la explotación de un recurso universal como es el agua.
Para CGT lo que está ocurriendo actualmente en Barcelona es un conflicto de intereses a varias bandas, que pone de manifiesto muchos síntomas sobre los que hay que estar alerta. El problema está incrustado en el contexto de la crisis climática, de la carestía de políticas públicas sostenibles, de la limitación de las soluciones ofertadas para los espacios verdes y jardines, y por último del modelo laboral existente. Como clase obrera no estamos dispuestos a pagar sus crisis, como activistas ecologistas, feministas, con conciencia de clase no vamos a tolerar que nos aumenten los niveles de explotación y la falta de cuidados. Lo que está encima de la mesa es un modelo de gestión fracasado, que se ha puesto de manifiesto por una sequía que ha revelado la lógica infame de gestión de recursos públicos. Quizás estamos asistiendo a un ejemplo de cómo nos quieren hacer pagar el calor con nuestro sudor, pero precisamente para evitarlo es por lo que estamos organizadas.