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Opinión
El gobierno de la muerte y las ganas de vivir
Argilan-ESK y la plataforma Derecho a Techo denunciaron que “Osakidetza ha decidido no operarle de dicha dolencia [a Koldo] porque no podría hacer un postoperatorio “adecuado” al no vivir en una “vivienda digna”. Además de padecer dicha enfermedad que le llevaba a una muerte anunciada si no se le operaba, Lanbide le reclamaba ilegalmente, tal y como Argilan demostró, 9.000 euros de una deuda prescrita y, por si fuera poco, los servicios sociales, que no sé si lo sabéis, pero son los más íntimos amigos de la ciudadanía, se pasaban la pelota de mano en mano mientras el departamento de Territorio y Acción por el Clima empezó a multarle a Koldo por vivir en una lonja. Toma Acción por el Clima.
Koldo no tuvo otra opción que empezar a vivir en su propio bar-lonja, insalubre y sin actividad desde hacía tiempo, porque fue desahuciado por el banco en 2019 junto a su anciana madre. Es decir, el Estado, que pagamos entre todas, con sus ayuntamientos, sus servicios sociales, su policía y su sanidad pública, dejó a Koldo en una lonja insalubre morir despacio como una colilla, con una enfermedad grave que le afectaba al corazón, del cual no quisieron operar porque vivía en una lonja insalubre como una colilla.
No quisiera, en cambio, indagar aquí sobre los errores y negligencias humanas que han llevado a Koldo a vivir sus últimos meses como si fuera una colilla. Preferiría que nos centráramos en este proceso kafkiano que acabo de relatar como un fenómeno estructural que caracterizará este crudo siglo veintiuno, porque un Estado que desahucia una familia cada 12 minutos es un Estado organizado en contra de su población, un Estado subsumido por las corporaciones, en este caso, bancarias, que viven de la riqueza que todas producimos, que viven por tanto de lo que vulgarmente se conoce como “robo a mano armada” y, no vulgarmente, como expropiar. La expropiación se compone de desposesión, humillación y violencia directa. Las vidas expropiadas no tienen sueldo, no tienen derechos y no tienen futuro. Es la muerte en vida, fraguada por las instituciones públicas que solo tienen un 2% de alquileres sociales porque están al servicio del capital financiero, parte del cual está compuesto por la élite política que dirige dichas instituciones. Eso explica, por poner un ejemplo, por qué Kutxabank puede vender legalmente sus viviendas a un fondo buitre sin que ni el Ayuntamiento de Gasteiz ni el Gobierno Vasco ejerzan su derecho a retracto y tanteo. No se expropia a Koldo, a Carmen, a Nayua y a millones de personas en la última década, por despiste o error humano. Es todo un sistema político el que produce vidas expropiadas.
Hemos oído muchas veces eso de que el dinero crea más dinero. En cambio, menos oímos que la pobreza crea más pobreza porque la creación de dinero que crea más dinero lo hace creando más pobreza
Hemos oído muchas veces eso de que el dinero crea más dinero. En cambio, menos oímos que la pobreza crea más pobreza porque la creación de dinero que crea más dinero lo hace creando más pobreza. Como decía Jason Moore, detrás de un Manchester siempre hay un Mississippi, y detrás de Mendizorrotza el Casco Viejo y Abetxu, detrás de Neguri Basauri y detrás de un Ayuntamiento que privatiza los espacios, las viviendas y los servicios sociales está Koldo en su lonja, Carmen sin calefacción y Nayua sin tratamiento.
Servicios públicos
País Vasco Fallece un vecino de Gasteiz al que el Servicio Vasco de Salud se negó a operar por no tener domicilio
Obediencia ciudadana
Al parecer, Koldo “no encajaba” con las ayudas y los recursos que el ayuntamiento ofrecía. Es algo habitual en los pobres. Tienen la manía de no encajar en las leyes, los derechos, las normas y las ayudas pensadas por la bondadosa ciudadanía. Así que van por ahí jodiendo el Estado social y constitucional de los ricos y de la pudiente obediencia ciudadana. Por lo que al final resultará que el único responsable de morir como una colilla será Koldo. No hay nadie al otro lado. Solo burocracia y capital. Porque ni el Ayuntamiento, ni sus servicios sociales, ni Osakidetza, ni el Gobierno vasco tienen la responsabilidad. ¿Sabéis por qué? Porque al privatizar las instituciones públicas, privatizan la responsabilidad. Y, entonces, si no te operan, es tu responsabilidad porque vives en una lonja indigna para el posoperatorio y si vives en una lonja insalubre porque te han desahuciado es tu responsabilidad porque ya hay albergues para dormir y si no te dejan quedarte en un albergue para pobres porque tienes perro, pues te quedas en tu multada e insalubre lonja enfermando aún más, bajo tu responsabilidad, hasta morir arruinado. Bajo tu responsabilidad.
Al final, resultará que el único responsable de morir como una colilla será Koldo; al privatizar las instituciones públicas, privatizan la responsabilidad
Pero nada tiene esto que ver con nada, y menos con el hecho de que la inversión pública y por tanto el dinero de Koldo, el tuyo y el de nuestras abuelas vaya a Iberdrola, Endesa, Repsol y Naturgy que tienen solo en la CAV a 100.000 personas con restricciones en suministros y a un 1,4% de las viviendas familiares sin ningún tipo de calefacción. Nada tiene que ver con que la inversión municipal sea caritativa y estén los servicios sociales y la atención primaria colapsados con el hecho de que Euneiz, la nueva universidad privada de Gasteiz, reciba medio millón por decisión de las autoridades públicas que han votado en contra de limitar los alquileres pero a favor de redirigir el dinero de Koldo a los bancos rescatados, rescatados también con el dinero de Hassan, de Jose y de Amaia, que tampoco tenían vivienda, porque las tienen Blacstone y Caixabank.
Por eso la ocupación no es solo una opción legítima sino una virtud ético-política.
Pasamos de regímenes europeos que, desde el siglo pasado, y en las capitales del capital, separaban más o menos nítidamente la explotación de la expropiación a un sistema que ya no necesita separarlos. Para que se dé la explotación productiva hay que crear sujetos o vidas productivas: los trabajadores blancos con derechos del siglo veinte son un buen ejemplo de vidas explotadas. En cambio, cuando hablamos de expropiación hablamos de la producción de vidas esclavas, hablamos de sujetos que se explotan sin sueldo ni derechos: la mayoría de la población mundial está en este eje. La distinción, dentro del capitalismo, entre el liberal concepto de gobernar la vida y el neoliberal concepto de gobernar la muerte, es que en la primera necesitas crear un tipo concreto de vida, vidas productivas, lo cual requiere que la población tenga ciertas capacidades y conocimientos que le posibiliten producir (cierto tipo de plusvalía), es decir, requiere desplegar masivamente estructuras de educación y sanidad pública, acceso a vivienda y servicios varios para que las trabajadoras puedan vivir productivamente, mientras que el objetivo del segundo tipo de gobierno no es gobernar la vida, sino la muerte porque les sobra vida. Les sobra Koldo, les sobra Carmen, barrios enteros, pueblos enteros, países enteros. Porque el capitalismo financiarizado actual produce “dinero creando más dinero”.
Les sobra Koldo, les sobra Carmen, barrios enteros, pueblos enteros, países enteros
Les sobra mano de obra (asalariada), les sobra el sistema sanitario público y los servicios sociales, así que aumentan los recortes y las subcontratas, aumentando así los errores humanos, las listas de espera y el tiempo de diagnóstico mientras la gente va muriendo de enfermedades operables o tratables. Y para poder hacer esto democráticamente, la Justicia se une grácilmente a este baile macabro avalando leyes que legalizan este gobierno de la muerte, este dejar morir a la población, sea en lonjas sea en el mediterráneo, legalizando esta expropiación que son los desahucios, normalizando la falta de tratamientos, y convirtiendo en sistema la ausencia estructurada de cuidado y de atención. Por ello, todo esto, no son daños colaterales del progreso o errores humanos, son objetivo premeditado y estudiado de un sistema que ya no va a gobernar masivamente la vida de la población para hacerla productiva porque no la necesita, por lo que va a gobernar su muerte para que una pequeña élite engorde sin límite sus carteras y sus bitcoins.
En Europa hemos pasado de la explotación asalariada a la expropiación masiva sin apenas transición, y ahora tenemos ambas en un mismo cuerpo. En una misma vida. La vida de Koldo. De Nayua, de Jose, de nuestros padres e hijas.
Pero siempre habrá algo que no nos pueden expropiar: las ganas de vivir y de organizar la resistencia. Así que estad atentas a los llamamientos. Si nos dan muerte, que no esperen paz.
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Buen artículo, gracias.
Para que Koldo haya muerto abandonado, se ha adiestrado a toda una sociedad en la indiferencia hacia el dolor ajeno y a colectivos concretos, además, en la crueldad. Es esa soberbia del "alguien tiene que hacer el trabajo sucio", que permite justificarse moralmente a lxs psicópatas; el cierre de identidades sociales esterilizadas emocionalmente...
Nos hemos dejado solxs, es posible que por miedo a no poder existir materialmente, pero el precio ha sido vivir como zombis, ni vivxs ni muertxs.
Si todavía hay algo que nos cause dolor en las entrañas, si nos enloquece este "mundo", tal vez nos podamos sentir afortunadxs. Siendo así, seguir luchando es la única forma de poder seguir.