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El otro día leí una noticia en el Haaretz sobre las últimas llamadas a la limpieza étnica al más alto nivel en el gobierno de Israel, en esta ocasión del ministro de Finanzas de Netanyahu, Bezalel Smotrich, quien preside un partido político de colonos que quiere anexionarse Cisjordania y, por descontado, se opone a cualquier acuerdo que suponga ceder tierras o derechos a los palestinos. ¿Su idea de limpieza étnica? Reducir la población de Gaza en al menos un 90%.
El ministro de finanzas afirmó que Israel debe controlar el territorio de la Franja de Gaza y reducir significativamente la cifra de residentes palestinos en Gaza. En una entrevista a la radio del ejército, el ministro de ultraderecha dijo que su “demanda” tenía como fin impedir que la Franja de Gaza se convirtiese en un “semillero en el que dos millones de personas crecen en el odio y la aspiración de destruir al Estado de Israel”. Aunque no describió su método favorecido, Smotrich sugirió que la expulsión de cerca del 90% de los residentes de Gaza ayudaría a conseguir esta meta. “Si hubiese 100.000 ó 200.000 árabes en Gaza y no dos millones, el discurso sobre el día después sería diferente”, declaró.
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Smotrich no está diciendo aquí nada radicalmente nuevo. Desde que Israel comenzó a destruir Gaza con una de las mayores campañas de bombardeos en la historia moderna se han realizado varias propuestas y declaraciones sobre la necesidad de reasentar “voluntariamente” a los palestinos de Gaza en un tercer país, ya sea en Egipto, Jordania, Sudamérica, algún lugar en África, la Unión Europea o donde sea. Smotrich, por si a alguien le quedaba alguna duda, confirma que esta idea está sobre la mesa. Demonios, una empresa inmobiliaria israelí implicada en la construcción de asentamientos ilegales en Cisjordania lanzó hace poco una campaña publicitaria para incrementar la moral israelí en estos tiempos difíciles: su publicidad quiere que los israelíes se imaginen viviendo en unos chalets y bloques de apartamentos a orillas del mar en una Franja de Gaza recién vaciada. “¡Despertad, tener una casa en la playa no es un sueño!” Esto, y los memes sobre convertir Gaza en un aparcamiento para Tel-Aviv, es la manera en que los israelíes se lo pasan bien ahora. Estoy seguro de que todo este material se ajustará a la medida cuando Israel tenga que defenderse ante la Corte Internacional de Justicia.
Pero hay algo que Smotrich dijo que me hizo pensar. Aseguró que no es suficiente con despoblar Gaza de palestinos y controlarla militarmente. Para conseguir la paz, Israel necesita repoblarla con civiles israelíes. Haaretz tradujo su comentario como sigue: “para conseguir el control del territorio militarmente, también has de tener una presencia civil”.
Para controlar militarmente… has de tener civiles.
De Israel y de quienes apoyan a Israel en EEUU y en Europa oímos sin parar que Israel aborrece absolutamente matar a civiles, pero que no tiene otra opción en Gaza: estos palestinos son tan salvajes que esconden sus unidades militares entre los civiles, forzándolos a ser sus escudos humanos. “¡Hamás es el culpable de que Israel masacre a tantos niños! ¡Nos obligaron a hacerlo! ¡Odian a su propia gente! ¡Odian la vida!”
Como muchas de las acusaciones de Israel, este discurso cínico sobre los escudos humanos es una proyección, y el comentario de Smotrich permite entreverlo. Lo que básicamente está diciendo es que Israel necesita poner a civiles israelíes en Gaza para ejercer un control militar efectivo, creando una situación con escudos humanos en la que cualquier ataque contra los israelíes por unos palestinos desposeídos y abatidos en una Gaza reocupada y étnicamente limpiada pueda ser presentado como un símbolo de la barbarie palestina. “¡Miradlos! ¡Están atacando a hombres, mujeres y niños judíos inocentes! ¡Ya os habíamos dicho que son monstruos! ¡El odio ancestral hacia los judíos corre por su sangre!”
La triste verdad es que el proyecto sionista en Palestina ha consistido siempre en difuminar la distinción entre civiles y soldados
No hay nada sorprendente en el comentario improvisado de Smotrich sobre usar civiles israelíes como escudos humanos en la escalada de ocupación israelí. La triste verdad es que el proyecto sionista en Palestina ha consistido siempre en difuminar la distinción entre civiles y soldados. ¿Cómo, si no, puede sacarse adelante un proyecto colonizador de proto-estado que depende de traer a población nueva y expulsar a la indígena por la fuerza?
Los primeros sionistas entendieron que para tener éxito en su aventura colonizadora los judíos necesitaban formar una sociedad militarizada. Todo civil tenía que ser un soldado. Sin importar si era granjero, panadero o periodista. La creación de un Estado de mayoría judía en Palestina se basó en el uso de la fuerza, tanto defensiva como ofensiva. Los nativos no iban a irse voluntariamente, después de todo.
La arquitectura de los primeros asentamientos sionistas en Palestina proporciona una buena idea de la naturaleza militarizada de este movimiento. No hay más que observar la manera en que estos asentamientos “civiles” —tanto los kibutz como los municipios privados— se construyeron a finales de los treinta, cuando las cosas comenzaron a ponerse tensas de verdad en Palestina. Muros, enormes torres vigía, aspilleras para los fusiles… dependiendo del asentamiento, su aspecto es el de un cruce entre una prisión, un fuerte medieval y algo que podría haber sido construido por el ejército estadounidense mientras masacraba a los nativos americanos y limpiaba étnicamente el interior de los Estados Unidos. (Irónicamente, los colonos sionistas también se apropiaron del tipi, incorporándolos como alojamientos temporales en sus fuertes).
Este proceso de difuminar las diferencias entre una infraestructura militar y otra civil no es algo que se encuentre profundizando en los libros de historia, sino que es algo vivo y que aparece en cualquier parte en que uno mire.
Por ejemplo, en los días posteriores al 7 de octubre comencé a leer sobre los kibutz que fueron atacados por Hamás. Si lo recordáis, estos kibutz fueron los que más sufrieron aquel día. Aparte de la rave cerca de la frontera, la mayoría de la gente que fue secuestrada o asesinada —ya fuese directamente por Hamás o por las fuerzas de seguridad israelíes en los consiguientes combates para liberarlos— eran de diferentes kibutz en el extremo del Desierto del Néguev.
Uno de los kibutz en particular quedó totalmente devastado: Nir Oz. Un tercio de todos los cautivos que fueron llevados a Gaza procede de él, lo que equivale a una cuarta parte de la población de todo el kibutz. Una cifra importante.
¿Por qué fue Nir Oz el objetivo de Hamás? No es sorprendente si uno mira al mapa.
Hay toda una línea de kibutz que se extiende al Este de la frontera con Gaza. Muchos de ellos se encuentran a poco más de una milla [1’6 km.] de distancia. Sus campos e instalaciones no residenciales prácticamente tocan la frontera densamente fortificada y vigilada con ayuda de ordenadores de Israel. Son los asentamientos poblados más cerca de Gaza.
Esta proximidad a la frontera no es un accidente. Estos kibutz fueron creados poco después de la fundación de Israel para funcionar justamente como primera línea de defensa contra los ataques palestinos procedentes de Gaza. Podría decirse que fueron puestos allí para servir como escudos humanos del sionismo.
Estos kibutz tienen sus orígenes en los llamados asentamientos Nahal. ‘Nahal’ es una abreviación de Noar Halutzi Lohem, “Juventud pionera de combate”. Estas unidades se crearon en 1951 con el respaldo de David Ben-Gurion, una solución a los diferentes problemas que Israel acumulaba después de conseguir la independencia y ganar la llamada Guerra de independencia. El movimiento sionista había limpiado étnicamente con éxito e incorporado amplias franjas de territorio palestino al nuevo Estado de Israel, de mayoría judía. Había salido victorioso, pero sus recursos eran insuficientes, tanto militar como económicamente. Atravesaba dificultades para proteger sus fronteras y había de esforzarse para abastecer a su propia población e integrar al mismo tiempo a las nuevas oleadas de inmigración sionista. Lo que mucha gente desconoce es que antes de la fundación de Israel la mayor parte de la comida que mantenía a los colonos sionistas era producida por la población indígena local: los árabes palestinos. Después de que muchos de ellos fuesen étnicamente desplazados por Israel, la producción agrícola se desplomó y el nuevo gobierno se vio forzado a instituir un régimen de austeridad para hacer frente a la crisis.
Seguridad, comida, integración: aquí es donde entran las brigadas Nahal. Nutriéndose de los jóvenes de los partidos políticos izquierdistas de Israel, Nahal convirtió lo que normalmente sería un servicio militar obligatorio en un movimiento de pioneros colonos armados. Estas unidades fueron enviadas a asegurar las zonas fronterizas consideradas estratégicas y construir avanzadas militares allí. Después de unos años estas bases de las Fuerzas de Autodefensa de Israel se transformarían en kibutz agrícolas “civiles”: asentamientos permanentes en los que los soldados se convirtieron en granjeros de frontera armados. Allí producirían alimentos para Israel, se casarían, tendrían hijos, construirían familias, establecerían comunidades, y todo ello mientras servían como zonas colchón militarizadas supervisadas por pioneros-soldados.
Los kibutz eran lo que hoy llamaríamos soluciones de integración vertical: seguridad, asentamiento, sostén, sociedad. Eran el proyecto colono sionista destilado a su quintaesencia. Ben-Gurion estaba realmente contento con el éxito cosechado.
El 7 de octubre, los kibutz en la frontera con Gaza fueron los primeros en ser atacados porque se suponía que debían ser los primeros en ser atacados. Fueron diseñados con ese fin
Así es como se creó Nir Oz. Fue establecido en 1955 por miembros de Hashomer Hatzair, una organización juvenil sionista socialista que se originó en Austria-Hungría, en lo que hoy es Ucrania. Hasta donde he alcanzado a investigar, los fundadores eran una mezcla de gente: algunos habían nacido en Palestina y eran hijos de colonos, pero la mayoría procedía de Europa oriental. En 1957 Nir Oz se convirtió en un kibutz y se transformó en una comunidad agrícola funcional a manos de la misma gente que había establecido una base militar.
La razón por la que fue situado justo al lado de la frontera con Gaza nada tiene que ver con ser un buen terreno para levantar una granja. Nir Oz está en el medio de un desierto en el que hay muy poca agua. Su localización tiene todo que ver con la seguridad. Más concretamente, con proporcionar a Israel protección en vísperas de una campaña de limpieza étnica llevada a cabo por fuerzas sionistas. Unos 200.000 palestinos habían sido expulsados de sus tierras y recluidos en Gaza, una pequeña franja de tierra costera. Estaban furiosos, vivían en tiendas de campaña hechas por ellos mismos, desde algunas de ellas se podían ver las aldeas ancestrales de las que se habían visto obligados a huir para salvar sus vidas. Y justo delante suyo había una gran frontera abierta en forma de desierto. Nir Oz fue puesto allí para mantener a Gaza encapsulada, para proteger a Israel de una masa de población desposeída.
Nir Oz no fue el único kibutz creado como escudo humano. Todos los asentamientos de colonos cerca de la frontera de Gaza en el Desierto del Néguev comenzaron como una avanzada militar de Nahal. Y no solamente en el Néguev: se crearon kibutz de los Nahal en otras zonas fronterizas estratégicas como Cisjordania y el Líbano.
Algunos de estos asentamientos se establecieron hace más de setenta años. Pero su legado como escudos humanos sigue vivo décadas después. El 7 de octubre, los kibutz en la frontera con Gaza fueron los primeros en ser atacados porque se suponía que debían ser los primeros en ser atacados. Fueron diseñados con ese fin.
Análisis
Análisis Las FDI, la construcción de la nación y el militarismo israelí
Hay otro aspecto interesante en esta historia de los kibutz militarizados. Alguno de los soldados-pioneros fundadores de los kibutz Nahal originales en la frontera de Gaza siguen vivos y residían en los mismos asentamientos que ayudaron a construir. El 7 de octubre algunos de ellos se encontraban entre las víctimas de los combatientes de Hamás. Tres de los primeros colonos de Nir Oz fueron secuestrados y transportados a Gaza: uno de ellos fue liberado, otro sigue estando secuestrado en Gaza y el tercero falleció en cautividad hace unos días.
Si esto fuese un western, el argumento sería básicamente un cliché: unos jóvenes soldados enviados a levantar una avanzada colonial y proteger las tierras robadas en la frontera setenta años atrás cosechan ahora lo sembrado. Retirados, disfrutan una vida confortable. Nunca pensaron que tendrían que pagar el precio. Pero el destino los atrapa. Y ahora no son solo ellos quienes sufren, sino sus hijos y sus nietos. La venganza es un plato que se sirve frío y todo eso. Podría ser un tópico narrativo, pero aquí es algo real y con consecuencias mortíferas para varias generaciones.
Pero éste no es el tipo de argumento en el que la gente piensa cuando piensa en los kibutz. Su rol en la limpieza étnica de palestinos en Israel ha sido blanqueado, dejando solamente a inocentes civiles judíos.
El pasado pone al futuro en una camisa de fuerza.
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Cada cual recibe lo que siembra, así de claro. Estos colonos (encima tienen la cara de llamarse socialistas) fueron parte esencial en la colonización sionista de Palestina. Pues que ahora los nietos de los que les quitaron las tierras intenten recuperarlas, es algo totalmente lícito y legítimo.
Muy clarificador. Es espeluznante la asesina perversidad de la planificación de la expansión sionista en Palestina.
Y qué decir de la catadura moral de quienes están dispuestos a disfrutar de la playa encima de un genocidio: no hay palabras.
Boicot Israel net
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