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En el estado español alrededor de 500.000 personas migrantes viven en situación administrativa irregular, es decir “sin papeles”. Personas a las que se les deniegan los derechos más básicos, como el trabajo, el acceso a la vivienda, en muchos casos los estudios y la formación, entre otros.
Muchas de estas personas llevan muchos años “sin papeles”, llegando a los 10, 15 o más años, debido a las dificultades que impone la ley de extranjería y a las trabas burocrático-administrativas. Un sistema diseñado para dificultar al máximo que las personas migrantes se puedan regularizar.
Además, el hecho de no tener permiso de residencia, implica otra serie de vulneraciones de derechos, uno de los más importantes es el de poder volver a sus lugares de origen a visitar sus territorios y seres queridos. La irregularidad administrativa también les expone a situaciones de explotación laboral y abusos de todo tipo, situaciones que suponen, de facto, castigos añadidos a la vulneración de sus derechos básicos.
Desde principios de 2022, el movimiento Regularización Ya, organizado por colectivos y asociaciones sociales y políticas migrantes y racializadas, pretende sacar adelante una Iniciativa Legislativa Popular que permita la regularización extraordinaria de las alrededor de 500.000 personas migrantes sin papeles. Para ello, era necesaria la recogida de 500.000 firmas de apoyo para poder llevar la iniciativa al Congreso de los Diputados.
Después de haber recogido más de 700.000 firmas, la ILP por la Regularización está en trámites parlamentarios, a la espera de que se lleve a debate y votación en el Congreso de los Diputados
En estos momentos, después de haber recogido más de 700.000 firmas, la ILP está en trámites parlamentarios, a la espera de que se lleve a debate y votación en el Congreso de los Diputados. En esta misma cámara, en septiembre de 2020, fue rechazada la Propuesta No de Ley (PNL), con la que Regularización Ya, intentó por primera vez que se aprobara la regularización de todas las personas migrantes residentes en el Estado.
Rita, Sami, Jezabel y Doña Deysi explican en primera persona lo duro que es vivir “sin papeles”, lo difícil que resulta conseguirlos, las situaciones de abuso a las que se ven sometidas por no tenerlos, y lo doloroso que es no haber podido volver a sus territorios a visitar a sus seres queridos, después de tantos años. A la vez, cuentan sus estrategias de resistencia frente al despojo de derechos, y también sus formas de mantenerse conectados con su cultura y con su identidad de origen.
Rita
Yo soy Rita, y tengo 35 años. Soy peluquera, y me encanta la moda. Soy de Bambilor, en la ciudad de Dakar, Senegal, en África Occidental. Allí tenía mi peluquería, y también trabajaba en la tienda de comida de mi mamá. Decidí venir a España para buscarme la vida, y aprender otra cultura. Aquí en Salou estaban mi mamá y mis dos hermanos. Llevo en España 15 años, y no he conseguido los papeles. He hecho cinco trámites, y siempre me los han rechazado. No sé por qué me los han rechazado.
En Senegal tengo a mis dos hijos; dos niños hermosos, dos caballeros. El primero se llama Elhadji, tiene 16 años. Y el segundo, Omar, y tiene 14 años. Me llevo muy bien con ellos; hablamos todos los días, porque tienen que tener a alguien que les cuide cada día. Con mi familia también hablo casi cada día. Mantengo muy buena comunicación con ellos, gracias a Dios. En mi agenda de deseos, volver a África y ver a mis hijos es el primero. Poder ir a visitarlos y abrazarlos. Sería una buena terapia para mú. Traería mucha curación a mi mente, mi corazón y mi cuerpo. Es lo que me falta, ir a África.
Aquí me relaciono muy bien con la gente. Voy a estudiar y me meto en las organizaciones locales. Estoy por todas partes. Con las amigas quedamos casi cada fin de semana, para hablar, comunicar, darnos abrazos. Yo me muevo muy bien en la vida social, me gusta. Es lo que me ayuda a sobrevivir. Me gustaría tener una peluquería unisex con spa. Estoy estudiando para eso. Forma parte también de mi agenda de deseos. Espero que Dios me lo de, Inshallah.
Me gusta hacer meditación, aunque no forma parte de mi cultura. Me gusta hacerlo por la mañana, 5, 10, 30 minutos, a veces hasta una hora meditando. Me relaja. Me ayuda a no tener ansiedad, porque yo soy muy activa. También me hace conectar conmigo misma, porque no estoy pensando en nadie ni en nada, y me hace olvidar los problemas. Hasta cuando tengo ganas de llorar, me pongo a meditar y me tranquilizo. También me ayuda mucho con la soledad. Después de rezar siempre estoy meditando.
También me gusta mucho el cuarzo. Para mi es la atracción y el cuidado personal. A mi me ayuda a equilibrar y a limpiar mis chacras. El cuarzo es algo que te cuida, que te salva, por eso lo utilizo. A mi me encanta, tengo un montón de cuarzos
De mi país echo de menos primero a mis niños, a la familia. Echo de menos la comida; la gente, como se ponen ahí todos en grupo cada tarde, las fiestas africanas, las mujeres. Echo de menos también a mis amigas de la infancia.
Samih
Me llamo Samih, soy de Túnez, y tengo 38 años. Vivo aquí en Barcelona desde hace más de 10 años. En mi país trabajaba en las tierras de mi padre. Mi padre es campesino y tiene las tierras de mi abuelo; trabaja y cultiva el campo con el animal, con la vaca. Estudié para mecánico, en la escuela superior de mecánica. Y después de estudiar mecánica llegué aquí.
Soy de Kairuán, una ciudad pequeña en el centro de Túnez. El 10 de febrero de 2006, fue la última vez que dormí en mi casa. Después salí de la ciudad, fuí a la capital, Túnez, y fui al puerto. Desde entonces hasta hoy no he vuelto a mi casa de Túnez. Estuve en Italia seis años, y después vine a Barcelona. Aquí no me he ido a dormir sin comer, pero en Italia sí que pasé hambre. Cuando me llamaba mi familia, les decía “sí, tengo comida, tengo dinero, gracias a Dios“. Les mentía para que mi madre no se preocupara.
Buscarse la vida sin papeles es muy difícil. Me gustaría trabajar en un restaurante, en jardinería, con la gente mayor. Yo puedo trabajar, lo que me falta a mi es un contrato de trabajo. Aquí si no tienes papeles no tienes nada, es como vivir muerto. Ahora mismo me iría a mi casa del Kairuán, a descansar, a respirar fuerte, para sentirme humano. Para sentir el calor del mar, de la familia, la palabra buena.
Hablo cada día dos o tres veces veces con mis padres. Gracias a Dios ahora hay internet. Hasta hoy mi madre me dice ”hijo, si quieres volver, vuelve a casa”. Pero no, sin papeles yo no vuelvo. Hay que aceptar la realidad...tú estás aquí, y qué vas a hacer, te vas a rendir? No te vas a rendir...si llegaste hasta aquí y te rindes, pierdes. Hay que luchar, no hay otra, solo luchar.
Me gusta mucho el boxeo porque es como la vida real, siempre hay que estar luchando. A veces se gana y a veces se pierde. Me deja relajado y concentrado; cuando me voy a casa a dormir, descanso muy rápido. Y me deja más activo, con ganas de seguir luchando. Todo el deporte te deja más activo.
Yo, en mi casa, toda la vida he visto cómo hacen la comida. Aquí, en los primeros tiempos en los que empecé a cocinarme, llamaba a mi madre por teléfono, ”mamá, quiero hacer cuscús, qué hago?”. Ella me decía “pones aceite, cortas la cebolla…”. Y ahora lo hago como en mi casa de Túnez. Así puedo tener recuerdos de mi país, y sobrevivir.
Jezabel
Soy Jezabel, y tengo 38 años. Soy madre soltera, con cuatro hijos. Tres de ellos están en mi país, y una aquí. Soy de Filipinas, y vivo aquí en España desde hace ocho años, sin papeles. Salí de mi país en 2009. Era la primera vez que salía al extranjero.
Me fui a Dinamarca. Allí tenía un contrato de 18 meses, como empleada del hogar. Cuando se acabó, me fui a Noruega, con un contrato de dos años. Cuando acabó, me vine a Barcelona. Desde que me fui de mi país, no he visto a mi hijos. Solamente hablo con ellos por teléfono, WhatsApp o Skype.
En 2017 trabajé en Zona Universitaria (barrio rico de Barcelona) para un abogado. En aquel momento yo ya llevaba más de tres años viviendo en España. Me prometió que me ayudaría con los papeles. Primero me dijo que empezara tres meses de prueba. Cuando ya llevaba once meses, le pregunté “¿Cuándo vas a empezar a tramitar mis papeles?”. Él me dijo “No recuerdo haberte dicho que te ayudaría con los papeles”. Y al día siguiente me dio el dinero que me debía y me dijo que no me necesitaba. Cuando le dije que yo no quería dejar el trabajo, me dijo “Si no te vas, voy a llamar a la policía, porque no tienes papeles”.
En 2018 trabajé en Les Tres Torres. Esa señora también era muy mala. Quería que yo estuviera todo el día limpiando. No podía sentarme. Tenía media hora para descansar. Si descansaba más, se enfadaba mucho. Su esposo me dijo “Tú eres la chica once aquí. Nadie quiere quedarse”.
Lo que me hace seguir adelante es mi hija, y el hecho de estar estudiando un curso. A veces quedo con personas de mi escuela y también de la escuela de mi hija. También me gusta ir al parque y a la playa. A veces voy a la iglesia. Y jugar con mi hija, eso es lo que me hace más feliz.
Amo cantar. Yo formaba parte del coro antes en la iglesia. Cantar me relaja, es como mi medicación. Desde que era joven, cuando estoy sola canto. Cuando limpio, cuando lavo la ropa, y sobre todo en la ducha.
No poder volver a mi país a visitar a mi familia me hace sentir triste y sola. A veces lloro cuando veo las fotos de mi familia en Facebook. Extraño, sonrío, lloro. Hace poco hablé con mi papá y me dijo “Hija, ¿cuándo vienes aquí? Te extraño, y también tus hijos quieren abrazarte y pasar tiempo contigo”. Yo le dije “no te preocupes papá, pronto vuelvo a casa”.
Cada vez que tengo un problema hablo con mi papá. Él siempre me pregunta cómo estoy, y me da consejos “debes pensar en ti misma, intentar estar siempre relajada, dormir bien, comer bien, y rezar también. Si tienes algún problema, habla conmigo”. Siempre me he sentido muy conectada con mi papá.
Doña Deysi
Mi nombre es Deysi Ávila Lavalle, y tengo 79 años. Soy de nacionalidad peruana, nacida por el norte del Perú, en el departamento del Piura. Mi pueblo es Suyana. Migré a España con la ilusión de que mi nieta pequeña pudiera estudiar acá. Llegué el 3 de Mayo de 2017.
Al principio estuve trabajando en Barcelona de interna, junto con mi nieta. Cuidaba a una señora de ochenta y pico años. Pero después sufrí un accidente, y como no ya podía trabajar, busqué la ayuda del servicio social.
Ahora he superado bastante el hecho de no tener papeles, pero al comienzo me deprimía bastante. Yo buscaba ayuda por todos lados “¿Qué puedo hacer? Necesito documentos”.
Una vez yo estaba en Manresa, ya estaba dos años acá, ya estaba de ilegal. Hubo un grupo de personas que corrieron, yo empecé a correr también y la policía me paró. Yo pensé que al ser mayor no me harían nada, pero no querían soltarme. Me querían repatriar. Yo les lloré, les rogué “yo tengo a mi nieta acá que está estudiando, su papá no está acá, está en Perú y yo vivo con ella, y yo ya voy a ver la manera de sacar mi documento, de ponerme legal acá”. “No, ahora mismo la ponemos detenida y mañana mismo está en su patria”, dijo el comisario. Ahí empecé a temblar. Finalmente me soltaron.
Anhelo ir a mi país. Solo quiero ver a mi familia, que de repente la muerte no avisa. Los sucesos que no han pasado en muchos años pueden pasar en un segundo, como que vino la pandemia, se falleció un hijo mío y no pude verlo. Y no solo ha muerto mi hijo, sino que se han muerto muchos familiares, como 10.
Mi otro hijo vino hace un año para cuidar de su hija. Porque yo ya no puedo trabajar. Siempre estoy espabilándome, pero ya el cuerpo se ha deteriorado más. Le dije que la niña ya es jovencita y que él tenía que venir a ayudarme para que ella se haga firme. Él está de ilegal pues.
Yo misma cocino las comidas de mi país. Acá preparo mi ceviche para todos, y les encanta. Ceviche de pescado. Claro que depende del pescado, el ceviche sale para chupar los dedos.
No tenemos ninguno papeles. Ese es el motivo por el que yo siempre me estoy preguntando, ¿por qué siendo que mi nieta está estudiando acá cinco años, por qué siendo que yo tengo también seis años y he estado trabajando, y no tengo nada? No tengo documentos, no tenemos ninguno.
Lo que no pierdo es la esperanza. Algún día tendré un documento que me sienta decir “estoy legal acá, no estoy ilegal”.
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Qué vergüenza siento por mi país. Mi familia no hubiera salido adelante si mis bisabuelos no hubiesen emigrado a Cuba y, más tarde, mis abuelos a Venezuela. Mi marido es alemán y ha decidido establecerse en España. Ningún problema para él, que es muy rubio y rosadito.
Buscarse la ida más allá de las fronteras que te han visto nacer no debería ser una tortura. Ya es bastante difícil adentrarte en una nueva cultura y dejar atrás a las personas amadas.
Increible fotodocumental! Nos da una perspectiva directa de cuatro personas migrantes que lo están dando todo y más por tener una vida digna, que en muchos casos le ha sido denegada en su pais. Y deja palpable la vergüenza de nuestras políticas racistas y clasistas, denegando el derecho a vivir a gente que quiere tener us proyecto de vida y laboral en España...