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Comunidad LGBT+ en Iraq: “La derrota del Estado Islámico no importa porque enfrentamos violencia por todas partes”

A pesar de la anunciada victoria sobre los jihadistas, la comunidad queer sigue luchando por un derecho a la vida a menudo negadopor familias, milicias y fuerzas de seguridad.

IraqQueer

Ser activista por los derechos humanos en un estado como el iraquí no es una tarea agradable, pero alzar la voz específicamente por los derechos de personas LGBT+ siendo parte del propio colectivo es un riesgo que no todo el mundo estaría dispuesto a asumir. Para el joven Hêma, sin embargo, la disyuntiva nunca fue tal, consciente de que su experiencia había sido cuando menos plácida en comparación con la de sus compatriotas. 

Nacido y criado en la ciudad kurdoiraquí de Suleimaniyyah, abrazando la frontera entre el Estado iraquí e Irán, Hêma asegura que sus padres no son lo suficientemente tolerantes como para aceptar que alguno de sus hijos sea miembro de la comunidad LGBT+, pero apunta que, al menos, forman parte de ese sustrato “relativamente abierto de mente” que configura Suleimaniyyah, la ciudad más liberal de Iraq. Un rayo de luz en la oscuridad.

En su caso, una de las primeras ocasiones en que conoció a alguien que también era gay fue ya con sus primos. “Creo que de algún modo lo presentí”, comenta, refiriéndose a uno de ellos, “así que un día opté por preguntárselo y me dijo que así era”. Para su fortuna, Hêma no tardó en conocer y relacionarse con otras personas LGBT+, lo que les permitió, antes de entrar en la universidad, formar un pequeño círculo. “Soy bastante afortunado”, reconoce ahora, aunque por aquel entonces aún no era del todo consciente de cuánto.

Fue en 2015 cuando todo cambió. Casi por casualidad, Hêma topó con la página web de IraQueer, el primer y único grupo de Iraq centrado en la reivindicación y la lucha por los derechos LGBT+. “Decidí sumarme convencido de que estaba pasado a ser parte de algo mucho mayor”, explica el joven, “y me ayudó a darme cuenta de que no era del todo consciente de las dimensiones del problema que tenemos [en el país]”. “No había nadie informando sobre ello”, continúa, por lo que “¿cómo podía saberlo?”, se pregunta.

Luchando por el derecho a la vida

Conocer con exactitud la dimensión de la represión de que han sido víctimas supuestos miembros de colectivos LGBT+ en el estado iraquí es una tarea difícil.Pero detener que elegir una fecha para comprender la situación actual, quienes trabajan en esta cuestión se retrasan hasta 2003, cuando, de algún modo, Iraq volvió a nacer. Aunque no para todos.

Lanzadas por milicias con discursos fundamentalistas religiosos, aquel año empezaron las llamadas campañas de asesinatos, que se han ido sucediendo casi de forma anual desde entonces. “Todo empieza con una lista”, señala Hêma, “vigilan, localizan a personas que no parecen normales, como chicos con pelo largo o pantalones ajustados, y preparan una lista de nombres”. “Luego publican esa lista, amenazando a todos los que aparecen en ella de que, si no cambian, van a acabar muertos”, añade. Poco después empiezan a matar.

La última campaña de este tipo de que tienen constancia se produjo a principios de 2017, cuando al menos ocho personas, que presuntamente se encontraban en una lista con cien nombres, fueron asesinadas. La magnitud del episodio pasó prácticamente desapercibida, un silencio que solo se rompió cuando trascendió que el actor y modelo iraquí Karar Nushi se encontraba entre los secuestrados, torturados y asesinados por su ‘look gay’.

En el centro de estas campañas se situaba en su momento Muqtada Al Sadr, el líder de la candidatura que se impuso —en alianza circunstancial con el Partido Comunista de Iraq— en las elecciones que celebró el país a mediados de este año. Así, militantes afiliados con su llamado Ejército Mahdi llevaron a cabo en 2009 centenares de secuestros, torturas y asesinatos de hombres supuestamente homosexuales o pertenecientes a lo que definían como “el tercer sexo”, en referencia a hombres que se salían de los códigos de género.

Los asesinatos selectivos se han ido sucediendo y a mediados de octubre un joven bagdadí de unos 15 años fue asaltado y apuñalado mientras los autores grababan

Quien más aparece en los recuentos, no obstante, es la milicia Asa'ibAhl al-Haq, ahora encuadrada en las llamadas Fuerzas de Movilización Popular, un paraguas de grupos armados en su mayoría chiíes que se encuentran ligeramente integrados en el Estado.

Este año no se ha registrado ninguna campaña de este tipo, pero los asesinatos selectivos se han ido sucediendo, particularmente en Bagdad y Kirkuk. En esta línea, a mediados de octubre un joven bagdadí de unos 15 años fue asaltado y apuñalado varias veces mientras los autores grababan el crimen, lo que llevó a algunos iraquíes a alzar su voz en las redes.

Un ruido que contrastó con el silencio sepulcral de un gobierno que ni condenó el ataque de inmediato ni se le esperaba, puesto que solo en contadas ocasiones grandes líderes políticos y religiosos han dado ese paso.

A pesar de tratarse de los casos más extremos de violencia contra los colectivos LGBT+, la asiduidad de las campañas y la incapacidad del Gobierno de abordar la cuestión de raíz denotan que estas son solo el reflejo más visible de una cotidiana y extensa violación de derechos que marca la vida personal, familiar, social, legal y económica de sus miembros.

“No hay límites de hasta dónde pueden llegar estas prácticas, ya que no existe ninguna ley que proteja a la comunidad LGBT+ y no hay conocimiento sobre esta comunidad, por lo que, si no hay ni ninguna ley ni nadie dispuesto a ayudarte, la gente tendrá derecho a hacer lo que quiera y tú no podrás acudir a nadie porque no lo hay”, achaca Hêma.

Las víctimas de esta violencia más explícita suelen ser transexuales y gais, pero las mujeres lesbianas a menudo afrontan su situación en silencio y aisladas, ya que, tal y como recoge IraQueer en un estudio elaborado en 2018 con más de 250 personas LGBT+, es habitual que estas sean obligadas a casarse con un hombre y a quedar invisibilizadas.

Layla, una chica de Bagdad de 21 años, pudo escapar a tiempo a pesar de las amenazas de sus padres y actualmente reside en Alemania. “Tu voz como mujer no es escuchada y cuando te encuentras en peligro nadie te escucha y no puedes escapar o abandonar tu casa tan fácilmente”, relata a El Salto por correo. “Simplemente no puedes hacer nada”.

Por este motivo, no es de extrañar que los principales autores de esta violencia sean no solo milicias sino también las familias de las víctimas, que entre ambas son responsables de casi seis de cada diez episodios violentos registrados por IraQueer entre 2015 y 2018. Por detrás suyo se encuentran las fuerzas de seguridad del Estado y, cerrando la lista, el Estado Islámico (EI), al que responsabilizan de solo uno de cada diez de estos crímenes.

Karar Nushi Actor Iraqui Asesinado
El modelo y actor iraquí, Karar Nushi, asesinado asesinados por su ‘look gay’.

Desde la organización son conscientes de las limitaciones de contabilizar todos los casos, pero consideran que las cifras que ofrecen reflejan una tendencia que creen que se ajusta a la realidad sobre el terreno. “No creemos que los crímenes cometidos por las familias y el gobierno estén muy por detrás [de los cometidos por grupos armados]”, apunta a este medio Amir Ashour, Director Ejecutivo de IraQueery refugiado en Suecia.

“Aunque el EI sea [un grupo] extremista, el resto del país tampoco es seguro para las personas LGBT+, de modo que, por lo que a la comunidad LGBT+ respeta, ningún lugar en Iraq es seguro”, desliza Hêma, que continúa: “Por este motivo no creo que para la comunidad LGBT+ importe la derrota del EI porque aún enfrentan violencia por todas partes. Simplemente es que el EI filmaba, publicaba y mostraba a la gente [los crímenes], mientras que en comunidades aisladas no se hace viral y la gente no sabe lo que ocurre.”

“[La violencia] aún sigue, aunque ahora sea por parte de la comunidad y antes fuera el EI u otras milicias”, coincide Layla, de modo que al final “no importa ni el grupo ni el problema porque todos ellos acumulan mucho odio contra nosotros.”

Hêma, joven LGTB+, cree que no es difícil disimular estos crímenes: “Por ejemplo una familia puede matar a su hijo y luego decir que fue un suicidio o un accidente”

Quienes tampoco se escapan de esta violencia son los kurdos del norte del Estado iraquí, a pesar de haberse forjado el áurea de ser más tolerantes.

“No es difícil disimular estos crímenes”, considera Hêma, “por ejemplo una familia puede matar a su hijo y luego decir que fue un suicidio o un accidente”. En este sentido, el joven asegura que recientemente recibieron una filtración -que aún siguen estudiando- en la que una trabajadora social de una prisión de Suleimaniyyahles reveló que calcula que sobre un 30% de los hombres con los que trabaja están allí realmente por su orientación sexual.

Como con sus homólogos iraquíes, el silencio de las autoridades kurdas suele ser total. “El Gobierno Regional del Kurdistán (KRG, por las siglas en inglés) tiene muchos aliados occidentales y quiere mantener su buena reputación y una imagen mejor que la de Iraq, por lo que van con cuidado y no quieren que los casos se publiquen”, apunta Hêma.

No habrá Iraq sin LGBT+

A pesar de las enormes dificultades que enfrenta la comunidad LGBT+ en Iraq, IraQueer es presumiblemente una de las organizaciones de estos colectivos mejor articulada y más activa de toda la región, y aunque no cuentan con muchos miembros, han sido capaces de apuntarse notables logros en su incansable lucha por defender sus derechos.

El recurso más inmediato que ponen a disposición de personas LGBT+ que lo requieran son casas seguras a las que puedan acudir en casos de emergencia, algo que no sería posible si no hubiese un nutrido tejido con otros grupos aliados que consideran “crucial”.

Su objetivo, sin embargo, va más allá de urgencias, y por este motivo dedican importantes esfuerzos en elaborar y difundir material para generar consciencia y para que los propios miembros de estos colectivos puedan tener acceso a información. “En muchos lugares de Iraq la gente solo sabe hablar árabe o kurdo, por lo que no pueden simplemente ir a YouTube y ver a alguien que es parte de la comunidad”, detalla Hêmapara justificar que esta parte de su labor es importante “porque compartimos material en su idioma”.

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Como parte de esta tarea también buscan incidir de puertas afuera, y en este terreno su blanco principal son los medios de comunicación, en particular la televisión, de donde se estima que un 91% de los adultos iraquíes consume las noticias. “Apretamos a los medios para que usen una terminología más precisa y neutral cuando hablan sobre gente LGBT+”, explica Ashour, lo que ha surtido efecto con algunas de las grandes cadenas del país, como Al-Sharqiya: “Si conseguimos que hagan una representación neutral tendrá un impacto en la manera como la sociedad ve al colectivo”, añade Hêma.

El mayor tanto a nivel internacional, a su turno, se lo apuntaron en 2010, cuando Iraq se convirtió en el primer país árabe en acceder a las recomendaciones referidas a orientación sexual e identidad de género planteadas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU después de que evaluase a Iraq en su Revisión Periódica Universal (UPR), elaborada cada cuatro o cinco años. Una victoria que se repetiría en 2014 y que condujo a IraQueer a apostar por presionar a su país a través de organismos internacionales.

“Elegimos ese camino porque queremos que el gobierno iraquí sepa que estamos observando, y que no pueden simplemente aceptar las recomendaciones delante de la comunidad internacional y luego no implementarlas a la práctica”, asevera Ashour.

Para Hêma, Layla y Ashour, todo el trabajo que llevan a cabo trasciende al propio colectivo y aspira a construir una Iraq en común con la participación de personas LGBT+.

“Si Iraq no aborda los problemas particulares de las comunidades LGBT+ no va a reconstruirse del todo después del Estado Islámico”, considera Layla, “puede que lo haga hasta un cierto punto, pero cualquiera que este sea estaría lejos de ser un lugar perfecto en el que vivir”. “Para evolucionar y reconstruirnos [como país] necesitamos considerar a todo el mundo y concederles a todos sus respectivos derechos”, agrega Hêma.

Ashour, a su vez, asegura que están preparados para seguir hasta al final: “A pesar de todas las dificultades y todas las amenazas que sufrimos como personas LGBT+ en Iraq, aún seguimos luchando”, advierte. “Aún nos levantamos cada mañana, y algunos luchan persiguiendo sus sueños para convertirse en médicos o ingenieros, mientras otros trabajan plenamente en la defensa derechos humanos; pero todos luchamos por seguir vivos.”

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El espacio de libertades abierto en el país en 2011 fue aprovechado por el colectivo para mejorar su organización, y a pesar de haberse cerrado brutalmente, aún consiguen hacer oír su voz y cuentan con algunas victorias en el terreno médico y social.

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