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Música
La herejía de Kanye West
Desde enero de 2019, Kanye West organiza los Sunday Services, misas góspel que se celebran en diferentes lugares junto con el coro que le acompaña y que, durante el confinamiento, se han emitido online. Un viraje que muestra una tendencia cultural del rap mainstream.
Kanye West tiene la cabeza agachada y los ojos cerrados. A su alrededor, un coro góspel de unas cien personas eleva sus voces hacia el cielo. Sus miembros levantan los brazos, tiemblan de emoción, se enjuagan las lágrimas que les caen por las mejillas. West coge el micrófono y rapea. Habla con dios. Le dice que no va a volver a caer en las trampas del diablo, que ha encontrado el camino hacia Él. El público graba con sus móviles y corea los temas. Los conocen, la mayoría pertenecen al noveno disco de West, Jesus is King, y al primero que sacó con el coro de gospel que le acompaña, Jesus is Born. Otros son versiones de canciones anteriores, también temas de otros cantantes. La escenografía y la música hacen pensar en un servicio religioso, y eso es exactamente lo que es: desde enero de 2019, West organiza los Sunday Services, misas góspel que celebra en diferentes lugares junto al coro que le acompaña y que, durante el confinamiento, se han emitido online.
En el año y medio que ha pasado desde que comenzaron a celebrarse, nadie ha sabido muy bien cómo tomárselas. Muchos medios lo han visto como una excentricidad más de un personaje que acumula cientos de provocaciones, declaraciones estúpidas y beefs históricos. Basta conocer un poco la trayectoria mediática de West para que no sorprenda demasiado la idea de que monte una secta. Otros medios, como la revista Rolling Stone, han visto en los Sunday Services una forma más de sacar pasta por parte de la máquina de producir billetes que es el matrimonio West-Kardashian. El merchandising de los eventos, con calcetines serigrafiados con la frase “Jesus Walks” a 14 dólares, y las ventajas fiscales que tienen las organizaciones religiosas en Estados Unidos parecen buenos incentivos para que a West le dé por la religión. Por su parte, los conservadores cristianos lo ven como una buena historia de redención que vender, y los fans como una forma de escuchar a su ídolo en directo.
Los Sunday Services tienen su parte de provocación, producen beneficios económicos, se ajustan a valores que pertenecen sobre todo a la derecha conservadora cristiana y funcionan como conciertos para los fans
En realidad, lo más probable es que todos tengan razón: los Sunday Services tienen su parte de provocación, producen beneficios económicos, se ajustan a valores que pertenecen sobre todo a la derecha conservadora cristiana y funcionan como conciertos para los fans. Pero también son algo más: una muestra de la búsqueda de sentido hacia la que se dirige desde hace unos años buena parte del rap actual.
Durante más de dos décadas, el hip hop, sobre todo el estadounidense, ha sido el género musical por excelencia del consumismo exacerbado. Las letras de los temas, los videoclips que los acompañaban y la propia estética de los raperos estaba llena de coches caros, marcas de lujo, collares de oro, fajos de billetes y llamamientos a comprar sin descanso. En una sociedad donde tu valía como sujeto se determina por el dinero que tengas, es lógico que chavales que venían de estratos marginados se pusiesen a gastar como locos en cuanto veían algo de dinero, pero el efecto era problemático y bastante devastador en sus fans, que no tenían ese dinero pero a los que se animaba a interiorizar los valores más aborrecibles del capitalismo. Por supuesto, no todo el rap ha sido así, ahí tenemos ejemplos tan notables como Public Enemy o Wu Tang Clan, que han mantenido otra línea, pero sí ha sido una tendencia preocupante.
Drake y Kanye West fueron los ejemplos más conocidos del cambio en esa tendencia. Ya se habían comprado todo lo que se podía comprar, así que sus letras empezaron a girar hacia lo que el crítico Mark Fisher llamó “tristeza hedonista”, esa sensación de vacío que queda después de que la fiesta se haya acabado. A principios de la década de los diez, West y Drake exploraron ese vacío y compusieron temas impregnados de una mezcla de melancolía, hedonismo, frustración y conflicto consigo mismos. La estética seguía siendo lujosa, pero por lo general se trataba de un lujo menos excesivo, más sobrio y contenido. Ya no eran chavales mostrando que se habían hecho ricos, ahora ya eran simplemente ricos que además no eran demasiado felices. Sin embargo, a finales de la década, esa sensación compartida de pérdida de sentido que estaban reflejando en sus temas parece haberse hecho una carga demasiado pesada. Y West ha encontrado a dios.
El viraje de West hacia la religión en este último año es una muestra de una tendencia cultural compartida que se está reflejando en el rap mainstream cada vez con más fuerza y que se basa en una búsqueda de sentido a través de la espiritualidad tras el vacío de principios del siglo XXI. Es cierto que West ha hecho referencias a la religión desde el principio de su carrera y que esta no ha sido completamente ajena al hip hop, pero el agotamiento cultural de esa tristeza hedonista de la que hablaba Fisher parece cada vez más evidente, lo que hará probable que se agudice esa necesidad de llenar el vacío.
En este último año, West ha llevado más lejos que nadie esa corriente de espiritualidad que ya estaba en su disco The Life of Pablo, en Coloring Book de Chance the Rapper o en To Pimp a Butterfly de Kendrick Lamar, todos de 2015 y 2016. El propio Chance también ha continuado en The Big Day (2018) con la misma influencia góspel que maneja West, y lo mismo ha sucedido con Bible of Love (2019) de Snoop Dog. El nuevo disco de West, que cuando escribo esto está a punto de salir, no parece tampoco un cambio de tendencia: después de Jesus is King dijo que solo haría música cristiana y a juzgar por los títulos de tracks como “God’s Country” o “Lord I Need You” parece que va a cumplirlo. Como todas las tendencias culturales, tendrá distintas vertientes y formas de expresarse, pero parece que ha llegado para quedarse.
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Que el Kanye con gorra de MAGA ni roce el artículo tiene un nombre para describirlo. Bullshit.