We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Deuda
El Sadar no es una casa como las demás
Tras la oposición a la recompra del estadio de El Sadar, surgen varias preguntas: ¿Por qué las diferentes haciendas no tienen la misma consideración con otros contribuyentes? ¿Por qué a otras personas y entidades no se les ofreció la posibilidad de recuperar sus inmuebles en el futuro?
Hace poco se conocieron las intenciones de la directiva del Club Atlético Osasuna podría comprar al Gobierno de Navarra el Estadio del Sadar. Porque aunque ese equipo disputa como local sus partidos en ese estadio, actualmente no es su propietario.
A estas alturas ya es conocido que durante algunos años Osasuna no pagaba los impuestos que las leyes le imponían, y ni la Hacienda de Navarra puso especial énfasis en cobrárselos. La deuda creció de manera desorbitada y llegó un momento en que el Gobierno de Navarra no tuvo otra forma de cobrar que aceptando el traspaso del estadio de fútbol. Por las propias características del bien inmueble aceptado como pago en especie, sólo podía beneficiarse de ese bien la entidad deudora, lo que impidió que el Gobierno de Navarra hubiese cobrado en líquido esa parte de la deuda. Un dinero que podría haberse destinado a fines sociales, en un momento en que la supuesta crisis-estafa hizo estragos en las clases sociales más desfavorecidas. Porque siendo injusto el trato de favor que se hizo para con Osasuna, más lo era en ese contexto social de penurias en que se llevó a cabo.
La cruda realidad es que hubo personas que fueron desahuciadas de sus pisos, e incluso debían parte de la deuda a las entidades bancarias. Mientras, ese club de fútbol ha podido utilizar ese estadio como “su casa”. Además de que le restaba parte de su deuda.
Durante la reciente asamblea de socios y socias compromisorias, el esperpento todavía llegó a más. La junta directiva actual mantuvo una posición favorable a comprar el estadio al gobierno. Sin embargo, fueron los propios socios y socias quienes se opusieron a ello aduciendo fundamentalmente dos razones. La primera, que se ponía en riesgo la estabilidad financiera del club. La segunda, que ese dinero podría emplearse en mejorar el proyecto deportivo del equipo. Un desprecio total a que se compensase de esta manera la deuda con Hacienda, es decir, con todos y todas las navarras. Pero hay más, también esperando de forma sibilina a que sea el propio Gobierno de Navarra quien pague unas futuras obras que el negocio de la Liga de Fútbol Profesional obliga a acometer en el interior del estadio. Simplemente bochornoso.
De todas las maneras, e independientemente de que se lleve a cabo el traspaso de la titularidad del estadio del gobierno a Osasuna, la mera posibilidad de que esto finalmente sea así hace preguntarse algunas cosas: las personas que durante este periodo de supuesta crisis-estafa han perdido sus casas, ¿van a poder recuperarlas? ¿Por qué las diferentes haciendas no tienen la misma consideración con otros contribuyentes? ¿Por qué a otras personas y entidades no se les ofreció la posibilidad de recuperar sus inmuebles en el futuro? ¿Por qué el gobierno aceptó como pago un bien en especie del que sabía perfectamente no podría subastar, y del que sólo se iba a seguir beneficiando la entidad deudora? ¿Por qué personas, PYMEs, pequeñas sociedades… se han ido a pique, mientras que grandes contribuyentes, debiendo infinitamente más dinero que las anteriores, han sobrevivido? Las leyes, ¿se aplican por igual para todas las personas y sociedades? ¿Cabe creerse que somos todas iguales ante la ley si el Parlamento navarro aprobó una ley “ad hoc” para salvar exclusivamente a Osasuna?
Se podrá argumentar que si en el futuro Osasuna hace un pago en metálico al Gobierno de Navarra quedará saldada la deuda, pero, en todo este tiempo, solo en la Comunidad foral centenares de familias y pequeñas empresas se han hundido. Ahí reside la trampa. Mientras que con unos pocos se ha sido condescendiente y se les ha permitido sobrevivir, a la inmensa mayoría no se les ha tratado de la misma manera y se han quedado por el camino. Curiosamente, en estas últimas se incluyen la inmensa mayoría y los más desfavorecidos.
Todas estas deudas y todo este “pastel” se cimentó en aquella lejana época de supuestas “vacas gordas”. En aquel periodo se nos etiquetaba de “plataformas del no” a quienes nos oponíamos a todo esto. Nos veían como los raritos y raritas de la película a quienes pensábamos que ese crecimiento desmesurado y sin ninguna base sólo nos podría conducir al desastre.
De la frase “no podemos conceder prestaciones sociales porque no recaudamos lo suficiente para poder prestarlas” se esconde el hecho de que, ya sólo aplicando las míseras leyes actuales, se podría recaudar mucho más de lo que se recauda, pero solo hace falta un poco de voluntad por cobrarlas y no dejar prescribir las deudas, como llegó a reconocer un ex presidente del Club Atlético Osasuna en un coloquio televisivo.