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Gobernar no sale gratis a los partidos populistas de derecha. De forma general, no sale gratis nunca a ninguno, pero a este tipo de partidos la penalización suele ser mayor. Sin embargo, en el laboratorio político por antonomasia, Italia, la situación parece darse al revés, y el Salvini ministro del Interior jamás se imaginaría que iba a perder, de media, casi 10 puntos de intención de voto, o que pasaría de ser el segundo líder mejor valorado al cuarto en la oposición. Entre el Salvini ministro y el Salvini opositor no solo distan nueve meses, sino un conjunto de maniobras políticas y shocks internacionales importantes. ¿Qué le está pasando a Salvini?
Hagamos un repaso rápido. En pleno verano del 2019, con una Lega en torno al 36% de intención de voto (máximo histórico), ya se empezaba a vislumbrar estrategias soterradas por parte de Salvini para buscar la ocasión perfecta para convocar elecciones y sustituir al Movimento 5 Stelle como partido con más votos de Italia. La jugada le salió mal por dos motivos. Primero, por un mensaje auto-justificatorio que no consiguió vender ni a su propio electorado (¿cómo era posible que el programa del Gobierno no tuviera más alcance con solo un año en el poder?). Segundo, y principalmente, porque los “grillini” dieron dos vueltas de campana aceptando gobernar con el Partido Democrático. El enemigo “establishment” de la formación amarilla.
La coalición anti-natura entre Di Maio (exsecretario del M5S) y Zingaretti (secretario general del PD) cogió a Salvini con el pie cambiado. No era la peor de las noticias en tanto que daba alas a su mensaje de que todos, excepto él, eran iguales y servían a un mismo amo y señor (Bruselas), pero por dentro estaba desquiciado. Entre seguir llevando la batuta en el Gobierno con un Di Maio empequeñecido y entrar en la oposición con el 17% de los votos, le tocó quedarse con la peor opción, la segunda. La tregua oficial (en redes Salvini y su legión seguían dando guerra) acabó en enero, cuando la Lega encontró el caramelo del pastel: las elecciones regionales de Emilia-Romagna.
Escindido del Popolo della Libertà de Berlusconi, Fratelli d'Italia tiene raíces con Alianza Nacional, sucesor del posfascista Movimiento Social Italiano
Salvini no pretendía engañar a nadie, su objetivo no era la región roja, sino hacer caer a un Gobierno de coalición precario (falta de entendimiento y apenas tres meses gobernando). Varios puntos jugaban a favor de la repetición electoral si la región caía ante Salvini. Un Partido Democrático en el poder que estaba, tras más de un año de las elecciones generales, recuperando algo de terreno en las encuestas. Un Movimento 5 Stelle totalmente desorientado y que se había dejado la friolera de 18 puntos desde el 2018. Y una candidata, Lucia Borgonzoni, que articuló una campaña al estilo “grassroots”. Los resultados para Salvini fueron realmente sorprendentes, pero insuficientes.
El líder de la Lega se quedó a las puertas del castillo. Dos elementos fueron esenciales para que las defensas aguantaran. Una sociedad italiana cada vez más reactiva contra su figura (las famosas por aquél momento “Sardinas”) y un candidato del centro-izquierda que supo alejarse a tiempo de todo lo que en Italia empieza a restar más que a sumar (siglas de partido, coaliciones electorales homogéneas, una imagen gerontocrática y anquilosada). La lista de la derecha se quedó a ocho puntos de la izquierda. Salvini volvió a la tregua aparente.
Llegamos a la fase crucial que cada vez está sangrando más a Salvini: la crisis sanitaria. No es ninguna sorpresa que la pandemia cogiera desprevenido a todos los políticos, pero el saldo negativo en intención de voto desde marzo (-4% desde finales de febrero) es preocupante para el exministro del Interior. En contraposición, el Gobierno se ha visto escuetamente reforzado. Sin embargo, la principal consecuencia ha sido el despertar del monstruo a la derecha de Salvini, Fratelli d’Italia.
La formación con tintes extremistas y populistas no es en absoluto nueva en el país transalpino. Escindido del Popolo della Libertà de Berlusconi, Fratelli tiene raíces con Alianza Nacional, sucesor del posfascista Movimiento Social Italiano. Desde entonces la formación ha pasado del 1,9% (2013) al 4,3% (2018). No obstante, desde que Salvini emprendió su viaje hacia el centro en su ambición de hacerse con la hegemonía de la derecha italiana, Fratelli se alimentaba de los restos que dejaba a su derecha. Un monstruo empezó a crecer. En la actualidad, de media en las encuestas, el partido extremista se sitúa en un cómodo 14%, a dos puntos del líder mayoritario del Gobierno, el M5S. Y gran parte de esta proeza se debe a su lideresa: Giorgia Meloni.
Desde el comienzo de la pandemia, tanto Salvini como Meloni han iniciado una batalla soterrada por el control de la agenda política por parte de la derecha. Uno lucha para tapar la perforación que la salida del gobierno le ocasionó. Otra para seguir ensanchando la brecha del otro. Y Meloni lo tiene claro. Ahora que tiene más atención, es la hora de polarizar y endurecer el mensaje. Mientras Salvini estaba cerrando filas con el gobierno por la pandemia, Meloni empezó su campaña en redes contra la Unión Europea, donde hablaba de cómo la Unión pretendía ponerles una “soga al cuello”, afirmaba que la “paciencia se ha acabado” y exigía que les fuera vuelto a los italianos “nuestro dinero”.
Salvini empezó a ponerse nervioso. Rompió filas con el gobierno, se distanció de la labor de Conte y retomó sus famosas “performances”. La que dio más juego fue la ocupación del Senado, donde varias decenas de diputados de la Lega pasaron toda la noche en la cámara alta. Su misión fue hacer directos en sus distintas redes para vender cómo de mal lo estaba haciendo el gobierno italiano. Ahora, sin embargo, Meloni se ha vuelto a adelantar a Salvini anunciando una manifestación, respetando las medidas sanitarias, contra la acción del gobierno. El líder de la Lega rápidamente tuvo que actuar en sus redes anunciando la misma manifestación “por el orgullo italiano”, para ponerse la medalla y no quedarse atrás en uno de los medios, las redes sociales, que más rédito político le han dado en los últimos años.
Se han producido dos consecuencias directas. La primera es el deterioro de la figura política de Salvini, que ha tenido como contrapartida el relanzamiento de Conte y Meloni. Salvini deja así de ser el hombre fuerte de Italia tanto en apoyo electoral (lejos queda ya su 36% de agosto) como en valoración personal. Mientras que el gobierno y Conte están en unos niveles de confianza que no se veían desde hace años (58 y 66% respectivamente a finales de abril, según Ipsos), la confianza de Salvini baja más de 20 puntos hasta el 29%. Meloni mejora y se consolida. El exministro de Interior ha pasado de ser el segundo líder mejor valorado antes de la pandemia a ser el cuarto.
El péndulo en Italia se mueve cada vez más a la derecha. Si en las elecciones del 2018 los bloques estaban bastante emparejados, ahora el bloque de la derecha, con un Salvini que sigue primero y una Meloni cada vez más fuerte, está cerca de acaparar el 50% del voto total, con un bloque populista en desintegración y una izquierda que, aunque la vuelta al gobierno le siente bien, no consigue recortar distancia con el primero. Italia, como ya ocurriera en los años 90, se encamina hacia un largo desierto político, donde la izquierda desubicada tiene que tener más objetivo y ambición que impedir que Salvini vuelva al Palacio Chigi.
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Perdón, corrijo, no había leído bien. Nadie ha dicho que Salvini fuera de "fratelli d'italia".
Error mio
Señores, Salvini no pertenece al partido de "fratelli d'italia".
Salvini es el representante del partido politico "Lega" antigua "Lega nord".
Fratelli d'italia es otro partito politico siempre de extrema derecha.
Quizá Ilaria prefiera a Jaime, ¡pero qué acierto de artículo! ¡Qué finura de análisis! Gracias, Daniel, por retratar de esta manera el país que yo te enseñé.
Jaime siempre me conquistó por su labia y su sentido del humor, pero tras leer estas maravillosas líneas, ¿¡qué he de hacer?!
Estoy confusa; me hallo aturdida y alelada. No sólo por la calidad analítica de Daniel, sino por su calidad en otros sentidos - y su calidez, por supuesto -. Sí, finalmente me he decidido: Daniel, Martina no valora tu uso del gráfico tanto como yo; VIENI QUA.
Nunca ha tenido ninguna ideología este que digamos hombre, era comunista y le daba al porro, no es más que un mercenario.