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Pridnestrovie, suspiros soviéticos

Sin una identidad nacional construida, los transnistrios se debaten entre sentirse afines a Moldavia, cercanos a Rusia o soviéticos.
Busto de Lenin

La actual República Moldava de Pridnestrovie, también conocida como Transnistria, formó junto a Moldavia durante casi 50 años la República Socialista Soviética de Moldavia. Tras la caída del bloque soviético declaró su independencia, pero después de 20 años de lucha aún mantienen su estado de territorio segregado no reconocido por ningún país de la ONU. Con su propia matrícula, pasaporte y divisa, tratan de construir una identidad nacional que les aporte unidad y fortaleza para mantener su ambición de ser una nación a ojos de la comunidad internacional.

La descomposición de la Unión Soviética fue vista por Occidente como una gran oportunidad para incorporar nuevos socios en lugares clave, 14 nuevas repúblicas nacían y la carencia de identidad nacional era el condicionante sobre el que basar la estrategia. A finales de los 80, las repúblicas ya aprovechaban la decadencia del Gobierno soviético para ir tomando medidas que allanaran el camino para su autodeterminación. En el caso de Moldavia, sus vínculos históricos con Rumanía iban a tomar especial protagonismo, algo que comenzó a evidenciarse cuando en 1989 se aprueba en Chisinau sustituir el alfabeto cirílico por el latín y establecer el idioma moldavo como único del Estado, relegando así a ruso a un segundo plano. En ese momento comenzaría una campaña para impulsar la identidad prorrumana como estrategia para diferenciarse del carácter ruso.

“Un día que volvía de Bucarest en tren, reparé en que los estantes para el equipaje estaban repletos de libros. Pregunté de qué se trataba y me respondieron que eran la literatura de la verdad. Me dieron un ejemplar y me asombró descubrir que era propaganda destinada al enaltecimiento nacionalista rumano”, comentaba G.S., mujer residente en Chisinau, cuya madre de origen ruso mantenía en 1990 una relación con un hombre moldavo que la abandonaría tras recibir amenazas: “Le dijo a mi madre que en su empresa le habían advertido que sería despedido si continuaba viéndose con una chica rusa”.

La supresión del idioma ruso y del alfabeto cirílico, junto a los brotes nacionalistas, motivó que éstos se desplazaran a Pridnestrovie

Esta campaña destinada a alejar Moldavia de Rusia utilizando como pretexto el ensalzamiento de lazos históricos con su vecino rumano se intensificó cuando se ofrecieron cuantiosas sumas de dinero a los principales escritores del país para que escribieran alentando la causa. Esta circunstancia llegó al extremo del surrealismo cuando la poeta moldava Leonida Lari, que hasta entonces centraba sus versos en Lenin y la apología de la identidad moldava, se divorció de su marido ruso dejando con él a sus dos hijos y se casó con el monumento de bronce del príncipe Esteban III del Moldavia. La boda fue oficiada por el padre Buburuz Peter sin el consentimiento de la Iglesia ortodoxa, que inmediatamente después le impediría seguir ejerciendo sus funciones. “Un día vi a Leonida en una parada de autobús. Dos mujeres que paseaban con un ramo de flores al verla se abalanzaron sobre ella y comenzaron a golpearla con el ramo mientras exclamaban: ¡No somos rumanas, somos moldavas!”, relata R.O., anciana moldava. En 1992, Leonida Lari se trasladaría a Bucarest, donde tan sólo dos meses más tarde fue nombrada miembro del Parlamento rumano, cargo que mantendría hasta 2008, tres años antes de morir, dejando así viuda la estatua de Esteban III.

La supresión del idioma ruso y del alfabeto cirílico, junto a los brotes nacionalistas y maniobras para excluir a ciudadanos rusos, motivó que éstos se desplazaran a Pridnestrovie, la zona oriental de la todavía entonces República Soviética de Moldavia, donde en septiembre de 1990 realizaron su proclamación de independencia y comenzaron a formar su Ejército. Desde Rusia se apoyaría y ensalzaría el movimiento de emancipación, ilustrado en Boris Yeltsin enviando un claro mensaje a finales de 1991: “Tomad tanta libertad como podáis”. Las represalias moldavas no tardarían en llegar.

1992: cinco meses de guerra irracional

Tras su declaración de independencia en 1991, Moldavia compuso su propio Ejército aprovechando el armamento y logística heredados de la época soviética y se propuso recuperar Pridnestrovie.

En Bendery, una de las principales zonas de conflicto, la ofensiva por parte de las fuerzas moldavas secundadas por el Ejército rumano pilló a toda la ciudad completamente por sorpresa. Un radiante día de julio en el que las familias celebraban junto a sus hijos el fin del curso escolar, varios testigos entrevistados aseguran que en cuestión de minutos el centro de la ciudad fue tomado por soldados moldavos y rumanos disparando por doquier y dejando decenas de civiles asesinados a su paso. Nadezhda, una mujer de mediana edad residente de Bendery, comenta: “Estábamos atrapados como conejos en una jaula. Dispararon sin piedad incluso a ancianos y niños, contra los que cometieron atrocidades terribles”.

Tras cinco meses, el Ejército moldavo cesó sus ofensivas y la guerra concluyó. Pridnestrovie afrontaba ahora su futuro como territorio independiente

Mientras Bendery se sumía en el caos y la acometida avanzaba a través del estratégico puente sobre el río Dniéster, en Tiráspol, actual capital de Pridnestrovie, se desconocía la situación a pesar de estar tan sólo a siete kilómetros de distancia. Las tropas transnistrias se habían formado hacía apenas un año y tenían todo en su contra, pero gracias al apoyo del Ejército ruso lograron restablecer el control de su territorio.

Tras cinco meses, el Ejército moldavo cesó sus ofensivas y la guerra de Transnistria concluyó. Pridnestrovie afrontaba ahora su futuro como territorio independiente y con el amparo ruso guardaban la esperanza de lograr una autonomía y reconocimiento internacional que permitieran su progreso y desarrollo como nación. Sus perspectivas eran demasiado optimistas.

La complejidad de vivir en un país que no existe 

En la actualidad tan sólo es reconocido como país independiente por tres territorios segregados de Rusia que a su vez no son admitidos por la ONU. A pesar de ello los ciudadanos de Pridnestrovie tienen su propia matrícula, pasaporte y divisa, el rublo transnistrio. 

Tan sólo hay dos países que reconocen su matrícula y a los que pueden desplazarse con sus vehículos, Ucrania y Moldavia. En caso de querer viajar al extranjero en coche, su única alternativa es desplazarse a cualquiera de estos dos países y una vez allí alquilar otro automóvil. Y a pesar de que su pasaporte no está reconocido en ningún país, es el documento identificativo que los ciudadanos de Pridnestrovie están obligados a llevar consigo y a utilizar en cualquier trámite burocrático.

Para poder viajar o trabajar fuera han de conseguir otro pasaporte, siendo el ruso, ucraniano o moldavo los más factibles de obtener. Desde el pasado abril, un nuevo ingrediente se añadió a la ecuación, pues desde entonces los habitantes de nacionalidad moldava pueden desplazarse por los países miembros de la Unión Europea sin necesidad de visado. Este hecho ha multiplicado el número de habitantes de Pridnestrovie que cruzan la frontera para tratar de conseguir un pasaporte moldavo.

Respecto a su divisa, lo positivo es que es realmente estable, ya que no está conectada con ninguna transacción internacional. Lo negativo es todo lo demás. Al ser una moneda no reconocida fuera de su territorio, las tarjetas de crédito internacionales no son aceptadas para realizar ningún pago. Si se pretende retirar dinero en efectivo desde un cajero, ha de realizarse en euros, dólares o rublos rusos, y posteriormente cambiar a la moneda local en las casas de cambio, oficinas con un gran protagonismo y actividad, ya que, por si fuera poco, los propios ciudadanos de Pridnestrovie reciben su salario en rublos rusos y tienen que acercarse a cambiar dinero cada vez que quieran realizar una compra.

Esta enrevesada situación ha creado un escenario complejo para la actividad económica, propiciando así un panorama oportuno para operaciones comerciales irregulares.

Un comunismo simbólico, una economía exigua

Nadezhda comentaba: “Me gustaba trabajar de enfermera, pero tan sólo ganaba 75 euros al mes, por lo que cambié de trabajo. Ahora gano 120 como conductora de autobús y todo es mucho más sencillo”. Y es que el estipendio medio mensual en Pridnestrovie es de tan sólo 175 euros, a lo que Nadezhda matiza: “Aunque nuestros sueldos son bajos, los precios también lo son, por lo que nuestra vida es estable”. Y añade que “es normal que todo el mundo quiera emigrar a Rusia, pues allí los salarios son tres veces más altos”.

Dada su condición de territorio segregado no reconocido a nivel internacional, supone el emplazamiento de paso idóneo para actividades comerciales fraudulentas, ya que es complicado mantener el control de las transacciones tanto de bienes como de dinero. El tráfico ilegal de carne, alcohol y tabaco son prácticas más que habituales. Se importan bienes de baja calidad o directamente descartados por alguna deficiencia, reconvirtiéndolos más tarde en productos que serán exportados a través de Moldavia con normalidad. Es un territorio que funciona como un agujero negro y se mantiene por resultar conveniente para el gran número personas de diferentes estratos que salen beneficiadas por el círculo de sobornos necesario para pasar todos los controles fronterizos y estatales. 

El tráfico ilegal de carne, alcohol y tabaco son prácticas más que habituales

Según un estudio del Eubam (misión de la UE para lidiar en la frontera entre Moldavia y Pridnestrovie), teóricamente cada ciudadano transnistrio consume la disparatada cantidad de ocho kilos de pollo a la semana y fuma más de doce cajetillas de cigarrillos (en España la media está en poco más de dos).

Aunque las exportaciones desde Pridnestrovie son escasas, suponen una importante inyección económica, concentrándose principalmente en textiles, alcohol y caviar negro, que encuentra en Oriente Medio su cliente más frecuente. No obstante, al no estar reconocido como nación, la exportación ha de realizarse siempre a través de etiqueta moldava, lo que genera la incongruencia de enriquecer con su trabajo al país del que precisamente se han segregado.

Hablar de economía en Pridnestrovie es hablar de Sheriff, gigante compañía que acapara los primordiales focos de actividad comercial. Bajo su marca operan la principal red de supermercados, gasolineras, un operador de telefonía, un canal de televisión y el equipo de fútbol de Tiráspol entre otros. Acumulan numerosas acusaciones de práctica monopolista y de recibir favores estatales para poder importar productos tales como cigarrillos, azúcar, té, café, alcohol o carne pagando la mitad de las tasas establecidas para dichos artículos. En el caso de los cigarrillos, Sheriff es el único proveedor, y en tiendas de Tiráspol llegan a verse a la venta paquetes de tabaco con el mensaje impreso de “sólo para venta en Duty-Free”. Los representantes oficiales de Kent y Marlboro declararon que no mantienen ninguna relación comercial en Pridnestrovie y, por lo tanto, no entienden cómo ha podido producirse tal situación.

La perspectiva económica del país recibió un estímulo cuando en 2011 el panorama político nacional cambió por completo. En las elecciones presidenciales de ese año, Igor Smirnov sucumbió tras haber estado al mando de la nación durante sus 20 años de historia, cediendo su puesto a un equipo de jóvenes liderados por Yevgeny Shevchuk. “He de reconocer que al principio yo también tenía ilusión, pero han pasado tres años y la situación está incluso peor”, comenta Konstan, un joven trabajador social de Tiráspol.

“Rusia se cansó de Smirnov porque se volvió muy independiente –añade–. Esponsorizaron la campaña del partido de la oposición para que vencieran. Poco antes de las elecciones nadie los conocía”.

Aislamiento diplomático, expectativas desoladoras

A pesar del afán del nuevo gobierno por establecer relaciones diplomáticas que pudieran impulsar su reconocimiento como nación, sus esfuerzos han sido en vano. Recientemente, desde Pridnestrovie se siguió con atención el proceso de secesión de Crimea, con las esperanzas puestas en que finalmente la comunidad internacional aceptara reconocer su estatus de país independiente. Nada más lejos de la realidad. Además de mantener su condición de territorio separatista, Rusia ha retirado parte de su estipendio económico al centrar ahora su apoyo en Crimea y los recién autoproclamados Estados de Donetsk y Lugansk.

Pridnestrovie es un país en tierra de nadie sin objetivos diplomáticos a corto plazo, estancado en la decadencia, sin perspectivas ni esperanzas

Además, el tratado de exportación con Moldavia, su único viaducto para generar ganancias, expira en 2016 y las negociaciones para renovar el acuerdo están estancadas. “Cuando el convenio comercial con Moldavia expire, en Pridnestrovie habrá una auténtica catástrofe humanitaria”, explica Dimitri, joven trabajador social de Tiráspol, a lo que añade que “no tenemos todavía ningún sentimiento patrio ni de unidad porque somos un Estado muy joven”.

Los ciudadanos difícilmente pueden tener identidad nacional, pues al ser país creado recientemente carecen de tradiciones y cultura propias. Así, han de optar entre sentirse afines a Moldavia, de la que se han segregado, ciudadanos de Rusia, país que los deja de lado cuando más lo necesitan, o soviéticos, un sueño caído que hace 24 años dejó de existir.

Actualmente, Pridnestrovie es un país en tierra de nadie sin objetivos diplomáticos a corto plazo, estancado en la decadencia, sin perspectivas ni esperanzas, condenado a la incomprensión e ignorancia de la comunidad internacional, que rehúye sus llamamientos para poner fin a una situación absurda, en una tierra donde el sinsentido es tan común que a veces hasta parece tener sentido.

La web de Miguel Ángel Cano Santizo es www.mrchallengefilms.com

 


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