Comercio
China, las máquinas y los empleos

No es casual que China, un país razonablemente famoso por la existencia de mano de obra barata, esté siendo pionero en implementar los supermercados del futuro. De momento, hay personal orientando las compras, metiendo los artículos en bolsas y atendiendo en stands. Pero la cadena de supermercados de Alibaba ya ha advertido que su aspiración es funcionar sin personal

supermercado china
No es casual que China, un país razonablemente famoso por la existencia de mano de obra barata, esté siendo pionero en implementar los supermercados del futuro (FOTO: geralt / Pixabay)

Una de las noticias que está revolucionando el mundo del retail mundial es la nueva forma de hacer la compra en China: máquinas inteligentes, carros de la compra automáticos, menos espacio a la exposición de productos en favor de espacios donde poder probarlos, pago con el móvil y, por supuesto, un refuerzo estratosférico de la venta online.

Las cifras no parecen querer dejar lugar a dudas de que la nueva forma de ir al súper es el futuro: los grandes de los grandes de la distribución en el gigante asiático, como Alibaba, JD.com y hasta Carrefour se han subido al carro del súper del futuro y la venta a través de Internet. Una venta que, por cierto, se multiplicará por cuatro el año que viene en China, según las previsiones de distintas empresas de consultoría. De esto, hay datos, estudios e informes de sobra. Lo que no hay es un análisis serio de las consecuencias socioeconómicas.

Está claro que estas cifras no serían alcanzables sin la introducción de máquinas y la consolidación definitiva del e-commerce. La diferencia es abismal, sobre todo porque en los últimos años la mano de obra en los establecimientos ha ido cada vez a menos, y las nuevas tecnologías permiten agilizar y multiplicar las compras casi a la velocidad de la luz. Más compras y menos personal al frente, en detrimento, claro está, de la atención al cliente, esa gran olvidada que se nos acabará olvidando por completo si no nos paramos a analizar lo que está pasando, antes de que sea demasiado tarde.

Este no es un artículo apocalíptico, sino un convite a la reflexión. No es casual que China, un país razonablemente famoso por la existencia de mano de obra barata, esté siendo pionero en implementar los supermercados del futuro. De momento, hay personal orientando las compras, metiendo los artículos en bolsas y atendiendo en stands que funcionan a modo de restaurante. Pero pronto habrá quejas de los negocios de hostelería (suponiendo que no las haya ya), y Hema, la cadena de supermercados de Alibaba, ya ha advertido que su aspiración es funcionar sin personal.

Hay quien apunta que la plantilla que se recorte en caja compensará el refuerzo de la misma en la gestión de almacén pero, ¿quién se encarga de asegurarnos eso? Pensemos, por ejemplo, en los perfiles de género que las empresas suelen asignar, por mero estereotipo, a cada tarea laboral: ¿No es demasiado inocente dar por hecho que el actual personal de cobros, con alta presencia femenina, será derivado automáticamente a cargar y ordenar cajas?

O, sin fijarnos en la cuestión de género (porque ya sabemos que a algunos todavía les cuesta), miremos la especialización. Si sustituimos la actividad de cobro por una función puramente comercial y la hostelería, ¿quién les asegura a las personas que trabajan en caja que podrán dar el salto a las nuevas funciones? ¿Se les dará (y, por tanto, pagará) formación específica? ¿O, puestos a ahorrar, después de introducir maquinaria que nos ha costado millones, se irá incorporando personal que ya venga con la lección aprendida?

Por no hablar de que vivimos en un oligopolio mundial del e-commerce en el que Amazon y Alibaba se disputan el mercado, y donde no se sabe si ambos gigantes convivirán felizmente durante muchos años o si uno se acabará merendando al otro. ¿Qué pasa si el asiático pierde la partida? ¿Cuántas personas, hombres y mujeres, se irían a la calle?

No hace falta ser economista ni profesional de la psicología para entender que el personal humano aporta un plus de cara al público que no ofrecen las máquinas. Tampoco es necesario para saber que, a pesar de los pingües beneficios que puede obtener una empresa con su innovación tecnológica, eso no se traduce en oleadas de contrataciones ni sueldos más que dignos para toda la plantilla. Eso ya no.

Por eso sorprende tanto que nos alegremos cada vez que pagamos con el móvil, o sonriamos ante la idea de ser perseguidos por un carrito de la compra por todo el súper. Estamos a tiempo de reflexionar y, sin necesidad de negarnos a abrazar la tecnología, poner el parche antes de la herida.

Sobre este blog
Goldmans Sachs no es un aftershave, es el banco de inversión que creó las hipotecas subprime. Bretton Woods no es una marca de whisky, es el sistema económico mundial. Somos cinco periodistas dispuestas a desafiar los estereotipos. Si este blog habla de moda, es más probable que sea sobre las maquilas en Bangladesh que del último “outfit” de Beyoncé. Nos interesa el periodismo internacional y esperamos despertar esa curiosidad en vosotr@s con un estilo directo y feminista. Queremos contar la vida como es: con hombres y mujeres por igual. Frente al exceso de testosterona, un poco más de estrógenos.
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Fran
1/3/2018 0:54

Me ha encantado el artículo, describe muy bien hacia dónde nos dirigimos, sin embargo, estoy seguro de que no hay reflexión válida: nos dirigimos hacia la automatización en términos absolutos. Esto va a ser muy distinto a los trabajos perdidos tras la invención de la máquina de vapor. Ya no sirve el dogma de ''se contratará a ingenieros que diseñen y construyan esas máquinas y así se compensa la pérdida de los anteriores empleos''. Si fuese cierto, ya nadaríamos en empleos hoy dia, y los profesionales más demandados y remunerados por el mercado laboral serían ingenieros, técnicos en mantenimiento, etc. Sólo en algunos países, muy pocos.

El coche autónomo terminará con taxistas, buseros y demás en primera instancia, después vendrá todo el transporte: camioneros, transportistas, y no se debe descartar que barcos y aviones también lo hagan, si bien requerirá más años de investigación.

La pequeña distribución de alimentos, la que atañe a este artículo, también afectará a muchos otros sectores, ya lo estamos viendo con las gasolineras ''hágaselo usted mismo''. En muchas cadenas de hostelería se está implementando la opción a no pedir en caja, sino mediante un panel o a través del propio móvil, y el ''limpielo usted todo'' lleva ya con nosotros unos cuantos años.

Estas cosas van llegando gradualmente, está claro, pero a pesar de la formación académica que, se supone exige ''el mercado'', no veo que las nuevas tecnologías demanden a tanta mano de obra cualificada en contraposición a las pérdidas de mano de obra no cualificada.

La culpa? diría que tenemos que hacer autocrítica y saber que en función de lo que consumimos, crearemos un modelo de sociedad. Si todos compramos en amazon, todos comemos en el McDonal´s, y compramos un móvil cada tres meses porque ha salido el modelo nuevo, después no podemos quejarnos de que Amazon destruye comercios, de que McDonals obtiene puro beneficio por no tener ni a un empleado despachando las comandas, y que el mundo está lleno de plástico, contaminantes y basura, comprando chismes cada dos por tres.

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