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Gordofobia
Virgie Tovar: “Tu cuerpo está bien y no es necesario cambiarlo por otro”
La estadounidense experta en gordofobia publicó hace unos meses su primer libro en España. Su reivindicativo título, “Tienes derecho a permanecer gorda”, lanza un potente mensaje con el que se dispone a acabar con la cultura de la dieta en la que miles de mujeres han crecido subyugadas.
“Mi cuerpo solía ser mío”. La frase lapidaria con la que Virgie Tovar comienza su libro se remonta a su infancia. Cuenta que su parte favorita del día era llegar a casa después del colegio, correr hasta su habitación para arrojar toda la ropa al suelo, y desnuda, correr de nuevo hasta el jardín donde sacudía cada parte de su cuerpo. “Los muslos, la barriga, los mofletes y todo mi cuerpo se bamboleaban”, escribe. Le gustaba el movimiento, la ondulación. Le gustaba el placer que sentía. Sin embargo, pronto los compañeros de clase le enseñaron que su cuerpo no estaba bien: era gorda.
A partir de entonces creció en ella la tóxica idea de que su cuerpo estaba mal. Una idea que la acompañó durante dos décadas en las que según narra, “su felicidad y su salud estuvieron en juego”. Pero recuperó su cuerpo y revertió esa creencia para convertirlo en un vehículo de su activismo político. Tovar se define como “fatshionista, activista escandalosa, amante de los pastelitos de crema, viajera por el mundo (…). También una mujer de 113 kilos que eligió dejar de hacer dieta”. Esa decisión cambió su vida. Ahora ella y el título de su libro, que se público en marzo de este año en España, lanzan un potente mensaje a todas las mujeres: “Tenemos derecho a permanecer gordas”.
Para Tovar, la dieta es un “feminicidio asistido” que se ejecuta de dos formas, a nivel físico y a nivel emocional. “Las mujeres se mueren de hambre para estar delgadas y sufren trastornos de alimentación que acarrean problemas de salud muy graves”, alerta. Por otro lado, se les enseña que si no son delgadas “nunca serán amadas, no serán dignas ni merecedoras de amor”. “Se nos vende un amor condicional que es hiriente, perjudicial y completamente ridículo”, protesta la activista.
Para Tovar, la dieta es un “feminicidio asistido” y un sistema de control que despoja de deseo
Según sus estudios, en los últimos años el concepto de “hacer dieta” ha transmutado al de “cuidar de la salud”. Sin embargo, Tovar considera que la ideología subyacente es la misma: “Es un sistema de control físico, espiritual y psicológico que nos arrebata la parte humana, que nos despoja del deseo”. El primer indicio de la cultura de la dieta en EEUU se sitúa a principios del siglo XIX. El reverendo presbiteriano Sylvester Graham predicaba los beneficios de la dieta y la abstinencia como camino hacia la moralidad. “Algo así como que la comida deliciosa, sabrosa e incluso picante te incitaba al sexo, a la masturbación...¡Intolerable!”, ironiza Tovar. “El deseo se transforma en un arma de control. Si te hacen cuestionar tus deseos te conviertes en una persona desgraciada y por tanto más manipulable, lo que resulta muy provechoso al capitalismo”, reflexiona.
Estigma de gordx y más
Entonces, ¿qué significa ser una persona gorda en esta sociedad? “Ser gorda significa que eres inferior y que la gente puede darte un significado y nombrarte. Significa que no tienes disciplina, que eres fea, que no eres inteligente. Significa que tienes una relación mala con la comida y que tienes relaciones sexuales siempre o que no tienes nunca. Significa que te avergüenzas de ti misma”, explica en una entrevista con El Salto. Para Tovar, la gordofobia es una “ideología intolerante que trata a las personas gordas como un medio para controlar el tamaño corporal del mundo”.Pero la gordofobia no es la única discriminación. La autora establece las relaciones existentes entre otras ideologías que sitúan a las personas en un nivel de inferioridad. Por ejemplo: “Ser gorda te resta privilegios. Ser mujer te resta privilegios. Ser pobre te resta privilegios. Ser racializada te resta privilegios”. Su discurso, por tanto, lanza una denuncia que va más allá de la gordofobia. “El auténtico problema es que nuestra cultura se mantiene con una matriz vitriólica de sexismo, racismo, misoginia, transfobia, capacitismo, saludismo y clasismo que erosiona la salud física, espiritual y mental de todas las personas y, sin embargo, nos dicen -y nos lo creemos- que el problema es que no nos esforzamos lo suficiente”, sentencia en su libro.
Feminismo gordo
El creciente interés de Tovar por conocer cómo las estructuras de control afectan a las personas gordas la llevó a entrevistar a mujeres para sus estudios de posgrado en sexualidad. Aunque había formado parte del activismo desde hacía quince años, en 2010 tuvo una revelación que la llevó a un punto sin retorno. Una compañera le recomendó que acudiera al congreso Nolose que se celebraba en Oackland para personas queer gordas. Allí todo cambió, como ella misma narra: “No tenía ni idea de lo significativo que iba a ser bajarme de ese autobús. Era una niña nueva en una nueva ciudad, algo tímida y desaliñada, que estaba a punto de que le estallara la cabeza”.Mientras se acercaba al hotel escuchaba los chapoteos, el olor a cloro y las risas que procedían de la piscina, hasta que llegó. “Eran mujeres gordas, algunas muy gordas, disfrutando en bikini. Estaban haciendo algo prohibido: vivir su vida de forma emocionante, divertida y muy poderosa”, recuerda. Para ilustrar el momento, Tovar confiesa que creció en un entorno religioso y para ella aquello fue como si hincara sus rodillas en el suelo ante “el milagro”. Inmediatamente supo que era lo que quería porque “aquellas mujeres introducían su actividad política en su vida personal y lo convertían en algo mágico”, expresa.
“El body positive es comparable al capitalismo porque se basa en la pregunta: ¿Cómo puedo hacer mi vida mejor sin preocuparme de la libertad colectiva?; el feminismo gordo actúa al contrario”
Una vez dentro de la vorágine, Tovar también estuvo en contacto el movimiento body positive, que defiende la aceptación del cuerpo. Recientemente muchas mujeres se han sumado a esta corriente, sin embargo, la activista se ha desmarcado. Para ella, la diferencia entre el bodypositive y el feminismo gordo estriba en lo individual y lo colectivo. “El body positive es comparable al capitalismo porque se basa en la pregunta: ¿cómo puedo hacer mi vida mejor sin preocuparme de la libertad colectiva? Pero el feminismo gordo actúa al contrario”, aclara. “El alcance de las reivindicaciones cambia drásticamente, desde un deseo articulado con claridad de acceder a derechos humanos, a un deseo implícito de acceder al privilegio”, redacta.
Lo queer, la alegría y la moda
La activista incide en su contacto con la comunidad queer. Considera que su ideología la ha inspirado profundamente porque a pesar del sufrimiento y la discriminación, rechazan la tristeza. “Cuestionan los sistemas de control violentos pero son personas alegres y divertidas”, sonríe. Ese mismo entusiasmo emplea Tovar en sus talleres. A veces, cuenta, organiza un pase de modelos al que los participantes deben llevar una prenda que les aterre. “Pongo música, nos animamos y cada persona recorre la pasarela. Cuando compartimos la experiencia, se empoderan muchísimo”, expresa.Como buena fatshionist, la moda define quién es y se transforma en otra herramienta activista. Pensativa, enumera todos los elementos que le apasionan: “tops, tacones, pendientes enormes, pintalabios rojo”. En definitiva, pretende que su estilo personal la defina como lo que es. “Quiero mostrar y enfatizar mi cuerpo gordo, no minimizarlo”, sentencia.
Tovar apuesta por la diversidad de cuerpos, por la libertad de los mismos y por la salud. “Estoy desayunando yogur con higos y miel y practico yoga”, explota en una carcajada mientras sujeta delicadamente entre el meñique y el pugar el higo que acaba de morder. Su mensaje es un aliento de esperanza para miles de mujeres: “¿Quieres cuidar tu cuerpo? Cuidémoslo, pero como es, porque tu cuerpo está bien y no es necesario cambiarlo por otro”.
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Solo una puntualización. Efectivamente, no cambies tu cuerpo pero sí mejóralo... médicamente hablando. Para vivir más y mejor podemos suprimir un pelín de azúcares o de mantequillas o de bebidas dulces con gas, etc. No cuesta nada, no le haces el juego a las multinacionales y alejas el infarto y la diabetes.
¡Viva mi cuerpo gordo... pero sano!
Oye, pues sí que es verdad que cada vez que estas chicas aparecen y dicen "estoy harta de que me digan lo que comer" llega alguien y les dice qué comer "por su salud".
Pues mire... Yo no estoy gordo. Pero fumo como un cosaco, bebo quizás un pelín más de la cuenta, no hago ni de coña el ejercicio que debería hacer... Pero todo eso no le da a usted derecho a ponerse paternalista con alguien que está diciendo que lleva siendo presionada desde la infancia.
A ella LE GUSTAN los puñeteros pastelitos de crema, como a mí el tabaco y más cosas. Discúlpenos huercé por nuestra debilidad...