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Fascismo
Predicadores y culpas
De una u otra forma, sea siguiendo las reglas de un juego democrático trucado o ignorando el sistema, al fascismo se le combate desde todos los frentes. Votando, haciéndole la vida imposible en el terreno de las ideas, en la calle, en las prácticas, en la organización y en las realidades materiales.
Lo último que una esperaría ante la llegada del fascismo a las instituciones es asistir al tremendo baile de figuras entre columnistas y opinadores, para arrojar la culpa al inventado imperio de la identidad de un modo tan coordinado que, de no ser tan peligroso, resultaría divertido, por torpe, previsible, perezoso y flatulento.
En el siglo XXI los espadones no se alzan a modo de pronunciamiento, tampoco se susurran asaltos al poder en los cuarteles. Ya ni la estética romántica nos queda en este parque temático de predicadores horteras en que se ha convertido la escena política ultraderechista y el columnismo de extremo centro. El fascismo llega a las instituciones abriéndose paso educadamente en el baile burgués de los poderes fácticos: apoyo de los poderes económicos, visibilidad en los medios, manipulación a través de toda herramienta de comunicación a su alcance, mentiras y conveniencia sistémica.
No solo lo hemos visto venir, lo hemos hecho en prime time
No es un auge, es una actualización del sistema con los mismos niveles de crueldad que arrasaron una vez el mundo pero con modos de primer cuatrimestre de teoría de la comunicación. No solo lo hemos visto venir, lo hemos hecho en prime time.
La noche de las elecciones andaluzas apenas estaban dándose los primeros datos de participación y había quien estaba babeando el canesú de la camisa ante la posibilidad de plantar el pino de sus hipótesis en nuestra mesa del comedor. El pudor se pierde justo antes que el rigor y la euforia por llevar el desastre a la parcelita de razón que cada uno se ha construido suele dejarnos movimientos dialécticos dantescos, declaraciones de mal gusto y exhibiciones de imbecilidad rampantes como dragones heráldicos. Lo que toda la vida ha sido tener poca vergüenza y ser un bocazas. El análisis de una situación semejante requeriría un mínimo de sosiego, nos jugamos demasiado como para subirse con el megáfono a una caja de botellines a la primera de cambio.
Entiendo que el enésimo texto contraponiendo luchas parciales y luchas comunes es un ejercicio de cansinismo importante. Pido perdón por ello. Se que contribuye a agigantar los contornos de un espantajo que no ha existido nunca pero que ya transita los terrenos de la hiperstición, es decir, que la dicotomía “diversidad versus lucha obrera” es una milonga que se ha amplificado con tanto encono que ha acabado por hacerse real ante quien estaba deseando tener una excusa para odiar, vengarse y mantener el estatus. Aparte de un regalo dialéctico a los enemigos para inflamar su natural odio a lo diferente. Colaboracionismo puro.
Quien esté leyendo este texto entenderá que, como mujer, trans, marica, pobre, comunista y obrera, quien me acuse de hacer el caldo gordo al fascismo está tocándome las palmas demasiado fuerte como para no levantarme y patalear un poquito.
De mi padre aprendí que jamás se atraviesa un piquete, de mi madre que calificar de lastre a quienes están en una posición de desventaja constituye el más abyecto de los esquirolajes
Para empezar, olvidándome de mi irrelevancia y poniéndome en los zapatos de quien se tenga por adalid de la clase obrera, me cuidaría mucho de calcar la estrategia al enemigo. Dos días después de las elecciones está más o menos claro que las minorías atomizadoras de mujeres, personas LGTB y gente racializada no ha votado a la derecha. Entiendo que el subidón de la razón es tentador, pero más allá del sesgo de confirmación de cada ego, no existe dato alguno que apoye la conjetura de un trasvase de votos de obreros a la derecha, confundidos por las supuestas veleidades posmodernas que suelen achacar estos escuálidos análisis de clase.
Seguir con esta matraca es decir lo mismo que dice VOX, que la diversidad es sinónimo de decadencia moral, lo cual suena a discurso de fraile aterrado ante la debilidad del sacro imperio o a legionario que mea cazalla. También supone un ejercicio de clasismo insoportable, teniendo a obreros y obreras por cazurros detenidos en el tiempo incapaces de entender algo tan sencillo y tan puramente materialista como los ejes de opresión. Mostrencos que han de ser pastoreados para que no se desvíen de la ortodoxia.
Que cada quien escoja a sus referentes.
De mi padre aprendí que jamás se atraviesa un piquete, de mi madre que calificar de lastre a quienes están en una posición de desventaja constituye el más abyecto de los esquirolajes. Y de los dos que sin solidaridad no merece la pena vivir.
Si la simple enunciación de problemas concretos que padecen compañeros o compañeras y la exigencia de que toda la clase obrera tome conciencia de los mismos, es motivo para quedarse en casa y no votar junto a quienes más nos necesitan, deberíamos replantearnos nuestra escala de valores, nuestra decencia y nuestro compromiso obrero. Para sujetos hechos a imagen y semejanza del creador ya está la mitología del Sinaí.
Solo prestando un mínimo de atención a la realidad de la pasada campaña andaluza en lugar de leer titulares envenenados se puede echar abajo este mito de la claridad discursiva de la derecha
Si como trabajadora no soy capaz de apreciar en toda su importancia y su especificidad las necesidades de una compañera con dificultades mayores que las mías, estoy copiando actitudes burguesas y la idea de revolución me queda grande. Toda esta maraña plomiza de la atomización tiene fácil arreglo, entenderla en términos materiales y dejar de inventar teorías, conspiraciones y piruetas discursivas para justificar la insolidaridad.
Una de las mentiras más repetidas de todo este tinglado es que la ultraderecha, en este caso VOX, está hablando en términos fáciles de entender y sus propuestas parecen dar soluciones inmediatas a lo que de verdad le preocupa al trabajador medio. En contraposición a la jerga ciudadanista y teórica de la izquierda blandengue. Por no hablar del feminismo y sus histerismos que parecen importunar al buen y decente madrugador.
Solo prestando un mínimo de atención a la realidad de la pasada campaña andaluza en lugar de leer titulares envenenados se puede echar abajo este mito de la claridad discursiva de la derecha. VOX se ha limitado a hablar de familia tradicional, ideología de género y amenaza inmigrante. Odio puro. Otra cosa es que eso haya movilizado a quien estaba deseando encontrar una representación a la altura de su miseria.
Este país se cimenta sobre consensos bendecidos por el franquismo y sus instituciones, montar el número del marqués indignado porque vienen los fachas y echar la culpa al mozo de cuadra es un ejercicio de cinismo ridículo. Sencillamente ahora se dan condiciones materiales para abandonar posiciones conservadoras que proporcionaban cierta paz de conciencia a quien llevaba esperando décadas para hacer el saludo romano a placer y ante las cámaras.
Soy muy consciente de que todo el texto, toda la argumentación, se dispone en términos de democracia burguesa y electoralismo. De una u otra forma, sea siguiendo las reglas de un juego democrático trucado o ignorando el sistema, al fascismo se le combate desde todos los frentes. Votando, haciéndole la vida imposible en el terreno de las ideas, en la calle, en las prácticas, en la organización y en las realidades materiales.
El miedo es útil si a partir de él reforzamos el tejido conectivo de nuestra humanidad, nuestra clase y nuestra resistencia
El día 8 de marzo las feministas organizamos las movilizaciones más grandes que ha visto este país en más de una década, además de plantear una huelga general seguida por más de cinco millones de trabajadoras. Previamente habíamos derrocado a un ministro. Burlarse del feminismo en toda su diversidad y sus contradicciones, tachar de lucha parcial los intereses de la mitad de la población mundial, catalogarlo como distracción es, no solo ignorar el movimiento popular con más capacidad de transformación que tenemos entre manos, supone un error estratégico demencial y una prueba irrefutable de quién se preocupa más por el estatus que por el bien común.
También es insultar a Qiu Jin, a las trabajadoras de la Triangle Shirtwaist, a Nina Agadzhanova y Maria Vydrina, a Louisa Gonzalez y Emma Tenayouca, a Assata Shakur y Angela Davis, a Sylvia Rivera y Marsha Johnson, a obreras que dieron su vida y su libertad en tanto que proletarias, mujeres y racializadas, sin que quepa contradicción alguna en su legado.
Si el posicionamiento de la ultraderecha en el parlamento andaluz sirve para entender que nada de lo humano nos es ajeno, que Viktor Orban, Salvini o Trump no nos quedan tan lejos como pensamos; que la solidaridad y la creación de redes de apoyo tienen que convertirse en nuestro día a día, que hay muchas personas haciendo un trabajo descomunal en organizaciones políticas, sindicatos, grupos de trabajo y asambleas que necesitan nuestra ayuda, que somos fuertes en nuestra vulnerabilidad si permanecemos juntas, que nunca está de más hacer autocrítica y adquirir tanto conciencia de clase como amplitud de miras, que no podemos dejar que ganen nunca más. Habrá merecido la pena el mazazo.
El miedo es útil si a partir de él reforzamos el tejido conectivo de nuestra humanidad, nuestra clase y nuestra resistencia. Ya lo hemos visto en las calles de Andalucía un día después del desastre. Que los heraldos del negocio de las ideas no os convenzan de lo contrario. Podemos hacer frente a esto y lo haremos juntas. Buscad el lugar en el que hacéis falta, sea una asamblea vecinal, una okupa, o un hashtag, confiad en quienes tenéis al lado, resistid, la historia acabará dándonos la razón.
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Entiendo el mosqueo, pero la verdad es que no entiendo como es posible que "los colectivos de la identidad" (no los defino así con sorna, es para que se entienda a quién me refiero) no son capaces de entender que la gente, la calle, los pueblos, que en España hay pueblos, (a los citizens se les olvida a veces) y están muy lejos de sus mundos paralelos donde la indignación les genera salarios. La gente quiere vivir con su salario, encender la calefacción y dar de comer a los suyos.
Te organizas con el vecino si es vegano, si es ecologista, etc, pero no por ser tu vecino.
Vox te ofrece organizarte con tu vecino y de paso te señala el enemigo.
"No solo lo hemos visto venir, lo hemos hecho en prime time". Si muchos lo hubieran visto, el resultado habría sido otro. Esa frase tres días después del 2D es una trampa en el solitario, pluralizada es un afán de analizar a toro pasado más próximo al deseo que a la honestidad intelectual. No amiga, ni dios lo vio venir, ni siquiera las encuestas a pie de colegio lo aventuraron. El deseo no es un argumento dialéctico honesto.
Imposible decirlo más claro ni más bonito. Nos vemos en las calles, las asambleas y los CSO. Vamos a cogernos de las manos y a seguir adelante, tal como ya hacemos. Cuidémonos las unas a las otras y no podrán con lo que supone nuestro espíritu. Siempre contigo Alana, bella.
Un gran texto que prioriza los valores y derechos humanos contra la hecatombe social, económica y políticaque vivimos. Ojalá mas gente que aporte ideas de cómo enfrentarnos al fascismo. Pertenezco a una minoría y participar activamente es una opción esclarecedora. Día a día con las compañeras día a día tejiendo redes. Es lo único que podemos hacer in situ y/o virtualmente. Ánimo
Ojalá mas gente que aporte ideas de cómo enfrentarnos al fascismo. -> yo aporto un trabuco para enfrentarnos al fascismo
Hermosas palabras y bonita pluma alma de Alana. Bárbara, soberbia, genial. En mi modesta opinión al fascismo (como el PSOE-GAL) se le combate en las calle porque el parlamento es geta de cemento y en "adelante Andazulía" también hay fascistas descontentos (como los pokemon otanistas, generales). Como decía el maestro: La ultraderecha tiene una función principal, hacer parecer al PP-SOE de centro, cuando en realidad son una mafia fascista heredera del Régimen. Vox distrae, el PPSOE recorta, apuñala, colabora con grupusculos neonazis violentos, arruina, etc. Y Pokkkemon sostiene al PSOE - GAL. Solo en calles, empresas, tajos, bares y demas lugares y tiempos cotidianos se puede combatir, ridiculizar y empequeñecer al fascismo. Admito Alana que en ocasiones especiales se puede emitir un voto antifascista como gas silencioso que sale por el recto.
Un abrazo solidario,,
le quitas la continua apelación al enemigo y tu discurso se queda sin sustancia