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Literatura
El beso de la asesina
La nigeriana Oyinkan Braithwaite debuta en la novela con un thriller lleno de humor, visión irónica de la sororidad y retrato del choque familiar entre generaciones.
“La lejía desinfecta, pero para eliminar residuos no es ninguna maravilla. Por eso no la uso hasta haber eliminado cualquier rastro de vida y de muerte del cuarto de baño”. Esta inquietante observación al inicio de Mi hermana, asesina en serie (Alpha Decay), primera novela de la nigeriana Oyinkan Braithwaite (Lagos, 1988), describe el esfuerzo de las protagonistas por deshacerse de un cadáver. Así, a bocajarro, para que nos quede bien claro el camino que recorreremos en las siguientes páginas. Un arranque enérgico y muy prometedor, lleno de sarcasmo, que nos traslada a los dominios de la comedia negra, aunque lo que sigue roza otros territorios. Las dos chicas tendrán que limpiar restos de sangre, mover el cuerpo, trasladarlo a un lugar seguro y allí no habrá pasado nada. Pero pronto sabremos que no es la primera vez que lo hacen: los hombres suelen darle bastantes problemas a una de ellas.
Korede y Ayoola son hermanas y viven en casa con su madre, en Lagos. Todo más o menos normal. Korede es la mayor y su carácter siempre ha sido tranquilo y conciliador, no suele buscarse problemas. Trabaja en un hospital, ese es su mundo. A veces le cuenta sus cosas a un paciente en coma para desahogarse. Pero la pequeña Ayoola, su contrapunto genético, es impulsiva y apasionada. Diseña ropa y su obsesión son las redes sociales, la búsqueda de seguidores, los likes, el reconocimiento instantáneo. Puro caos. Y cuando tiene problemas con sus novios o se aburre de ellos, resulta que decide matarlos antes de pasar como si nada a otra relación. Ese es su modus operandi emocional: usar y tirar hombres. El problema ahora es que a Korede le gusta un médico del hospital que, para su desgracia, está empezando a sentirse más atraído por Ayoola. Así que la hermana formal y responsable teme que la pequeña vuelva a las andadas y elimine, una vez más, a su último trofeo.
humor y reflexión
Mi hermana, asesina en serie es una novela con grandes dosis de mala uva, un inteligente análisis de las relaciones familiares con vocación de thriller descabellado, pero muy atento al retrato sociológico y a la exploración fragmentaria de una contemporaneidad envuelta en múltiples perplejidades. Braithwaite desenfunda el bisturí y examina con sutileza los interiores de estas dos hermanas, sirviéndose de un humor corrosivo para reírse de todo y regalarnos un dibujo sanguinolento de la sororidad que obliga a la reflexión y a la carcajada. Los lazos de familia, las derivaciones del patriarcado, la corrupción policial o el choque entre tradición y modernidad, trasladado al ámbito de la familia, son algunos los temas a los que se pasa revista a martillazos. Y sin que olvidemos nunca que hay una investigación en marcha (la desaparición del pobre Femi, última víctima mortal de Ayoola) mientras el mundo sigue girando en un hospital, en casa de dos hermanas como el día y la noche o en las redes sociales.
Narrada desde el punto de vista de Korede, Mi hermana, asesina en serie es una novela de fácil lectura, estructurada en píldoras breves con saltos temporales que nos ayudan a conocer algunos pasajes de la infancia y adolescencia de las protagonistas. Son trazos rápidos y llenos de significado, una demostración de la soltura y profundidad con que Braithwaite, pese a ser una debutante, consigue perfilar situaciones y personajes. Le hace falta poco para decir mucho y tiene la virtud de hacernos partícipes de un universo muy peculiar en el que nadie está a salvo de sus propias confusiones. Es Lagos, pero podría ser cualquier urbe del mundo con sus paradojas y corrientes subterráneas. Es una clínica, estrecho microcosmos en el que se representa la vida. Y es la casa de Korede y Ayoola, pero podría ser la de otras dos hermanas, a diez mil kilómetros, que buscan su lugar entre las dudas y el desconcierto. Con la diferencia, por supuesto, de que nuestra amiga diseñadora tienen la mala costumbre de asesinar a sus novios.
mordacidad y frescura
Será interesante seguir el camino de Oyinkan Braithwaite y comprobar si en futuras entregas narrativas continúa fiel a este divertido juego con el género negro, mezcla de delirio criminal y estudio de familia al que se le agradece su mordacidad y frescura. No es fácil salir bien parado de la comedia, pero aquí se consigue sin caer en lugares comunes y con una inteligencia capaz de poner en tela de juicio todo lo que se mueve. Ese es la mayor atractivo de la novela: plantear una intriga con desenvoltura, fotografiar estos tiempos borrosos y, entre rejonazos al patriarcado y a la parentela, hacer brotar la risa con un acertado ánimo crítico, poniendo un espejo delante de nuestras lagunas emocionales. A estas hermanas Korede y Ayoola, a veces, les basta con una botella de lejía para solucionar sus problemas. Pero ya sabemos que la vida, puro desbarajuste, es mucho más complicada.