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Carbón
Ende Gelände: una lección de la lucha alemana contra el lignito
Los actos de desobediencia civil en Hambach han reavivado al movimiento ecologista en Alemania, donde el evento Ende Gelände reclama el fin del carbón y la protección de los terrenos naturales frente a los intereses de empresas energéticas. En el actual contexto de cambio climático y necesaria transición energética, incluso instituciones internacionales como las Naciones Unidas a través del informe del IPCC ya no niegan la realidad: es hora de decir adiós al carbón y de beneficiar a la gente antes de al oligopolio.
El último fin de semana de octubre, unas diez mil personas se reunieron en el oeste de Alemania (cerca de Colonia) para pedir, un año más, el cierre de todas las minas de carbón en el país teutón y el paro definitivo de la tala del bosque de Hambach en un evento ya famoso en los círculos progesivos, Ende Gelände (EG). Esta zona, de alta biodiversidad y de más de doce mil años de antigüedad, se ha reducido a 200 hectáreas de las 4.100 iniciales desde los años noventa debido a la extracción de lignito, el carbón más contaminante y costoso para las arcas públicas por las continuas ayudas recibidas a lo largo de los años.
La sed de carbón ha llevado incluso a vaciar varios pueblos de los alrededores, siendo sus habitantes reubicados forzosamente. Con el fin de proteger árboles y defender a la naturaleza, activistas ocupan el bosque desde 2012, construyendo casas de madera a varias decenas de metros del suelo. Además, desde 2015 protectores del medioambiente organizan una acción masiva no violenta de desobediencia civil una vez al año en la que durante un día, o más tiempo, se bloquea una mina de manera pacífica para mandar un mensaje político claro (somos muchxs que estamos en contra de las energías fósiles) y causar pérdidas económicas a las empresas destructoras, adelantando aunque sólo sea por un poco el fin de esta sucia industria. No debemos olvidar que hace menos de un mes, el informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) de la ONU, declaraba que salir del carbón es la primera etapa si queremos que la Tierra no se caliente más de dos grados comparado con la temperatura de 1990.
Desde 2015, protectores del medioambiente organizan una acción masiva no violenta de desobediencia civil una vez al año en la que durante un día, o más tiempo, se bloquea una mina de manera pacífica para mandar un mensaje político claro y causar pérdidas económicas a las empresas destructoras.
La balanza está cambiando: la pregunta ya no es si Europa dejará el carbón atrás sino cuándo lo hará. A principios de mes, la justicia alemana determinó que la empresa minera no tiene derecho a deforestar Hambach hasta que se resuelva la apelación de BUND (Amigos de la Tierra), en la que se pedía analizar la diversidad de la fauna y de la flora que desaparecería en el caso en el que se destruyese el bosque. Es una victoria para lxs luchadorxs: como mínimo, retrasa la extracción de lignito y sus consecuentes beneficios para la empresa extractora (la tala sólo se puede llevar a cabo de octubre a febrero); también hace llegar un mensaje a los mercados financieros: los días están contados.
En EG, cerca de dos mil personas hicieron una sentada de más de 24 horas en las vías del tren que transporta carbón de la mina vecina a Hambach a la central térmica cercana. Otro grupo de unxs quinientxs activistxs entraron a esa mina y bloquearon la enorme excavadora durante un día. Muchxs otrxs mantuvieron ocupadas a las fuerzas del orden durante la mayor parte del día. Mientras tanto, en Hambach se continúa a reconstruir las casas de madera que hace pocas semanas la compañía minera desmanteló de manera bestial con la cooperación de la policía. Algunxs han sido detenidxs durante estas actividades políticas, pero son pocxs y lo más seguro es que si no están libres ya lo sean dentro de nada. La actuación policial fue, por lo general, menos represiva que en otras ocasiones ya que han perdido, en mayor o en menor medida, esa arrogancia característica suya: la opinión pública, hasta cierto punto en favor del movimiento verde, mantuvo al cuerpo policial en su sitio.
En este asunto hay algo muy evidente: los grupos medioambientales alemanes están en auge. Cada vez hay más dispuestxs a arriesgar su futuro para intentar mejorar el de todxs. Agradecemos el trabajo de cada unx de ellxs. En España, estamos atrasados aunque empezamos ya a calentar motores. Espero con impaciencia el día en el que miles de personas cometan un acto de desobediencia cívica para poner en su sitio a la mafia energética. No estamos lejos. De todos modos, el final del carbón está a la vuelta de la esquina. Con el cese este año de las ayudas de la Comisión Europea para la creación de empleo alternativo a minerxs, y la posible devolución debido al uso del dinero para otras funciones desde hace décadas, la presión no deja de aumentar. Nos toca a nosotrxs meter caña. El carbón pronto será historia en nuestro continente, ¡consigámoslo antes del 2025!