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Centros de Internamiento de Extranjeros
Estrellas que a veces no brillan
El ministro de Interior muestra el nuevo modelo de CIE que quiere “implantar en España en los próximos años” en una presentación más propia de una cadena hotelera que de una cárcel para migrantes.
—Mire, es ahí.
—¿Eso es una cárcel?
— Sí.
— Pues no parece una cárcel.
—De eso se trata.
Diálogo de la película The Visitor (2007), a las puertas de un CIE de Nueva York.
De eso se trata y el ministro de Interior, Zoido lo sabe. Sabe que el cascarón, el envoltorio, suele ser más importante que lo que suceda adentro de cada Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). Lo que se ve, lo que se vende, más allá de las denuncias por vulneración de derechos humanos que se sucedan en cascada. Un lavado de cara, una presentación poco novedosa si se tienen en cuenta los antecedentes de inauguraciones anteriores donde sobraron promesas y, años después, siguen faltando hechos.
La moderna presentación del nuevo modelo de CIE realizada ayer en Algeciras por el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, parece irreprochable desde el punto de vista edilicio. Justo el efecto buscado en un momento en que el encierro de quinientos migrantes en las instalaciones aún no habilitadas de la cárcel de Archidona, Málaga, ha fijado el cuestionamiento de todas las organizaciones sociales en su figura.
En las peores situaciones, siempre hay quien encuentra alguna rentabilidad: Cruz Roja Española se ha apresurado a ofrecer puestos de trabajo a desempeñar en ese centro improvisado
De todas no, Cruz Roja Española se ha apresurado a ofrecer puestos de trabajo a desempeñar en ese centro improvisado, pese a ser clara la irregularidad de internar en una cárcel a personas que deberían derivarse a espacios de “carácter no penitenciario”. Aún en las peores situaciones, siempre hay quien encuentra alguna rentabilidad.
Dijo Zoido que este es el nuevo modelo arquitectónico que quiere “implantar en España en los próximos años” y pidió la “colaboración” de todas las fuerzas políticas para aportar “ideas y sugerencias” al proyecto. “Si los cambios se afrontan desde el diálogo y el consenso, siempre serán mucho más válidos y satisfactorios”, afirmó.
La presentación realizada fue propia de una cadena hotelera que promociona su nuevo resort cinco estrellas. Palabras medidas y pensadas: acogida, edificios multifuncionales, pistas deportivas, estancias con aseos y ducha incluidos, biblioteca, sala de reuniones, lavandería, sala de juegos, espacios para el culto religioso, zona para servicios sociales y ONG, enfermería con camas hospitalarias, etc.
De fondo una banda sonora más propia de vender el paraíso terrenal que de mostrar lo que en definitiva será un lugar de reclusión para personas migrantes. Una exposición a la que sólo le faltó el confeti. Hubiera sido demasiado.
La versión “turística” no es nueva en el entorno del ministerio de Interior. Ya el 4 de mayo de 2009, en el marco de las Jornadas “Centros de Internamiento: realidades y perspectivas con la directiva de retorno y al reforma de la LOEX”organizadas por el Turno de Oficio del Colegio de Abogados de Madrid, el por entonces director del CIE de Aluche, Jesús Mateos García, dijo a los asistentes que solicitar internamiento era “como hacer una reserva hotelera”, lo que causó la indignación generalizada.
Tampoco son nuevos los anuncios de construcción de nuevos CIE. El 20 de junio de 2011 el entonces secretario de Estado de Seguridad del Ministerio de Interior, José Antonio Camacho, habló en el Senado de la “ampliación y reforma” de los de Málaga y Algeciras “y de la “construcción de un segundo CIE en Madrid”. Queda por ver, entonces, si otra vez se trata de versos al aire o lo proyectado se hace realidad.
Visto así, los servicios que ofrece el nuevo complejo carcelario parecen incuestionables. Sustentada la aceptación social de estos espacios en un discurso de miedo a la invasión migrante (especialmente la que llega por frontera sur) y a que “en España ya no cabemos”, ¿Cómo una sociedad no va a aceptar dispositivos de semejante calidad?
La estrategia no es nueva. Y, otra vez, Zoido lo sabe. Mucho más cuando plantea la posibilidad de que los CIE dejen de funcionar bajo la órbita policial, como hasta ahora, y sea un “un cuerpo civil de funcionarios” el que lleve adelante su gestión. El debate no es menor, con anterioridad a la última reforma a la Ley de Extranjería en el año 2009, durante el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, las organizaciones sociales pedían ya este cambio como un paso intermedio hacia el cierre definitivo de estos centros.
Lo que de verdad se esconde
Vamos a ser claros: las estancias son celdas, la biblioteca rara vez se pone a disposición de las y los internos, los módulos especiales jamás existieron o bien se han utilizado como celdas de aislamiento y castigo, las zonas de comunicación no han sido más que unas maltrechas cabinas telefónicas que funcionan con monedas mientras se les incauta los teléfonos móviles a las personas internadas, y los locutorios son eso, una comunicación telefónica, cristal de por medio, cuya duración depende del (mal) humor del funcionario de turno.En el caso de Madrid ni siquiera la intervención de los Juzgados con Función de Control Jurisdiccional sobre el CIE, han podido garantizar el respeto a derechos tan elementales como que las internas e internos del Centro de Aluche sean llamados por su nombre. A día de hoy, cualquier persona que vaya a visitarles deberá anunciar el número de detención de la persona para poder hablar con ella.
Mientras tanto los servicios de limpieza, sanidad, asistencia social, comida, etc. siguen siendo un nicho de negocio apetecible para un tercer sector y empresas privadas que, consciente o inconscientemente, termina legitimando la violencia institucional ejercida, especialmente cuando se rigen por cláusulas de confidencialidad. El silencio, en situaciones de opresión nunca es ecuánime, sino más bien convierte en cómplice a quien lo ejerce.
“Estamos haciendo un programa piloto en virtud del cual no solo entran, sino que residen. En este momento Cruz Roja Española, que creo merecerá el mayor respeto de su señoría, está en el CIE de Madrid, trabaja día a día y cada mes tenemos los resultados y vamos modificando lo que es necesario. Precisamente el otro día se firmó un convenio por parte del ministro para garantizar la mejor asistencia y la mejor atención de las personas que se encuentran en los CIE”, expresó Antonio Camacho en aquella visita al Senado, en respuesta a los cuestionamientos que la oposición trasladaba, emanados del trabajo de las organizaciones sociales denunciantes de vulneración de derechos humanos. La legitimidad social de una organización en desmedro del trabajo de colectivos de base. Vieja estrategia gubernamental.
Apenas seis meses después, el 19 de diciembre de 2011, fallecía la interna congoleña Samba Martine tras pedir atención médica una docena de veces y jamás ser derivada a un hospital para ser sometida a pruebas que quizá, pudieran haber evitado el desenlace fatal. En enero de 2012 en el CIE de Barcelona moría Idrissa Diallo. Una causa judicial abierta tiene imputados a algunos de los médicos que atendieron a Samba, pero no a la empresa que por entonces tenía la concesión del servicio sanitario.
En su último informe el Servicio Jesuita de Migrantes (SMJ) denunció que durante 2016 detectó el encierro de 51 menores de edad, el triple del año anterior, un extremo expresamente prohibido por la Ley. También que sólo el 29% de las personas encerradas en CIE finalmente fueron expulsadas. “El creciente número de personas que pasa por el CIE y no es finalmente expulsado nos habla de un fracaso: no solo de la medida cautelar de internamiento, sino de la decisión misma de expulsión”, denuncia en sus conclusiones.
La presencia en los CIE de mujeres que han sido víctimas de prostitución forzada, explotación sexual y trata “es elevada de la que cabría esperar”
Mención especial al agravante del encierro de personas que han sido solicitantes de protección internacional o de mujeres que han sido víctimas de prostitución forzada, explotación sexual y trata. Ya en el informe “Mujeres en el CIE. Género, inmigración e internamiento” (2013), la catedrática en Derecho Penal, Margarita Martínez Escamilla, concluía advertía “de una presencia en el CIE de mujeres relacionadas con la realidad de la prostitución más elevada de la que cabría esperar”.
En el primer semestre de 2012 por ejemplo, de 195 mujeres encerradas en el CIE de Aluche, 93 procedían de tres de los países focos de las redes de trata: Brasil, Nigeria y Paraguay. Una muestra más de que las personas y sus circunstancias poco parecen importar cuando la prioridad de un Estado es su expulsión, por sobre cualquier derecho humano.
Está claro, no se trata de tener camas hospitalarias o CIE cinco estrellas, sino de cambiar el prisma securitario de las políticas de migración por uno de respeto a los derechos humanos. Un enfoque en el que estas cárceles llamadas eufemísticamente Centros de Internamiento, se cerraran en forma definitiva.
Hemerotecas que no perdonan
“Es el primer edificio del Cuerpo Nacional de Policía construido con una arquitectura moderna. Por fuera, el complejo policial es un edificio colorido y moderno, de aspecto mediterráneo”, informó el diario El Mundo en su edición del martes 28 de junio de 2005, en ocasión de inaugurarse el nuevo CIE de Aluche, en Madrid, tras un gasto superior a los once millones de euros para adaptar las instalaciones del viejo hospital penitenciario de la cárcel de Carabanchel.Y otra vez las palabras bonitas. Como cita el libro “Voces desde y contra los Centros de Internamientos de Extranjeros”, publicado por la Red de Apoyo Ferrocarril Clandestino, Médicos del Mundo Madrid y SOS Racismo Madrid, en aquella ocasión el por entonces delegado del Gobierno en Madrid, Constantino Méndez, destacó que “el nuevo CIE tiene todos los servicios necesarios para atender con dignidad a las necesidades que estos internamientos plantean”.
Y enumeró: existencia de módulos destinados a familias que incluyen dormitorio, baño y cocina; servicios “bastante novedosos” como una capilla multiconfesional, zonas de ocio y locutorios, servicio médico, cocina, lavandería, patios de hombres y de mujeres, y comedores. Cualquier similitud con los anuncios de Zoido, 12 años después, no parecen ser mera coincidencia.
La administración de los centros de expulsión es una apetitosa oportunidad para que el tercer sector haga dinero
Leer aquellas declaraciones y hacer una investigación sobre los testimonios que recoge el citado informe y otros realizados en la última década sobre el funcionamiento del CIE de Aluche permiten ver la distancia sideral existente entre la ilusión arquitectónica y el verdadero espíritu de estos espacios. Como bien cuenta el periodista italiano Gabriele del Grande en su libro Quemar la frontera estos centros cinco estrellas no logran reducir las tensiones en su interior.
“El confort no eliminaba la violencia institucional inherente al sistema de detención, ni el hecho de que una persona fue privada de su libertad no por algo que hubiera hecho, sino por lo que era. Claro, visto desde fuera, todo era diferente. Los servicios que se ofrecían eran irreprochables. Y el alto nivel de las condiciones de detención contribuía a que fuera normal la existencia de esos centros, que la mayoría de la población italiana consideraba aceptables y hasta necesarios. Pero había más. La administración de los centros de expulsión se había convertido en una apetitosa oportunidad para que el tercer sector hiciera dinero y creara decenas de puestos de trabajo”, describe.
Está claro. No importan las estrellas ni los lujos. Y Zoido lo sabe, aunque nos intente convencer de lo contrario.
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