Andalucismo
Andalucía y Cataluña, vidas paralelas

Comunidades hermanadas por la emigración y la acogida. Tierras de solidaridad y fraternidad. No nos enfrentarán.

emigración andaluza cataluña
Emigrantes andaluces hacia Catalunya. Fuente: CanalSur.

Militante andalucista

Militante de Catalunya En Comú

24 nov 2019 10:00

Esta idea nace de la convivencia, de la empatía que produce ver, hablar y dialogar con el otro. La experiencia de simular la actividad política de Vox permite conocer muy bien a qué nos enfrentamos. Un nacionalismo reaccionario y excluyente, basado en la defensa de las esencias de una España franquista que ya fue superada hace décadas, gracias al trabajo, al esfuerzo y la dedicación de tantos andaluces, catalanes y españoles que llegaron incluso a dar su vida en esta titánica tarea. En vísperas de un nuevo 4 de diciembre, la llama de Manuel José García Caparrós sigue iluminando nuestro camino. Hoy, que parece crecer la desmemoria, somos claros. Ni olvido ni perdón.

En Andalucía, por más que nos acongoje, no podemos negar la realidad. La llama autonomista se apaga, oscurecida por la reacción protagonizada por ese partido de señoritos, que, disfrazados con una bandera que no es suya, pretenden terminar con nuestra autonomía, con la blanca y verde, con la esperanza del pueblo andaluz de ver solución a sus dolores. Culpando a niños desamparados, esconden que no les preocupa lo más mínimo el sufrimiento de los andaluces. Piden dinero para novilladas, pero no para nuestros mayores a los que no les llega pensión. Reclaman dinero para generar aún más odio entre andaluces y catalanes, pero no para esos niños que no pueden tener un juguete. Son la revuelta del españolismo más caciquil contra los avances que, juntos, hemos logrado en las últimas décadas, con un anuncio de coalición que ilusiona a todos los que sabemos las necesidades de nuestros barrios.

Transición
García Caparrós, 42 años de impunidad y desamparo

Este 4 de diciembre, se cumplirán 42 años del asesinato de Manuel José García Caparrós durante las multitudinarias movilizaciones por la autonomía que tuvieron lugar en toda Andalucía y otras partes del Estado con presencia de emigrantes. Con tan solo 18 años acudió a la manifestación de Málaga, donde fue herido por una bala y murió camino al hospital. Hoy en día su crimen sigue impune.

A los andaluces nos han intentado engañar, a base de repetirnos días tras día las mismas imágenes de contenedores en llamas, mientras se nos ocultaban tantas noticias relevantes para nuestro devenir. La estrategia seguida era sencilla. Como buenos trileros, sus dedos señalan a Cataluña, mientras el truco se realiza en Madrid, comunidad que se ha convertido, pese a los enormes esfuerzos de la izquierda madrileña, en un paraíso para los ricos y muy ricos, donde el dumping fiscal, la competencia desleal y la falta de solidaridad se convierten en los valores que guían las actitudes del condenado por la justicia Partido Popular madrileño, así como de sus aliados Ciudadanos y VOX.

Lo que rompe España no es Cataluña, es la falta de servicios públicos, la ausencia en infraestructuras o la carencia en hospitales y escuelas

Desde Andalucía, agradecemos a la única izquierda soberanista y confederal catalana, los comunes, su supervivencia entre trincheras, capaces de sostener un espacio para tender puentes entre ciudadanos con diferentes identidades, pero con mismas necesidades. Ahí, en ese pequeño espacio donde el pan, el trabajo y la libertad priman sobre las banderas, nos situamos aquellos que elegimos el diálogo entre pueblos. Sabemos que los andaluces, extremeños y ciudadanos de otras comunidades hemos recibido descalificaciones desde sectores del independentismo, pero no eso cambia un ápice nuestro respeto a las sensibilidades de los catalanes. Si queremos que a los andaluces no nos represente VOX – todos recordamos el castigo sufrido en redes sociales aquella noche del 2 de diciembre – debemos huir de generalizaciones y rencillas, reconociendo a todos los catalanes, que, como nosotros, trabajan por construir un Estado más social, más justo, más solidario y más cohesionado, porque lo que rompe España no es Cataluña, es la falta de servicios públicos, la ausencia en infraestructuras o la carencia en hospitales y escuelas. Solo caminando juntos, podremos transformar este país.

Como bien ha dicho mi compañero y amigo, tras la simulación del argumentario de VOX quisimos dar voz a quienes, lejos de los grandes estereotipos regionales, viven y conviven en dos pueblos conectados espiritual y emocionalmente por su gente, su tradición y sus orígenes.

Desde Madrid, 52 escaños, que recuerdan aquellas voces de quienes encabezaron la represión sistemática a la pluralidad de naciones de nuestro Estado, se han sumado al tablero de juego

Ha sido evidente como durante la campaña de estas últimas elecciones el tema central ha sido Catalunya, esa nación dividida, ansiada por unos y otros, convirtiéndose en un bien más que común del tráfico político de nuestros días. Las ciudadanas y los ciudadanos hemos visto cómo, de manera interna, nuestro panorama político se ha polarizado y ha tendido a engrandecer aquello que interesaba y a ocultar lo que interesaba menos. Por un lado, desde la más firme oposición negacionista de la realidad, argumentando la rotura de familias, los contenedores quemados y el supuesto decrecimiento económico a causa de la fuga de empresas. Por otro lado, desde el independentismo más exacerbado, justificando los medios maquiavélicamente, inoperante y sumida en conflictos internos, incapaz de estar a la altura de una institución con siglos de historia como es la Generalitat. Desde Madrid, 52 escaños, que recuerdan aquellas voces de quienes encabezaron la represión sistemática a la pluralidad de naciones de nuestro Estado, se han sumado a este tablero de juego, los cuales tomarán un papel más que relevante en el transcurso de los acontecimientos.

En cualquier caso, la incapacidad negociadora y de diálogo de nuestros dirigentes ha sometido nuestro porvenir a un juego de llamadas más propio de un patio de colegio que al de los representantes de la soberanía popular, si aún existe este término.

Por ende, la apuesta de los comunes ha sido y seguirá siendo, pedir Libertad, Diálogo y Soluciones. Empezando por la libertad, el primer paso para establecer una mesa en igualdad de condiciones, en igualdad de derechos, en consonancia con una argumentación jurídica clara y empezando a trabajar desde la perspectiva política y no desde la judicialización de tales desavenencias.

Juicio del 1 de Octubre
Medio millar de juristas denuncian que la sentencia del Procés vulnera el principio de legalidad

El informe publicado por la plataforma International Trial Watch sobre la sentencia del Tribunal Supremo señala que esta viola los derechos fundamentales por falta de previsión jurídica y por menospreciar los derechos de reunión y expresión.

Asimismo, ésta ha sido pedida estos últimos días por organizaciones como Amnistía Internacional al considerar claramente una vulneración del derecho a la libre manifestación de actores de la sociedad civil como Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. Diálogo, olvidando las rencillas del pasado, sin líneas rojas y sin alzar la voz más que el otro. Un diálogo que sea transversal, que escuche la voluntad de las ciudadanas y los ciudadanos y que busque la mejor configuración territorial para respetar los derechos y sensibilidades de todos los pueblos de nuestro Estado. Por último, todo ello nos debe llevar a la búsqueda de soluciones, como la justicia social y climática, la lucha feminista o la equidad territorial, que cual res nullius han quedado desprovistas de amparo político por la mayoría de los partidos.

Andalucía y Catalunya, pueblos hermanados y destinados a entenderse, no podemos olvidar nuestros orígenes, comprender nuestra diversidad y respetar nuestras peculiaridades, considerando un cambio de modelo como algo necesario y que nos lleve a nuevos escenarios, tanto económicos como territoriales, que se adapten a las necesidades cambiantes de nuestros días y a la voluntad de un pueblo más unido, justo y progresista.

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