15M
El 15M como modo de vida

Ante el auge creciente de VOX, el ‘statu quo’ parece incapaz de combatir su neofascismo. Por eso, quizás es mejor caminar preguntando, inspirados por esos pasos lentos que van lejos y que el 15M ha ido trazando.
Investigador del Centre for Global Studies, University of Victoria (Canadá)
11 may 2021 06:00

Democracia aquí y ahora; democracia real ya. Eso era lo que se intentaba practicar y sobre lo que se dialogaba en las plazas españolas en mayo del 2011. Hoy, sin embargo, nuestro quehacer cotidiano e imaginario colectivo se perciben faltos de esa fuerza transformadora que caracterizó lo que llamamos “el 15M”. Esos gritos de más democracia y de democracia más democrática se han ido silenciando, a medida que diferentes formas de entender la política han ido tomando fuerza y recuperando el terreno que parecían haber perdido.

La multiplicidad de colectividades que, en 2011, se congregó para darle oxígeno a nuestro espacio de participación ciudadana está, en 2021, y una vez más, viviendo en los márgenes de la España institucionalizada. Es hábito extraño ese que reina en el país, el de no solo querer ganar la batalla, sino también demoler al adversario. En la política institucional española, el “agonismo” del que habla Chantal Mouffe es solo un antagonismo disfrazado. Si este espacio político fuese agónico, sus diferentes facciones se entenderían entre ellas como adversarios con legítima existencia a existir. Sin embargo, lo que impera es la cultura de abatir al enemigo.

Desgraciadamente, cumpliendo con esta vieja y cansina tradición, en los espacios de representación político-formal de nuestras tierras, todos entendieron, tras 2011, que el imaginario del 15M tenía que desaparecer. Se pelearon entre ellos para enterrarlo, con la intención de luego “resucitarlo” transformado en política “a la vieja usanza”: con una plaza honorífica, una mención en un discurso de agradecimiento o, simplemente, recordándolo con añoranza en los momentos álgidos de una campaña electoral.

VOX tiene a todos asustados porque, para desnudarle, sus adversarios tienen que transformarse

Institucionalmente, Podemos, Els Comúns, Más Madrid, Adelante Andalucía, En Marea, las CUP y muchos otros partidos-movimiento de nuevo cuño compiten por ganar escaños, alejados ya del imaginario de lo posible trazado por el 15M. El PSOE lucha por mostrar el lado amable del neoliberalismo mientras defiende, a toda costa, una monarquía en declive y un sistema jurídico reacio al cambio. CIU transmuta y ERC se reinventa, ambos sin llevar a cabo ningún cambio. El PP, poco a poco, trata de limpiar su imagen y borrar esa mancha de corrupción que le tiene atolondrado. Ciudadanos navega entre el neoliberalismo y el fascismo con fluidez. Por su parte, VOX tiene a todos asustados porque, para desnudarle, sus adversarios tienen que transformarse. Desde el statu quo no se puede combatir su neofascismo; se requiere una reforma radical en el seno de todos esos partidos que se entienden como democráticos. A fin de cuentas, no parecen haber interiorizado los tiempos y tempos políticos que el 15M nos abrió hace ya diez años. Más democracia, más democrática. ¡Democracia real ya! Esto es lo que propuso el 15M como modo de vida para afrontar la multiplicidad de crisis que nuestras sociedades están sufriendo.

15M
Diez años del 15M Esa gente que está ahí
Esa gente existe, con esas ganas de ponerle pilas a la vida. Esa gente siempre ha estado aquí. Por todas partes. Lo llenan todo, pero no se ven. No se veían, salvo hoy

Mientras en las instituciones se les ignora, el espíritu del 15M, y aquellos que entienden el mismo como una forma de ser, un modo de vida, o una praxis socio-política, no se han ido, sino que siguen pensando, dialogando, y actuando en miles de espacios esparcidos por toda la geografía española. Tejiendo redes, tendiéndose la mano y repensando como transformar las instituciones, mientras en lo local y entrelazados con sus aliados internacionales van construyendo alternativas sostenibles, autosuficientes y más equitativas. Comunidades indígenas, cooperativistas, movimientos prorrefugiados, provivienda digna, medioambientalistas, antimilitaristas, anticapitalistas, feministas, queers, y un sinfín de comunidades y grupos siguen abriendo posibilidades, mientras en las instituciones los espacios de cambio, poco a poco, se van cerrando.

A medida que el statu quo se va haciendo incómodo para muchos, los espacios fraguados desde la horizontalidad del 15M van descubriendo senderos

El ambiente en el ágora institucional no parece especialmente receptivo hacia esas prácticas democráticas representadas por el 15M y sus aliados. Sí es cierto que, de las dos almas del movimiento, de las que hablara Carlos Taibo, la vertical ya es parte integral del establishment. Pero a la horizontal se le negó un diálogo entre iguales y, por lo tanto, se va repensando y reconstruyendo desde los márgenes. No obstante, poco a poco su voz empieza a sonar de nuevo. El descontento social en el país hace que los ciudadanos busquemos alternativas, y la corriente horizontal del 15M sigue ofreciendo muchas respuestas. A medida que el statu quo se va haciendo incómodo para muchos, los espacios fraguados desde la horizontalidad del 15M van descubriendo senderos.

La multiplicidad de ideas, corrientes, tradiciones y prácticas que convivieron y nutrieron espacios 15M siguen vivas. Estos son hábitos que, aunque castigados severamente a lo largo de los siglos, han perdurado en el imaginario colectivo de lucha contra la injusticia y la opresión en nuestro país. Es por eso que siempre sorprenden a aquellos que creen haber reencauzado los sueños democráticos de la ciudadanía a través del caudal vertical de la representación en parlamentos; esos espacios de tan baja intensidad democrática. Quienes en ellos están, saben que desde ahí se está minando la democracia. Pero la política tiende siempre a volver a las plazas; en ellas, sin intermediarios y entre conciudadanos llegamos a acuerdos y consensos que más tarde impregnan las grandes transformaciones de nuestros pueblos.

En mayo del 2021, el 15M cumple diez años y se nos presenta como vacuna sin patente contra el posfascismo. Al mismo tiempo, nos recuerda que es desde las plazas desde donde se cambia el statu quo. Así, si no queremos ser devorados por el ideario de VOX mientras resignados escuchamos las grandilocuencias de nuestros políticos, tenemos que volver al diálogo entre iguales; entre nosotras. Una gran conversación entre pueblos, grupos e individuos que aborde todos esos conflictos y crisis que nos están destruyendo. Aquellos problemas que nuestros políticos, en campaña permanente, nunca abordan con la profundidad y altura de miras necesarias para afrontarlos. Es cierto que el país sigue desmoronándose aceleradamente, pero el 15M, con su modo de vida, cristaliza un sinfín de herramientas y prácticas que nos sirven para afrontar los grandes retos presentes y los nuevos que se avecinan. Deberíamos prestarle más atención.

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