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Honduras
“Que la ganancia de una mujer presidenta se refleje en ganancia de derechos para las mujeres hondureñas”
Laura Zúniga Cáceres, hija de Berta Cáceres y militante del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), participó recientemente en un encuentro sobre fundamentalismos organizado por Medicus Mundi Gipuzkoa. Sobre la situación de su país y la lucha por justicia para Berta, cuando se cumplen seis años de su asesinato, hablamos con ella en esta entrevista.
Quería empezar preguntándote por el juicio por el asesinato de tu madre, ¿cómo lo habéis vivido?
Una de las cosas que siempre peleamos era el tema de la investigación. Porque en su momento, cuando fue el asesinato, exigíamos que hubiera una comisión internacional independiente, por la desconfianza que había, y no se nos dio. Pero peleamos bastante el acceso a la información, y logramos aclarar las líneas de acción que tuvieron los asesinos de mi madre. Esto fue muy importante y nuestra primera victoria. Luego se dio el juicio contra ocho personas acusadas de haber participado en la parte material, los gatilleros que se dicen. De estas ocho personas se condenó a siete, a las cuales se hizo un fallo de culpabilidad y también una sentencia que todavía estamos esperando.
¿En qué situación quedó la empresa?
Luego se inició el caso contra David Castillo, el gerente general de la empresa. En el transcurso del juicio, pudimos evidenciar que esta persona tenía formación militar y que la había utilizado para la persecución y el seguimiento de las comunidades, específicamente contra mi mami, contra Berta Cáceres. Fue importante el debate que se dio en el juicio: ¿para qué está funcionando la formación militar en Honduras? En este caso, él fue estudiante de West Point, lo que demuestra qué tipo de formación dan los Estados Unidos.
El fallo de culpabilidad contra David Castillo fue muy importante, porque es la primera vez que un directivo de una empresa es condenado por asesinato
Sobre cuál era el rol que tenía, lo que evidenciamos es que era coautor. Es decir, él no fue parte de la autoría intelectual. Era un engranaje más de toda esta estructura, por lo que aún faltan las autorías intelectuales, que es lo que seguimos exigiendo. Sin embargo, el fallo de culpabilidad contra David Castillo fue muy importante, porque es la primera vez que un directivo de una empresa es condenado por asesinato. Además, eso puso mayor responsabilidad sobre los bancos y financiadores de esta empresa, que estaban articulando con criminales.
¿Y qué pasa con la sentencia?
El 3 de abril se va a hacer la lectura de la sentencia, con la argumentación de por qué es culpable. La estamos esperando porque es otro momento que puede ser también de debate o de fragilidad. Así que nada, estamos en esa, esperando también para defender el fallo de culpabilidad, porque sabemos cómo se mueven las cosas en Honduras, y puede darse un fallo para aliviar la tensión que de aquí a unos años lo puedan romper.
Te quería preguntar también por los cambios que está habiendo en Honduras, con la nueva presidenta Xiomara Castro y la detención del expresidente Juan Orlando Hernández. ¿Crees que es un momento esperanzador para los movimientos sociales o estáis alerta por lo que pueda pasar?
Una de las cosas que hemos aprendido en Honduras y en América Latina, en relación con los gobiernos progresistas, es que siempre hay que estar alerta. Sabemos que el poder está más allá de los gobiernos, sobre todo en Honduras, donde han sido doce años de la estructuración del Estado en favor de las empresas extractivas, con toda la criminalidad también. Sabemos que unas elecciones no van a desarticular estas estructuras, que están ahí enquistadas y que han funcionado y se han perfeccionado a lo largo del tiempo.
Se hizo un ejercicio de disputa de la democracia, después de doce años donde vivimos un golpe de Estado, fraudes electorales, cambio de la Constitución sin la más mínima legalidad...
Esto por un lado, pero yo creo igual que es muy esperanzador, porque lo primero es que es una mujer que llega a la presidencia con un discurso progresista. Hablando, por ejemplo, de la moratoria a los proyectos extractivos, de justicia para Berta Cáceres, de los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI, etc. Llega también con una amplia mayoría, que es importante porque se hizo un ejercicio de disputa de la democracia, después de doce años donde vivimos un golpe de Estado, fraudes electorales, cambio de la Constitución sin la más mínima legalidad. Estamos en un momento de disputa del mismo Estado, de las mismas instituciones. También el poder judicial está activando una mayor represión, mayor confrontación contra los movimientos y las personas que estamos en lucha.
¿Cómo os situáis ante esa coyuntura?
Todo esto implica varios desafíos. El primer desafío tiene que ver con la apuesta por las políticas públicas en favor del pueblo, creo que tener un gobierno que lo haya prometido nos da, digamos, la posibilidad de exigirlo. Como movimientos hemos aprendido a tener autonomía sobre los gobiernos y los Estados, entendiendo que son nuestros recursos, que es nuestro trabajo, pero sin dejar de lado que en realidad tenemos que seguir defendiendo los territorios, que seguimos —por lo menos desde las comunidades indígenas— construyendo autonomía, proponiendo nuevas formas de relacionarnos que tengan que ver con justicia, con igualdad, con respeto. Entonces creo que va a ser un momento, si baja la represión, para fortalecernos en este sentido, y de articulación con otras organizaciones e instituciones también.
No es que somos ingenuos o ingenuas en apostarle todo a un gobierno, tampoco es que estemos tristes, estamos alegres. Para nosotros Juan Orlando, el que fue presidente cuando el asesinato de mi mami y que acaba de entregar el poder, es uno de los culpables también del asesinato. Y que vaya preso, más allá de que no sea directamente por el crimen de Berta Cáceres pero sí por sus actos de corrupción y criminalidad, es algo bueno. Lo malo es que va en un sistema de justicia que no es el hondureño, porque todavía ahora no podemos apostar a que funcione el sistema judicial en Honduras. Ahí hay también cuestionamientos que tenemos que llevar adentro de la población, para debatir por qué necesitamos que venga otro gobierno a hacerlo, pero estamos alegres.
¿Cuál va a ser la reacción de las empresas transnacionales y de los grupos criminales con este nuevo gobierno?
Yo creo que van a tratar de presionar, de seguir con sus prácticas de violencia. Ha habido una respuesta agresiva de parte de estos sectores de poder, lo hemos visto por ejemplo con la persecución que se ha hecho a los compañeros y las compañeras defensoras del río Guapinol, que es uno de los casos que se está peleando bastante. Son ocho compañeros que fueron criminalizados por defender el río de las actividades de una minera, en una zona que es una reserva protegida y donde vive una comunidad. Los han encarcelado, los declararon culpables y, aunque hubo algunos actos que hicieron retroceder el fallo, siguen presos, a pesar de que deberían estar libres.* Sus familias hoy continúan denunciando tiroteos, represión y persecución a las mujeres —a sus compañeras o a sus madres—, que son a quienes les ha tocado hacerse cargo de esta lucha.
Estamos viendo que, frente al avance que pueda haber, también hay una respuesta de mayor violencia y agresividad
Estamos viendo que frente al avance que pueda haber, también hay una respuesta de mayor violencia y agresividad. Creo que esto se va a intensificar en este tiempo, mientras no logremos desarticular realmente este tipo de estructuras que son industria extractiva, pero también son de criminalidad. Lo vimos en el caso de mi mami, con la articulación del narco y las empresas extractivas, y lo vemos con el uso de los militares y paramilitares como forma de oprimir o de generar terror en la población.
Sobre el movimiento feminista y de mujeres, se acerca el 8 de marzo y no sé cómo se está organizando en Honduras esta fecha, si va a haber alguna reivindicación en concreto.
Si bien hay algunas organizaciones que se están activando, todavía no nos hemos puesto tanto las pilas. Pero creo que nos encuentra de otra manera a las mujeres, estamos con una mujer presidenta por primera vez en la historia de Honduras, está una mujer gobernante y creo que esto también da un mensaje de que las mujeres tenemos capacidad de gestionar, de liderar. El reconocimiento de la sociedad a través del voto hacia esta mujer es algo importante.
Nos encontramos también con un gabinete que tiene a muchas compañeras que han sido parte de los procesos feministas, por ese lado va a haber alegría. Y va a haber también mucho cuestionamiento con que haya un mayor avance en derechos sexuales y reproductivos, que durante el golpe de Estado se echaron para atrás con ayuda de los militares y la iglesia. Ahora, por ejemplo, se está peleando por las pastillas anticonceptivas de emergencia, que es algo que está prohibido en Honduras y queremos que vuelva, por que haya mayor educación sexual… Va a ir por este lado, por la reivindicación de los liderazgos de las mujeres pero además con la necesidad de que se profundicen los derechos, que esta ganancia de una mujer presidenta implique o se refleje en ganancia de derechos para las mujeres hondureñas.
Has comentado la importancia que han tenido los liderazgos de mujeres en la lucha por la defensa del territorio, ¿cómo vivís este momento?
Ha sido bastante esperanzador ver cómo nos estamos viendo reconocidas como sujetas por el mismo Estado, que es algo que no había pasado antes, que se llame al diálogo a las mujeres que están haciendo la lucha territorial es importante. La gente está organizada y ha presentado diversos planes sobre cómo queremos que el gobierno trabaje respecto a la tierra y el territorio. Sobre todo, lo que yo he visto es bastante alivio, venimos de un gobierno machista que legitimó la violencia contra las mujeres, muchas lo hemos vivido en el cuerpo.
Hoy por lo menos nos vamos a alegrar de que nombren a nuestra compañera Berta Cáceres, que reivindiquen a los pueblos indígenas, a las mujeres como sujetas válidas que podemos proponer
Cuando estábamos en la toma de posesión de Xiomara una compañera me dijo “ahora ni el cuerpo me duele”. Venimos jalando estos dolores. Entonces, para mí, fue decir “démonos chance de tener esperanza”, que no significa que estemos renunciando a la lucha, pero sí que hoy por lo menos nos vamos a alegrar de que nos nombren, que nombren a nuestra compañera Berta Cáceres, que reivindiquen a los pueblos indígenas, a las mujeres indígenas como sujetas válidas que podemos proponer. Es algo que es interesante, que estamos viviendo y lo estamos disfrutando. Vamos a ver cómo funciona, pero hay un gobierno progresista y el expresidente está siendo extraditado, así que por ahora estamos alegres.
Y es una victoria que también responde a vuestra lucha, ¿no? Lo podéis reivindicar como una victoria después de todos estos años peleando.
Lo es. Que el discurso de toma de posesión sea de moratoria a las empresas extractivas tiene que ver con lo que peleamos para denunciar lo que está haciendo el extractivismo en nuestros territorios. Que se hable de Berta Cáceres es porque esta figura la peleamos, la luchamos. La justicia fue una bandera que agarramos y que levantamos durante todos estos años. Las comunidades estuvieron durmiendo afuera de la Corte durante tres meses, con lluvia, con lo que había, y esto era una reivindicación comunitaria, feminista. Era el campamento feminista Berta Vive. Estas cosas también se reflejan, no es que la presidenta dijera “esta lucha me cae bien”, sino que la hicimos visible.
Hemos vivido un golpe de Estado, hemos vivido más de 500 años de violencia, sabemos lo que es luchar y un cambio de gobierno no va a hacer que dejemos la lucha
Es parte de nuestra construcción, estoy bien alegre porque lo hemos hecho nosotras. Cuestionar la figura de Juan Orlando Hernández, fuimos nosotras las que estuvimos en esto. Fueron las comunidades, fue el pueblo, no sale de la nada. Hemos vivido un golpe de Estado, hemos vivido más de 500 años de violencia, sabemos lo que es luchar y un cambio de gobierno no va a hacer que dejemos la lucha. Pero si nos da mejores condiciones, si tenemos mayores posibilidades de vivir, pues buenísimo.
Antes comentabas el tema de la migración, que es otra problemática que está atravesando Honduras por toda la gente que se ha tenido que ir, y planteabas la responsabilidad que tenemos desde aquí como territorio de llegada.
El debate es entender que el extractivismo no funciona solo para los bienes comunes sino también para las personas. Hemos vivido el extractivismo de personas, que cuando llegan son mano de obra barata, cuerpos desechables, violentados. Con unas leyes antimigración y unos discursos de violencia que ayudan a vulnerabilizar a estas personas, no es que vaya a haber menos migración, menos exilio, solo es que se vulnerabiliza más. La humanidad es migrante, todas hemos sido parte de oleadas de migración más pequeñas o más grandes, no es que este pueblo esté exento de haber migrado. Esperamos que este nuevo gobierno dé mejores condiciones para que no tengamos que irnos, pero en el caso de que la gente migre, que encuentre condiciones de dignidad, no de explotación ni de violencia, o de tener miedo, porque a la derecha se le ocurrió que el nuevo enemigo interno va a ser la migración. Generar mayor empatía, mayor conciencia, y que se acompañe estos procesos que son dolorosos, que no es fácil migrar, que no es fácil irse de tu país.
* Unos días después de realizar esta entrevista, el 24 de febrero de 2022, los defensores del agua de Guapinol fueron liberados tras una lucha de treinta meses por su libertad.