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Residuos
Las cuentas pendientes de la Mancomunidad
Distintas propuestas desde las instituciones y la ciudadanía tratan de superar la parálisis frente a los problemas recurrentes en la gestión de los residuos en Iruñerria
La gestión de los residuos va a convertirse en un tema clave en los próximos años. Los objetivos que se marca el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos para 2022 —el uso eficiente de los recursos basado en la reducción, el reciclaje y la reutilización— obligan a tomar decisiones a corto plazo para cambiar la inercia en la Comarca de Pamplona.
Por su parte, la UE exige, entre otras cosas, un 50% de reciclaje y compostaje para 2020. En este contexto, el Plan de Gestión de Residuos de Navarra aterrizado en 2017 tiene unas cuantas tareas por delante, antes de que el tiempo se le eche encima.En conjunto, los datos de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona no son positivos. Mientras que en comparación con el resto del Estado español, los resultados de las fracciones de envases, papel y vidrio son buenos, la recogida selectiva de materia orgánica —la que se realiza en el contenedor marrón— está siendo muy deficiente. El llamado quinto contenedor cumple su
tercer año de vida y aproximadamente la mitad de las viviendas de la Comarca de Pamplona ha solicitado la llave para utilizarlo. Sin embargo, las estadísticas demuestran que la participación no llega al 13%, lo que supone que solo se recupera el 9% de la materia orgánica. El reto de aumentar este porcentaje se complementa con la reducción de la fracción resto —la que se envía al vertedero de Góngora (Valle de Aranguren) sin separar—, que tendría que disminuir del 62% actual al 33%. Un vuelco total.
CRÍTICAS
La decisión de hacer obligatorio el reciclaje de materia orgánica va encaminada en esa dirección, en la línea de lo que en su momento supusieron la prohibición de fumar en bares y recintos cerrados, o la reducción de circulación a 50 km/h en vías urbanas. Cambios implantados con poco periodo de adaptación, que suscitaron polémica y que fueron acompañados de medidas coercitivas. En la actualidad, y pese a las críticas iniciales, nadie cuestiona ni su sentido ni su específica contribución al bienestar general.
No obstante, la Compañía de las 3R (Reducir, Reciclar y Reutilizar), colectivo que trabaja por la gestión sostenible de los residuos, es crítica con algunas de las medidas que se proponen para llegar a un horizonte de mayor reutilización de la materia orgánica y de menor producción de desechos de la fracción resto.
La Mancomunidad ha presupuestado casi un millón de euros para una planta de procesado de la fracción resto, similar a la que existe en El Culebrete (Tudela). Joseba Mauleón, miembro de la citada agrupación, apuesta por centrarse en ampliar el porcentaje de materia orgánica que se separa, para plantearse después la necesidad o no de construir una planta de tratamiento del resto. Pide también que se haga una evaluación económica y medioambiental de la actual recogida neumatica que se está llevando a cabo en el Casco Viejo, antes de extenderla a otras zonas de la ciudad.
Los dos sistemas principales para separar la materia orgánica son el contenedor marrón y el puerta a puerta. Pese a que la primera opción es la que tiene más posibilidades de llevarse adelante debido a que ya está parcialmente implantada, la Compañía de las 3R propone llevar a cabo una prueba piloto del puerta a puerta en dos o tres barrios de Iruñea para contrastar cuál de los dos métodos es más efectivo. Para Mauleón, este sistema debería testarse de manera “voluntaria y asegurando bonificaciones inmediatas” a los participantes. “Probarlo antes nos evitaría incurrir en gastos importantes en cualquiera de las dos direcciones sin tener claro el éxito del modelo”, explica.
El lugar donde se realice el compostaje es otro de los debates. Mauleón tiene claro que el resultado de la separación debería ser compostado “lo más cerca posible del lugar de generación
de los residuos”, e incide en que “lo ideal es que se hiciera en el propio barrio”, cómo ya hacen algunas iniciativas comunitarias en Iruñea. Desde la Compañía de las 3R señalan que hay dos alternativas cercanas para el compostaje de residuos en la comarca: el meandro de Aranzadi y la zona no inundable de la Magdalena. “Otra alternativa es que los agricultores del Valle de Aranguren, u otros de Iruñerria, asuman —previo pago de la Mancomunidad— el compostaje y uso de nuestros residuos urbanos”, añaden.
La gestión de los residuos puede venir acompañada de decisiones impopulares, de incomprensión y de rechazo
PREDICAR CON EL EJEMPLO
La disposición de la ciudadanía para aumentar el reciclaje difícilmente podrá llevarse a cabo sin una campaña pública de sensibilización, en la que se entiende que “deberían participar las
figuras sociales de referencia de los barrios”. En este sentido “el compromiso para dar ejemplo a la ciudadanía debería también extenderse a los representantes políticos, que tendrían que dar un paso al frente y asumir de manera transparente las bonificaciones o las penalizaciones que les correspondieran”, explican.De cara a la fracción resto, el plan anunciado por el Gobierno de Navarra prevé un canon por vertido de residuos. La medida podría suponer otro contratiempo para la Mancomunidad si no se disminuye la cantidad de toneladas que se envían al Centro de Tratamiento de Residuos Urbanos de Góngora. “No es descabellado pensar que necesitaremos aplicar incentivos y desincentivos fiscales a los contenedores verde y marrón, con el objetivo de que se reduzca el peso del verde, como ha hecho este año el Consorcio de Residuos de Navarra”, alerta Mauleón.
Además, si la fracción resto no disminuye notablemente, aumentan las posibilidades de que se prolongue la vida útil de Góngora más allá de 2022 —fecha prevista de su clausura—, escenario al que se oponen los vecinos y el Ayuntamiento del Valle de Aranguren. La alternativa pasaría entonces por trasladarla a la planta de El Culebrete, situada entre Tudela y Cintruénigo, a 100 kilómetros de Pamplona. Ello supondría un aumento notable del gasto económico así como del CO2 asociado al transporte por carretera.
La gestión de los residuos puede venir acompañada de decisiones impopulares, de incomprensión y de rechazo. “Todavía hoy, la gestión consiste en hacer desaparecer la basura: una manera de actuar que escamotea la realidad y que difumina la responsabilidad que acarrea su generación”, explica Mauleón. No obstante, cada vez más, las normas europeas y la sensibilidad ambiental favorecen los debates desacomplejados y propositivos. Aunque, tal y
como señalan desde la Compañía de las 3R, es muy complicado subvertir el imaginario hegemónico de la economía lineal —la de usar y tirar— porque los desperdicios que se arrojan a un cubo de basura acaban despareciendo bajo tierra, en Aranguren o en El Culebrete. Es una suerte de proceso mágico frente al que la razón y la responsabilidad naufragan con frecuencia si no se combinan con determinación.
bien. Por contra, las viviendas con tasas bajas de separación sufren una corrección al alza de su cuota. Se aplica el principio de que quien contamina paga, dado el coste económico y ambiental que genera la separación posterior de la basura no reciclada, que recae sobre toda la población.
Fomenta la responsabilidad: no se recogen las bolsas que no se separan previamente. La experiencia en los más de 100 municipios catalanes en los que se ha implantado aconseja empezar con experiencias piloto en distintos puntos de la ciudad y realizar una monitorización exhaustiva.
variable, esta última en función de las bolsas que se compran o de las veces que se usa cada contenedor. En algunos países se paga solamente por el uso del contenedor verde (bolsa de rechazo). El Plan de Residuos plantea esa posibilidad que, se supone, vendrá recogida en la ley que está elaborando el Gobierno de Navarra.