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República
Hace 150 años todo esto era república
¿Cómo un evento de nuestra historia merecedor de admiración por las vanguardias internacionales y cuna de las más avanzadas innovaciones democráticas puede ser, siglo y medio después, sinónimo de caos, extremismo y ridículo en la plaza de la opinión pública?
En este episodio, nos cogemos de la mano de Gerardo Pisarello y de su último libro La República inesperada (ed. Escritos contextatarios), para adentrarnos, junto con otras investigaciones recientes, en la apoteosis del XIX español. En su vertiente de historiador constitucional, Pisarello empieza recordando la aversión del franquismo no solo a la experimentación republicana, sino al conjunto de un siglo XIX que desmiente la idea de la excepcionalidad española, mostrando en cambio a nutridos sectores democratizantes y modernizadores y centrando la singularidad española, más bien, en el vigor de unas fuerzas reaccionarias que, por ejemplo, conservaban una composición esclavista y tradicionalista fuerte incluso en el final de siglo.
Frente a estas, la I República no es, por inesperada ante la espantada de Amadeo de Saboya, un acontecimiento aleatorio, sino el resultado de una larga tradición que aunaba las reivindicaciones sociales y democráticas en las juntas locales y los clubes que habían protagonizado todos los éxitos de la resistencia y los avances democráticos del siglo. La tragedia del primer proyecto republicano, pinzada entre una reacción inaccesible a las reformas y unas bases democráticas en el extra-cortesanas impacientes de reformas, no le resta valor como fuente de innovación y aprendizajes políticos que llegan hasta hoy.
Hoy resuena el vínculo entre mayores cotas de igualdad material y de profundidad democrática, no por la virtud moral de lo segundo, sino por la necesidad de que grupos concretos encarne, implementen y defiendan las reformas frente al inmovilismo y la reacción. Hacen eco las limitaciones de los partidos de notables y de la dinámica cortesana, así como del propio derecho constitucional y social de trayectoria descendente para confiar, conectar y aliarse en sentido fuerte con una bases populares que tiene por exteriores y que operan con una pluralidad difícil de procesar en el conmutador de Madrid. Se filtra en el presente la necesidad de aprovechar los momentos de desorientación y debilidad de la reacción para introducir las reformas sistémicas y de, en momentos de reflujo, no erosionar las propias bases en honor de concesiones que no ofrecen avances, sino que solo hacen más fuertes a los oponentes en detrimento de los propios.
Quizá sea por todo eso que, en plena precampaña, diga más de nuestro presente un libro sobre los caminos alternativos de la historia decimonónica que las entrevistas en prime time y a nosotros nos guste enmarcar la actualidad que os lleváis de editorial en esta conjugación del futuro anterior.