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Actualidad
Crónica sentimental de la actualidad política
La ilusión, el miedo, la esperanza, el cansancio. Los sentimientos son tan parte de la política como el interés y los valores, como las estrategias y las jugadas de ajedrez. En una crónica sentimental del ciclo político abierto en 2011, hablaríamos de autoestima, de ambición e incluso de adicciones pero también hay momentos de fango y de desafección. En los últimos años se ha iniciado un periodo de inflación prolongada de estos sentimientos que no termina de concluir y que explica cada vez más proporciones de nuestra relación con la política.
Si toda política tiene dos horizontes, uno estratégico y objetivo hacia el que caminar y otro energético y subjetivo con el que hacer el camino, el sentimentalismo político habla de un desacople entre los dos horizontes. Las expectativas del gobierno de coalición de 2019 se han cumplido, el bloque progresista en que descansa parece sólido y, aunque la propia expresión de “la izquierda del PSOE” señala la subordinación simbólica en que nos movemos, tal espacio, ni existía antes con la densidad con la que existe ahora ni disfrutaba de una mala salud de hierro electoral, con proporciones de entre el 16 y el 19% en las encuestas, que no pueden exhibir otros espacios. Y, a pesar o en mitad de eso, la desafección.
📊🧵Comienza el ciclo electoral y aumenta la velocidad de las encuestas. Con titulares y resultados muy dispares.
— Daniel V. Guisado (@DanielYya) April 10, 2023
Voy a alejarme de la coyuntura y resumir algunas claves demoscópicas. Con especial énfasis en la situación de la izquierda (PSOE, Sumar, Podemos etc.)👇
El marco mental e histórico del desencanto sigue pensando sobre nuestras concepciones política, como una pasión reactiva a la normalización de la fuerza popular acumulada durante los 60 y 70 del siglo pasado pero también como una desembocadura trágica de los ciclos de transformación, que se ha exhibido desde los agentes encantados con ese desencanto, hasta formar lo que llamaba Mar Padilla en nuestro episodio sobre el asalto al Banco Central como El Desencanto TM. Estamos a un paso, por lo tanto, de que el peso de ese marco histórico, unido al interés de la resistente cultura de la transición y a la búsqueda de nuevos nichos políticos, pacten “ El Desencanto. Remake” y se disuelva el ciclo institucional en la miseria del 10% y una generación de cuarentañeros en busca de nuevas cosas por ilusionar.
La desafección no puede proceder, entonces, de esa situación electoral, sino más bien del alejamiento del horizonte ético-democrático del 15M, entendido no como técnica de participación concreta, sino como devenir mayoría plural que no suma sino mezcla a las partes; a la postre la única garantía de que la Troika de turno no pueda torcer el brazo a unas pocas personas, por bien que representen la pasión de las muchas. En este sentido, las diferencias programáticas, metodológicas o identitarias que se exhiben en el espacio de nuevas y viejas marcas, al recibirse como ejercicios coyunturales de segmentación de mercados, no pueden afectar, sino en la polaridad de hooligan o de persona callada-responsable que es consciente de la relevancia y la fragilidad del momento. Por eso nos hemos tenido que poner sentimentales.