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El COVID-19 está sirviendo de inspiración para diversidad de creadores, filósofos, analistas políticos, poetas y periodistas, entre otros muchos quienes intentamos llevar como podemos el encierro que supone el estado de alarma y una cuarentena en la cual como nunca los medios de comunicación se convierten en frente de la “realidad”. Se trata de un momento en el que vemos análisis de todo tipo, signo y procedencia, mí intención por tanto en las siguientes líneas no será entrar en la ya abundante literatura sobre el mundo que será o que ya está siendo, principalmente porque no me encuentro cómodo con los análisis sociales que plantean salidas sin solución de continuidad. Sin embargo, lo que motiva a escribir estas líneas es la incredulidad con la que cierta izquierda, cuya voz es amplificada por las grandes empresas de comunicación, está haciendo frente a cómo “Europa” gestiona no solo la cuestión sanitaria, sino primordialmente la cuestión económica.
En días recientes varios medios se hicieron eco de las palabras del primer ministro de Portugal quien calificó la postura de Holanda como “repugnante”, “mezquina” y “contraria al espíritu de la Unión Europea”, así mismo señalaba que “Ahora no se trata de economía, ni de empleos. Se trata de vidas humanas” y agregaba “Si la Unión Europea no hace ahora lo que tiene que hacer, está acabada”. Tres cuartos de lo mismo hicieron España e Italia, que con un tono menos fuerte se plantaron ante Holanda y Alemania por pretender encarrilar por el ya conocido camino de los rescates a los países de Europa más golpeados por la pandemia .
Ante este contexto nos encontramos con una izquierda occidentalizada que no logra comprender aquello que califica en las posiciones de Holanda y Alemania como “falta de solidaridad”, un sentimiento que se presenta de forma transversal y no solo se tiene presencia en la voz del primer ministro portugues, sino que tiene un fuerte eco en las cajas de resonancia que son las tertulias de las grandes cadenas de televisión en territorio Español. En tal sentido, llama la atención cómo contrasta la perplejidad con la que está izquierda es incapaz de leer lo que está pasando en una clave distinta al europeismo, quedando de manifiesto sus grandes límites cognitivos, como están profundamente anclados a su sistemática negativa a aceptar aquello que dijera A. Cesairé, “Europa es moral y espiritualmente indefendible”.
Se trata de una inteligentzia eurocéntrica que muestra su incapacidad para comprender que justamente Europa es el problema, no la solución. Y es que en estos días se puede observar como el occidentalismo progresista se muestra incapaz de comprender los posicionamientos de Holanda y Alemania, que nada aprendieron de los costos sociales impuestos por la Troika, parecen no recordar que los recortes en sanidad, de los que se habla tanto hoy día, fueron ejecutados por los gobiernos locales pero fueron diseñados e impuestos por esa Europa que añoran y a la que piden solidaridad. .
Las apariencias pueden hacer pensar que cuando abogan por poner de manifiesto el “espíritu” de la Unión Europea lo hacen resultado de la pérdida de la memoria, pero no es así, es justo lo contrario, sus proyecciones sobre la idea de Europa son justo el reflejo del credo en el mito emancipatorio propio del mundo moderno/colonial, es el relato desde el que reclaman al norte europeo mayor solidaridad, un performance que deja claro que la izquierda occidentalizada, como los personajes de la película de Nacho Villa, se encuentra Perdiendo el Norte. No se han dado cuenta aún que Europa es la Edad Media, es el oscurantismo que media entre el mundo antiguo y la colonialidad del secularismo de la modernidad, Europa como concepto es la sociedad de la persecución, el hogar del individualismo posesivo llevado a sus extremos al otro lado del Atlántico por sus homólogos euro-estadounidenses.
El occidentalismo progresista no termina de enterarse que el Estado de Bienestar no es el resultado de la solidaridad europea, sino de un pragmatismo promovido por el miedo, el miedo al avance del comunismo, por eso hubo Plan Marshall y no por alguna razón altruista venida de un espíritu humanitario encarnado por el imaginario europeo, y cuando esa amenaza quedó atrás vinieron los mismo que hoy invitan a entretenernos con aplausos desde los balcones y se cargaron ese Estado de Bienestar. Este occidentalismo progresista hace total silencio frente al no confinamiento de los mercados financieros y especulativos, cuya expansión no se detiene aunque todos hagamos de nuestra vida una almohadilla y nos quedemos en casa. Mucho menos se han enterado que los derechos y libertades nunca fueron prerrogativas de algo llamado Europa, han sido justo el resultado de la lucha de las poblaciones sometidas por eso que Europa es.
Lo que impresiona de todo esto es como el occidentalismo progresista ha sido tan encandilado por las “luces” de la ilustración que tiene que venir un personaje como Paco Marhuenda, representante de la derecha mediática, a decirles que se bajen de esa nube, que eso del “espíritu de Europa es un invento romántico que no se cree nadie”, y prosigue siendo de los pocos fabricadores de opinión que se atreve a señalar que parte de la actual situación sanitaria fue provocada justo por el “ego europeo”. Marhuenda se encuentra entre los pocos que se cuentan dentro de la mediática española en afirmar que mientras el COVID-19 se extendía en China desde Europa el tema se miraba con condescendencia, con “esa soberbia propia del mundo Occidental”, soberbia en la que vendría la pena resaltar la postura sicofante de Vargas Llosa, quien en pleno estado de alarma afirmó que “si China fuera una democracia, la situación mundial de la epidemia sería diferente”
Pero, a diferencia que lo ocurre con la opinión del director de La Razón, lo llamativo del disparate de Vargas Llosa es precisamente lo que éste comparte con un occidentalismo progresista que lanza, cada vez que tiene la oportunidad, nubes negras sobre la situación en China, opinadores entre los que se encuentran todos aquellos quienes, desde la prepotencia de la moral occidental, fustigaron la manera en la que una poco democrática China hacía frente a la expansión del coronavirus, “solo en un país poco democrático puede hacerse lo que se está haciendo en China” repetían una y otra vez como un mantra, para luego acabar señalando que en Europa la gestión no podía hacerse violentando las muy celebradas libertades individuales, resalta por ejemplo, que el 14 de marzo, apenas a pocas horas de la declaración de estado de alarma Ana Alonso se preguntaba en El Independiente si ¿Combate mejor China una pandemia por ser un régimen en la que el Partido Comunista impone su dictamen sin oposición? ¿O es una crisis de este calibre la oportunidad de oro para que los sistemas democráticos demuestren la fortaleza del estado de derecho? Mientras este martes 31 de marzo titula su columna Italia clama: “Queridos amigos alemanes”, no seáis egoístas, y aprobad los coronabonos, lo que es solo una muestra de incontables ejemplos que pueden encontrarse en la hemeroteca.
Así, la ironía del director de La Razón deja desnudo al progresismo occidentalista, ese que no sabe qué hacer y se debate entre combatir a Europa o pasar por alto los problemas fundamentales que se manifiestan dado el matrimonio entre la idea de Europa, Colonialismo y Colonialidad. Sin embargo, no nos llamemos a engaños, no se trata de que la derecha sea ahora una referencia para el pensamiento crítico, lo que presenciando desde hace ya varios años es que el avance de la extrema derecha viene con ingentes dosis de cinismo, ya no hay preocupación por las formas, están han dejado de funcionar en la medida en la que las instituciones internacionales resultado de las dos llamadas Guerras Mundiales han llegado a su límite. Esto explica el porqué desde VOX denuncian lo que llaman “la dictadura progre de lo políticamente correcto”, es decir, corren tiempos en los que la doctrina Bush evidencia su profundo enraizamiento societal y su encarnación más brutal en la figura de D. Trump, ya las formas no importan, porque ya no les funcionan.Pero si a las derechas ya no les vienen bien las formas de la modernidad tardía, la izquierda occidentalizada se aferra a ellas sin cuestionamiento alguno, una actitud que es justo la gran victoria de la revolución neoliberal, que la izquierda occidentalizada interiorizó que no hay alternativa.
En este sentido, el COVID-19 ha supuesto el escenario donde se nos ha mostrado un nuevo performance de una izquierda occidentalizada que dejó muy atrás el paganismo revolucionario de los oprimidos para abrazar el credo de la modernidad en tanto religión secular, por lo tanto frente al dilema de este occidentalismo progresista está de nuevo Cesairé recordándonos que “Una civilización que decide cerrar los ojos a sus problemas cruciales, es una civilización enferma. Una civilización que escamotea sus principios, es una civilización moribunda”. Se trata de una lección para esa izquierda occidentalista sigue sin aprender, sin abrir los ojos y eludiendo su responsabilidad, cuando bien harían en comprender que no abriendolos solo se condenan a sí mismos. Mucho bien harían dándose por enterados que Holanda y Alemania no escamotean los principios de europeidad, sino todo lo contrario, lo que hacen es jalonarlos hasta el paroxismo.
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Gracias por compartir este interesante texto del colega José Romero Losacco, si bien creo que en el mismo se mezcla una serie de datos y de contextos históricos que termina poniendo en el mismo momento temporal la campaña civilizatoria-colonial de la Europa de aquellos canallas años 30 - 50 con la creación de la Unión Europea (fundada como aquí todos lo sabemos en una cooperación económica). Esto le resta seriedad a su análisis ya que claramente se extrapolan hechos y conceptos. Para empezar, cuando Aimé Césaire escribe “Discours sur le colonialisme” (1950) estamos en plena efervescencia de las guerras contra el colonialismo criminal de varios Estados eupoeos y Césaire habla de la civilización Europea que se anula ante su propia empresa colonial, animal y criminal mas no de la Unión Europea. Luego, nuestro colega parece que tiene mas claro que nosotros los que estamos en este lado quien es la "izquierda progresista", pues la verdad yo viviendo aquí +15 años ya no lo tengo claro. Finalmente, la lectura decolonial de Césaire, Fanon y Glissant es bien curiosa, al punto que terminan poniendo en boca de estos discursos decoloniales del siglo XXI. No sé si se debe a las traducciones en español de estos textos o al deseo de "renverser la table". Pero mejor dejo que sea el mismo Césaire quie lo diga:
"Parece que en algunos círculos se ha pretendido que soy un "enemigo de Europa" y un profeta del retorno al pasado preeuropeo. Por mi parte, estoy buscando en vano dónde he podido hacer tales discursos; dónde se me ha visto subestimar la importancia de Europa en la historia del pensamiento humano; dónde se me ha oído predicar algún tipo de retorno; dónde se me ha visto fingir que podría haber un retorno.
La verdad es que dije algo muy diferente: saber que el gran drama histórico de África no fue tanto su tardío contacto con el resto del mundo como la forma en que se produjo ese contacto; que fue cuando Europa cayó en manos de los más inescrupulosos financieros y capitanes de la industria que Europa "se extendió"; que fue nuestra desgracia que fuera esa Europa la que nos encontráramos en nuestro viaje y que Europa sea responsable ante la comunidad humana del más alto montón de cadáveres de la historia." (https://www.monde-diplomatique.fr/mav/107/CESAIRE/18328)
Fue un gusto leer al colega José, fuerte y convincente con su pluma y retorica dramática que usan varios colegas de la decolonialidad, pero que cuando una se pone a disecar el argumento este le falta mas solides. Aunque aclaro que comparto con ellos la indignacion y el deseo de cambio.
El país tragicómico parasitario, aún sin nombre; bestia moribunda y agonizante, que en sus últimos suspiros, está dando coletazos desesperados; contra Venezuela, Irán, y contra quienes saben que no les pueden atizar nuclearmente de manera instantánea.
El caso es que parecen tener planeado que mueran unos 200mil ciudadanos "inocentes" dentro de sus fronteras.
Y al parecer, es para finiquitar el país sin nombre.
Ese, según algunos, es el plan suyo propio de los poderes fácticos.
Por otro lado:
Los Sur-Americanos y Centro-Americanos, que son bastante sabios, afirman que la destrucción del país sin nombre será otro falso positivo más, argumentador de que la causa de su caída fueron los latinos, negros y los inmigrantes en general, del presente, y del pasado, que se reprodujeron allá.
Veo eso como bastante atinado, la verdad.
La lectura distorsiona el hecho que Vargas Llosa murió haces años, y la cita la somete como coetánea a los periódicos citados...
De hecho la lucha inter europea, es la lucha de socios de un club de golf en medio del desierto de la pobreza extendida por el proyecto moderno-colonial
Creo que lo que quiere decir es que "determinada izquierda" espera solidaridad de una UE creada para mercadear.
Si es así creo, con todos mis respetos, que el articulo es difícil de entender, lo he leído dos veces y aún así me cuesta entenderlo.