Opinión
Sumar en Galicia o el penalti de Djukic

La película de este instante podría ser esa en la que un pueblo entero se vuelca en el partido del siglo, el que decide un título inalcanzable. El equipo local tiene la oportunidad que podría redimir una inacabable historia de derrotas.
debate crtvg 2024 xunta
Isabel Faraldo (Podemos), Ana Pontón (BNG), Alfonso Rueda (Partido Popular), José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG) y Marta Lois (Sumar).

Hay algo diferente en estas elecciones y es que nunca habíamos visto al PP tan desnortado. Las campañas anteriores exhibían esa malignidad lúcida suya tan característica y producían un efecto de firmeza y solidez. En esta ocasión, sin embargo, trasladan la sensación contraria: de fragilidad, de estar perdidos, de no enterarse de nada, como un boxeador sonado que no acierta a saber de dónde le caen los golpes.

Dice el refranero: “El padre la crea, el hijo la mantiene, el nieto la cierra”, y la estadística demuestra que apenas un 20% de las empresas familiares resiste el paso a la tercera generación. La causa principal es la gandulería de unos nietos acostumbrados desde su nacimiento a la opulencia y que, llegado el momento de la sucesión, se revelan como gestores incompetentes y alegres vividores. El dilema sucesorio de Michael Corleone demuestra que la regla incluso se cumple en las estructuras mafiosas.

En el lucrativo negociete familiar del PP gallego, Rueda es el tercero en la línea sucesoria tras Fraga y Feijóo. Y todo apunta a que ha resultado ser ese vástago haragán que en su vida dio un palo al agua y al que la Presidencia de la Xunta le cayó del cielo.  

Desde luego, no se puede decir que parezca un abanderado del esfuerzo y la previsión. Rueda convocó las elecciones para que coincidiesen con el Entroido, sin duda para darles un ambiente colorido y festivo; ordenó reducir las informaciones políticas en los medios de comunicación que controla para no dar la lata y anunció que solo iría a un único debate, que más cansa.

Como no iba a haber campaña con la gente tan ocupada eligiendo los disfraces, pues para qué molestarse mucho en prepararla. Así que las mentes pensantes del PP se juntaron un ratito en alguno de los antros que frecuentan y decidieron que con hacer lo de siempre y repetir de vez en cuando la matraca de la amnistía, Cataluña, puchdemón y el sanchismo, pues todo solucionado. Si estos temas parece que interesan a los madrileños, ¿por qué no iban a interesar también a los gallegos? ¡Acaso vamos a ser menos! Y tienen la ventaja de que ya se los dan escritos desde Madrid y es menos trabajo.

Como todos los vagos, Rueda imaginó en su cabeza lo bien que le iba a salir el debate: llenaría el plató de partidos de izquierda y estos empezarían a despellejarse entre sí, pero las cosas no fueron como esperaba

Solo les faltaba una medida estrella para enardecer a las masas. ¿Algo relativo a la transición verde? No, hombre, de eso ni palabra que los gallegos son gente práctica. Así que, con sonoro redoble de tambores, anunciaron al mundo que iban a reducir un poquito el impuesto de sucesiones a los primos. Cuando lo oí, se me saltaban las lágrimas de emoción y grité al firmamento: “Señor, ¿Qué he hecho yo para merecer estos dones?”. Y eso que ni tengo primos.

El debate elegido sería el organizado por la CRTVG. Evidentemente, para manipularlo a su gusto, pero sobre todo, porque así no tenía que coger el coche y hasta te puedes tomar algo por allí cerca al salir. Como todos los vagos, Rueda imaginó en su cabeza lo fenomenal que le iba a salir todo: llenaría el plató de partidos de izquierda y estos, como son tan gilipollas, empezarían a despellejarse entre sí mientras él podría fumarse un pitillito o pensar en sus cosas mientras se echaba unas risas viendo el show. Si por acaso a alguno de aquellos rojos se le daba por decirle algo a él, pues para eso ya tenía a los moderadores, que se lanzarían raudos a pararles los pies. 

Por desgracia, las cosas no fueron tan bien como esperaba. Y resultó que justo ese día, y ya es mala suerte, a los de la izquierda no les dio por pelearse. Al contrario, no hacían más que decirle: Señor Rueda esto, Señor Rueda lo otro, echándole en cara que si era un inútil, que si no hacía nada. La cosa se empezó a poner fea, la moderadora trataba de cambiarle los turnos a Ana Pontón, no una, ni dos, sino hasta tres veces y ponerlos como a ella le daba la gana, pero ni así. Y el pobre Rueda trataba de farfullar, con una dicción bastante ininteligible y que me recordaba un poco al chapurreo de cubatas, su batiburrillo de amnistías, cataluñas, solo sí es sí, bildus, puchdemones, etas y el resto de temas que cree objeto de preocupación en la sociedad gallega.

Por momentos parecía una parodia cómica, sobre todo cuando intentaba colocar la palabra Cataluña en cualquier asunto, ya fuese en los peajes de la autopista, el cuidado del litoral o el precio de los grelos. Me recordaba a aquellos humoristas que acudían al Un, Dos, Tres y repetían siempre la misma muletilla: ¿Cómo estaba la plazaaaa? Abarrotaaaaá y veintidó, veintidó, veintidó. Rueda es de mi generación, el hombre había visto esos mismos programas de niño y eso marca. Quizá imaginaba que el público se iba a partir de risa con su estribillo “¡Todo para Cataluña!” pero, ¡ay! ¡el humor ha cambiado, Alfonso! ¡Si ya no se puede hacer chistes de nada!

Nunca habíamos visto al PP exhibiendo tan pobres prestaciones y mostrando tanto nerviosismo. Incluso los intentos de manipulación de la TVG en el debate y en los informativos siguientes.

La traca final de su memorable intervención la dejó para su pasmoso último minuto que pasará a la historia de los debates televisivos y en el que llegó a repetir varias veces: “Non me votes, non me votes, non me votes...”, pues, según parece, en su círculo no se habían leído aquello del elefante.

Burlas aparte, nunca habíamos visto al PP exhibiendo tan pobres prestaciones y mostrando tanto nerviosismo. Incluso los intentos de manipulación de la TVG en el debate y en los informativos siguientes han sido tan groseramente zafios, muestran una desesperación y una urgencia tan evidentes que, lejos de contribuir a sus objetivos, no han hecho más que acrecentar la sensación de pánico que se percibe en sus filas. Esto es algo novedoso que llama mucho la atención y parece sugerir que en el PP tienen datos que nosotros no tenemos. Datos que les infunden terror. Por primera vez en quince años saben que pueden perder.

Así las cosas, esta vez cada voto cobra una importancia capital y abre complicadas disyuntivas para los votantes de Podemos y Sumar cuya presencia en el Parlamento diría que es prácticamente imposible.

Hay muchas y buenas razones para afirmar que las posibilidades de Sumar son casi nulas: hace cuatro años se presentó a las elecciones bajo la marca Galicia en Común junto a Podemos y parte de la izquierda nacionalista. Entonces se quedaron fuera del Parlamento y las encuestas afirman que el 50% de aquellos votantes apoyaría hoy al BNG. Así las cosas, separados de Podemos y con Anova pidiendo el voto para el BNG, pensar en obtener representación se antoja poco menos que una quimera. El que La Voz de Galicia y algunas casas de encuestas muy vinculadas al PP gallego le ofrecieran un hálito de demoscopia asistida no habla tanto de sus verdaderas opciones como del torticero intento del ecosistema mediático conservador de tratar de restar votos a quien consideran el verdadero enemigo: Ana Pontón.

Creo que también hay otros factores intangibles que dicen más que lo que puedan vaticinar encuestas más o menos tramposas. Cuando se convocaron las elecciones Sumar no tenía candidato y, peor aún, se hizo público que varias personas rechazaron ese cometido. La elegida fue una desconocida para la ciudadanía galega y su estructura de partido —igualmente anónima— se había anunciado unos días antes sin ningún tipo de refrendo, entre otras cosas porque Sumar carece de militancia. Para más penurias, el anuncio electoral coincidió con lo más agrio de su separación con Podemos sin que, por otra parte, a día de hoy su campaña electoral sea muy memorable, por decirlo suavemente. Y me temo que el debate electoral no va a contribuir precisamente a relanzarla.

Por su parte el BNG, que es el partido que absorbe sus votos, muestra una imagen antagónica. Su candidata lleva cuatro años fajándose con éxito contra el PP y es la política más conocida y valorada de Galicia por encima del candidato popular. El BNG tiene el músculo de una militancia enardecida y con moral de victoria que cree sinceramente que esta vez puede hacer historia. Y no solo no mostró ninguna desunión ni bronca interna sino que, al contrario, cosió viejas heridas con Anova y Xosé Manuel Beiras, en lo que para muchos fue un emocionante acto de reconciliación. Para cerrar su círculo virtuoso, su campaña está siendo deslumbrante,  y la exhibición que ofreció Ana Pontón en el debate, incontestable.

Mi sensación es que el ruido de mar de fondo a favor del BNG empieza a ser ensordecedor y que, según avance la campaña, la tentación del voto útil que este partido representa aumentará de forma incontenible. Ya lo está haciendo.

El mejor resultado de Podemos sería el que les acercase al cero absoluto, podrían aducir que, por sentido de la responsabilidad, su militancia no quiso obstaculizar la posibilidad de cambio político

El caso de Podemos es un poco distinto. De una forma extrañamente paradójica, los casi testimoniales resultados que les auguran las encuestas de algún modo los liberan de responsabilidad. Su candidata tuvo en el debate un desempeño más que meritorio y se apuntó un tanto con respecto a Sumar, pero hasta entonces parecían estar ofreciendo un perfil de campaña tan bajo que cabía incluso sospechar que el llamamiento de Pablo Iglesias a votar al BNG, que en su momento pudo parecer una excentricidad, hubiese sido aceptado por Podemos como una estrategia de facto. Desde este punto de vista, curiosamente, el mejor resultado de Podemos sería el que les acercase al cero absoluto, toda vez que podrían aducir que, por sentido de la responsabilidad, su militancia no quiso obstaculizar la posibilidad de cambio político.

Pero Sumar, sin embargo, se encuentra en una encrucijada perversa porque ellos sí se presentan de verdad. Y además tienen otros intereses como son vencer a Podemos en su lucha de dos pensando en elecciones futuras. Pero en el actual estado de cosas, perdido el tren de sus posibilidades de representación, no me parece que esa posible victoria pírrica tenga valor alguno. E intuyo que su mejor opción pasaría también porque sus votos terminen siendo irrelevantes, ya sea porque el PP gane de calle, ya sea porque BNG y PSOE sumen igualmente. En el primer caso, el fracaso sería de todos y ninguno, dejando la competición de las izquierdas para otro día. En el segundo, sus votantes se quedarían un poco como ese colega cenizo que decide no salir de casa justo la noche en que la juerga es apoteósica. Ellos se lo perderían, pero no se habría roto nada.

El problema es que la diabólica posibilidad que aumenta cada día es la de que una temible victoria por los pelos del PP les pueda pasar a ellos la factura. ¿Y qué ocurriría si, como parece plausible, al día siguiente de las elecciones, con Rueda y Feijóo brindando entusiasmados y con sensación de alivio, empezasen a aparecer gráficas y cálculos de la Ley d´Hont que responsabilizasen de esa victoria a los “votos perdidos” de Sumar y, en menor medida, de Podemos? ¿Cómo sería posible asumir esa catástrofe? Creo que ninguna hipotética victoria del uno sobre el otro repararía ese daño.

¿Qué hacer entonces? ¿No tiene legítimamente derecho Sumar a tratar de implementarse en Galicia? Y, pese a todas sus improvisaciones, ¿no presentan ambos partidos dignas candidatas? ¿Y no estamos en la izquierda acostumbrados a votar en conciencia por nuestros valores sin que nos importe perder?

La película de este instante podría ser esa en la que un pueblo entero se vuelca en el partido del siglo, el que decide un título inalcanzable. El equipo local tiene la oportunidad que podría redimir una inacabable historia de derrotas

En el universo mediático progresista encontramos a veces ingeniosos símiles cinéfilos para retratar la realidad política. La película de este instante podría ser esa en la que un pueblo entero se vuelca en el partido del siglo, el que decide un título inalcanzable. El encuentro llega épicamente igualado a su final y el equipo local tiene la oportunidad que podría redimir una inacabable historia de derrotas. El reloj avanza en su cuenta atrás, la imagen se congela en los rostros expectantes, llega el último segundo y ... el infortunado protagonista yerra el tiro. A partir de entonces, la memoria del fracaso le perseguirá su vida entera.

En Galicia tenemos nuestra propia versión de este drama: el inolvidable penalty de Djukic. Entonces, aquel único fallo, solo ese y no todos los que protagonizaron sus compañeros a lo largo de las jornadas anteriores, dio nombre a la frustración colectiva, puso fin al sueño de una ciudad pequeña de vencer al rival poderoso y se fundió a su biografía como un estigma indeleble. ¿Podrían Sumar y Yolanda Díaz sobreponerse a algo así? A Djukic, 25 años después, aún lo recordamos.  

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scruky
10/2/2024 21:47

A Sumar o CIS lle daba dous escanos que algún interese terá en que gañe a esquerda digo eu, e Sondaxe (a enquisadora da Voz) xa fai uns cantos trackings que non da escanos a Sumar, así que según a teoría do autor, o verdadeiro obxectivo é que Sumar se quede nun 4% e non reste escanos o PP.

Sumar foi a segunda forza en Galicia nas xenerais, así que a alguén lle gustará digo eu, o que sempre foi residual a calquera nivel foi Podemos, os propios militantes votaron o suicidio colectivo por orde do xefe, maior disparate político da historia recente pero a culpa vai ser de Sumar... Pontón é boa candidata porque ten imaxe de moderada, iso é o que triunfa en Galicia

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Sererchio
10/2/2024 19:53

Sumar solo va a restar.

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fllorentearrebola
11/2/2024 20:17

Igual que pudimos

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RamonA
10/2/2024 15:29

“Cero absoluto”, “Pablo Iglesias y el BNG”, “testimoniales resultados”. ¡J…. qué plumilla y qué mirada tan cortoplacista! Las ideas, amigo, las ideas, y la valentía de aplicarlas.

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fllorentearrebola
10/2/2024 12:53

Ya que parece que ni Sumar, ni Podemos tienen la generosidad, ni la decencia, de retirar sus inútiles candidaturas, esperemos que los pocos votantes de esas dos opciones reflexionen y comprendan que votar a estos es peor que tirar el voto, es facilitar la victoria del PP, y puesto que en el fondo programáticamente no hay tantas diferencias, acaben votando al BNG. Desde otras periferias (como la extremeña dominada por las derechas extremas) esperamos con expectación el desalojo de la carcundia en la Xunta!

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Ander123
11/2/2024 16:51

Otra muestra de generosidad y que es prácticamente exitosa, al menos sobre el papel, que lo aguanta todo, es que concurran juntos a las elecciones PSOE y BNG.
No me parece correcto culpar a nadie de unos resultados u otros, cada partido tiene sus intereses legítimos y no tiene que dar cuentas a nadie de hacer lo que considere oprtuno

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RAFA
10/2/2024 20:09

Pídale esa generosidad a los votantes de PSdG-psoe y déjenos a los votantes de IZQUIERDA votar a PODEMOS. Mi voto es y será para PODEMOS.

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fllorentearrebola
11/2/2024 20:19

Feijoo te agradecerá mucho tu voto inútil a Pudimos

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isa
11/2/2024 11:23

¿Va a votar a Podemos aún sabiendo, porque lo sabe, que no van a sacar ningún escaño?
Tanto Sumar como Podemos no tienen posibilidades, y votarles ayuda al PP y perjudica al BNG, que vale, igual no es taaaaan de izquierdas como Podemos pero seguro que es más beneficioso para Galicia que la casta Fraga-Feijoo-Rueda-todo PP. Y, que yo sepa, Podemos lucha por acabar con la casta. ¿O ya no?

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yorch
11/2/2024 14:11

Me recuerda mucho al PSOE lo de pedir voto útil a la izquierda. De pena

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María Xosé.
10/2/2024 11:49

Esta é unha desas veces que hai que votar con intelixencia e responsabilidade. Porque si polas nosas malas decisións ou cabezonería gaña o PP, ninguén nos vai perdoar. Pero tampouco nos perdoaremos a nos mesmos.

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juabmz
10/2/2024 9:59

Á xuiña Yolanda Díaz non só polo seu estrondoso fracaso nas eleccións na que di a súa terra, Galicia, tamén o será polo seu intento de despezar á esquerda no estado español. Djukic só errou, é doado lembralo con tenrura. A ela non, por moi fracasada que deveña.

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