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En enero, la pobreza llegó al 57%. En marzo, esa cifra llegará al nivel mas alto de la historia del país. Así, Javier Milei cumple con lo que, de manera apenas maquillada, prometió durante la campaña electoral: multiplicar la pobreza a partir de realizar una transferencia de ingresos hacia los ricos. Nunca un candidato de la democracia argentina honró tan puntillosamente su palabra.
En dos meses de gobierno, Javier Milei llevó la pobreza al 57% y la indigencia al 15%. El precio del boleto de colectivo alcanza un aumento del 500% y amenaza con desbocarse al 2900% para Buenos Aires y sus alrededores. Dentro de unos días comenzarán a llegar las facturas de electricidad, con un 300% de aumento.
La nafta aumentó mas del 140% y el litro cuesta veinte centavos de dólar más caro en Argentina que en Estados Unidos. La morosidad en el pago de expensas, un rubro que afecta principalmente a la mal llamada «clase media» (mayoritariamente clase trabajadora) se encuentra en niveles récord. El Fondo Monetario Internacional (FMI) cambió el signo a su previsión para el 2024 argentino, de un crecimiento proyectado del 2,8% del PIB a una caída del mismo número. Otros economistas y consultoras extienden esa caída hasta el 5%.
El presidente dedica un promedio de 3 horas diarias a “megustear” y “repostear” publicaciones de trolls libertarios
Durante una entrevista radial, el presidente confirmó que él mismo maneja su Twitter, su Facebook y su Instagram. Una página realiza un seguimiento en tiempo real en la primera de esas redes. El país se cae a pedazos y el presidente dedica un promedio de 3 horas diarias a “megustear” y “repostear” publicaciones de trolls libertarios.
La Confederación Argentina de la Mediana Empresa difundió que el índice de ventas minoristas se derrumbó un 28,5%. En alimentos, la caída fue del 37,1% y en medicamentos del 45,8%. La demanda de electricidad, un indicador de la actividad económica, cayó un 10% en diciembre comparado con 2022. Otro indicador de la recesión que ya está aquí y que la política de la administración profundiza: la utilización de la capacidad instalada en la industria pasó del 70% al 54,9%, un nivel similar al registrado durante la cuarentena de la Covid-19. Javier Milei es el nombre de la nueva pandemia que asola Argentina.
El Estado nacional dejó de entregar alimentos a los comedores donde en diciembre comía un millón de personas
El Estado nacional dejó de entregar alimentos a los comedores donde en diciembre comía un millón de personas. También dejó de entregar medicamentos, incluyendo a pacientes con enfermedades raras o tratamientos oncológicos, entre los que muchos de ellos dependen de dichos medicamentos para no morir.
Mientras todo esto ocurre, el presidente observa otras cifras epistemológicamente mas importantes según su matriz de pensamiento: “Está bajando el dólar, suben los bonos, baja el riesgo país o sea es una fiesta”, exclamó excitado a uno de los “periodistas” adictos a los que suele atender. Y tiene razón. Son esos los indicadores relevantes en función del único objetivo sistémico, la reproducción ampliada del capital.
En esta fiesta, el salario mínimo es –al tipo de cambio paralelo- de 129 euros y la jubilación mínima –la que cobran 4 millones de jubilados– es de 86 euros. En números redondos, los alimentos cuestan lo mismo en Argentina que en España, pero los ingresos son diez veces menores. Insospechados de populismo, dos cronistas de CNN realizaron las misma compra en Buenos Aires y en Barcelona. El total del ticket fue 22,64 euros a orillas del Río de la Plata, y 20,62 en la costa del Mediterráneo. La diferencia en el costo laboral, para un mismo precio de ventas, permite avizorar el margen de ganancia con el que operan las grandes empresas en el país.
Frente a este maremoto pro-capital que desestructura las condiciones de existencia del 90 por ciento de la población, Milei anunció que no aumentará el salario mínimo ya que no cree que un político pueda “fijar un precio”. Pero horas después, su Ministro de Economía lo contradijo y fijó un precio para el trabajo –bajo, lo único barato que se consigue en el país–. Dos meses atrás, el presidente y su bróker de cabecera habían fijado otros dos precios, los dos mas importantes que regulan cualquier economía, el de dólar y la tasa de interés. Los dos precios del dinero, el dólar por un lado, el peso por el otro.
El plan económico en curso sirve a sus fines también en esto, les permite capturar los dólares que están en manos de trabajadores, jubilados, clase media y redirigirlos a sus bolsillos
El Gerente en Jefe del país encontró otro motivo para su algarabía. En su cuenta de Twitter publicó una nota que señalaba que el precio del dólar se mantiene estable ya que todos los pequeños tenedores de dólares, aquellos que tienen un pequeño ahorro, se están viendo obligados a gastarlo para sobrevivir: “Por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para ‘llegar a fin de mes’”. El posteo presidencial devela un arista poco mencionada: los dueños de la Argentina creen también ser dueños de todos los dólares que tienen los argentinos. El plan económico en curso sirve a sus fines también en esto, les permite capturar los dólares que están en manos de trabajadores, jubilados, clase media y redirigirlos a sus bolsillos. A cambio entregan pesos, que luego licúan inflación mediante. Y finalmente los reabsorben cuando esa persona va a comprar lo que necesita para sobrevivir. Sin duda es una fiesta.
También los pequeños empresarios están des-ahorrando y queman lo que les queda para aguantar un tiempo más. Ya están cerrando pequeñas empresas pero es previsible que la velocidad se multiplique a medida que la recesión impacte. También aquí la crisis –preexistente pero multiplicada intencionadamente realiza el efecto benéfico que toda crisis capitalista debe realizar desde el punto de vista del funcionamiento sistémico: eliminar competidores ya sea mediante el cierre o la compra, impulsar las fusiones, arrojar fuera de la producción maquinaria y equipo superfluo, y concentrar el mercado.
El mercado de alquileres también fue implosionado por la distopía libertaria. La desregulación en ese ámbito no recreó un mercado vigoroso, sino su contrario
El mercado de alquileres también fue implosionado por la distopía libertaria. La desregulación en ese ámbito no recreó un mercado vigoroso, sino su contrario. Con la inexistencia de reglas, los propietarios de inmuebles ya no está obligados a firmar contratos de 2 o 3 años. Sumado a una inflación impredecible, los locatarios no se quieren arriesgar a contratos donde puedan resignar ganancias. Ergo, hoy se firman alquileres a 3 o 6 meses, un plazo que impide cualquier emprendimiento comercial –imposible amortizar la inversión en ese tiempo- y para quiénes se ven obligados a alquilar una vivienda impide cualquier horizonte de estabilidad.
También el patentamiento de autos cayó el 32,7 por ciento durante enero y el índice de la construcción un 29,2 por ciento. Por su parte el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) solo tiene presupuesto para pagar salarios hasta el mes de mayo. En otra frecuencia del dial, en la ciudad de Rosario, desde el principio de enero se registraron 96 detenidos por robar cables de los tendidos públicos para venderlos en las chatarrerías. La desarticulación de las condiciones de existencia abarca todo el espectro social. En la última semana, amplia zonas del país, incluída la Ciudad de Buenos Aires, padecen otra plaga que en este caso no fue autoinflingida a través del voto. Hablamos de mosquitos. Y claro, el repelente aumentó 170% por ciento.