Movimiento antiglobalización
Génova 2001, città aperta

Hace 20 años acababa la sangrienta contracumbre del G8 en Génova con la puesta en libertad y expulsión de Italia de cientos de personas detenidas
Carlo Giuliani asesinato
Carlo Giuliani fue asesinado por el disparo de un carabinieri durante las protestas contra el G8 el 20 de julio de 2001.
Aitor Balbás Ruiz

@aitorbalbasruiz

26 jul 2021 06:40

Martes, 17 de julio, de madrugada. Como de tantos otros lugares, doce activistas del Movimiento de Resistencia Global salimos de Zaragoza en dos furgonetas alquiladas hacia la contracumbre del G8 en Génova. Llegamos a la frontera italiana de Ventimiglia a primera hora de la tarde. Esquivamos el aparatoso control policial que hay en el peaje de la autopista circulando a la par de un gran autobús. Para cuando los carabinieri se dan cuenta, aceleramos y dejamos atrás sus gritos y aspavientos.

Miércoles, 18 de julio, por la mañana. En pleno casco urbano de Génova nos rodean varios coches camuflados, nos ponen contra la pared, nos cachean y nos interrogan antes de dejarnos marchar. Por la noche hay concierto multitudinario en el puerto. Manu Chao pasado por la túrbomix de Radio Benba Sound System. Las canciones se retuercen como las lianas de la Selva Lacandona. Si la tierra tiembla será por ti, si la tierra tiembla se hunde en el mar, si la tierra tiembla nadie se va a salvar. Machine gun, yeah, machine gun, wo-oh. Varias camionetas reparten comida gratis. Food Not Bombs. È un mondo difficile, e vita intensa, felicità a momenti, e futuro incerto.

Jueves, 19 de julio. Manifestación enorme a favor de los derechos de la migración extracomunitaria. Decenas de miles de personas. Somos seis mil millones y el planeta no es vuestro. Momentos emocionantes. Hay cuerpos de todos los rincones del mundo. Es una multitud más plural que la de las protestas contra la cumbre del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial de septiembre del año anterior, en Praga. Lo más parecido a la internacional del siglo veintiuno de la que tanto hemos discutido en los centros sociales metropolitanos.

Viernes, 20 de julio, por la mañana. Nos hemos coordinado con varias decenas de grupos de afinidad y estamos en una convocatoria que es mezcla de colectivos de desobediencia civil, y la Marcha Mundial de Mujeres. Alcanzamos el muro de la zona roja, unas inglesas trepan por la valla, atan varias cuerdas de escalada. Tiramos y un par de bloques de hormigón de la base se zarandean por unos instantes. Los cañones de agua nos hacen retroceder.

“Hay miles de policías y muchas tanquetas por las calles. Gritan y hacen el signo de la victoria. Todavía no sabemos que han matado a Carlo Giuliani. Hay vehículos ardiendo, barricadas, detenciones”

Piazza Manin, antes del mediodía. Llegan cohortes de antidisturbios. Cargan. Disparan pelotas de goma pero la gente no retrocede. Una me da en el pecho, otra le da en la cara a una compañera, alguien se disloca el hombro. Detienen a dos compañeros de nuestro grupo de afinidad. Protestamos e intentamos evitarlo pero nos golpean y nos tiran al suelo. Hay otra embestida policial y luego nos gasean. Miles de personas nos dispersamos en todas las direcciones. Riadas de personas nos movemos hacia la zona de la Vía Tolemaide. Hay miles de policías y muchas tanquetas por las calles. Gritan y hacen el signo de la victoria. Todavía no sabemos que han matado a Carlo Giuliani. Hay vehículos ardiendo, barricadas, detenciones. Escapamos de dos emboscadas por los pelos. Gran sensación de irrealidad.

Sábado, 21 de julio, a media mañana. Protesta gigantesca con centenares de miles de manifestantes. La policía carga con tanquetas en la zona del puerto y parte en dos la manifestación. Nos volvemos a dispersar y subimos a uno de los barrios. Se ven buques de guerra en el horizonte y zodiacs patrullando las playas. Hay helicópteros haciendo vuelos rasantes. Disparan botes de humo desde las azoteas de las torres del centro.

Por la noche, todo el que ha podido se ha marchado y el Estadio Carlini está vacío. Debatimos sobre si quedarnos a dormir en la ciudad, o si pasar la noche fuera de Génova, y volver a por las furgonetas al día siguiente. Horas antes habíamos visto columnas de humo en la zona que estaban aparcadas y que ahora está militarizada. No podemos bajar a comprobar si las han quemado. Los dos compañeros detenidos están en la cárcel de Alejandría. Acordamos tomar las decisiones el lunes, a partir de las gestiones que podamos hacer. Decidimos ir a dormir a la Escuela Díaz.

Atravesamos los barrios del este por calles secundarias. La atmósfera es fantasmagórica. Ya en el último reducto del Genoa Social Forum, charlamos con gente de los equipos sanitarios, de la asistencia jurídica, de los nodos de indymedia y con militantes de toda Europa. Quedamos un par de centenares, no más. Cenamos cuatro cosas. A punto de acostarnos, llegan varios compañeros y nos cuentan, nerviosos, que se detecta un movimiento inusual de policía en los alrededores. Comentamos brevemente la situación en corrillos pero la mayoría de la gente ya está dormida. De pronto se oyen gritos y sirenas, dudamos entre atrancar la puerta o dejarla abierta. La cerramos justo antes de que una marea de polizzioti empiece a romper los cristales de las ventanas. Luego echan el portalón abajo con facilidad. Nadie entiende nada, muchos ni siquiera salen de los sacos. Tremendo griterío. Unos pocos escapan hacia los pisos de arriba y huyen por el tejado. Nuestro grupo es el que está más cerca de la puerta. El primer policía que llega coge un banco corrido y nos lo tira encima. Nos dan una gran paliza, sobre todo los que van de paisano y llevan puestos cascos de motorista. Cantidad de porrazos, puñetazos y patadas. Rompen huesos y abren cabezas. Estampan a la gente contra la pared. Cuando entran algunos con bates de béisbol la cosa se pone peluda y, por unos instantes, te da tiempo de ponerte en lo peor pero, por suerte, solo se dedican a destrozar los ordenadores. Al finalizar, huele a sangre, mierda y meados. A bastantes nos sacan en camilla.

Sábado a medianoche, en el hospital. Estoy sentado en la banqueta de un pasillo con varios compañeros. Me duele todo el cuerpo. El que está a mi derecha tiene la nariz hecha un cromo y el de la izquierda no es capaz de hablar con coherencia. Una compañera que tiene la muñeca rota me dice que le han propuesto operarle esa misma noche, que la alternativa es que la intervengan en Zaragoza, y que no sabe qué hacer. Le contesto que yo me operaría, pero sin mucho convencimiento. Entro en la consulta, el tobillo no está roto. Me montan en un coche camuflado junto a otro compañero. Nos internamos en una zona de las afueras, algo boscosa, los policías se ríen. Momento raro, pero llegamos a Bolzanetto sin abrir la boca.

“Estamos una treintena por celda, sentados y apoyados contra la pared. Los gritos que oímos de las palizas son muy machacantes”

Domingo, 22 de julio, veinticuatro horas en el centro de detención especial. Nos marcan en la frente nada más llegar. Hace frío. Te golpean, pellizcan e insultan cuando vas al servicio. Veo desde el pasillo a un chaval sentado desnudo en medio de una celda, esposado al respaldo de la silla y con una capucha negra en la cabeza. Nos han traído tal y como estábamos en el momento del asalto. Hay compañeros en ropa interior, otros desnudos. Estamos una treintena por celda, sentados y apoyados contra la pared. Los gritos que oímos de las palizas son muy machacantes. Los que venimos de la Escuela Díaz nos libramos de las sesiones individuales. La mayoría mantiene la templanza pero algunos se desmoronan y pierden la cordura, quizás para siempre. Uno no para de preguntar si sabemos cuánto va a durar aquello. Nos llevan a un hangar en el que nos toman todo tipo de medidas biométricas. Algunos uniformados hacen el saludo fascista, otros nos vacilan cantando “Me gusta policía, me gustas tú”. A la vuelta empiezan a movernos de celdas y acabo en un cuarto con activistas que visten de negro de la cabeza a los pies. Nos dicen que ha muerto un policía y que no van a parar hasta saber quién es el responsable. Que lo tenemos jodido, muy jodido. Uno señala que soy vasco. Me lo insinúa insistentemente. Se ríen. Continúan los malos tratos físicos y psicológicos. A medianoche del lunes pasamos por comisaría y nos leen una doble acusación de devastación y saqueo, y de integración en banda armada.

Lunes a miércoles, 23 a 25 de julio, cárcel de Pavía. Nos tratan bien a la entrada del penal y durante la revisión clínica, no como al activista zaragozano al que el médico del módulo de ingresos le ha roto dos costillas de un puñetazo. El compañero de celda me dice que prefiere no hablar porque no se fía de que nos hayan puesto micrófonos ocultos. Le digo que es un paranoico. Meses después se hizo público que los habían puesto. Algunas conversaciones se utilizaron para pedir condenas de muchos años de cárcel. Todavía hay activistas italianos en el exilio por aquello.

“El estado de excepción que se aplicó en julio de 2001 en Génova fue una confrontación política colosal en la que los amos del mundo y sus sabuesos perdieron la batalla contra una multitud diversa”

Jueves, 26 de julio. Con la excarcelación nos entregan una orden de deportación que nos obliga a abandonar Italia en veinticuatro horas, y que nos prohibe la entrada en los próximos cinco años. Hacemos listas de la ropa, objetos y dinero que nos ha quitado la Policía. Comprobamos que no nos han quemado las furgonetas, nos volvemos a Zaragoza. Ze arraio motelak, jarri freskatzen, sagardo botilak!

Posdata. A la hora de recordar el estado de excepción que se aplicó en julio de 2001 en Génova, lo primero que se viene a la cabeza es el muestrario de la violencia policial. Sin embargo, lo cierto es que fue una confrontación política colosal en la que los amos del mundo y sus sabuesos perdieron la batalla contra los centros sociales europeos y una multitud diversa. La sombra alargada del movimiento antiglobalización llega hasta nuestros días en formatos y contenidos diversos. Sin embargo, y por desgracia, no fue capaz de desarrollar sus extraordinarios aciertos políticos para escalar la potencia destituyente de su propuesta.

Movimientos sociales
¿Cuándo se jodió el movimiento antiglobalización?

Las movilizaciones descentralizadas de Seattle dieron el pistoletazo de salida a un movimiento antiglobalización que no vivirá otra fase álgida sin una estrategia internacionalista.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

La vida y ya
La vida y ya Habla más alto
La emoción no es solo por la noticia, es porque esta nieta que restituyó su identidad es la hermana de un amigo suyo de la infancia.
El Salto Radio
El Salto Radio Criminalizar la okupación, perseguir la movilización
Los "18 de la Macarena” se enfrentan a una petición de 77 años de prisión por ejercer su derecho a la protesta. De ello y del derecho a la vivienda hablamos con Macarena Olid, vicecoordinadora de la Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía.
Represión
Represión Javitxu, desde la cárcel de Zuera: “Lo que peor llevo es estar lejos de la gente que más quiero”
Francisco Javier Aijón, Javitxu, es uno de ‘los seis de Zaragoza’. Entró en la cárcel el pasado mayo con una condena de casi cinco años basada en las declaraciones policiales durante el juicio.
#93777
17/11/2021 13:15

Clap. Clap. Clap, Pérez-Reverte.

0
0
Desempleo
Paro registrado El paro baja hasta los 2,59 millones de personas paradas, la menor cifra para febrero en 17 años
Servicios, construcción e industria son los sectores que más altas registraron en un mes en el que se afianza la contratación indefinida: ya son de este tipo el 44% de los nuevos contratos.
8 de marzo
Mapa del 8M Mapa | Todas las convocatorias de este 8 de marzo
El Salto publica en adelanto exclusivo el mapa de convocatorias del 8M de IK Press, que se actualizará de forma permanente hasta la víspera del 8 de marzo.
Argentina
Argentina Las demandas contra Milei por el criptogate se extienden por EEUU, China y España
El presidente argentino intenta desviar la atención de un escándalo de dimensiones internacionales que lo tiene como protagonista.
Chile
América Latina El posible regreso de Bachelet sobrevuela el inicio del año electoral en Chile
La expresidenta socialista se dibuja como la única figura política capaz de contener el avance de las derechas. Sin embargo, todavía está lejos de estar claro si se presentará o si su popularidad será suficiente para vencer a la conservadora Matthei.
Música
Jaume Sisa “Llegar a ser tú la obra de arte es el ideal más bello que pueda existir”
Asegura que hace mucho tiempo que decidió no celebrar nada, pero el cantautor galáctico Jaume Sisa está de cumpleaños: su disco ‘Qualsevol nit por sortir el sol’ ha alcanzado el medio siglo.
China
Pulsos bajo el cielo Xiaowang, un conjuro para repartir el poder
Xiaowang, entre el hardcore y el kawaii, nos invitan desde Beijing a realizar un conjuro con su último album, Kachacha. Con ellas hablamos sobre la cultura del esfuerzo y ser feministas en la escena DIY de la capital

Últimas

Estados Unidos
Análisis Trump, la naranja mecánica
La rueda de prensa entre el presidente de los Estados Unidos y su homólogo ucraniano fue una muestra de una humillación pública al más alto nivel.
Economía social y solidaria
Economía Social Empresas cooperativas, una forma de economía democrática
FAECTA y la Universidad Pablo de Olavide presentan a los estudiantes universitarios unas jornadas en las que ponen el foco en la economía social y las empresas cooperativas en Andalucía.
Huelga
Derechos laborales Los sindicatos en Renfe y Adif llaman a siete días de huelga por “incumplimientos” en el traspaso de Rodalies
Las organizaciones consideran que no se están cumpliendo los acuerdos que previnieron una primera huelga en 2023. El traspaso de competencias es un momento delicado y los sindicatos quieren asegurarse de que la plantilla no sale perdiendo.
Sphera
Soberanía alimentaria Sembrar zanahorias, recolectar comunidad
Una comunidad que sostiene la agricultura es un grupo de personas que alquila tierra y contrata a agricultores para cultivar. Es la forma de obtener frutas y verduras de kilómetro cero.
Nicaragua
Salvador Marenco “Los crímenes de lesa humanidad no solo deben ofendernos a nosotros como nicaragüenses”
El abogado, activista y miembro de la colectiva Nicaragua Nunca Más habla sobre las sistemáticas vulneraciones de DDHH y el silencio mediático entorno al régimen de Ortega
Opinión
Pueblo gitano 3 de marzo, 526 años de persecución racista antigitana
Ni los Reyes Católicos ni toda su ralea, incluidos los Borbones que aún detentan la Corona, consiguieron su propósito.
Opinión
Opinión Vitoria 3 de marzo. El memorial que soñamos
Cuando se cumplen 49 años de una de las masacres que marcaron el periodo postfranquista, se ha avanzado poco en la creación de un Memorial que establezca el relato preciso de lo que sucedió en Vitoria y por qué luchaban quienes estuvieron allí.

Recomendadas

Madrid
Madrid Inquilinas despliegan decenas de piquetes para ampliar la lucha antirrentista e impulsar huelgas de alquileres
Estos grupos agitativos territoriales, que se mantendrán a lo largo de los próximos meses, se han distribuido por distritos y barrios de Madrid como Villaverde, Lucero, Vallecas o Leganés.
Mozambique
Neocolonialismo La expansión del eucalipto en Mozambique para la papelera europea
VV.AA.
La creciente demanda de celulosa en Europa está dando lugar a nuevos mercados y a la expansión de las plantaciones de eucalipto en Mozambique. Pero algunas comunidades rurales ahora quieren recuperar la tierra que han perdido.
Feminismos
June Fernández “Estoy abierta a reconocer modelos en los que haya personas cuyo rol sea gestar”
La periodista June Fernández publica ‘Sueños y vasijas’, un volumen sobre la gestación subrogada que no quiere sacar a nadie de su posición, pero sí sumar elementos para analizarla con perspectiva feminista.