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Migración
Las vidas que también importan llaman al Congreso
El pasado viernes 26 de junio colectivos migrantes se dirigieron hacia el Congreso. Frente a la policía que les separaba de la cámara baja, exigieron derechos mientras contaban sus historias. Recordaban así que las vidas migrantes también importan. Y que no dejarlas atrás pasa por regularizar su situación administrativa.
Viernes 26 de junio. Las vidas migrantes también importan. Es la consigna que corean decenas de personas a decenas de metros del Congreso. En el medio, como una triste metáfora, furgonetas antidisturbios y muchos policías. La frontera de tantas veces entre ciertos sujetos y el acceso a derechos.
Sin embargo, en cierto modo, la reivindicación es una celebración. Los colectivos migrantes se vienen celebrando desde que comenzó la crisis. Celebran su capacidad de organización, la forma en la que se han articulado ante un sistema que los quiere aislados y desprotegidos, vulnerables a lo arbitrario y lo insufrible. Pero no. En estas semanas de crisis sin precedentes, un robusto sujeto político se ha organizado y alzado contra lo insoportable. Y lo ha hecho de todas las maneras posibles.
Es la primera Proposición No de Ley que surge de colectivos migrantes y organizaciones afines, un documento que se alimenta de conocimientos jurídicos y saberes experienciales
La última de ellas, el motivo que junta a todas estas personas en una rueda de prensa bajo el sol, ante la mirada de los citados policías, de los balcones nobles del Palace, y los clientes del Cien Montaditos que hay en las proximidades del Congreso, es la institucional. Una acción sin precedentes: la primera Proposición No de Ley que surge de colectivos migrantes y organizaciones afines, un documento que se alimenta de conocimientos jurídicos y saberes experienciales, una propuesta que bebe de los mil golpes contra la pared burocrática de un sistema que entiende la migración como un delito, y el acceso a derechos como un premio que a ratos es lotería.
“La pandemia ha puesto bajo la luz la vergüenza que es el sistema de migración español que sirve para recortar y excluir a las personas de derechos”, lo expresa desde Barcelona la brasileña Mariana Araujo, una de las personas que ha participado en la elaboración de la PNL. “Para el gobierno hay personas que tienen derecho a tener derechos y personas que no”, sentencia.
La frase es dura. Los sin derechos sostienen su pancartas y comparten sus consignas. Gritan, ningún ser humano es ilegal. Una vez más lo obvio suena a utopía. Gritan la ley de extranjería mata a gente cada día. Y una vez más lo real suena radical. Piden que de verdad no se quede nadie atrás. Una vez más los lemas políticos suenan huecos ante la realidad de personas que han quedado atrás porque se han quedado afuera.
En realidad, observa Araujo, están “dentro y fuera del sistema, sin protección social, pero bajo las constricciones del estado de alarma”, un apartheid legislativo, explica esta activista de #RegularizacionYa, que también colabora con la Coordinadora Obrim Fronteras, actores implicados en la elaboración de esta PNL, y que ha pasado semanas elaborando, con mucha otra gente, un documento que sea un salvoconducto amplio, definitivo, permanente hacia el adentro de los derechos y la protección social que les es negada a 600.000 migrantes en situación administrativa irregular.
Es viernes 26 de junio, la PNL se entregó hace ya una semana, con las firmas de algunos partidos, y el esfuerzo de muchas personas. Un buen puñado de ellas están ahí, bajo el sol de junio, entre el cordón policial y las decenas de compañeros de camino con quienes se están batiendo por derechos. Una vez más, cuentan las situaciones que atraviesan muchas de ellas. De lo adentro que están del sistema como trabajadores, recolectando la fruta, cuidando a los niños y a las mayores, y lo afuera que están del sistema como seres humanos: viviendo en chabolas, con mil horas de trabajo de cuidados y ni siquiera el derecho a cobrar paro por esas mil horas cuidando niños o acompañando abuelos. “Cada uno tiene una experiencia, una vida que va a contar, espero que todos escuchen”, introducen la rueda de prensa.
Ya lo han contado muchas veces, se lo han contado a sí mismos, algunas han vivido cosas parecidas, muchos han tenido los mismos miedos. Falta que llegue al Congreso, ese Congreso en cuya escalinata las personas de la campaña #RegularizaciónYa programaban hacer esta rueda de prensa, otro espacio que les ha sido hurtado, que les deja afuera. Ahora falta que les escuchen donde se debe. Allá donde se deciden cosas importantes para las vidas. Siempre, claro, que esas vidas importen.
“La justicia también es un muro para las personas migrantes, es a través de la excusa de la legalidad que empujamos a las personas a la irregularidad y la miseria cuando debería ser todo lo contrario, cuando deberíamos preguntarnos cómo nos permitimos como sociedad que personas migradas y refugiadas se hayan podido ver privadas de muchos derechos y libertades sin que eso constituya delito”, zanja Araujo.
Es viernes 26 de junio y hace mucho calor, la gente aguanta estoica con sus mascarillas y sus pancartas. Desde que estalló la pandemia es más costoso que nunca estar afuera, equivale a ser dejado atrás, al contrario de lo que afirman las promesas del gobierno. Desde que estalló la pandemia, el contagio de solidaridad y lucha entre las personas migrantes ha llegado hasta el Congreso, esperando que se puedan revertir las lógicas. ¡¡Regularización ya!! Exigen tras escuchar las historias de temporeros, trabajadoras domésticas, jóvenes que migraron siendo niños. Internos de CIE en huelga, familias que quieren reunirse. “No se puede pensar en reconstrucción si se deja afuera a las personas migrantes”, insisten en lo obvio, en aquello que no podría entenderse como utópico y radical nunca. Si las vidas migrantes importaran.