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Migración
Adónde va la falsa ciencia: sobre el libro de Stephen Smith, 'La huida hacia Europa'
En La huida hacia Europa. La joven África en marcha hacia el Viejo Continente el controvertido autor estadounidense Stephen Smith alerta de que en el futuro Europa será “africanizada”, y que “cada familia africana tendrá un sobrino o una sobrina en Europa en una o dos generaciones”. El investigador Julien Brachet desmonta al personaje y sus tesis funcionales a la ultraderecha en este artículo.
Una fuerte filiación ideológica
Comencemos recordando que, contrariamente a lo que se dice y escribe por ahí sin que el afectado lo desmienta, Stephen Smith no es antropólogo, ni geógrafo, ni historiador o demógrafo. Defendió una tesis de semiótica en la República Federal de Alemania antes de hacer una carrera como consultor y periodista (en particular en Le Monde y La Libération), algo que, probablemente, esté relacionado con la cobertura mediática que recibe en Francia. Smith ha estado enseñando “Estudios Africanos” en los Estados Unidos durante varios años como profesional invitado, donde, según mi conocimiento, ninguno de sus libros ha sido traducido.En su último libro, La huida hacia Europa, que se basa en un enfoque no científico, Smith recopila anécdotas, datos, comparaciones arriesgadas y predicciones ansiosas. Se supone que el conjunto valida la tesis según la cual el crecimiento demográfico de África empujará a decenas de millones de jóvenes africanos hacia Europa, la cual será “africanizada”. Esto es ineludible, dice Smith, y agrega que “la llegada de extranjeros” y su mera “presencia" no dejarán de “importunar” y “molestar”; “Pretender lo contrario [le] parece una demanda ideológica y peligrosa”.Smith sostiene que el crecimiento demográfico de África empujará a decenas de millones de jóvenes africanos hacia Europa, la cual será “africanizada”. Y agrega que “la llegada de extranjeros” y su mera “presencia" no dejarán de “importunar” y “molestar”.Según Smith, los no europeos negros y árabes molestan inevitablemente a los europeos blancos. Él niega cualquier racismo alegando que no le da importancia al “color de la piel”, “origen” o “ancestros”, y explica que, para él, la distinción que importa es la que separa a “los titulares de un pasaporte con derecho a voto” de aquellos que no lo tienen. Está claro, sin embargo, que a lo largo del libro opone a los “inmigrantes y descendientes de inmigrantes” a “nativos” y souchiens, es decir, en Francia, a los “franceses de souche [raíz]”. Estamos lejos de la única cuestión de nacionalidad. Por otro lado, se aproxima al vocabulario de la extrema derecha.Según el autor y los medios de comunicación que lo respaldan, el gran mérito del libro sería “desapasionar” y “desmoralizar” el debate sobre la inmigración africana en Europa para “informar [...] sobre una base objetiva sobre la cual cada uno pueda erigir su tribuna política”. En definitiva, estar por encima de los debates ideológicos. Esto no impide que Smith afirme que el problema no es solo que los “extranjeros” molesten a los “nativos”, sino que “en verdad, [...] la inmigración masiva de jóvenes africanos no es necesaria ni útil”. Curiosa manera de desapasionar el debate.De manera similar, uno puede preguntarse cuál es su propósito cuando cita un extenso pasaje del Ensayo sobre el principio de la población (Malthus, 1803) que coloca al lector frente a la idea de que “las próximas dos o tres generaciones de africanos” serán “demasiadas”, como lo fueron aquellos “pobres”, según Malthus, “que la sociedad no necesita”. Lo mismo cuando cita a Kaplan y a Huntington, o incluso Le Camp des Saints (novela de Jean Raspail, 1973), referencia de la extrema derecha que, para Smith, tendría “interés” por haber actualizado “el imaginario de una ‘invasión bárbara’”. Un interés compartido por el ultra conservador y supremacista blanco Steve Bannon, ex asesor de Donald Trump en la Casa Blanca sobre asuntos de inmigración (The Huffington Post 03/03/2017, The New Yorker 30/03/2017).Stephen Smith forma parte de una tradición ideológica cuyos promotores predijeron durante décadas el fin de la “civilización occidental” o incluso del “mundo blanco”. Pero Raspail siempre describió su texto como ficción. Un mínimo de honestidad intelectual habría llevado a Smith a hacer lo mismo, o al menos a presentar su trabajo como un ensayo político-ideológico y no como un trabajo científico. Y el hecho de rociar su texto con referencias literarias y nombres ilustres de filosofía y ciencias sociales, sin discutir nunca sus ideas, no modifica en nada el asunto. Stephen Smith busca una legitimidad científica que no puede encontrar.
El olor acre de las palabras
L’Afrique sans Africains (1994), Négrologie (2003), Noir et Français! (2006): Smith es un habitual de títulos evocadores y provocativos. La huida hacia Europa es, a su vez, un título ciertamente comercial, pero de muchas maneras es mentira. Porque no, no hay “huida” de personas del continente africano hacia Europa. El trabajo de los demógrafos muestra que la tasa de emigración de la población en África es comparable al promedio mundial (poco más del 3%), que la gran mayoría de los migrantes africanos permanecen en el continente africano y que los inmigrantes de África representan el 2,3% de la población de Europa occidental y menos del 2% de la población total europea (Lessault y Beauchemin 2009, Flahaux y De Haas 2016, ONU 2017).Por no mencionar a los únicos inmigrantes irregulares: absolutamente insignificantes desde un punto de vista estadístico y fuera de toda proporción con el alcance de las medidas legales y de seguridad implementadas dentro del continente africano para evitar que entren en Europa.Esto no evita que Stephen Smith destile cuidadosamente las palabras que colocan al lector en una imaginación muy particular. De la “huida” del título a la imagen de la “bomba demográfica”, a través de la “mareas migratorias” o “dunas humanas”, el vocabulario utilizado no es trivial. Tampoco las conclusiones: “De ahora en adelante, los buenos augurios provenientes de África serán siniestros para Europa”. Dicho está.Comparando lo incomparable o la retórica de lo absurdo
Por separado, los datos utilizados por Stephen Smith son generalmente precisos o verosímiles. Pero la probabilidad, la plausibilidad y la lógica se pierden totalmente en la forma en la que Smith los agrega, presenta e interpreta. Por ejemplo, cuando Smith afirma que si las proyecciones de población de la ONU son correctas, y “si África sigue el ejemplo de México”, entonces “unos 150 millones [de africanos] se embarcarán para Europa en el 2050”. El proceso retórico funciona y, por lo tanto, el lector conserva esta cifra. Pero lo que es matemáticamente correcto en proyectar procesos pasados sobre el futuro no es plausible.La cifra adelantada por Smith es, de hecho, inverosímil, porque no solo debemos ser muy cautelosos en cuanto a la proyección demográfica y el pronóstico de la migración en tales escalas temporales y espaciales, sino sobre todo porque las diferencias en contextos culturales y sociales, geográficos y políticos y los niveles de desarrollo económico hacen que sea muy poco probable que África, a mediados del siglo XXI, siga la trayectoria migratoria del México de finales del siglo XX. Ni la de Europa a finales del siglo XIX, que es la otra comparación favorita de Smith, a pesar de que África en 2050 no se parecerá a Europa en 1880. No hay motivo para que las poblaciones africanas adopten en 2050 el comportamiento de las poblaciones europeas 170 años antes.O bien Smith sabe esto, y por eso uno se pregunta por qué compara lo que no es comparable, incluso si no le importa la plausibilidad de sus comentarios, incluso si no tiene en cuenta otras proyecciones más rigurosas, pero mucho menos impresionantes. ¿Por qué no apoya su teoría con el trabajo de expertos del Fondo Monetario Internacional, que predice que en 2050 unos 34 millones de inmigrantes del África subsahariana se instalarán en los 36 países de la OCDE (de los cuales solo 26 se encuentran en Europa)? ¿O incluso con el trabajo de los demógrafos de Naciones Unidas que anuncian que entre 2015 y 2050, la red neta de migración de Europa será de 32 millones de migrantes, todos ellos de nacionalidades no europeas combinadas? Estamos muy lejos de las predicciones de Smith. O bien, lo desconoce, en ese caso podemos decir que no sabe nada sobre la dinámica de la migración africana, de la que habla tan alegremente, al igual que habla de África como un todo monolítico, y sobre el singular africano cuyo comportamiento sería ahistórico y predecible.Smith considera que la migración en África funciona como una sucesión de desbordamiento humano de las áreas rurales a las ciudades pequeñas, luego a las capitales nacionales y las regionales, y en última instancia a Europa. Pero no es así como funciona.Considera, por ejemplo, que la migración en el continente africano funciona como una sucesión de desbordamiento humano de las áreas rurales a las ciudades pequeñas, luego a las capitales nacionales y las regionales, y en última instancia a Europa. Es simple y está claro. Excepto que no, no es así como funciona. La muy pequeña proporción de migrantes africanos que intentan venir a Europa no ha seguido este camino. Y la gran mayoría de los migrantes africanos permanecen en el continente africano.De manera similar, si bien reconoce que hay personas muriéndose en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa, Stephen Smith advierte a aquellos que se ofenden, para su gusto un poco apresuradamente. Alienta así al lector a “situar el drama” y especifica que “el riesgo de perecer en el Mediterráneo” es muy bajo: en 2015 solo fue del 0,37%. “Es un cálculo simple”, asegura, que permite “relativizar” esta cuestión porque este año el riesgo de que una persona “mayor de 45” en Francia tuviera “un derrame cerebral” fue ligeramente mayor que el riesgo de morir en el mar. Luego continúa recordando que esta tasa de mortalidad en el Mediterráneo aumentó a 1.92% en 2017, pero que no hay que preocuparse ya que esta cifra “es ligeramente más baja que la mortalidad postoperatoria en operaciones del corazón en Europa occidental ”. El absurdo y la violencia de estas comparaciones te dejan sin palabras.El mensaje de Smith es, sin embargo, claro para cualquiera que quiera escucharlo: no hay razón para alarmarse por estas “muertes extranjeras en las fronteras de Europa” porque en Europa también la gente se está muriendo. La prueba está ahí, con dos dígitos después de la coma, y no importa si en realidad es imposible medir la proporción entre la cantidad de travesías clandestinas —que sabemos que son muy difíciles de cuantificar— y el número de muertes en el mar —que sabemos que es imposible de cuantificar—. No importa que este tipo de muertes no puedan compararse porque unas son de índole político y las otras por cuestiones médicas.
Salir al descubierto
Al final de su libro, supuestamente “guiado por la racionalidad de los hechos” (contraportada de la versión francesa), el autor revela aún más claramente su posición. Así, cuando recuerda por enésima vez, en la conclusión, que “la migración masiva de africanos en Europa” no beneficia a nadie y después de haber insistido durante 200 páginas que esta es ineludible, Stephen Smith cambia de predicción. De repente, no todo estaría perdido: “la unión forzada entre la Joven África y el Viejo Continente todavía no es inevitable. Hay espacio para elecciones políticas”.Smith, por lo tanto, ofrece una salida a su lector, el cual se supone que está algo ansioso en esta etapa de la lectura. De una manera apenas velada, Smith sugiere, de hecho, que la única salvación posible para frenar su predicción de una invasión en Europa de los “nuevos bárbaros” del Sur Global es política. Por lo tanto, es importante tomar las correctas “elecciones políticas“: “solo la entrada muy selectiva de unos pocos brazos y, sobre todo, de cerebros africanos traerá beneficios a Europa”. Un pequeño ejemplo, a modo de conclusión, antes de cerrar el libro. Un ejemplo que recuerda el programa de algunos partidos políticos europeos.Smith sugiere que la única salvación para frenar su predicción una invasión en Europa de los “nuevos bárbaros” del Sur Global es política: “Solo la entrada muy selectiva de unos pocos brazos y, sobre todo, de cerebros africanos traerá beneficios a EuropaAl leer La huida hacia Europa, cualquier especialista en migración africana entiende que Stephen Smith no sabe nada al respecto y solo está resumiendo los "tópicos", como ya señaló F. Héran en su reseña del libro, el cual resalta correctamente la debilidad metodológica y la falta de honestidad intelectual. Seamos claros: la declaración de Smith es ideológica, xenófoba y racista y, en última instancia, solo un vano intento de legitimar la teoría de la conspiración del “gran reemplazo” predicado por los ideólogos de la extrema derecha.Smith niega cualquier racismo, y cuando se le dice que sus escritos hacen el juego de la extrema derecha, responde que solo busca “aclarar un tema” (Jeune Afrique 6/03/2018). Sus antiguos colegas periodistas están contentos con esta respuesta, pasan por alto la inconsistencia e incluso la aberración de muchos de sus comentarios, y continúan prestándole atención (y promoviéndolo) para dar envidia no solo a todos los ensayistas y panfletistas que alberga el país, sino también a todos los autores serios que se ocupan, con el rigor necesario, de temas tan complejos.Por eso Stephen Smith es tan inquietante: al presentarse a sí mismo como un intelectual apolítico, promotor del pensamiento objetivo, logra colocar a las poblaciones africanas como un riesgo, un peligro o una amenaza para Europa. Y eso sin que se note, prácticamente, la deficiencia de su manifestación y su naturaleza profundamente ideológica. Todo lo contrario, la Academia Francesa y la Revue des deux mondes le otorgaron un premio literario, el jefe de la diplomacia francesa, JeanYves Le Drian, le otorgó el premio al libro geopolítico del año y el Presidente de la República, Emmanuel Macron saluda a un hombre que ha “descrito tremendamente bien” las migraciones africanas. Sin parpadear. Y sin vergüenza.
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teoría de la conspiración si, cuando hay barrios enteros en que no se ve un europeo, cuando más del 60% de los nacidos en Paris son árabes o africanos, cuando el nombre más común en recién nacidos en Inglaterra es Mohamed. Y este señor habla de deshonestidad intelectual.NOS ESTAN SUSTITUYENDO Y NO HAY NINGUNA DUDA. Pero oye, si vuestra sociedad ideal es una mezcla de Somalia y Pakistán regida por la sharía, vosotros sabreis
En consecuencia, la masiva emigración de africanos a Europa supone una condición indispensable para que la extrema derecha alcance el poder en el Viejísimo continente.
Si debido a un plan marshall para potenciar la economía africana (ya sea con capital chino, europeo o estadounidense) se detuviera la emigración de jovenes africanos a Europa, los xenofobos se quedarían sin argumentos para promover la xenofobía y el racismo y alcanzar gobiernos en paises con serios problemas de natalidad. Por eso desangran Africa y no dejan que salga de su atraso para explotar sus recursos a bajo precio y manejar sus gobiernos corruptos.
Sin embargo, Salvini, Casado, Le Pen, Abascal, Orban, Trump y otros lo saben perfectamente y harán lo posible para que nada cambie y el desastre africano les permita alcanzar sus objetivos de manipulación social europea.
Gracias!! Necesitaba un recurso para poder desmentir esta teoría del reemplazo cultural, que no para de pulular por vídeos de youtube. En estos vídeos se dice que la teoría ideológica y sin base objetiva es justamente la contraria, la que trata el tema de la migración con toda su complejidad, y dicen que la lectura realmente objetiva es la basada en estudios como este autor. Dicen que las teorías que defienden la migración son conspiraciones de los poderosos para cambiar el orden mundial. Necesitaba saber de dónde venían estas ideas y tener un arma para destapar su origen racista y xenófobo. Muchas gracias.
Para que vas a pensar por ti mismo y en función de los datos, verdad colaboracionista del genocidio de Europa. Europa esta siendo invadida, los datos son incontestables. Y este articulucho es puro colaboracionismo. No estáis diciendo que nos callemos ante la invasión de nuestra casa y ante nuestro exterminio. La indignación me hace difícil contenerme.