Finanzas éticas
No es una crisis, es el sistema

Ante la triple crisis que atravesamos, repasamos las alternativas y propuestas por parte del cooperativismo y las finanzas éticas.
Fondo Cooperativo para apoyar las iniciativas de la ESS que dan respuesta a la Emergencia Social y Sanitaria
Cartel de campaña del Fondo Cooperativo para apoyar iniciativas de la ESS que dan respuesta a la Emergencia Social y Sanitaria impulsada por organizaciones catalanas de la ESS.
Integrantes de la Fundación Goteo - Platoniq
1 feb 2021 11:48

Este 2021 dejamos atrás un año muy complicado que ha supuesto un punto de inflexión para muchas de nosotras. Ya sea por obligación, ya sea por haber comprobado la resiliencia del cooperativismo, muchas creemos que debemos aprovechar el momento para hacer un cambio de rumbo hacia una sociedad y una economía orientadas a poner la vida en el centro. En este contexto, las iniciativas de la Economía Social y Solidaria autogestionadas, que abogan por el bien común y la justicia social, son más necesarias que nunca.

La triple crisis: capitalista, climática y sanitaria

La crisis económica, sanitaria y climática son tres manifestaciones de un mismo sistema insostenible. La pandemia ha sacado a la luz todas las carencias que tenemos como sociedad capitalista, creando esta crisis económica global que sufrimos. Hemos comprobado que “parar la rueda” ha provocado el colapso del sistema, pues no hay tejido social ni red que sostenga a las personas si las empresas se ven obligadas a cerrar cuando el consumo desciende.

Esta es la triple crisis: un sistema económico capitalista, extractor e insostenible que provoca una crisis climática, que se agudiza año tras año, facilitando la proliferación directa de una pandemia sanitaria tras otra que paraliza toda actividad económica. Urge un cambio de rumbo radical para crear conciencia solidaria y caminar hacia otros modelos socioeconómicos que sitúen las necesidades de las personas y la salud de los ecosistemas por encima del lucro.

¿Dónde estamos y cómo salimos de aquí?: Una carrera hacia el abismo

Mientras el 1% de los ricos del mundo acumula el 82% de la riqueza global, en nuestro país se estima que el poder adquisitivo medio ha retrocedido un 11% (a niveles de 1989) y el número total de personas paradas es de 3,88 millones en el trimestre 3 de 2020, con una tasa de paro del 16,26% según la Encuesta de Población Activa que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE).

A la vez, casi todo lo que compramos y comemos está en manos de 9 multinacionales a las que entregamos una buena parte de nuestro dinero. Megacorporaciones de proporciones gigantescas y casi inabarcables, que controlan la práctica totalidad del negocio alimentario y que usan todas las tretas posibles para evadir impuestos.

Estas empresas, que buscan en todo momento obtener el máximo beneficio al menor coste, utilizan permanentemente la amenaza de deslocalización, ya que por el mismo trabajo que se hace en España, en China o en India puede cobrarse cinco veces menos, para desanimar cualquier negociación de mejora salarial o de condiciones de trabajo.

Las prácticas de monopolio no sólo encarecen el consumo, ponen en peligro la salud al estar ligadas a realidades tan graves como la pobreza energética. En España, por ejemplo, el oligopolio eléctrico (monopolio compartido entre un puñado de empresas), impide la adopción de energías limpias y perpetúa un modelo fósil y nuclear de beneficios millonarios a través de unas facturas eléctricas abusivas.

Contaminación, deslocalización y empobrecimiento de la población son males endémicos de las empresas capitalistas (recordemos que el adjetivo viene de “capital”, pues dichas empresas ponen el centro de su misión en aumentar el rendimiento económico, pasando por encima del medio ambiente y la calidad de vida de las personas empleadas).

Hay, sin embargo, un tipo de empresas que escapan de esta “carrera hacia el abismo”. Hay un tipo de empresa que centra su actuación en la defensa de los intereses de las personas que la conforman así como del interés general de la sociedad. Hay empresas que son cooperativas. Y, precisamente por esos atributos, resulta que han mostrado mayor resiliencia ante las crisis y menor riesgo de deslocalización. Si antes eran esperanzadoras, hoy son necesarias.

¿Por qué los proyectos cooperativos son tan necesarios en este contexto?

La Economía Social y el cooperativismo no sólo ofrecen respuestas a estos retos del futuro (ya muy presente), además proponen un modelo de crecimiento alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030: sostenibilidad medioambiental, digitalización y resiliencia industrial ante la deslocalización. En su misión, además, está potenciar la economía de los cuidados y fortalecer la vertebración de los territorios, promoviendo una transición ecológica y digital justa.

Un ejemplo son las más de 1500 cooperativas de energías renovables existentes en Europa, que agrupan a más de un millón de personas o las recientes cooperativas de plataforma en España. Una tendencia imparable que responde a la demanda ciudadana de un servicio a los intereses de las comunidades locales.

Si además es cada vez más común entender que la circulación del dinero no es neutral y que es importante que el dinero circule dentro del conjunto de la Economía Social y Solidaria (pues no queremos que nuestro dinero se invierta en sectores como la industria militar o los combustibles fósiles), no deja de ser cierto que la creación de cooperativas o proyectos sociales sigue encontrando múltiples dificultades. La buena noticia es que cada vez disponemos de mejores herramientas: cooperativas de servicios financieros destinadas a conceder préstamos a proyectos de la economía social, como Coop57; redes de empresas y consumidores en torno a la Economía Social y Solidaria, como Mercado Social Madrid, organizaciones sociopolíticas que pretenden acoger el conjunto de las iniciativas de economía social y solidaria, como la XES, son algunas.

Un modelo esperanzador de economía social y solidaria: Crowdcoop

Al redirigir nuestro consumo hacia empresas cooperativas, apoyar proyectos incipientes a través del micromecenazgo y fomentar que los recursos económicos (nuestro dinero ganado a pulso) vayan destinados a la mejora de nuestra comunidad, avanzamos hacia una sociedad más justa y resiliente. Aquí cabe recordar la iniciativa #FonsCooperatiuEss en Cataluña, impulsada a principios de septiembre por colectivos como TopManta, Mensakas, Mujeres Palante, Espigoladors, Diomcoop… entre otros. Consiguieron recaudar más de 60.000€ a través de Crowdcoop para apoyar iniciativas que se articularon para dar respuesta a la emergencia social y sanitaria debida a la pandemia de la Covid-19.

Crowdcoop.org es la primera plataforma de financiación colectiva, programada con código abierto y replicable, especializada en cooperativas de retorno social en España. En este portal web cualquier persona o colectivo puede presentar su proyecto cooperativo, en fase de creación o consolidación, para pedir donaciones económicas con las que llevarlo adelante. Crowdcoop no es simplemente una plataforma de crowdfunding; también ofrece formación, asesoramiento y acompañamiento durante todo el proceso de creación de una cooperativa o proyecto. Por ello, las cooperativas no sólo obtienen financiación, si no también las herramientas para que el proyecto perdure en el tiempo y pueda crear comunidad a su alrededor desde el inicio.

Frente a otras opciones más difíciles y opacas, como son la concesión de préstamos en entidades bancarias, esta vía de financiación alternativa y transparente reactiva el papel corresponsable de la sociedad civil. Al hacer pública la idea explicando a qué irá destinado el dinero recibido, las posibilidades de recibir el apoyo ciudadano se multiplican. Además, al hacer partícipes a las personas donantes, se crea una comunidad que será clave para el éxito de la cooperativa. Empezará con la mejor tríada: publicidad, comunidad y legitimidad.

Estas semillas de proyectos cooperativos cuentan con el mejor suelo donde germinar, en el sistema de economía social y solidaria, también conocida en redes como #ESS. Al presentarse, entran a formar parte del conjunto de iniciativas socioeconómicas, formales o informales, individuales o colectivas, que priorizan la satisfacción de las necesidades de las personas por encima del lucro. Siendo los valores que impulsan variados y transformadores, como sería la sostenibilidad, la inclusión o la gestión democrática y participativa en la toma de decisiones.

Es precisamente la concienciación de nuestro papel como ciudadanía, que consume y realiza intercambios constantes de servicios y productos, la que nos mueve a encontrar entidades que satisfagan nuestras necesidades en sintonía con nuestros valores.

Un sistema alternativo con triple solución

“Esto también pasará” es la reflexión que, dice la leyenda, fue inscrita en un anillo hace mucho tiempo para recordar a quien lo portara que, tanto los momentos trágicos como los felices, tienen principio y final. Sin embargo, mucho de lo que nos espera en el futuro, será fruto de nuestras decisiones ahora. De hecho, mucho de lo que hoy nos pasa, es fruto de lo que ya decidimos.

La propuesta aquí es triple: sumarse a un uso sostenible de los recursos naturales para frenar el cambio climático; conocer y apoyar iniciativas sociales y solidarias que pongan su foco en el bienestar de la sociedad (especialmente en momentos difíciles como el actual); y reorientar nuestra economía hacia empresas que pongan la vida en el centro, o dicho de manera más prosaica, dejar de alimentar a grandes corporaciones que no respetan los derechos laborales para pasar a destinar nuestro gasto a negocios locales y territoriales con estructura cooperativa, donde las trabajadoras y trabajadores gozan de las mejores condiciones y participan de las decisiones fundamentales.

Todo esto pasará. Y cuando salgamos de la tormenta, saldremos mejores.

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