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Memoria histórica
Una carta de recomendación de Antonio Machado al ministro Marcelino Domingo
Entre el material documental del que dispongo y voy revisando de vez en cuando, después de muchos años de investigación en lo que antes se denominaba Memoria Histórica y ahora ha pasado a llamarse Memoria Democrática -en correspondencia con la nueva ley del mismo nombre y con el periodo en el que este país disfrutó por primera vez y por poco tiempo de una democracia-, se me quedó entre mis carpetas esta carta del poeta Antonio Machado dirigida al ministro de la segunda República Marcelino Domingo, localizable en los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.
La breve misiva está fechada el 18 de enero de 1932, por lo que Domingo ocupa en ese tiempo la cartera de Agricultura, Industria y Comercio, desde el 17 de diciembre de 1931 al 12 de junio de 1933, después de haber desempeñado el cargo de ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes entre el 14 de abril y el 17 de diciembre del año de la proclamación del régimen republicano. Volvería a ocupar la dirección de este mismo departamento en varias ocasiones durante el año 1936, una de ellas al día siguiente inicio de la guerra.
El tratamiento amistoso con el que Machado se dirige al ministro, aunque lo trate de usted en razón posiblemente al cargo que ocupa, hace suponer que existía algún tipo de relación entre Marcelino Domingo y don Antonio, posiblemente como consecuencia de haber ocupado el primero la cartera de Instrucción Pública, ser el remitente poeta y profesor, y estar muy compenetrado con las Misiones Pedagógicas del gobierno republicano y las campañas educativas impartidas por la Universidad Popular de Segovia, de la que fue fundador y en cuya ciudad residió Machado antes de hacerlo en Madrid.
Pero no se trata de un asunto relacionado con la cultura o la instrucción pública de lo que don Antonio le habla al ministro, sino de rogarle encarecidamente que apoye cerca del Ministro de Trabajo los deseos que se expresan en la adjunta nota. Parece claro, por el texto que leemos, que el poeta de Campos de Castilla solicita a Domingo su mediación para recomendar a uno de sus hermanos, oficial del Ministerio de Trabajo, republicano de siempre y afiliado al P.R.R.S. (Partido Republicano Radical Socialista). Fue precisamente este partido el que fundó Marcelino Domingo en compañía de Álvaro de Albornoz en 1929 y que daría lujar, junto al de Manuel Azaña (Acción Republicana) y el de Santiago Casares Quiroga (ORGA) a Izquierda Republicana.
No especifica Antonio Machado la identidad del hermano al que se refiere en ese texto, que sí se indicará en la nota adjunta a la que hace referencia la misiva, pero no parece que sea ni Francisco, que ya pertenecía a la Dirección General de Prisiones y fue director, entre otros destinos de la Cárcel de Mujeres de Madrid, ni José, que fue profesor de Dibujo de la Residencia de Estudiantes y formaba parte de la plantilla del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. ¿Se trataría de Manuel Machado, que llegó a escribir la letra de un himno republicano el año anterior, o de Joaquín Machado, sobre cuya biografía se conocen menos datos que la de los del resto?
Tampoco sabemos el resultado que tuvo esa carta a favor del hermano en cuestión para que ingresara en las corporaciones de Jurados Mixtos, creadas y aprobadas durante la gestión de Francisco Largo Caballero en el Ministerio de Trabajo en noviembre de 1931 y en las que se incluían representaciones de obreros y patronos para la regulación del mercado de trabajo, al objeto de que existiera una vía dialogada para la resolución de los conflictos. Aparte de sus méritos profesionales como mecanógrafo, taquígrafo y oficial del citado ministerio, hace valer don Antonio en su hermano su absoluta solvencia moral.
Aparte de otras circunstancias desconocidas que bien podrían haber permitido una cierta relación afectuosa y hasta intelectual durante sus vidas entre Marcelino Domingo y Antonio Machado, es de señalar que sus respectivas muertes en el exilio en Francia estuvieron separadas en el tiempo y la distancia por unos pocos días y no demasiados kilómetros. Domingo falleció en Toulouse el 2 de marzo de 1939, a los 54 años de edad, y Antonio Machado murió en Collioure el 22 de febrero de ese mismo años a los 64. Tanto uno como otro fallecieron indudablemente apesadumbrados y angustiados por la diáspora de republicanos hostilmente recibidos en Francia en los últimos meses de la guerra, que los dos vivieron de cerca.
Fue Marcelino Domingo autor de interesantes ensayos políticos, obras de teatro y múltiples artículos en los periódicos, quien escribió en uno de ellos: “Creo que en un país de tan escaso espíritu civil como España y de tan desaforada incontinencia como la del Estado español, los hombres con la leve conciencia de su responsabilidad han de interesarse por la política y actuar en ella. Es tal vez, el único medio de evitar que España acabe de morir”.
Aparte de ese pensamiento, aquel escritor y ministro regeneracionista y republicano federal dejó otro no menos digno de consideración para este país y sus conflictivas circunstancias territoriales: “La variedad no sólo no va en contra de la unidad, sino que muchas veces el reconocimiento a tiempo de la variedad es el medio de evitar el desgarramiento cruento de la unidad. Es el medio único de sostener cordialmente la unidad”.