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Derecho al agua
Causa General
El miedo comienza por una citación del juez y termina en la cárcel a ritmo de tuit o rap, se administra con la coartada de tener un Estado de Derecho detrás.
El mismo día en que los bomberos de Sevilla son juzgados en Lesbos por tráfico de personas, nos presentamos en las oficinas de atención al público de Aguas de Barcelona. No, no venimos a poner una reclamación por una factura excesiva, o a pedir que nos reparen una fuga. Desde la Alianza contra la Pobreza Energética (APE), venimos a extender un acuse de recibo, ante todos los medios que allí han sido convocados. Ocupamos la acera durante unos minutos, lo siento señora, protestar y exigir los derechos de todo el mundo tiene estas cosas, usted comprenderá.
Estamos aquí para denunciar vuestra campaña de criminalización. Sabéis que, como dice la compañera de la PAH, muy probablemente ninguna denuncia prosperará contra quien denuncia las prácticas abusivas de las empresas privadas, que monopolizan los servicios públicos o trafican con derechos básicos como la vivienda. Tampoco esta, por haber ocupado pacíficamente vuestra sede días atrás, con el fin de exigir la condonación de la deuda de las familias que no han podido pagar sus facturas durante esta insoportable crisis.
'Pero el gabinete de prensa de AGBAR dice que no sabe nada de ninguna denuncia contra vosotros', espeta una periodista con su cuaderno de notas en la mano. En la era de las fake news, es mejor mirar hacia otro lado y contar cualquier trola de responsabilidad social, mejor que los de prensa no lo sepan, que continúen con la noticia del convenio para apoyar las fiestas patronales de Montcada o el pago de las facturas a los refugiados acogidos en Sant Boi. Quizás así se olviden de llevar al pleno la tontería esta de la remunicipalización del agua.
Para los atrevidos, miedo. Para las que no quieren espejitos ni collares, miedo. Para quien se moja, duerme en el suelo, se pasa la vida haciendo pancartas o simplemente no se calla, miedo. Cuando se acaba el poder de las campañas publicitarias, se ve el cartón, que no acepta ninguna comparación con el compromiso, con las cosas que son verdaderas y de ley. Entonces hay que cambiar de estrategia.
El miedo comienza por una citación del juez y termina en la cárcel a ritmo de tuit o rap, se administra con la coartada de tener un Estado de Derecho detrás, que a veces sólo deja derechos los privilegios de algunos y da patente de corso a los abusos contra los más débiles. Es la misma estrategia en todas partes, contra Helena Maleno o Cédric Herrou por ayudar a la gente a llegar a Europa, contra el mismo ayuntamiento de Barcelona para atreverse a plantear una consulta a la ciudadanía sobre algo relevante, no para saber por qué acera ha ir el tranvía. La libertad para blasfemar o para denunciar, todo lo que estorbe tiene su espacio en el banquillo de los y las acusadas.
'¡Dejadme pasar, que yo sí estoy trabajando!' El grupo de periodistas y activistas dejamos espacio al operario airado, que sale de la oficina con el casco sobre la cabeza, para diferenciarse de aquella peligrosa turba. Nos lo quedamos mirando, ojalá no compremos su publicidad ni sus falsos dilemas. Esto no va de elegir entre derechos o puestos de trabajo, va de defenderlo todo. Y por eso trabajamos, claro que trabajamos. Ahora y siempre, y no nos detendrán con ninguna causa general.