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Fútbol
Luis Rubiales, de renovar la Real Federación Española de Fútbol a la detención
En enero de 2013, la revista France Football publicó un artículo titulado “Le Qatargate” en el que destapaba una trama para la compra de votos a favor de la candidatura de Qatar para el Mundial de 2022. La noticia tuvo eco en muchos países del mundo y durante días se habló de la corrupción en el mundo del fútbol, pero no tuvo mayores consecuencias para ninguno de los implicados. Al fin y al cabo se trataba de políticos respetados y dirigentes muy asentados dentro de las instituciones del fútbol internacional.
Dos años más tarde, en mayo de 2015, el FBI entró en el Hotel Baur Au Lac de Zurich (Suiza) y detuvo a un buen número de dirigentes, en el marco del que es conocido como caso FIFAgate. En los meses y años siguientes fue cayendo toda una generación de directivos que, durante varias décadas, habían sido los dueños de la pelota. Entre ellos estaban Sepp Blatter, presidente de la FIFA durante 17 años, Michel Platini, presidente de la UEFA y vínculado a diferentes instituciones futbolísticas desde 1992 hasta 2015 o Ángel María Villar, vicepresidente de la FIFA y presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) durante 29 años.
Villar llevaba mucho tiempo en el fútbol y sabía que, aunque esquivaras un escándalo, el coletazo que venía después podía llevarte por delante. Desconocemos si le advirtió de ello a Luis Rubiales cuando este le consultó acerca de la posibilidad de presentarse a las elecciones a la presidencia de la RFEF.
Lo hiciera o no, lo cierto es que, en abril de 2022, El Confidencial publicó unos audios entre el entonces presidente de la RFEF y Gerard Piqué en los que trataban temas como las comisiones por llevar la Supercopa a Arabia Saudí o las fechas de algún partido internacional. El tema levantó polémica, Rubiales se presentó como victima y pareció temer por lo que pudiera ocurrir cuando dijo aquello de “si me han hecho esto con el móvil, ¿por qué no me van a meter un saco de cocaína en el maletero del coche?”. La polémica, en cambio, terminó por pasar de largo, aunque no cayó en el olvido; más bien quedó pendiente del coletazo.
Porque, poco después de aquello, la jueza del Juzgado de Instrucción número 4 de Majadahonda, Delia Rodrigo, abrió una investigación y el miércoles 3 de abril, Luis Rubiales era detenido por la Guardia Civil en el aeropuerto de Barajas, a su vuelta de la República Dominicana. Une así las acusaciones por corrupción, administración desleal, blanqueo y pertenencia a organización criminal, al proceso que tiene abierto por agresión sexual contra Jennifer Hermoso tras el beso que le propinó en la entrega de premios del campeonato del mundo.
Vidas paralelas
Luis Rubiales fue un futbolista discreto, un buscavidas de la pelota, que pasó por la cantera de diferentes clubes, hasta llegar al fútbol profesional y seguir saltando de equipo a equipo entre la Segunda B y la Segunda División. Fue en el Levante donde logró estabilizarse y debutar, a los 27 años, en la máxima categoría. Allí llegó a lucir el brazalete de capitán y lideró la huelga por los impagos que venían sufriendo los jugadores, en unos años en los que los clubes españoles fueron víctimas de una cultura empresarial ligada al boom inmobiliario y que llevó a la desaparición de varios de ellos y a poner en serio riesgo a otros tantos.
Tras colgar las botas como futbolista profesional en Escocia, se preparó para su nueva vida licenciándose en derecho y haciendo los estudios de director deportivo. En 2010 fue nombrado presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Curiosamente, la misma entidad de la que fue fundador, entre otros futbolistas, el entonces jugador del Athletic Ángel María Villar.
A Villar la AFE le sirvió para foguearse en los despachos del fútbol español, antes de dar el salto, primero a la presidencia de la Federación Vizcaína de Fútbol y más tarde a la de la RFEF. Años después, Rubiales siguió un camino similar. A su estilo, eso sí.
El mandato de Rubiales en la Asociación de Futbolistas Españoles fue algo parecido a su propia personalidad. Decidido, autoritario y batallador
Su mandato en la AFE fue algo parecido a su propia personalidad. Decidido, autoritario y batallador. Anunció una huelga de futbolistas en una rueda de prensa en la que lo secundaron Casillas, Ramos, Xavi, Iniesta o Piqué y en la que quedaron evidentes sus diferencias con el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), Javier Tebas. También fue durante su mandato al frente de la AFE cuando se debieron de producir las humillaciones y el acoso que posteriormente denunció Tamara Ramos, directora de marketing de la entidad.
Después de ocho años al frente de la AFE, Rubiales ganó las elecciones a la presidencia de la RFEF, que, por primera vez en 30 años, no tenían a Villar entre sus candidatos. El dirigente vizcaíno había sido detenido y suspendido de su cargo como presidente el año anterior, después de que saltara a la luz la conocida como Operación Soule. Corrupción, estafa, apropiación indebida y administración desleal eran los delitos por los que fue detenido junto a su hijo.
Villar fue el último en caer de la generación de dirigentes que habían controlado el fútbol mundial durante varias décadas y lo hizo acusado de delitos muy similares a los del resto de sus compañeros. En todos los casos se hablaba de redes clientelares que, a través de sobornos, cuando no de amenazas o presiones, lograban decantar las decisiones de la FIFA, la UEFA o la RFEF en favor de sus intereses.
Nuevos-viejos aires
Cayó una generación de líderes y fueron cayendo con ellos sus socios en cada una de las federaciones. Para sustituirlos, una nueva generación de dirigentes tomó el mando del fútbol mundial con la promesa de renovación por bandera. Hablamos de los Infantino, Čeferin y compañía. La RFEF volvió a no ser una excepción y Luis Rubiales se impuso al guipuzcoano Juan Luis Larrea, asegurando una renovación y transparencia y prometiendo “una Federación para todos”.
En los más de cinco años que ha estado al frente de la RFEF, Rubiales ha ido haciéndose con el control de la Asamblea General, como quedó en evidencia con los aplausos que recibió el día que dio explicaciones acerca de los hechos ocurridos durante la final del campeonato del mundo femenino
Muy al contrario, igual que ocurriera con sus predecesores, las acusaciones de corrupción han seguido persiguiendo a esta generación de directivos. En el caso de Rubiales, en los más de cinco años que ha estado al frente de la RFEF, ha ido haciéndose con el control de la Asamblea General, como quedó en evidencia con los aplausos que recibió el día que dio explicaciones acerca de los hechos ocurridos durante la final del campeonato del mundo femenino. Los escándalos alrededor de su gestión también se han repetido, mostrando en muchos casos su carácter más autoritario e intransigente. Desde la destitución de Lopetegi como seleccionador la víspera de debutar en el Mundial de Rusia, al traslado de la Supercopa a Arabia Saudí, pasando por la supuesta fiesta con mujeres jóvenes a cargo de la Federación o el viaje de placer a Nueva York, también pagado por la RFEF y supuestamente camuflado como viaje de trabajo.
Al mismo tiempo, la RFEF ha multiplicado sus ingresos durante el mandato de Rubiales y las diferentes selecciones españolas han obtenido buenos resultados. Pero, por más que el propio presidente se haya empeñado en destacar el incremento del presupuesto para la selección femenina, ha quedado sobradamente demostrado que las mejoras que reclaman las jugadoras van mucho más allá de las cantidades económicas. Y este punto concreto demuestra no comprenderlo el señor Rubiales en cada una de las declaraciones que hace al respecto. Por fortuna, en esta ocasión, la sociedad ha avanzado a un paso más acelerado que la anquilosada RFEF y han sido las propias jugadoras de la selección quienes han marcado los límites al ya expresidente.
Luis Rubiales dejó la RFEF el pasado septiembre y ahora tendrá que hacer frente a los procesos judiciales que tiene abiertos. La renovación de las instituciones del fútbol español seguirá esperando su necesario momento.
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No soy aficionada al fútbol, así que mi opinión es la de una inexperta, pero siempre he visto el caso de Rubiales como una lucha de poder contra un hombre, seguramente aprovechado, quizá corrupto que utilizó su cargo de forma poco limpia, y cuya cabeza querían otros hombres igualmente aprovechados, quizá corruptos para hacerse con el poder y que atizaron el fuego con el asunto de la "agresión sexual", que desde mi punto de vista de feminista clásica, está totalmente sacado de quicio. Y es una pena que algo así se equipare con las verdaderas agresiones sexuales. No todo vale. Las aficionadas al futbol femenino están contentas del auge que toma, me alegro por ellas. Por ahora no está en pie de igualdad con el masculino, y qué decir tiene de los beneficios que generan uno y otro. ¿Que con igualdad de oportunidades, con el tiempo, darán estrellas fulgurantes como las del futbol masculino? A lo mejor. Lo deseo, aunque no lo veré y aunque el futbol me importe un pimiento.