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Feminismos
Una Casa de Mujeres para Pamplona, ahora más que nunca
El Ayuntamiento de Pamplona puso en marcha hace unos meses un proceso participativo con la idea de impulsar un espacio que hiciera realidad los deseos de muchas mujeres. ¿Pensarán los partidos en el bien común o darán la espalda a la mitad de la población y se plegarán a sus propios cálculos electoralistas?
En los últimos años Iruñea ha sido escenario de algunas grandes muestras de poderío feminista: desde el rechazo contundente a la agresión sexual de los Sanfermines de 2016, las posteriores manifestaciones de tolerancia cero ante todo tipo de violencias machistas, pasando por el éxito de huelga feminista del 8 de marzo que inundó nuestras calles de mujeres insubordinadas y valientes, para llegar a la indignación por la sentencia del caso de La Manada y su posterior puesta en libertad provisional por parte de la justicia patriarcal.
Es un momento histórico a escala global: ya se habla de la Cuarta Ola del Feminismo. No obstante, el machismo es implacable y sus violencias también: desde las más visibles hasta los mal llamados micromachismos fruto de los privilegios de los hombres (invisibilización, falta de reconocimiento, prejuicios, desvalorización, etc). Para hacerles frente, las mujeres necesitan tejer alianzas entre sí, apoyarse mutuamente, pensar estrategias, continuar formándose y empoderarse individual y colectivamente. En una palabra: organizarse. Defender la alegría y organizar la rabia.
Para poder generar un proyecto, pensar, debatir, profundizar y rearmarse de energía es fundamental poder contar con un Lugar, como lo describe la feminista Virginia Wolf en Una habitación propia. Las mujeres necesitan poder contar con un espacio para ellas mismas, lejos de las miradas, las tutelas, o el control de nadie; donde avanzar hacia su propia emancipación y con sus propios ritmos. Un lugar en el que sentirse a salvo, donde poder lamerse las heridas pero también en el que pensar mecanismos para alcanzar ese horizonte de libertad que todas necesitamos y queremos.
Precisamente entendiendo todo esto, el Ayuntamiento de Pamplona puso en marcha hace unos meses un proceso participativo dirigido a todas las mujeres la ciudad, con la idea de impulsar un espacio que hiciera realidad los deseos de muchas mujeres que llevaban tiempo anhelándolo. Pero también que diera resultado a un proyecto con bases feministas, que recogiera las diversidades de las mujeres —que somos muchas y muy diferentes— y que penetrara en todas las capas sociales.
Las que venimos de los movimientos de base hemos tenido siempre enfrente a las instituciones, porque sus intereses estaban muy lejos del bien común. Ciertamente, que una iniciativa así parta de un ayuntamiento, sea del color que sea, nos produce de entrada un enorme rechazo, que se transforma en asombro y al final en admiración al conocer a esas más de 70 mujeres diversas que han participado en el proceso, al comprender su precariedad, su valentía irreverente, y al entender sus urgencias y su ilusión. Un proceso con ciertas limitaciones que pueden ser fácilmente enriquecido con un poco de voluntad y trabajo activista.
Para las integrantes del grupo fue complicado poder asistir a las asambleas, debatir vigorosamente durante dos horas cada dos o tres semanas, siempre con ganas de más; haciendo tetris para conciliar; tratando constantemente de llegar a otras mujeres... Si esto no había supuesto suficiente intensidad, una vez terminado el proceso, el equipo de gobierno del ayuntamiento del ¿cambio? les comunica que tienen que esperar hasta los próximos presupuestos de 2019 (los presupuestos se aprueban hacia marzo, es decir, que se quedaban sin Casa hasta noviembre de 2019 como mínimo) para poder disponer de un espacio para ellas y para el resto de mujeres de la ciudad. Menudo shock.
Así que deciden hacer de tripas corazón —la mayoría ven a la clase política muy lejos en todos los sentidos—, hablar con todos y cada uno de los grupos con representación en el Ayuntamiento y después hacer una rueda de prensa. Para que se dejen de lacitos y de salir en pancartas y se comprometan con 500.000 euros en estos próximos presupuestos de Inversiones Financieramente Sostenibles (IFS*), que se deciden ahora, a mitad de curso, y tener disponible el espacio a principios de 2019.
Medio millón de euros para reformar poco más de trescientos metros cuadrados en la antigua estación de autobuses. Entre las que manejamos la economía doméstica con cierto esfuerzo para llegar a fin de mes, puede parecer una cantidad bárbara, pero para un ayuntamiento con un presupuesto de más de doscientos millones de euros, 500.000 euros son migajas. ¿No hay dinero para una Casa de Mujeres pero sí para la nueva estación del TAV de 200 millones? (Este macroproyecto en Echavacoiz es apoyado por UPN, PSN, Geroa Bai y EH Bildu)
Más cuando todos los grupos —EH Bildu, Geroa Bai, Aranzadi, IE y PSN, con abstención de UPN— aprobaron en 2016 el Plan de Igualdad, donde viene fijado el proyecto de la Casa de Mujeres, o cuando el propio gobierno del cambio lo incluyó en 2015 en su Acuerdo programático. Una apuesta más que razonable cuando Joseba Asirón ha sacado pecho en varias ocasiones de que Pamplona era mucho más feminista ahora que él es alcalde.
La asamblea de mujeres ha conseguido “colar” en su periplo una moción para que se debata el próximo lunes 25 de junio en la Comisión de Presidencia y exigir a todos los partidos políticos a que muestren su apuesta por las mujeres de la ciudad. ¿Pensarán los partidos en el bien común o darán la espalda a la mitad de la población y se plegarán a sus propios cálculos electoralistas?
*Las IFS son un invento de Montoro y el PP para que los ayuntamientos gasten el dinero que estiman no van a poder gastar para final de año en algunos proyectos y lo dediquen básicamente al ladrillo.
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La mentira no solo no es revolucionaria sino que impide alianzas sinceras. Se hace lo que sr critica, electoralismo barato mezclando con el TAV y su estación contra los que BILDU se ha manifestado repetidamente en contra. A trabajar más y amentir menos.