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Comunidad El Salto
La vida tiene banda sonora: ¡gracias a El Salto, no estamos Lost In The Supermarket!
Me siento feliz, porque por fin me he suscrito a El Salto, en el momento oportuno haciendo caso a Patricia Reguero Ríos. He tardado, si lo reconozco, ya iba siendo hora, y sin sonar a palabras “eméritas” no volverá a ocurrir… Lo hago, por fin, después de tanto tiempo leyéndolo online cada día, de la siguiente manera: primero empiezo por el establishment hecho en Barcelona (en español La Vanguardia, en catalán el Ara), después viró hacia lo “progre” hecho en Madrid (el diario.es), entonces me voy a lo local muy local hecho en Manresa (Regió 7) y, entonces, me voy a informar de verdad en elsaltodiario.com.
Cuando puedo lo combino con mis otras suscripciones de información verdadera: Alternativas Económicas y Crític, de las que soy socio desde el primer día, y también con la Directa (lector desde hace mucho tiempo y subscriptor desde enero 2017). No está nada mal, pienso. Haber recibido ya, en papel, El Salto de marzo de 2021 y el facsímil del primer número (de mayo de 1936) de Mujeres Libres ya colma mi felicidad. ¿Toda? Pues casi toda porque además, mi suscripción me permite escribir en este blog de personas socias, y ya me lo estoy escribiendo encima…
Llego a la página tres de Mujeres Libres de mayo 1936 y veo: “Una carta de Emma Goldman”. Entonces la chispa se enciende: “Si no se puede bailar, esta no es mi revolución”. ¡Voy a intentar escribir de música en El Salto! Remember when en Diagonal periódico noviembre de 2013 (COOPERA sound system: la banda sonora de las alternativas!* ).
Sí, tengo una edad (obviedad, todas las personas tenemos una edad, os doy fe de ello, estudié —y he podido ejercer bastante— de geógrafo y de demógrafo). Y os confieso que he vivido, he bailado, he cantando, sí os lo digo a los 53 años recién cumpliditos (soy del mismo año que un tal Felipe de Borbón y Grecia, pero nacido el día después, no en Roma, pero si en una ciudad “refundada por los romanos” Minorisa) .
Y también os confieso que la “Vida Tiene Banda Sonora”, sí, que la música nos hunde y nos levanta, nos evade pero también nos sitúa, nos da y nos quita, nos enamora y nos separa, “nos mata y nos da vida”… Añadid todo lo que queráis, porque así es, ha sido ¡y será! Pues sí, ya tengo una edad, y por eso he decidido intentar compartir mi música, la de los años que llevo vividos y los que pueda vivir (¿desde 1968 a…?), fundamentalmente la que “tengo” sobretodo en vinilos, y también pero no tanta en cd… y la que puda referenciar.
Obviamente, no es la música que he creado, sino la música que he escuchado y escucharé (por ejemplo espero el 5 de marzo poder tener entre mis dedos y escuchar el nuevo disco de Maria Arnal y Marcel Bagés Clamor; o espero el disco MKMK de Maika Makovski para el 28 de mayo ).
Así me gusta poner discos en directo o, en el modo virtual pandémico, para compartir fiesta, conocimiento, política, lo que se quiera y pueda… Es decir poder interpretar, explicar, aproximarse a gran parte de los aspectos de nuestra vida con la música, un verdadero atajo para llegar a cualquier parte. Valga como ejemplo el placer y el privilegio que tuve de participar en la celebración de los 25 años de REAS red de redes de la economía alternativa y solidaria.
La música, como toda obra artística, sea por activa o por pasiva, es fruto del momento en que se realiza, y puede ser reapropiada, resignificada por toda persona que la escucha. Jeff Tweedy, el vocalista, guitarra, compositor y líder de WILCO ha escrito: “lo que ocurre una vez grabada la canción, se desdibuja. Una vez que se edita, la canción deja de ser mía —la carga evocativa está completa para mí— y pasa a ser de los demás, que vienen a contarme, años después, que tal o cual canción está entretejida a un momento determinado de su vida. Me produce una enorme satisfacción saber que esas canciones se han enredado a ellos también” (Vámonos para poder volver. Acordes y discordias con Wilco , etc).
Voy acabando: también Tweedy, unas páginas antes, escribe: “Así que cuando vi una mención a The Clash en Rolling Stone, no me sonaban de nada. Lo único que me llamó la atención fue lo increíbles que parecían. Mientras estaba allí, leyendo la reseña de Tom Carson sobre London Calling, me sentí transportado. Me dio escalofríos (…) Continuó diciendo que London Calling era ‘como una serie de mensajes apremiantes que se enviaban a los ejércitos dispersos de la noche, ofreciendo advertencias y confort, buenos ánimos y exhortaciones para seguir avanzando’”.
Esto mismo que escribió Carson, y relata Tweedy, es lo que yo pienso sobre El Salto: informa sobre la realidad situada, ofreciendo el conocimiento crítico a las personas —dispersas en la noche del mainstream— que resisten para transformar, el “confort y buenos ánimos” que hay alternativas ya y “exhortaciones para seguir avanzando” a otras maneras de vivir necesarias y deseables. Tweedy continua: “Me convenció de inmediato. The Clash le habían dado a los románticos algo a lo que hincarle el diente, (…) sigo creyendo que ninguna otra banda ha estimulado mejor el periodismo sobre rock”.
Sí, soy un romántico, y así, personas compañeras de El Salto, para mí sois las The Clash del periodismo, y gracias a vosotras no estamos perdid@s en el supermercado! A todo volumen, desde London Calling, ¡Lost in the Supermarket!