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Energía nuclear
La lucha extremeña por cerrar Almaraz y todas las demás
La central de Almaraz ha despertado un movimiento antinuclear en Extremadura durante cuatro décadas que se prepara estos años para una lucha decisiva contra la renovación del permiso de licencia. En este artículo se repasa la historia de este movimiento, las personas que se han perdido y las traiciones por el camino, en aras de tomar así impulso ante la titánica tarea de lo que está por venir: la desnuclearización de la península.
Todo movimiento tiene un origen y, el movimiento antinuclear extremeño ve la luz al final de la dictadura franquista, que en sus últimos coletazos aprueba la construcción de dos centrales nucleares, una en Almaraz y otra en Valdecaballeros. Por si fuera poco, en la antigua mina de uranio de La Haba, entre 1973 y 1974, se entierran los restos de un accidente en un pequeño reactor experimental del CIEMAT. Aunque el cementerio nuclear del Cabril está en la provincia de Córdoba, los camiones que transportan los residuos recorren en camiones toda Extremadura y pasan por el centro de Azuaga. En caso de un posible accidente la población se vería sin duda afectada.
Con esta situación tras la muerte del dictador, la población extremeña empieza a sacudirse su yugo. Comienza la lucha antinuclear para evitar ser el vertedero nuclear del país, algo a lo que la dictadura fascista quería abocar a esta tierra, y que la incipiente democracia mantenía. En distintas zonas de la región se organizan coordinadoras antinucleares locales o comarcales, germen de la Coordinadora Extremeña Antinuclear que aglutinaría a distintos colectivos y organizaciones que variarán según el marco de lucha del que hablemos. Mientras que el MCE, la CNT, la ORT y las organizaciones ecologistas y de afectados apoyaron desde el primer momento la lucha antinuclear y se involucraron en todos los frentes, el PSOE y el PCE mantuvieron posturas ambiguas e incluso favorables con respecto a Almaraz. Sin embargo, sí tuvieron una postura más clara e implicada en cuanto a la finalización y puesta en marcha de la central de Valdecaballeros.
En 1977 los principales frentes estaban abiertos y, mientras la oposición a Valdecaballeros seguía sumando adhesiones: la de la Comunidad de Regantes, incluso AP (germen del PP), y las acciones eran cada vez más multitudinarias, el respaldo político, institucional y sindical contra la puesta en marcha de Almaraz no fue ni tan claro ni tan masivo, salvo el prestado por la CNT y el MCE. Desde la alcaldía de Majadas con su alcalde Belarmino Martín Galindo encabezaron la oposición a la central nuclear de Almaraz, logrando movilizar de forma muy efectiva a la población de la comarca y alrededores, la que será el germen del resurgimiento del movimiento en las décadas siguientes. En junio de 1979 se produce la primera gran manifestación antinuclear en Almaraz a raíz del accidente de la central de Three Mile Island en los EEUU, pistoletazo de salida para las grandes movilizaciones futuras.
En la década de los 80 se realizaron 2 grandes movilizaciones por el cierre de Almaraz, una en 1982 y la otra en 1986 tras el accidente de Chernóbil. En ese momento, este ciclo alcista del movimiento antinuclear en Extremadura se ve frenado por varias razones. La victoria por la paralización de la puesta en marcha de Valdecaballeros, sumada a la victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982, promovió un cambio en la posición del PSOE extremeño desde un apoyo ambiguo al inicio del movimiento por alguno de sus representantes políticos, que no por el partido, hasta un silencio absoluto y cada vez más cómplice con el mantenimiento de la central. Esto restó fuerza al movimiento antinuclear que, además, como otros muchos movimientos sociales, se vio afectado por el desánimo que supuso la traición del PSOE en el referéndum sobre la OTAN. Poco a poco, las movilizaciones fueron bajando en intensidad y se entró en un ciclo recesivo, fomentado desde la central y el gobierno de Felipe González mediante la concesión de abundantes fondos y ayudas a los ayuntamientos próximos a la central. Se procedió también a una política de contrataciones en la central que benefició de manera clara a los familiares y amigos de los ayuntamientos de la zona, creando una red clientelar que se fundamenta en una renta per cápita muy por encima de la media regional ligada con la pervivencia de la central nuclear de Almaraz, red que persiste hasta la actualidad.
Con un movimiento antinuclear en horas bajas, llegamos a los 90, donde hasta 1996, con la creación de la Plataforma Antinuclear Cerrar Almaraz, no existe un movimiento netamente antinuclear que luche claramente por el cierre de la central. Tras la creación de esta plataforma, vuelven las manifestaciones anuales en Almaraz que se repiten todos los días de Extremadura y que, aunque no tan masivas como en décadas anteriores, sí son muy importantes y enlazan con la oposición y movilizaciones contra las candidaturas de Albalá y Mesas de Ibor para establecer un Almacén Temporal Centralizado (ATC), más conocido como cementerio nuclear. Todo esto pone de relieve la intención del gobierno central de Madrid de convertir Extremadura en un vertedero nuclear.
Tras décadas intentando el cierre de una central nuclear obsoleta tecnológicamente desde el mismo momento de su construcción, hemos tenido que bregar con formaciones políticas regionales más preocupadas por las grandes obras y los proyectos económicos mediáticos que por el diseño integral del desarrollo regional en un marco acorde a sus recursos y al respeto y legado de nuestras predecesoras y del entorno natural. A estas formaciones les interesaba más crear redes clientelares que el bienestar de toda la ciudadanía extremeña, contando además con un entramado mediático nada proclive a la información veraz sobre las consecuencias reales del funcionamiento de la central de Almaraz. Ahora nos encontramos en 2018, y por delante tenemos unos años clave en la lucha antinuclear en Extremadura.
Ahora no hay que cerrarla sin más, ahora llega por sí misma al cierre programado. Mas los poderes políticos y económicos siguen empeñados en prolongar una instalación obsoleta y con múltiples problemas de funcionamiento y seguridad; en prolongar una obtención de energía, que si bien antes era innecesaria, ahora es un acto de irresponsabilidad y de incompetencia tanto del gobierno autonómico como estatal ante la evidencia más que probada de la eficiencia y eficacia de las energías renovables. Y es en estos momentos, con la unión de todas las organizaciones y plataformas antinucleares reunidas en el MIA (Movimiento Ibérico Antinuclear), del que el Foro Extremeño Antinuclear (FEAN) forma parte, cuando el movimiento antinuclear se va fortaleciendo, llegando a reunir a miles de personas en Cáceres, en Madrid, en Salamanca con una planificación futura de nuevas movilizaciones para cerrar no solo Almaraz, sino todas las demás centrales nucleares.
Sobran motivos argumentados y contrastados técnica y económicamente para cerrar Almaraz, y sobran razones, las más importantes, que afectan a la salud, al bienestar y al medioambiente extremeño. La energía nuclear es más cara que las energías renovables, la energía nuclear procura menos empleo que las energías renovables y de peor calidad (no olvidemos que la radioactividad es cancerígena), la energía nuclear contamina durante milenios su zona de influencia, que por supuesto no son los kilómetros que se planifican sobre el papel (el río Tajo es un auténtico vertedero, así como su cuenca), la energía nuclear no se huele ni se siente pero mata, no solo a las personas sino que degrada los recursos y la biodiversidad. Extremadura es nuestro hogar y mantener la central nuclear de Almaraz es como si en nuestro salón instalásemos un brasero de uranio. No olvidemos que la nuclear no está exenta de explosionar o tener fugas radioactivas. ¿Acaso olvidamos aquel cuento sobre que tras el accidente de Fukushima se detectó radioactividad en Extremadura? ¿De veras creemos que eso fue producto de Fukushima?
El gobierno español está mostrando su carácter irresponsable e irrespetuoso al ser proclive al sostenimiento de una energía innecesaria frente al bienestar y salud de su ciudadanía, también de la ciudadanía portuguesa, receptora de los efectos negativos de la radioactividad en el aire y en las aguas. Consienten esto frente a la preservación y respeto a la vida de otros seres vivos, frente al desarrollo de una comarca que ahora es dependiente y no autónoma, que ve imposibilitado su desarrollo en torno a otras actividades. En suma, el gobierno no quiere evitar las puertas giratorias; no olvidemos cómo hoy algunos de los expresidentes del país cobran sueldos estratosféricos provenientes de las empresas energéticas. No ignoremos que estos oligopolios aún no son los dueños de las energías renovables y, quizá, solo quizá, simplemente se prepara una moratoria para que puedan apropiarse de los recursos de toda la sociedad. Otra vez.
El sector energético debe ser público, de gestión pública y de acceso universal. No podemos vulnerar el derecho a una vida digna de ninguna persona. Es en esto donde hay que poner ahínco cuando hablamos de la Constitución española. Y cuando nos referimos a Europa, observemos cómo llevan décadas implantando la energía renovable en sus municipios y ciudades; baste con visitar la página web de la Unión Europea llamada El pacto de los alcaldes. Como consecuencia, cientos de municipios europeos son autosuficientes energéticamente siendo la gestión a través de los mismos. Es decir, gestión pública.
Las expectativas son halagüeñas, no solo porque hay razones sobradas sino porque cientos de personas trabajan altruísticamente para que el movimiento antinuclear sea cada vez más numeroso y más efectivo.
No podíamos acabar este articulo sin un especial recordatorio a los compañeros de lucha que nos dejaron, pero cuyo recuerdo, ejemplo y enseñanzas nos guían en esta continua lucha contra el monstruo nuclear que amenaza nuestra región y nuestro planeta. Por eso, y sin demérito de todos aquellos que siguen en la brecha, un especial recuerdo a:
-Guso, activista antinuclear de la Vera.
-Jesús Gómez Romero, de Villanueva de la Serena.
-Ladislao Martínez, Ecologista en Acción y Anticapitalista que siempre acudió a nuestras demandas y nos enseñó a reflexionar, sin dogmas, sin intereses.
Gracias a las personas que luchan porque un mundo justo brille para todas.
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No se de donde sale la informacion,e q e PCE no apoyo el cierre..hablar es gratis...
Claro, y la URSS tb era antinuclear y no tenía centrales nucleares
Esta central nuclear, como las demás, pero especialmente esta por su antiguedad es un total anacronismo que exige cuanto antes su cierre