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Coronavirus
Una proveedora de Nike encabeza las masivas suspensiones laborales en las maquilas de Honduras
El Gobierno de Honduras suspendió el pasado 16 de marzo todas las garantías constitucionales en el marco de la lucha contra el covid19. Miles de trabajadoras y trabajadores de las maquilas han sido suspendidos por cuatro meses. Se han quedado sin salario y sin la capacidad de protestar.
Las maquilas en Honduras emplean a más de 150.000 personas, la mayoría mujeres, que diariamente trabajan al menos nueve horas por menos de 350 dólares al mes para surtir a grandes compañías de ropa e insumos deportivos, como Nike, Adidas, Under Armour, Puma Champion, Fruit of the Loom y otras. El país, al igual que el mundo, está en cuarentena por la pandemia del coronavirus, y estas empresas han decidido cerrar por cuatro meses dejando a sus empleadas sin salario en ese periodo.
La primera empresa en notificar la decisión fue Tegra Global el 24 de marzo. Las empleadas y empleados se dieron cuenta a través de las redes sociales de que dos importantes maquilas cerrarían por 120 días a partir del 1 de abril. En febrero de este año, esta misma empresa firmó un acuerdo millonario con el Grupo Kattan de Honduras con el apoyo del Gobierno hondureño para volver el país el principal abastecedor de Nike en la región; en ese momento prometieron 6.000 nuevos empleos al iniciar 2021. Con la decisión de la suspensión se afectó directamente a 8.000 personas.
Luego de la subsidiaria de Nike, se sumó a la lista del cierre temporal la empresa Empire Electronic de Honduras, que produce arneses y piezas de vehículos para marcas como Ford, Chrysler, General Motors, Toyota, Nissan entre otras. El cierre afectó a 4.500 personas. Según Joel López, de la Federación Independiente de Trabajadores de Honduras (FITH), la suspensión ya ha afectado a 20.000 personas en distintas maquilas, pero va a afectar a decenas de miles más en las próximas dos semanas.
Según la Federación Independiente de Trabajadores de Honduras, la suspensión ya ha afectado a 20.000 personas en distintas maquilas, pero va a afectar a decenas de miles más en las próximas dos semanas
El Gobierno decretó un estado de sitio en todo el país desde el 16 de marzo; esto significó una fuerte militarización del territorio y una prohibición general de circulación y posibilidad de reunión. La medida está acompañada de la suspensión de las garantías constitucionales de los y las ciudadanas. La Policía Militar y las demás fuerzas de seguridad tiene la potestad de arrestar sin explicación y allanar casas sin orden judicial, lo que genera un ambiente de miedo que las empresas han utilizado para tomar decisiones con total indiferencia de las protestas y acciones de presión de los pocos sindicatos que existen o de los movimientos sociales más beligerantes.
La medida del estado de sitio estaba definida originalmente para terminar el 29 de marzo, pero el aumento de casos y las proyecciones de posibles contagios multitudinarios y la carencia de test para controlar obligó al Gobierno a extender la medida hasta el 12 de abril. Para los epidemiólogos esta fecha peca de un optimismo exacerbado, ya que Honduras apenas comienza a escalar el camino y está muy lejos de su pico máximo. En tres semanas en Honduras ya se superan los 200 casos confirmados de covid19 y son 14 las personas fallecidas, lo que muestra una tasa de mortalidad superior al 6%, una de las más altas del mundo.
El 26 de marzo el Ministerio de Trabajo propuso a los empresarios que cubrieran los días perdidos a cuenta de vacaciones y feriados. Esto es una violación de los derechos de los y las trabajadoras, ya que no están en vacaciones, sino restringidos en sus hogares por una situación especial. Pero la medida, además de ilegal, es también insostenible.
Según el abogado Wilmer Fernández, que apoya a muchas de las organizaciones de trabajadoras y trabajadores de las maquilas, aun sumando todos estos días no se puede seguir con este plan después del 12 de abril. El acuerdo de cobrar sus vacaciones es lo único que ha mantenido abiertas las maquilas, pues las y los trabajadores lo han aceptado por presión y desesperación. Sin embargo, sin producción es muy seguro que las maquilas suspendan contratos a partir del 15 de abril.
CUARENTENA INSOSTENIBLE
Honduras tiene unas de las tasas de pobreza más altas del planeta. Tres de cada cinco personas no tienen la capacidad de cubrir sus necesidades básicas y la mayoría ganan menos de un dólar al día. El sector privado emplea apenas a 1.300.000 personas, mientras 1.600.000 carece de un ingreso formal y muchos dependen de las remesas enviadas por sus familiares desde España y los Estados Unidos. Hay alrededor de un millón de personas que viven en la miseria o subsisten con una minúscula capacidad de producción agrícola. Una cuarentena para tanta gente que vive de lo que puede ganar al día es una bomba de tiempo.Una bomba de tiempo que ya comenzó a estallar: con menos de tres semanas de encierro obligatorio en el país ya se registran diariamente tomas de carreteras y creación de barricadas en algunos barrios para exigir paquetes de comida. Los cierres de las maquilas no tuvieron una resistencia inmediata por el miedo al contagio y por la militarización en la calle, pero la necesidad ha obligado a muchos a salir, romper el toque de queda a pesar de las alarmantes proyecciones de los epidemiólogos.
Luego de las remesas, son las maquilas el principal rubro de ingreso de la población, y la economía recae principalmente sobre los hombros de las mujeres
Luego de las remesas, son las maquilas el principal rubro de ingreso de la población, y la economía recae principalmente sobre los hombros de las mujeres. Casi el 60% de los hogares son sostenidos por madres solteras, que son el último dique de subsistencia que frena una migración forzada que podría ser más masiva y que hoy en día también es encabezada por mujeres. Afectar las maquilas es atentar contra el sistema nervioso que mantiene cierta estabilidad en Honduras.
El Gobierno tiene un acuerdo con la Asociación de Maquiladores de Honduras y aseguran que están buscando opciones. El 19 de febrero, el Congreso Nacional comenzó con la aprobación de un fondo de 420 millones de dólares para hacer frente a los impactos de la pandemia; sin embargo, este miércoles 1 de abril se notificó que los fondos serán utilizados después de que pase la crisis por coronavirus para ayudar a los sectores productivos a recuperar pérdidas; nada se ha dicho de apoyo para los trabajadores y trabajadoras. Las declaraciones gubernamentales parecieran destinadas a echar más gasolina a un fuego que sigue contenido por el miedo y la militarización.
EMPLEADAS INVISIBLES
Las trabajadoras de las maquilas están en la categoría de subempleo invisible, es decir, que trabajan la jornada laboral completa pero ganan menos que lo necesario para cubrir la canasta básica (salario mínimo, que en Honduras es de 350 dólares mensuales), no cuentan con aportaciones en el régimen de jubilaciones y pensiones y su acceso a la salud está supeditado al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), que entre 2012 y 2014 fue saqueado por altos funcionarios que siguen al frente del gobernante Partido Nacional. Sin embargo, y a pesar de estas condiciones, son el sustento de miles de familias.Desde el primer año de Juan Orlando Hernández como presidente del país, en 2014, las leyes laborales han sido flexibilizadas al máximo y actualmente el 62,8% de la población empleada trabaja la jornada completa, pero gana menos que el costo de la canasta básica, y un 14,6% trabaja menos horas de las establecidas, con contratos por hora con ingresos fraccionados y sin ningún derecho laboral, con contratos de uno a tres meses. Estos últimos, casi en su totalidad han sido despedidos y despedidas, en el marco de la cuarentena y la pandemia.
Quienes trabajan por horas se encuentran principalmente en la industria de servicios y las comidas rápidas en franquicias de los Estados Unidos que ya han suspendido o cancelado miles de contratos
Estas personas que trabajan por horas se encuentran principalmente en la industria de servicios y las comidas rápidas en franquicias de los Estados Unidos, como Nike, los restaurantes Burger King, McDonald, Knetucky Fried Chicken, Popeyes, Pizza Hut y otros, que han suspendido o cancelado miles de contratos. Estos empleados no cuentan con sindicatos que los representen y ni siquiera se sabe exactamente el número real de personas afectadas, que estarán cuatro meses o más sin salario.
Las autoridades hondureñas han prometido que entregarán bolsas con alimentos a unas 700.000 familias para combatir el hambre que se avecina. Pero desde el anuncio de las medidas han pasado ya más de 10 días y aún no se ha cubierto ni la totalidad de las principales ciudades: Tegucigalpa y San Pedro Sula. La impaciencia y el hambre comienzan a ser notorios en los barrios más populares —y peligrosos— del país.
“ESTAMOS SOLAS”
Luisa tiene quince años de experiencia trabajando en maquilas; en New Holland (que también le produce a Nike) comenzó hace poco más de cinco años. Todos los días viaja una hora desde la ciudad de El Progreso hasta la fábrica ubicada en San Pedro Sula, donde ingresa a las 7.15 h y trabaja hasta las 16.40 h, con media hora de permiso para almorzar.Al mes tiene un salario de 330 dólares, pero es parte de un equipo con el que busca ganar bonos por producción. “Somos 25 en el equipo y tenemos 10 máquinas; si mantenemos un ritmo de 40 piezas por hora podemos ganar hasta 100 dólares más que nuestro salario base en un buen mes”, comenta.
Al igual que miles de otras hondureñas, Luisa es la principal fuente de ingreso de su casa, tiene cinco hijos a los que ha criado y pagado sus estudios. Cuenta que la maquila les pagó la segunda quincena de marzo para después anunciar en su página de Facebook un cierre de 120 días. Cuando ellos se comunicaron con la empresa, les dijeron que se debía a que desde Estados Unidos les habían cancelado los pedidos, pero no presentaron ninguna constancia de eso.
El Código del Trabajo de Honduras asegura que ningún contrato se puede cancelar o suspender sin una notificación previa con los y las trabajadores, y garantiza que estas pueden gozar de los beneficios de las ganancias, pero nunca deberán hacerse partícipes de las pérdidas. Los maquiladores aseguran que estas acciones están realizadas con el consentimiento del Gobierno. Sin embargo, el código —por ser parte de la Constitución— está por encima de cualquier acuerdo entre los empresarios y el poder ejecutivo.
Luisa asegura que el Ministerio del Trabajo está cerrado, que la Inspectoría del Trabajo de San Pedro Sula también está cerrada y es imposible pedir una inspección o denunciar la suspensión ilegal, que los juzgados tampoco están atendiendo y que la dirigencia sindical está presionando, pero la interlocución con el Gobierno es limitada. Está preocupada y tiene razón de estarlo. “Tenemos que hacer algo y pronto, ahorita estamos solas”.
Honduras camina hacia el desastre, pero es posible que el hambre la golpee antes y más fuerte que la pandemia que actualmente tiene al mundo de rodillas.
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El mayor problema de este país no es el que genera el empleo, son los altos niveles de corrupción, la impunidad en todos los niveles del gobierno que han encarecido y disminuido casi a cero la calidad de vida en nuestro bello país Honduras.
Eso es bueno no, así no las explota. ¿Ustedes estáis en contra o a favor de este tipo de actividades? Que no vale estar en contra del mercado y luego llorar porque el mercado se retira.