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Coronavirus
El espejismo del regreso de la naturaleza salvaje durante el confinamiento
Frente a la oleada de informaciones que hablan de una reconquista de las ciudades por parte de la naturaleza y una mejoría de los ecosistemas como consecuencia del confinamiento humano, varios especialistas califican la situación de temporal, anecdótica y sin consecuencias reales para el medio ambiente.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Recopilación rápida de titulares: “La fauna recoloniza la ciudad ante el confinamiento por el coronavirus”, “El confinamiento llena de delfines las playas de Barcelona”, “La naturaleza se abre paso por el mundo tras el confinamiento”, “La naturaleza salvaje reconquista la ciudad”. En estos días de aislamiento social, en los que la presencia humana en campos y calles ha descendido a niveles sin precedentes en décadas, es difícil para todo consumidor de redes sociales no haberse topado con alguno de estos titulares o con las imágenes que los ilustran.
Las apocalípticas imágenes —seres nada urbanitas campando a sus anchas en la noche metropolitana—, que en la mente humana son el preludio de estados más avanzados de reconquista natural al más puro estilo distópico de filmes como Doce Monos o Soy Leyenda, sugiere algo que no es real o, por lo menos, debe tomarse con una inmensa dosis de moderación: que esta crisis sanitaria tiene un efecto positivo para el medio ambiente y lleva a una reconquista del espacio por parte de la naturaleza.
A modo de spoiler, ni los vecinos del centro de Madrid van a convivir con las cabras montesas de La Pedriza de ahora en adelante, ni los ciervos segovianos van a posar para las fotos de los turistas en el Alcázar, ni los jabalíes se van a instalar en las Ramblas de Barcelona, aunque alguno se haya dado un homenaje urbano aprovechando que estamos encerrados en casa. Como apunta el doctor en biología y director regional en Rewilding Europe, Deli Saavedra, especialista en renaturalización de espacios, “no podemos exagerar”.
Lo invisible
Una de los primeras imágenes en surcar digitalmente el globo fue la de las aguas de Venecia. Desaparecidos los cientos de embarcaciones que surcaban sus canales, los residentes se sorprendían del tono cristalino del agua. No solo se veía el fondo de su ciudad, también cientos de peces con los que los vecinos comparten espacio. Pero no, la calidad de las aguas —menor aporte de contaminación orgánica por la reducción de la presión turística aparte—no ha mejorado sustancialmente durante la crisis, como las autoridades locales se han cansado de repetir frente a lo que afirmaban cientos de noticias en decenas de idiomas asegurando lo contrario. Simplemente, los sedimentos del agua se han asentado en el fondo al no haber movimiento. Lo único que ha cambiado es que ahora se ve lo que era invisible.
Ejemplos de temporales nuevos vecinos urbanos no faltan. La Guardia Urbana de Barcelona vigilaba la noche del 18 de marzo a un aventurado jabalí en plena avenida Diagonal y le seguía mientras danzaba por la capital catalana. El paseo no fue corto: llegó a la confluencia de la avenida con la calle Balmes, a más de dos kilómetros del límite urbanizado de la ciudad con la sierra donde este mamífero podría refugiarse.
No ha sido el único. El 5 de abril un primo suyo estuvo de ronda por la zona del Cigarral de Caravantes, en las inmediaciones de Toledo, aunque este no fue tan aventurado y decidió no cruzar el Tajo para pasar al centro. La Policía Local difundía el vídeo de la visita entonces y escribía con guasa en sus redes sociales: “Le hemos explicado que no puede transitar libremente por la calle por el Estado de Alarma”.
Sin faltar el respeto a la fiereza jabata, más temor impone un oso por tu vecindario, aunque sea en pleno confinamiento. Es lo que ocurrió en Ventanueva, pedanía de Cangas de Narcea (Asturias), sin más consecuencia que algún vídeo en internet y varias noticias locales. Desenlace similar con el lobo que se dio una vuelta por Formelos de Montes (Pontevedra), los corzos que pasearon por el centro de Segovia, —plaza Artillería y su estampa del acueducto incluida—, las cabras de juerga por el Chinchilla (Albacete), los delfines jugando en pleno muelle de Cádiz o los pavos reales de chulapos por Madrid. Un poquito más lejos, en Santiago de Chile, sí hizo falta la inervención policial: encontrarse a un puma por la capital da un poco más de canguelo.
Cambio temporal
¿Reconquista, entonces? “Lo que hay es un cambio de comportamiento en vías. Si los humanos nos recluimos en casa hay muchas especies que, simplemente, cuando ven un sitio tranquilo, pasan”, explica Saavedra. “No hay nada sorprendente”, apunta por su parte Luis Suárez, biólogo además de coordinador de Conservación en WWF España. “Somos nosotros los que cada vez más invadimos el hábitat de las especies animales. Es normal que, en estas circunstancias, los animales exploren por mera curiosidad, porque les pille de camino o porque es una zona próxima a donde están, pues para ellos las construcciones no suponen algo que les atemorice, sino que lo hace nuestra presencia”, continúa.
Reconquista desechada, queda un camino de comportamiento temporal que, en opinión del director de Rewilding Europe, una organización que apuesta por resalvajizar y restaurar amplias zonas del continente, “se acabará en el momento en que salgamos”. En la misma línea, Suárez expone que, “aunque a nosotros se nos haga muy largo este plazo de tiempo, no es suficiente para que haya un retorno de la fauna aunque nos vayamos a dos meses de confinamiento, que para los procesos naturales es un plazo irrisorio”.
Esto es Cangas de Narcea, en Asturias. A ver quien denuncia al oso por no quedarse en casa.#BuenosDias #YoMeQuedoEnMiCasa pic.twitter.com/45sRFH1JJQ
— Borja Casado (@franpenat) March 23, 2020
Sí existe una dinámica a la que hay que atender, pues la llegada de especies a las ciudades no es nueva. El caso de los jabalíes empieza a ser habitual. El 16 de enero un jabalí cruzó nada menos que la M-30 madrileña en pleno atasco, y esa misma noche otra pareja de la misma especie fue vista por el barrio de Las Tablas. Son casos que se repiten cada vez más con la mejora de algunas poblaciones. “Por suerte, en Europa hay más espacios protegidos y más animales en los últimos años, con lo que tenemos más llegando a las ciudades y alrededor de ellas”, indica Saavedra.
Para el experto, la situación actual puede ser una oportunidad para intentar en algunas zonas “cierta cohabitación entre humanos y animales, que se puede mejorar”. “Vete a las Galápagos o a ciertos lugares del mundo donde los animales están a menos de dos metros de ti y no te hacen ni caso porque no eres un problema. En Europa nosotros somos un problema para la fauna y por eso se alejan, pero en el momento en que se crean reservas de caza donde no se pega un tiro se acercan mucho más, con lo que es posible una cohabitación entre humanos y animales mucho mejor de la que tenemos”, señala.
Efectos positivos
Ante mediáticas bucólicas visiones de fauna entrando en nuestras deshabitadas ciudades, algunas voces nos devuelven a la realidad. “En tiempos de crisis buscamos alivio donde sea que podamos encontrarlo”, señalaba John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace Reino Unido en el diario Metro. “Queremos disfrutar del aire limpio en las ciudades y el sonido del canto de los pájaros en nuestras calles libres de coches. Pero no debemos engañarnos pensando que por fin llega ese mundo ‘más verde’ por el que tantas personas hemos estado trabajando. Porque no es así”.
La organización ecologista tacha de “efectos secundarios” la caída de la contaminación atomosférica y la consecuente reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y habla de “espejismo que se desvanecerá tan pronto como las ruedas de la economía comiencen a girar nuevamente”.
Coronavirus
La contaminación desciende un 83% en Barcelona y un 73% en Madrid
Investigadores de la Universitat Politécnica de València (UPV) constatan que los niveles de dióxido de nitrógeno han disminuido un 64% de media en las ciudades del Estado.
Pero el confinamiento humano sí puede tener un efecto positivo para determinadas poblaciones animales. “En lo que parece que puede beneficiar bastante es en aves rapaces”, relata Saavedra. Estamos en plena temporada de cría, y la ausencia de excursionistas, alpinistas, cazadores y trabajadores del campo puede suponer una mejora del éxito de la temporada de cría.
“En aquellas actividades donde la relación del ser humano con los animales es muy directa, como la explotación, llámese caza o pesca, sí puede ser positivo si disminuye un poco la presión, aunque hay que ver si ese tiempo es suficiente para que tenga efectos biológicos”, apunta por su parte el coordinador de WWF. “Si los animales que no matamos en marzo los vamos a matar en mayo, antes de que se reproduzcan, no habrá apenas efecto”.
Caza
Castilla y León da marcha atrás y revoca el permiso de caza a grupos de cuatro personas
La administración autonómica había lanzado una instrucción en la que permitía la caza de conejos a grupos de hasta cuatro personas y la caza mayor de forma individual.
Aunque las fechas actuales no coinciden con las principales temporadas de caza, sí hay algunas comunidades que permiten esta práctica para algunos animales. Es el caso de Galicia, donde el Gobierno autonómico ha autorizado una serie de excepciones al confinamiento relacionadas con la actividad cinegética. Castilla y León protagonizó en marzo una polémica por la que permitía la caza menor en grupos de cuatro personas, una instrucción con la que la Administración autonómica dio marcha atrás tras el revuelo causado por la decisión, tomada en pleno confinamiento, y cerró la puerta a esta práctica en cualquiera de sus modalidades.
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Qué trabajo tan extraordinario. Muy bien documentado y escrito de manera impecable. Apenas estoy conociéndolos pero me quedaré para seguir leyendo buen periodismo.
Y estas obviedades? Quiero decir, tratar a la gente de idiota, la convierte en idiota?
Con todo esto, el hombre no cambia aún cambiando sus hábitos y las palabras de su lengua, en su maldad el más cruel y más endurecido que el cocodrilo del río, su corazón es más duro que la piedra, y su vanidad es más ligera que el polvo de los caminos, lo dijo Sinoe el Egipcio, también dijo que con todo esto, es bondadoso.
Que vergoña que se permita cazar na Galiza. Sabendo que hai unha presión inxustificada e inventada polos medios para que se sinta a caza como indispensable, cando non existe ningún censo de fauna salvaxe. Esta década pasada xa vimos a extinción definitiva da pita do monte, urogallo galego. Sigamos así....ains.