Barrios
Félix López Rey: “Las cosas no se resuelven porque vaya un día uno a una reunión o a una manifestación”

Con medio siglo de lucha vecinal a sus espaldas, este activista de barrio con carnet del PCE, repite candidatura con Más Madrid, yendo en el segundo puesto tras Rita Maestre.
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Félix López Rey, delante de la Asociación Vecinal de Orcasitas, una de las mas activas de los primeros años 70. David F. Sabadell
4 mar 2023 06:00

Es mediados de febrero y Félix López-Rey Gómez está sentado en un banco frente a la asociación de vecinos de Orcasitas, el que ha sido su barrio toda la vida. No se trata de un banco cualquiera, más bien es una de estas estructuras de cuatro bancos con una mesa en medio, un mobiliario urbano, que al contrario que esos bancos individuales que se pusieron de moda, invita a juntarse y charlar entre vecinos y vecinas. Y todo eso sin tener que consumir, algo casi revolucionario en el Madrid de las terrazas y las cañas.

El veterano referente vecinal es el número dos de la lista de Más Madrid para las elecciones municipales que tendrán lugar el próximo mayo. Pero esta es solo una etapa de una larga vida de activismo. Hijo de familia migrante que recaló en las poblaciones chabolistas de la periferia de la ciudad, la lucha por una vida mejor, por casas dignas, por poder decidir sobre el futuro, le llevó, junto a otros, a fundar la asociación de vecinos de Orcasitas en su chabola, allá por unos años intensos donde el régimen franquista daba sus últimos coletazos violentos y, no sin sufrimiento y miedo, se abrían resquicios, para conquistar existencias más fáciles.

De más de medio siglo de lucha habla este vecino de Orcasitas a quien todos saludan cuando pasan por ahí, en esa mañana soleada de invierno. Sus memorias rebosan de nombres de gente anónima, de otros referentes de la lucha vecinal, de personajes políticos más o menos queridos. Todo ello lo plasmó recientemente en Orcasitas. Memorias vinculantes de un barrio, un libro de más de 500 páginas lleno de referencias, fotos y recortes de prensa que da fe de todo lo que tiene que contar este hombre de 74 años, que apura el tiempo para la entrevista con El Salto, antes de tener que irse corriendo a recoger a su nieto a la escuela infantil.

Ahora que se va acercando la próxima cita electoral, ¿se va notando más agitación?
Yo noto un bulle bulle, que decimos por aquí. Está habiendo más interés por parte de la gente que en otras ocasiones. Creo que lo que está pasando, en la Comunidad de Madrid fundamentalmente, es un acicate para que la gente sencilla, la gente de los barrios, nos demos cuenta de la importancia que tiene el voto.

Con todo el ruido mediático que se hace, precisamente, desde la Comunidad de Madrid, desde su presidencia, ¿no quedan un poco desdibujadas las cuestiones que atañen al Ayuntamiento?
Bueno, es que ahora mismo el foco, fundamentalmente en la Comunidad de Madrid, es el tema de la Sanidad. En estos momentos, muchas de las preocupaciones de las madrileñas y de los madrileños las acapara la conducta de la señora Ayuso y las consecuencias de esa conducta: A mí mismo me operaron de una hernia inguinal el 15 de octubre y me tenían que ver más o menos sobre el 15 de diciembre. Bueno, pues hasta el 17 de marzo no tengo cita. Afortunadamente, creo que no tengo problemas, pero si los tuviera, ¿qué hago? ¿Irme a colapsar las urgencias para ver a alguien que no ha sido el cirujano que me ha operado? 

El problema de fondo, tanto de la Comunidad como del Ayuntamiento, es que nos desprecian a los que vivimos en los barrios obreros. Para ellos es como si no existiéramos. Y los problemas cuando no se atajan, se van acrecentando

Pero sí, junto a eso, hay otros problemas: Estamos en una ciudad que tiene 21 distritos, donde la mayoría de los distritos son mucho más grandes que muchas capitales de provincia. Ahora mismo Vallecas Villa es una población tan grande como Cádiz, por ejemplo. Lo que no puede hacer un Ayuntamiento que intente velar por los problemas de los vecinos y de las vecinas, y sobre todo de la gente más débil, es emplear los mismos recursos donde no hay problemas que donde hay muchos. Tiene que haber una discriminación, pero en positivo.

El problema de fondo, tanto de la Comunidad como del Ayuntamiento, es que nos desprecian a los que vivimos en los barrios obreros. Para ellos es como si no existiéramos. Y los problemas cuando no se atajan, se van acrecentando. Yo vivo en este distrito desde el año 56, y he ido viendo cómo se ha evolucionado. Pero las desigualdades y las diferencias no han cambiado.

Justamente, en Orcasitas la población se articuló en torno a la lucha por viviendas dignas. Parece que el acceso a la vivienda sigue siendo un eje de desigualdad tan importante como entonces. 

Sí, pero antes se veía. En febrero del 72, el Ayuntamiento hizo un estudio en el que salió que en Madrid vivíamos 32.734 familias en chabolas y casas bajas. Entonces se nos veía y eso era feo. Entrabas por la carretera de Toledo, o la de Andalucía, o por cualquier carretera general a Madrid, y veías las chabolas, como las villas miseria o las favelas de otros sitios. Aquello molestaba. Fundamentalmente desapareció gracias al movimiento que se creó en los barrios, en torno a las asociaciones de vecinos. Ahora los problemas siguen existiendo, pero ya no se ven de esa manera. Existe la Cañada Real, pero núcleos como antes, que éramos miles y miles, ya no existen.

Lo que pasa ahora es que un muchacho, una muchacha de este barrio, que tenga la suerte de trabajar, no pasa del salario mínimo. Una buena parte van a percibir a partir de ahora 1.080€, y un alquiler en este barrio, y casi no se encuentran, vale mínimo 700 €. Que me diga alguien a mí con 1.080, cómo puedes pagar 700 € y luego comer. El problema de la vivienda sigue ahí.

En Madrid, al final de los 80 y en los 90, se hizo un programa que se llamó Plan 18.000, que consistió en que el Ayuntamiento ponía suelo para jóvenes para que crearan cooperativas. Yo participé —era entonces concejal— desde este barrio en la creación de tres cooperativas donde ahora viven estas familias. Claro que tienen que trabajar para comer, vivir y pagar su piso, pero no han tenido que pasar grandes necesidades para pagar la amortización de la vivienda. Pero eso desapareció, ya el Ayuntamiento no hace ni eso. Al revés, lo que hacen, como hizo el Partido Popular de mano de la señora Botella, es vender a fondos buitre miles de viviendas que se habían hecho con los impuestos de todos los madrileños.

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López Rey en un momento de la entrevista. David F. Sabadell

Esa perspectiva desde el barrio permite entender las prioridades y problemas de la gente...
Volviendo al ejemplo de antes, lo que no puede ser es que aquí haya 300 muchachos absentistas escolares, y solo haya seis policías municipales encargados de eso. Y en el distrito de Salamanca, que no hay ninguno, que haya también policía municipal dedicada a tal fin. Eso no tiene ningún sentido. O sea, los medios, al repartirlos por territorios, por población generalmente, habrá que hacerlo con relación a las necesidades. Es como si de repente hubiera que distribuir sal para las heladas. Me imagino que no es lo mismo estar en el norte de España que si estás en Benidorm. Repartir a todas las ciudades por igual, por el número de habitantes, sería ridículo. Pues eso pasa en Madrid, donde una buena parte de los gobernantes, fundamentalmente los de la derecha, no han tenido ningún interés en conocer los barrios. No se trata de que vivan aquí, pero alguna vez he dicho que me hubiera gustado que un presidente o presidenta de la Comunidad, o alcalde o alcaldesa se hubieran pasado un mesecito viviendo en algún barrio de por aquí, les habríamos hecho un hueco en nuestras casas para que conocieran nuestros problemas del día a día que son distintos a los que se dan en otras partes.

Parece que hubiera una tendencia a distanciarse de las urgencias reales de la ciudadanía. Recuerdo en un pleno en el que estuve en Usera, hace ya muchos años, cuando estaba Carmena, donde se debatían cosas concretas sobre poner farolas o paradas de autobús, pero se mencionaba a Venezuela y otros temas presentes en las tertulias de televisión.
Aquí hay una cosa que es absolutamente vergonzosa, empezando por los medios de comunicación que escriben al dictado de los poderosos. Hay honrosas excepciones, pero esta misma mañana, mientras desayunaba, estaba escuchando Telecinco. A mí me resulta impresentable escuchar la mayoría de las cosas que dice Ana Rosa Quintana por las mañanas cuando empieza su editorial metiéndose con el presidente del Gobierno, venga a cuento o no, y trayendo de tertuliano a Eduardo Inda, cuyos medios se sostienen gracias al apoyo institucional de la Comunidad de Madrid, para lanzar mentiras.

Claro que alguien se puede equivocar a la hora de hacer un juicio, de decir cualquier cosa. Pero es que hay medios que no es que se equivoquen, están para eso, para lanzar bulos y mentiras y para hacer que la gente sencilla, que la única forma de tener contacto con la actualidad es a través de esos medios, estén totalmente desinformados. Esto no lo hacen por casualidad. Llevan años que, desde la derecha, están intentando generar desafección política, y lo están consiguiendo. La política es lo más noble si se ejerce como es debido: para favorecer las condiciones de vida de los que más lo necesitan. Eso lo saben muy bien los de derechas y los poderosos. Por eso les pongas un candidato tonto, listo, guapo, feo, ellos siempre van en tropel a votar.

Estos debates broncos de las tertulias televisivas, de los que hablas, podemos verlos también en las instituciones.
Se trata de enfangar, como lo que hace la señora Ayuso. Yo jamás he visto una cosa como esta señora, que hasta para insultar lo tiene que leer, por la mañana tiene escribiéndole los discursos a dos personas conocidas por haber tenido accidentes de tráfico por ir borrachos, que eso si le ocurre a alguien de la izquierda, se tiene que ir del país, pero a ellos ahí los tienes, y aquí no pasa nada.

Un show que mantiene la mirada lejos no solo de los barrios, sino también de sus conquistas. Vosotros en Orcasitas estáis acabando con el amianto.
Todo lo que hay ha surgido a base de pelea. Esta tarde voy a la zona de Latina, al barrio de las Águilas, a Cuatro Vientos..., me han invitado y yo encantado. Tienen problemas, mi intención es escucharles, por supuesto primero y luego darles algunos consejos como activista vecinal que soy. Voy a esos barrios a explicarles que la lucha es la única que cambia y transforma las cosas, al margen de que voten lo que les dé la gana. Aunque siempre les diré que voten a la izquierda como es lógico, porque las leyes que te hagan desde la izquierda, aunque alguna no te beneficie lo suficiente, siempre serán mejores que las que te hagan de la derecha. Es muy difícil que encuentres un autobús que te deje en tu puerta, así que procura coger el autobús que más cerca te deje, pues esto hay que hacer con los partidos de izquierda.

Para mí es más importante que 50, 100 vecinas y vecinos se organicen, se asocien, y peleen por los problemas de su barrio, que al partido que yo vote, tenga un diputado, o un concejal más o menos

En todo caso, para mí es más importante que 50, 100 vecinas y vecinos se organicen, se asocien, y peleen por los problemas de su barrio. Para mí eso es más importante a que al partido que yo vote, tenga un diputado más o un concejal más o menos, porque eso puede durar lo que dure, pero a la gente lo que hay que pedirle es que se organice. Yo comprendo que la vida es dura, todos tenemos problemas, pero solamente con votar las cosas no cambian. La gente tiene que estar echándonos el aliento en el cogote tanto al que gobierna como a quienes estemos en la oposición. Y eso es lo que yo procuro transmitir siempre a la gente, al margen de que yo siempre he votado izquierdas como es obvio, ya alguien dijo aquello de que no hay cosa más tonta que un obrero de derechas. Y yo me siento obrero.

En esta sociedad en que está todo tan acelerado y vamos cambiando de tema a cada rato, cuesta asumir que las cosas llevan un tiempo y no abandonar batallas.
Mucha gente tiene sus problemas, tiene que luchar por pagar el alquiler, está a ver si le renuevan el contrato de trabajo, etc. Pero las cosas no se resuelven porque vaya un día uno a una reunión o a una manifestación. Yo comprendo que es duro, pero afortunadamente hace años que se ha conquistado el derecho a poder asistir a los plenos. Madrid tiene 21 distritos, hay 131 barrios y cualquier vecino que viva o trabaje en un barrio puede asistir al pleno de su junta municipal, pero no solamente asistir, sino intervenir. Puede pedir la palabra y hablar.

Algunos, cuando hacíamos cosas como esas nos jugábamos la cárcel. Cuando se funda esta asociación, que se fundó en mi chabola en el mes de octubre del año 70, juntarse más de tres personas ya era delito. Sé que los medios de comunicación influyen mucho en negativo, pero ¿qué pasa por la cabeza de la gente cuando ve los problemas y no está dispuesto a afrontarlos?

Qué posibilidades para luchar por los barrios encuentras en la política institucional, ¿está al alcance de un concejal transformar algo?
Para pelear por los barrios y pelear por la gente y combatir las injusticias, no hace falta necesariamente ser cargo público. Tener un cargo público es una suerte. Te están pagando para que tengas tiempo, y posiblemente tú, si estás hoy entrevistándome, es porque soy cargo público. Y eso yo lo aprovecho, por ejemplo, para denunciar que, mientras se anuncian nuevas paradas de Metro o se invierte en la Operación Chamartín, en Orcasitas no tenemos Metro. Aquí somos 23.000 personas y podemos añadir más, si juntamos a los de Orcasur. En Madrid la media para tener una estación de metro es de 4.000 vecinos.

También puedo hablar de la residencia de proximidad que tanto anhelamos. Me parece tristísimo e ignominioso que cuando llegamos al final de nuestra vida se nos trate de esa manera. Si en los barrios hay escuelas públicas, hay escuelas infantiles, hay institutos, por qué coño cuando ya llega un momento en que, el día que ya no podemos estar en nuestras casas por nosotros mismos, se nos tiene que desarraigar.

Necesitamos residencias de proximidad. Si en los barrios hay escuelas infantiles, hay institutos, por qué coño cuando ya llega un momento en que, el día que ya no podemos estar en nuestras casas por nosotros mismos, se nos tiene que desarraigar

Justamente no parece que las personas mayores estén entre las principales preocupaciones del Partido Popular.
Ayer voy por la calle y le pregunto a una muchacha por su padre, porque yo sé que es más viejo que yo, y me dice, bueno, es que está en una residencia, está en Pedrezuela. ¿Pero qué coño pinto yo en un pueblo de la Sierra y sin nadie? Yo lo que quiero es terminar mi vida en mi barrio. Eso es ganar vida. O que si no me duele nada, venga al centro cultural donde esté bailando la nieta de mi vecino. O que se celebran los carnavales este fin de semana, y si no tengo ganas de recorrer, vengo al chocolate que dan al final. O mañana, que viene El brujo, el artista, y tengo una entrada.

¿Y por qué no puede haber residencias? Porque todo está mercantilizado, está convertido en un negocio y eso hay que combatirlo, porque además tenemos la suerte de que estamos en el primer mundo y la sociedad genera recursos para que tengamos todos unas condiciones mínimas de tener médico, de tener una escuela cerca, pero también tener una residencia cuando llegamos a una cierta edad.

Ese desprecio a las personas mayores lo dejó muy claro José Luis Martínez-Almeida cuando le llamó joven promesa en forma de burla.
Sí, sí, joven promesa. Pero yo creo que se volvió contra él porque eso es de sentido común. Llevo desde mucho antes de que él naciera peleando por un Madrid mejor. ¿Qué me pueden reprochar? Yo he tenido la suerte de que siempre se me ha llamado para estar en alguna lista de la izquierda. La primera vez, en el 79 fue noticia —y en el libro de mis memorias está reflejado—  que alguien como yo no quisiera ser concejal.  Me quedé en la chabola y me fui al Pozo del Tío Raimundo de peón albañil. Yo en aquel momento consideraba que el irme al Ayuntamiento era abandonar a los chabolistas, era como traicionarles. He estado peleando siempre por lo mismo: Cuando he sido concejal y cuando no lo he sido. Cuando volví fue porque me llamó Manuela Carmena y ahora porque mis compañeros me decían: ¿tú vas a estar? Les digo, dependerá de dos cosas. Primero, de que me lo propongan. Y segundo, cómo yo me vea de salud.

Yo soy consciente de mi edad, me dio un infarto hace ocho años, recuerdo la fecha porque fue el día que nació un nieto y estaba yendo a conocerlo cuando pasó. Pero yo, mientras tenga fuerza para poder gritar las injusticias que se dan en estos barrios, lo voy a seguir haciendo. No sé si de concejal o no. Me da igual. Lo de concejal es una puerta que se te abre para tener más facilidad para dar a conocer las cosas.

Mientras estemos vivos hay que pelear, pelear y pelear, porque por mucho que conquistemos, será mas lo que nos han negado y lo que nos han quitado, que lo que podamos conquistar. Las cosas para los pobres nunca han sido fáciles en ninguna parte del mundo

Esto de soltar chascarrillos ofensivos, en muchos casos clasistas, entraña algo de continua banalización política.
Este señor, pues seguro que en su infancia habrá tenido hasta un portero de librea para abrir la puerta y, cuando viniera el frutero a llevarle las cosas a su casa, entraría por la puerta de servicio. Porque no sé si sabéis que en los barrios como el de Salamanca, no todo el mundo entra por la puerta principal, entran por otro lado, por donde van las criadas, como lo fue mi mujer hasta que nos casamos. Lo que yo veo es eso, desprecio de que un desgraciado chabolista como yo vaya allí y diga lo que piensa. Porque además yo creo que en esta ciudad hay más gente, más ciudadanos de a pie, como yo, que gente como este hombre abogado del Estado que el otro día parecía el repelente niño Vicente —era uno de los cuentos cuando yo era muchacho, que iba sobre un niño repelente, bonito, que se lo sabía todo. Y allí pum, pum, pum, pum, repetía como un lorito. Yo creo que me quiso ridiculizar, pero luego yo voy a la gasolinera a repostar, a la misma de siempre, y la gente me apoya, me dicen: “¡Le tenías que haber dicho más cosas!”. A mí eso me llena de orgullo.

¿No está faltando memoria democrática, como la que traes en tu libro? 
La historia la escriben siempre los vencedores y entonces ellos ponen todos los obstáculos del mundo. Mi libro, aparte de ser mis memorias, quiero creer que se trata de memorias de cómo se han creado esos barrios de la periferia madrileña en la que vivíamos 32.734 familias en chabolas y casas bajas. El libro fue una idea de Manuela Carmena. Existe gracias a ella y a Javier Leralta, que es quien lo ha escrito.

Forma parte de un proyecto que se llamaba “Imprime tu vida”, de gente de a pie, como es mi caso, que a juicio de Carmena, habíamos hecho algo por la ciudad. Empezó conmigo, luego venía un cura de Palomeras, Gabriel Rosón, y luego venía el tallista Matías Aceitón, pero lo mío ya estaba escrito cuando llegó Almeida al poder. Arrinconaron el proyecto, me tomaron el pelo durante muchos meses, y al final me tuve que gastar 15.000 € para editarlo.

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Félix López Rey muestra una foto una foto de su infancia en Orcasitas, cuando aún era un. poblado chabolista. David F. Sabadell

El otro día, mientras presentaba el libro en Rivas, me decía un vecino de Valdemingómez: hay una constante en nuestras vidas: El barro y el miedo. Es verdad. Por eso la portada es esa foto de mi madre en el barro. Sobre el miedo, el 76 fue un año especialmente duro para los que nos movíamos en los barrios. Primero, en mayo nos pegaron todo lo que quisieron en Aranjuez. A mí no me tocaron, pero yo vi romper culatas de mosquetones a los guardias —tanto a los jóvenes como a los viejos, igual de malos eran unos que otros —de la Guardia Civil de Valdemoro. Yo estaba allí con mi mujer y mi primer hijo, que tuvo que estar en tratamiento psicológico durante muchos años. Después mi hijo nunca pudo volver a una movilización. Siempre se buscaba una disculpa. Luego ya el segundo, que nació en el 75, ese ya se venía conmigo, y la tercera, que nació en el 80, es una activista.

Esto es una lucha constante, mientras estemos vivos hay que pelear, pelear y pelear, porque por mucho que conquistemos, será mas lo que nos han negado y lo que nos han quitado, que lo que podamos conquistar. Las cosas para los pobres nunca han sido fáciles en ninguna parte del mundo. Pero quedándote en tu casa las cosas no cambian, hay que pelearlas. Los jóvenes ahora están muchísimo más preparados que yo, que soy analfabeto funcional, que soy un señor que aprendió con sólo un libro cuando iba a la escuela, como la gente de mi generación. Entonces, ¿por qué la gente no se mueve? En la manifestación del 12 de febrero me llevé una gran satisfacción. Ahí sí que dices, joder, merece la pena luchar por el ser humano... Porque hay momentos, como muchas noches, tras las elecciones, cuando ves determinados resultados, que te dan ganas de decir: ahí os quedáis.

Has hablado antes de seguridad en el barrio, que es un tema que la derecha instrumentaliza para sus intereses, mientras que a la izquierda le cuesta abordarlo
Siempre lo ha instrumentalizado. Pero fundamentalmente en estos barrios la inseguridad la trae la desigualdad. Entonces, yo en ese campo siempre lo que digo es que lo que quiero son los guardias que me toquen. Y tendrían que tocarnos más, en el sentido que el señor del barrio Salamanca tiene hasta seguridad privada. O que un golfo como Froilán lleva a sus escoltas. Y cuando aquí una mujer tiene que ir casi al amanecer a coger el tren a la Renfe, pues a lo mejor hasta le falta alumbrado para cruzar el puente.

La inseguridad se combate más con trabajadores sociales que con policías, aunque también los policías hacen falta, porque si aparece alguien con un machete, no llamo a la responsable de los servicios sociales, llamo a la policía, obviamente. Pero, con todo mi respeto, creo que es más necesaria la intervención social y sale más barata a la corta y a la larga que cuando hay que arreglarlo con policía. Cuando ya tienes que llamar a la policía, es porque otro recurso ha fallado antes.

¿Cómo evalúas este modelo de ciudad tan desapegado de los barrios, tan amigo del cemento?
Es inhumano, es ir en contra de la lógica. El otro día estuve en Butarque, en la zona nueva, o esta mañana vengo del Ensanche de Vallecas, antes de estar aquí. Lo que te encuentras son grandes avenidas con sus tres carriles, que van a atropellar a alguien cualquier día. No hay ni vecinos, ni un mal local de uso social, pues son nuevos desarrollos. A diferencia de los barrios en remodelación que se hicieron como consecuencia de la lucha de las asociaciones de vecinos y con participación vecinal, las PAU se diseñan sin centro cultural. No hay escuelas, no hay escuelas infantiles, no hay instituto. 

Aquí se planificó todo. Dónde ahora mismo estamos se construyen 3.000 viviendas y vivíamos 1.500 más o menos, por eso ese callejón se llama de las 1.500. Controlamos cada suelo que se quedaba libre, para que no se especulara con él. Ahora todo es especulación pura y dura. ¿Qué conseguimos en aquellos años? Que los barrios tuvieran importancia. También sería porque de política en general no se podía hablar, así que hablar de los barrios era una vía de escape hasta para la propia prensa, y no había tanta gilipollez de la prensa rosa o de la deportiva.

Hacer un Orcasitas es que la gente participe. Ahora mismo hay carnavales y está aquí todo el mundo, luego hacemos nuestro baile, y eso hace barrio. Hace que seamos menos infelices, hace que humanicemos la vida

De qué manera esta mirada de barrio y esta idea de ciudad que vemos en Orcasitas se traducen en una apuesta política.
Mi caso es un caso raro. Estoy en Más Madrid, pero yo tengo el carné de Izquierda Unida al corriente de pago. Alguna vez los de mi agrupación que están aquí me han dicho, joer, lo mismo alguna vez nos vienen de arriba a decir que te tenemos que expulsar. Yo siempre digo: haced lo que tengáis que hacer, pero cantadme la Internacional cuando me muera. Para mí un partido no es una secta, es una herramienta para combatir. Estoy donde creo que está la mejor herramienta para luchar por lo que creo.

Yo creo que si voy de número dos no es por mis méritos, los méritos son de mi barrio y lo que ha hecho mi barrio, lo único, es que yo estaba siempre al frente de esa lucha. Mi barrio es el ejemplo de lo que tienen que ser los barrios de Madrid. Una vez, viviendo aún Franco, un director general del Instituto Nacional de Urbanización, que era un demócrata, me decía: es que lo de Orcasitas es tan interesante que llegará un día que cuando se vaya a las Cortes no se podrá pedir dinero en genérico, sino decir, yo quiero hacer tantos Orcasitas. Y un Orcasitas es que la gente participe y lo mantenga después de 40 años ya casi, con una central térmica regentada por los mismos vecinos, donde ahora mismo hay carnavales, este fin de semana y el que viene, y está aquí todo el barrio y luego hacemos nuestro baile, y eso hace barrio. Hace que seamos menos infelices, hace que humanicemos la vida.

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