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Ecofeminismo
Vitalizar el mundo rural: la experiencia de la asociación el Colletero en Nalda
Nalda es un pueblo de La Rioja, de poco más de mil habitantes. Las oportunidades de empleo escaseaban, especialmente si se busca un empleo estable y digno en el propio pueblo, que sea compatible con el entorno y con la vida personal y familiar. Intentando cubrir estas necesidades, surgió el Colletero, una asociación que tiene mucho de feminista y de ecologista.
En el año 2000 se constituyó, en Nalda, la asociación El Colletero, tras un proyecto piloto, diseñado por la asociación PANAL, que pretendía resolver necesidades de servicios que teníamos como comunidad rural. Necesidades que pretendíamos convertir en oportunidades de empleo.
La asociación PANAL protege y promueve el Patrimonio desde una visión integral y entre “los patrimonios” considera y protege especialmente el patrimonio ambiental. Quizás por esta herencia, también El Colletero nació con ese sello: la preocupación por el medio natural que nos rodea nos identifica. Y ponemos especial énfasis en los espacios que han sido históricamente agrarios o forestales.
La relación y pertenencia de ambas asociaciones a la economía alternativa y solidaria reforzó la idea de poner a las personas en el centro de la actividad. Creemos que la economía debe estar al servicio de la gente, las personas en el centro, y no la gente al servicio de la economía. Esto, junto con la preocupación por el entorno, ya nos daba desde el principio una visión holística e innovadora, muy necesaria en estos tiempos que corren, también en el mundo rural.
Comenzar por buscar la satisfacción de las necesidades relacionadas con los cuidados nos obligó a formarnos, tanto profesionalmente como desde el punto de vista humano. Así que enseguida no solo estuvieron las personas en el centro, sino también el enfoque de cuidados. Los cuidados entendidos como derechos que responden a esas necesidades.
Cubrir las necesidades: cuestión de derechos
En infancia y juventud, en un primer momento desde nuestros propios recursos y, desde hace un tiempo con apoyo de la ONG EDUCO, mantenemos actividades que pretenden reducir la brecha de oferta formativa y de ocio entre el campo y la ciudad. Abordamos las necesidades de las familias, entendiéndolas como derechos de las niñas y los niños.
La corriente va calando y percibimos cambios hacia la corresponsabilidad en el cuidado. Ya son muchos los hombres que cuidan a sus peques o a sus nietas y nietos. Esto es de especial interés en la cultura rural en la que hace apenas unos años esos mismos abuelos no se responsabilizaban de cuidados a sus hijas e hijos. La radiografía de la salida de la escuela comienza a ser interesante: algunos padres compatibilizan horarios y son muchos los abuelos que se encargan de las recogidas. También es un derecho la atención a las personas mayores y dependientes, y así lo abordamos. Es uno de nuestras salidas profesionales, dignificada tanto para las trabajadoras como para las personas ancianas. Atentas y en coordinación con los servicios sociales, reaccionamos como parte de la comunidad en la que vivimos y presentamos situaciones de necesidad de cuidados en diferentes momentos. Resolvemos lo que está en nuestra mano y nos preocupamos también de las personas mayores que viven en la residencia del pueblo.
Contra los malos tratos
La lacra de los malos tratos nos preocupa especialmente. Nuestra “casita”, espacio de trabajo cotidiano, está abierta todas las mañanas. Igualmente, ofrecemos la posibilidad de llamarnos a un teléfono a cualquier hora o de buscarnos en casa o por la calle. Esto supone un espacio de seguridad para las mujeres que sufren la violencia. Un espacio desde el que puede plantearse incluso la denuncia.
Podríamos decir que ha disminuido el maltrato en nuestro entorno y no nos atreveríamos a afirmar que haya sido por nuestro trabajo. Eso sí, todo el mundo sabe, y eso incluye a los maltratadores, que no tenemos problemas en acompañar a los juicios y en lo que sea necesario.
Esta protección y seguridad pretendemos que incluya la infancia y en ello trabajamos constantemente, tanto desde nuestras ludotecas, como desde el grupo de infancia que cada día se forma más y nos aporta al resto las reflexiones y protocolos.
Por el camino de Shiva
Si tuviéramos que definirnos dentro de una filosofía ecofeminista, coincidiríamos bastante con Vandana Shiva, eso sí, sin atrevernos a denominarnos abiertamente así, pero sabiendo que formamos parte de ese camino. Nuestro proyecto Huertas del Iregua de soberanía alimentaria, de producción, comercialización local y consumo, entre nosotras mismas, nos centra también en este perfil.
Nuestro modelo de desarrollo rural es sostenible y en equidad. Los cuidados están en el centro de la acción y del debate, un cuidado dirigido a las personas y al medio natural que nos rodea.
Caminamos hacia la construcción de una Comunidad Cuidadora rural en Nalda y compartimos nuestra experiencia como un camino hacia ese mundo mejor por el que ya transitamos desde ella.
Floren, Beni, Ana, Fabiola, Mari Luz, Mariasun, Matilde, Mamen, Belén, Raquel,…y muchas más